Lecciones para adultos: "El Fruto del Espíritu"
Edición para maestros. Primer trimestre (enero-marzo) de 2010
Lección 7: "El fruto del Espíritu es bondad"
Para el 13 de febrero de 2010
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El sábado enseñaré...
Saber que las buenas obras están indisolublemente unidas a la Encarnación, el sacrificio y el retorno de Jesús.
Sentir la necesidad de recibir la bendición que proviene de hacer el bien.
Hacer: ocuparse activamente en ayudar a otros.
Saber: Cómo evitar las “trampas” al hacer el bien
Hacer el bien nos expone a dos posibles peligros: un falso orgullo y la salvación por las obras.
¿De qué modo el tener un falso orgullo por hacer el bien resulta en una forma de legalismo y de justicia propia?
Las buenas obras no nos salvan. No obstante, ¿qué lugar ocupan en la jornada cristiana?
¿De qué modo el cristiano puede evitar ambas trampas? ¿Cómo puede encontrarse la respuesta en la contemplación del sacrificio de Jesús para salvarnos de nuestra condición pecaminosa?
Sentir: Los beneficios positivos de hacer el bien
¿De qué modo el hacer el bien abnegadamente produce un beneficio positivo tanto para quien lo hace como para quien lo recibe?
Hacer: Ayudar activamente a otros
Dios es bueno. Está escrito que Jesús fue ungido por Dios con el Espíritu Santo y “anduvo haciendo bienes, [...] porque Dios estaba con él” (Hech. 10:38).
¿Qué cosas pueden motivarnos a hacer el bien?
¿De qué modo la obediencia a la ley es una buena obra?
¿Qué grado de inteligencia o educación es necesario para actuar en forma bondadosa?
¿Qué revela y demuestra acerca de alguien que dé un vaso de agua, visite a personas solitarias o enfermas, o hable palabras de ánimo a un niño?
Las buenas obras demuestran la vida cristiana. Hechas en forma abnegada, constituyen una bendición para quien las hace, y para quien las recibe. Los actos de bondad pueden ser aparentemente pequeños a los ojos del mundo, pero son grandes a los ojos de Dios cuando se hacen para su honra y gloria.
Concepto clave para el crecimiento espiritual: La bondad es una cualidad celestial que se demuestra con buenas obras que son necesarias para glorificar a Dios. Pero siendo que por nosotros mismos no somos buenos, a fin de hacer buenas obras debemos estar unidos a Cristo, como el sarmiento está unido a la Vid.
Solo para los maestros: Trae varias cosas a la clase para demostrar algo bueno, tales como una fruta hermosa, flores, un gatito, etc. Indica a la clase que identifique qué aspectos son buenos en cada elemento. Ahora pon un espejo delante de los miembros de la clase y pregúntales si ellos se describirían como buenos.
Considera: ¿Por qué tenemos un problema al querer describirnos como buenos? Jesús notó que solo hay Uno que es bueno (ver Luc. 18:18, 19). ¿Qué sucedió que las creaciones de Dios tales como las frutas, flores o mascotas son buenas, pero nosotros no lo somos? ¿Qué hay de bueno en nosotros, y qué hay acerca de nosotros que no es bueno? Repasa Romanos 3:12-20.
Solo para los maestros: Prepara un boceto de un árbol grande sobre una cartulina o una pizarra, y frutas recortadas. Pega las frutas al árbol. Presenta también una figura de los Diez Mandamientos.
Comentario de la Biblia
I. ¿Cómo sabemos que Dios es bueno?
(Repasa con tu clase Sal. 34:8).
La ilustración más importante de la bondad de Dios proviene de la vida de Jesús. Jesús vino para mostrar el brillo de la gloria de Dios. Sin embargo, él no describió a Dios por medio de una presentación brillante y deslumbrante de todo el poder y la riqueza de Dios. Solo la alimentación de millares en las colinas era razón suficiente para incitar a la gente a coronarlo como rey, pero Cristo no estaba buscando gente que lo siguiera por esas razones. El Reino de los cielos que Cristo quería que sus amigos experimentaran y aceptaran era un reino del corazón. “Vengan a mí”, dice Jesús. “Tomen mi yugo sobre ustedes. Coman mi cuerpo, el pan de vida, y beban mi sangre, mi vida derramada por ustedes. Actúen basados en mis palabras. Y yo les daré descanso y paz y la plenitud de la vida eterna” (Paráfrasis de Mat. 11:28-30; Juan 6:53-58.)
Si conocemos a Dios y sus buenos caminos solo por su reputación, o porque hemos oído o leído acerca de él, pero nunca experimentamos lo que él puede hacer para cambiar nuestra vida por medio de su perdón y su gracia renovadora, él solo podrá decirnos: “Nunca os conocí”. Todo el conocimiento que tengamos, sin la experiencia, no nos ayudará a ser transformados por el poder sanador del amor y la bondad de Dios.
Considera: ¿Qué es lo bueno acerca de Dios? ¿Qué hizo Jesús para ayudar a la gente a ver cuán bueno era su Padre?
¿De qué modo podemos tener una religión experimental? ¿Qué clase de experiencias con Dios cambian la vida?
II. ¿Es buena la Ley?
(Repasa con tu clase Sal. 19:7-14).
Solo para los maestros: Muestra a tu clase una figura de los Diez Mandamientos como parte de la lección.
Los Salmos están llenos de expresiones de alabanza a los caminos de Dios, a sus palabras, y da su ley. Con frecuencia se compara la ley con el sol, señales camineras, mapas para la vida, oro, diamantes engarzados entre esmeraldas, y frutillas en la primavera. La ley da calor al corazón, armoniza nuestras vidas y muestra el sendero del gozo. No hay superlativos suficientes para describir la maravilla y la grandeza de la ley de Dios.
Sin embargo, esta maravillosa ley tiene limitaciones, como nos lo recuerdan Romanos 7. Actúa como un maestro, un espejo, ilustrando lo que es bueno y justo. Describe el carácter de Dios como bueno y perfecto, pero la ley no nos puede hacer buenos o justos. A su vez, Dios puede salvar solamente a los que son justos; así que los seres humanos, que han nacido con naturaleza pecaminosa y son incapaces de volverse justos, quedan ante un dilema. La ley no nos puede salvar. Entonces, necesitamos un Salvador que pueda cumplir los requerimientos de la ley por nosotros y en nosotros.
Considera: ¿De qué modo Cristo propuso salvarnos? ¿Por qué él es el único que puede hacerlo?
III. La meta de Dios para nosotros
(Repasa con tu clase Juan 15:1-7).
Solo para los maestros: Muestra un dibujo del árbol, toma los dibujos de las frutas, y pásalas a los miembros de tu clase. Pide que escriban los nombres de los frutos espirituales –en este caso, las cualidades del carácter– que anhelan con mayor deseo tener, y luego pégalos en el árbol. Lee las cualidades del carácter escritas sobre los frutos.
Como un manzano, fuimos creados para dar fruto. Fuimos designados para hacer buenas obras, pero por nosotros mismos no podemos hacer nada bueno y, ciertamente, no podemos producir buenos frutos. Siendo que no podemos hacer nada por nosotros mismos, debemos permanecer en Cristo. Cuando unamos nuestra debilidad con la fortaleza de Cristo, nuestro vacío con su abundancia, entonces tendremos la mente de Cristo. Esto no significa tener conexiones intermitentes. La comunicación de la vida de Cristo a nosotros, su fortaleza y su poder para producir fruto, es tan constante como la savia que fluye continuamente desde las raíces hasta los extremos de sus ramas.
Algunas veces somos como árboles que parecen sanos y llenos de hojas, y deberíamos tener frutos abundantes, pero no tenemos ninguno. Esto no es sencillamente un accidente; de la higuera estéril se dijo que ostentaba “sus pretenciosas ramas a la faz del cielo” (T 4:614). Hay una obra específica que Dios espera que hagamos, y él nos mira para que la hagamos. No puede haber excusas: “Bueno, quería hacerlo, traté, podría haberlo hecho si...” Dios ha hecho todas las provisiones posibles en el cielo y en la tierra para que llevemos fruto. Si no lo llevamos, debemos responder por las consecuencias, así como la higuera sin frutos fue hallada falta. Es un asunto muy importante saber cuál es el propósito de Dios para nuestras vidas, y luego realizarlo.
Considera: ¿Cuál es la obra individual que Dios te ha dado para que hagas para él? ¿Cómo puedes llevar ese fruto para él?
Solo para los maestros: Con tu clase, realiza una lista de personajes de la Biblia que fueron conocidos por sus buenas obras. Después, en otra sección de la pizarra o en un papel grande, divide la lista en dos partes: los que hicieron buenas obras, pero se perderán; y los que hicieron buenas obras, y obtendrán la felicitación de Cristo.
Aplicaciones a la vida: Compara y contrasta Mateo 7:21 al 29 y Mateo 25. ¿Cuál es la diferencia entre los que hacen buenas obras que Dios no reconoce y los que sirven a Cristo por medio de sus buenas obras hacia otros? Considera esta cita: “Dios reclama la fortaleza del cerebro, de los huesos y de los músculos; pero demasiado a menudo no le es entregada a Dios, sino que es entregada al mundo” (T 4:613). ¿Qué clases de buenas obras has estado haciendo que han sido entregadas al mundo en vez de ser entregadas al servicio de Dios?
Testificación: ¿Cómo puedes usar tus propias experiencias con Dios para ayudar a alguien a comprender lo que significa gustar y ver que Dios es bueno?
Entrega a los miembros de tu clase un boceto de un árbol en una hoja de papel. Pídeles que dibujen figuras de frutas en el árbol para representar las buenas obras que Dios les ha dado para hacer.
Planifica una relación experimental con Dios. ¿Qué acciones puedes realizar en la semana próxima a fin de sentir el poder de Dios en tu vida? La siguiente lista fue obtenida de Testimonies, t. 5, pp. 221, 222.
Presta atención a las advertencias e instrucciones del Espíritu Santo.
Haz esfuerzos sinceros para reclamar tu herencia celestial.
Haz cualquier sacrificio necesario para obtener el carácter de Cristo.
Haz la paz con Dios.
Actúa sobre la base de las promesas de Dios.
Desecha los caminos que Dios te ha prohibido seguir.
Aprovecha el refugio que Dios te ha ofrecido.
Aplica el remedio divino para el pecado.
Niégate a ti mismo y sigue el ejemplo de Cristo en tiempos difíciles como también en los buenos.
Siendo que Cristo reclama tu cerebro, tus músculos y tu tiempo, ¿cómo puedes reconocer la prioridad de sus mandatos esta semana en tu trabajo?
Actividad final: A menudo, cuando nuestros corazones están llenos de la bondad de Dios hacia nosotros, rebalsan en salmos y cantos. Concluye tu lección de la escuela sabática con un salmo, que podría ser el Salmo 8, el 9, el 23 o el 34. Si tienen la posibilidad, canten del Himnario Adventista, por ejemplo, el himno N.º 67, “Señor, mi Dios”.
Lecciones de la Escuela Sabática
Estudie la palabra de Dios a través de las Guías o lecciones de la Escuela Sabática.
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Colosenses 3:1.
Libros de Lecturas Devocionales
- A Fin de Conocerle. Hoy con la lectura Fieles en lo poco basada en Lucas 16:10.
- Cada día con Dios. Hoy con la lectura Preparémonos para la inmortalidad basada en 1 Juan 5:4.
Envíe su Pedido de Oración, sus peticiones serán tratadas de una forma confidencial.
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