Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "El Fruto del Espíritu"

Primer trimestre (enero-marzo) de 2010

Lección 3: "El fruto del Espíritu es gozo"

Para el 16 de enero de 2010

Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

 

Ir ArribaSábado 9 de enero.

Lee Para el Estudio de esta Semana: Salmo 139; Lucas 15:4-24; Juan 15:10, 11; Hebreos 11:16.

Para Memorizar: “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido” (Juan 15:11).

El gozo y la alegría no son necesariamente lo mismo. La alegría es el resultado de circunstancias favorables; el gozo, en contraste, es el resultado de estar conectado a Jesús, la Vid Verdadera.

En Salmo 4:7, se contrastan el gozo y la alegría: “Tú diste alegría a mi corazón mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto”. La “alegría mayor” (el gozo), es el resultado de conocer y confiar en Dios; la alegría es un resultado de circunstancias agradables, tales como una cosecha abundante. El gozo interior es constante mientras confiamos en Dios; la alegría es tan impredecible como una cosecha. El gozo interior derrota el desánimo; la alegría lo cubre. El gozo interior es duradero; la alegría es temporaria.

El gozo es un deleite en la vida que cala más profundo que el dolor o el placer. Este tipo de gozo surge de percibir la presencia de Dios en nuestra vida, permitiéndonos elevarnos por sobre las circunstancias, y concentrarnos en la bondad y el amor de Dios. En el centro del gozo cristiano está el hecho de que Dios ha actuado y está actuando para salvar a los que confían en él.

 

Ir Arriba Domingo 10 de enero: El mandato de regocijarse (Fil. 4:4).

Muchos creyentes permiten que las circunstancias los afecten y por ello su espiritualidad tiene altibajos. Para ellos, regocijarse parece irrazonable, aun imposible. Por eso el mandato es regocijarse “en el Señor” (Fil. 4:4).

No siempre podemos regocijarnos en nuestras circunstancias o en las de otras personas, porque pueden ser negativas. Sin embargo, podemos regocijarnos en el Señor, porque él es siempre bueno y nunca cambia.

Nuestra estabilidad espiritual está relacionada directamente con nuestro conocimiento de Dios y nuestro compromiso con él. Conocerlo nos ayuda a vivir por sobre nuestras circunstancias y nos proporciona estabilidad. Por eso los salmos fueron escritos en forma poética y se cantaban, de modo que el pueblo de Israel pudiera memorizar las Escrituras y cantar himnos a fin de profundizar su conocimiento de Dios. Conocerlo hace que todo lo demás sea menos importante.

Lee el Salmo 139; Romanos 8:28; y 1 Pedro 1:8 y 9. ¿Qué razones se dan aquí para que nos regocijemos? ¿Cómo podemos aprender a regocijarnos en estas promesas de Dios?

¿Necesitas otras razones para regocijarte? Regocíjate porque Dios nos salvó, nos adoptó, y prometió darnos una herencia en Jesucristo (Efe. 1:1-11). Cuando Cristo regrese, gozaremos de su presencia y de los lugares celestiales preparados para nosotros (Juan 14:2, 3). Hasta entonces, es un gozo saber que Dios promete suplir todas nuestras necesidades (Fil. 4:19). Además, tenemos el privilegio de servir a Aquel a quien amamos. Eso incluye compartir las buenas noticias con los perdidos, y animar a otros a que aumenten su amor y servicio a él. También es un gozo poder orar a Dios en cualquier momento (Heb. 4:15, 16). Finalmente, podemos gozarnos en saber que la muerte no tiene la última palabra (1 Cor. 15:54).

A pesar de estas promesas y de tantas razones que tenemos para regocijarnos, todos luchamos con la tristeza, el desánimo y el dolor. Estos son “hechos de la vida” ahora. Cualesquiera sean nuestras circunstancias, ¿cómo podemos aprender a encontrar el gozo que se nos ofrece en Cristo? ¿Qué elecciones estamos haciendo que podrían afectar el gozo que puede ser nuestro?

 

Ir Arriba Lunes 11 de enero: El gozo de Cristo.

A fin de comprender plenamente el gozo cristiano, debemos considerar el estilo de vida, de Cristo lleno de gozo. ¿De dónde procedía su gozo? ¿Cuáles eran los principios según los cuales vivía?

¿Qué papel tiene el gozo en tres de las parábolas más populares que Jesús contó? ¿Cuál es el elemento común en las tres historias?

  • La oveja perdida (Luc. 15:4-7)
  • La moneda perdida (Luc. 15:8-10)
  • El hijo pródigo (Luc. 15:11-24)

Estas tres parábolas nos dan una vislumbre del corazón de Dios. Es un corazón que está dispuesto a celebrar. Es el gozo puro de Dios, la alegría de alcanzar al perdido. No es extraño que, a pesar de las pruebas y los sufrimientos, Jesús fue ungido con gozo, porque él sabía que –por lo que realizaría– muchas personas se salvarían.

Considera la importancia de las palabras registradas en Hebreos 12:2, 3. Con oración piensa en las palabras: “el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio”. Escribe algunos de los pensamientos que te vienen a la mente mientras meditas en el significado de estas palabras. ¿Cuál fue el gozo puesto delante de él? ¿Por qué la salvación de las almas perdidas es tan importante para Dios?

¿De qué modo puedes reconciliar la idea de que Jesús fue “varón de dolores, experimentado en quebranto” (Isa. 53:3) y no obstante, al mismo tiempo, fue un hombre de gozo? Escoge un problema específico de tu vida que te causa tristeza y dolor. ¿De qué modo, a pesar de esta tristeza, puedes experimentar por ti mismo la clase de gozo que experimentó Jesús?

 

Ir Arriba Martes 12 de enero: Gozo en la obediencia (Juan 15:11).

Lee Juan 15:10 y 11. ¿Con qué está vinculando Jesús el gozo? ¿De qué modo, en un sentido práctico, funciona esto? Es decir, ¿por qué esto debería conducir al gozo?Lee Juan 15:10 y 11. ¿Con qué está vinculando Jesús el gozo? ¿De qué modo, en un sentido práctico, funciona esto? Es decir, ¿por qué esto debería conducir al gozo?

“Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche” (Sal. 1:2).

 “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón” (Sal. 40:8).

No hay mayor gozo que el gozo de ser obediente a la voluntad de Dios. Aunque a algunos pueda parecerles que un énfasis en la obediencia a la ley de Dios sencillamente sirve para exasperar una conciencia ya culpable, el hecho es que la obediencia a la voluntad de Dios es liberadora. Recuerda que fue la desobediencia lo que produjo guerra en el cielo, y trajo el pecado y la muerte a este planeta. Todo el dolor y el sufrimiento humanos son el resultado de que los hombres no siguieron la voluntad de Dios. Así que será la obediencia a la voluntad de Dios, por la fe, lo que nos ayudará a restaurar el gozo.

Lee Salmo 19:8; Jeremías 15:16; y Mateo 7:21 al 27. ¿De qué manera estos textos vinculan la obediencia con el gozo?

Si bien es claro que la Biblia enfatiza que no somos salvados por las obras, también es claro que las obras son un aspecto inseparable de lo que significa ser salvos. Las obras revelan al universo la realidad de nuestra salvación, la realidad de nuestro compromiso con Dios. Llamar a alguien legalista meramente porque esa persona se mantiene firme en obedecer la voluntad de Dios es, en un sentido real, caer en la trampa contra la cual nos advirtió Isaías: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isa. 5:20).

Lee Salmo 19:8; Jeremías 15:16; y Mateo 7:21 al 27. ¿De qué manera estos textos vinculan la obediencia con el gozo?

Si bien es claro que la Biblia enfatiza que no somos salvados por las obras, también es claro que las obras son un aspecto inseparable de lo que significa ser salvos. Las obras revelan al universo la realidad de nuestra salvación, la realidad de nuestro compromiso con Dios. Llamar a alguien legalista meramente porque esa persona se mantiene firme en obedecer la voluntad de Dios es, en un sentido real, caer en la trampa contra la cual nos advirtió Isaías: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isa. 5:20).

¿Cómo has experimentado por ti mismo el gozo que proviene de la obediencia? O, para hacer la pregunta en forma negativa: ¿cómo has experimentado el dolor y el sufrimiento que provienen de no obedecer al Señor?

 

Ir ArribaMiércoles 13 de enero: Gozo en tiempos difíciles (Juan 16:33).

“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).

Una creencia sostenida por mucho tiempo sugiere que si una persona está pasando por situaciones difíciles es porque esa persona debe estar haciendo algo malo o no tiene suficiente fe. ¡Qué forma imperfecta y fría de considerar a Dios! Jesús dijo claramente que en esta vida todos tendríamos dificultades, tanto los creyentes como los incrédulos. Por mucho que nos guste la historia de Daniel en el foso de los leones, el hecho es que la mayoría de los cristianos que fueron arrojados a los leones fueron destrozados por las bestias. Lo mismo es valedero para los tres hebreos que sobrevivieron al horno de fuego: la mayoría de los cristianos atados a la estaca realmente fueron quemados allí.

Lee Gálatas 6:9; Santiago 1:2 al 4; y 1 Pedro 1:6. ¿Qué esperanza, qué promesas podemos encontrar en estos versículos que podrían ayudarnos durante esos tiempos dolorosos?

Considera la posibilidad de que muchos creyentes hoy no tienen gozo sencillamente porque están centrados en sí mismos. Por reales que sean nuestros problemas, al concentrarnos únicamente en ellos solo los empeoramos en nuestras propias mentes. En realidad, tenemos razones para regocijarnos, no en nosotros mismos, sino en Dios.

Después de todo, ¿no dijo Dios que “aun vuestros cabellos están todos contados” (Mat. 10:30)? Piensa en la promesa implícita en esas palabras. Si, sabiendo que nuestra seguridad está en Jesús, tratáramos de ayudar a otra persona durante nuestros tiempos de prueba, sabríamos que la conmiseración propia puede ser transformada en gozo por un sencillo acto de la voluntad. “Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos” (Job. 42:10).

No importa con qué estás luchando ahora, sal a ayudar a alguien que, tal vez, está pasando también por un momento difícil. Seguramente conoces una persona que necesita ayuda, ánimo, apoyo. ¿De qué manera el hecho de sobrellevar la carga de otro puede aliviar la tuya?

 

Ir ArribaJueves 14 de enero: Gozo duradero (Heb. 11:24, 25).

“Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado” (Heb. 11:24, 25). ¿Qué principios de la vida cristiana se encuentran en estos versículos? (Ver también Luc. 9:23; Hech. 14:22; Fil. 1:29.) ¿Cómo podemos vincular estos versículos con la promesa de gozo? (Ver Heb. 11:16; 1 Ped. 1:6-8).

La decisión de Moisés de dar la espalda al trono de Egipto no fue políticamente correcta. Podría haber decidido quedar en Egipto y ser el siguiente Faraón. Podría haber racionalizado que esa era la voluntad de Dios para él. Después de todo, no habría sido difícil dado que porque, a menudo, hay muchas “buenas” razones para tomar una decisión equivocada.

Piensa en la última vez que tomas una decisión equivocada basado en “buenas” razones. ¿Qué lecciones duras aprendiste?

Mientras que el gozo proviene de saber que estamos haciendo la voluntad de Dios, las consecuencias inmediatas a menudo pueden ser difíciles y dolorosas. Creer que cuando aceptamos a Jesús y obedecemos su Palabra todos nuestros problemas desaparecerán puede conducirnos a la desilusión. Llegar a ser un cristiano devoto no asegura obtener dinero, fama e influencia. Cada año miles de personas son perseguidas, y algunas de ellas martirizadas, por su fe en Cristo.

Al fin, nuestra esperanza, nuestra salvación, todo tiene que depender de algo más grande que este mundo, mayor que lo que este mundo ofrece. Cuán vital es que, no importa lo que nos está sucediendo, nos concentremos en lo que Jesús ha hecho por nosotros y lo que él nos ha prometido. De otro modo, no tenemos otra cosa que lo que este mundo nos ofrece y, como bien sabemos todos, lo que nos ofrece puede ser muy amargo.

 

Ir ArribaViernes 15 de enero.

Para Estudiar y Meditar:

 “Es el deber de los cristianos convencer al mundo de que la religión de Cristo desviste el alma del ropaje de la pesadez y el luto, y la viste con gozo y alegría. Los que reciben a Cristo como un Salvador que perdona el pecado son vestidos con sus vestiduras de luz. Él quita sus pecados y les imparte su justicia. Su gozo es completo.

 “¿Quién tiene más derecho que los cristianos de cantar himnos de regocijo? ¿No tienen ellos la expectativa de ser miembros de la familia real, hijos del Rey celestial? ¿No es el evangelio buenas noticias de gran gozo? Cuando se aceptan libre y completamente las promesas de Dios, el brillo del cielo entra en la vida” (Elena G. de White, A Call to Medical Evangelism and Health Education, p. 26, la cursiva fue añadida).

Preguntas Para Dialogar:

  1. Recorre la Biblia y concéntrate en las vidas de algunos personajes bien conocidos. ¿Cuánto gozo piensas que experimentaron? ¿Qué en cuanto a Noé, a Abrahán, o a José? ¿A Daniel, a David, o a Jeremías? ¿A Pablo o Juan el Bautista? ¿Qué podemos aprender de sus experiencias, tanto las buenas como las malas, acerca de lo que realmente es el gozo cristiano?

  2. ¿Cuáles son algunas maneras terrenales de ser “feliz”? ¿Cuán buen resultado producen? ¿Qué has aprendido acerca de las maneras terrenales de alcanzar la felicidad? ¿Son todas ellas malas, o pueden y deben tener su lugar en nuestras vidas?

  3. ¿Cuánta felicidad, o aun gozo, podríamos o deberíamos esperar en esta vida, incluso como un cristiano que vive con el conocimiento del infinito amor de Dios? Es decir, cuando a nuestro alrededor vemos enfermedad, sufrimiento y muerte, y cuando sabemos que muchas almas se perderán eternamente, ¿cuánta alegría deberíamos tener? ¿No es una especie de egoísmo regocijarnos en nuestra buena suerte mientras sabemos que otros perecerán?

  4. ¿Por qué cuanto más centrados en nosotros mismos estamos, tanto más miserables tendemos a ser? ¿Por qué la esperanza y la promesa de vida eterna en una tierra totalmente nueva es tan vital para toda nuestra experiencia cristiana? ¿Qué tendríamos sin ella? ¿Cuán importante es, entonces, que la mantengamos siempre ante nosotros? Después de todo, aun si lo pasamos bien aquí en este mundo, esta vida no durará. De modo que, en última instancia, ¿cuán satisfactoria podría ser?

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