Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "Jesús lloró: La Biblia y las emociones humanas"

Edición para maestros. Primer trimestre (enero-marzo) de 2011

Lección 10: "Los celos"

Para el 5 de marzo de 2011

 

Enseña a tu clase | Bosquejo de la Lección | Resumen
Ciclo de Aprendizaje:
Motiva | Explora | Aplica | Crea

 

El sábado enseñaré...

Texto Clave: Proverbios 27:4.

 

Ir ArribaEnseña a tu clase a:

Saber reconocer los males que siguen tras la estela de los celos.

Sentir rechazo cuando aparecen sentimientos de envidia.

Hacer que la mente y el corazón se llenen con la humildad abnegada de Cristo, como antídoto contra los celos.

 

Ir Arriba Bosquejo de la Lección

  1. Saber: La resbaladiza cuesta de los celos

    1. ¿Qué ejemplos de celos en el Antiguo Testamento demuestran los males asociados con celos continuos?

    2. ¿De qué modo las historias de José, Saúl y David, y Jesús ilustran cómo los celos pueden destruir familias y comunidades?

    3. ¿Cómo debemos responder a quienes están celosos de nosotros?

    4. ¿Cuánto tiempo le está llevando a Dios resolver el problema de los celos de Lucifer hacia Cristo? ¿Qué debería enseñarnos esto con respecto a la paciencia mientras Dios ejecuta sus planes?

  2. Sentir: El origen del pecado

    1. A menudo, los celos pueden despertarse en el corazón de quien tiene mucho y no tiene razón de envidiar a nadie, como en el caso de Lucifer. ¿Por qué es tan importante entregar a Dios los primeros sentimientos de envidia y celos?

  3. Hacer: El antídoto contra los celos

    1. ¿De qué manera concentrar nuestra mente en Cristo nos ayuda a proteger nuestro corazón contra los males de la envidia?

 

Ir Arriba Resumen

Abrigar celos resulta en el más horrible de los males, como se ilustra en las vidas de Lucifer y de Saúl. Pero la humildad y la sumisión de Jesús al Padre, mientras esperaba que desarrollara el plan de Dios en todo el universo, ilustran una respuesta posible a los celos.

 

Ir Arriba CICLO DE APRENDIZAJE

Concepto clave para el crecimiento espiritual: Los celos son una emoción que no puede coexistir en ninguna medida con la paz y el gozo que distinguen la vida del verdadero cristiano.

 

Ir ArribaPASO 1: ¡Motiva!

Si alguna vez viajaste por el sur de los Estados Unidos, había visto, en muchos lugares, formas vagas cubiertas por una gruesa capa de enredaderas y hojas. Algunas de ellas parecen haber sido árboles una vez. Otras pueden haber sido edificios.

Todo esto es la obra de una plantita conocida como kudzu. El kudzu fue llevado a los Estados Unidos desde el Japón en 1876 y fue introducida en la Exposición del Centenario, en Filadelfia. Quienes la presentaban, la proclamaban como la solución para numerosos problemas, sin darse cuenta de que en sí misma llegaría ser un problema. Donde se la plantó, prosperó a expensas de todo lo demás. Si tuviste kudzu, no tendrás más que kudzu.

Se podría decir que los celos y la envidia son el kudzu de las emociones humanas, excepto que el kudzu realmente tiene propiedades benéficas. No así los celos. Donde hay celos, no hay paz, ni gozo, ni amor, ni paciencia. No puedes tener un poco de celos. Finalmente, cubrirá todo lo demás y lo ahogará. Para el cristiano, desarraigar los celos es literalmente un asunto de vida o muerte.

Analiza con la clase: La mayoría de nosotros desearíamos ser más ricos, más inteligentes, más atractivos o más atléticos de lo que somos. En el mejor de los casos, esto puede motivarnos a trabajar para mejorar. ¿Cómo podemos mantener estos pensamientos y evitar que se arraiguen hasta el punto de odiar y envidiar a las personas que parecen tener estas cualidades deseables?

 

Ir ArribaPASO 2: ¡Explora!

 

Comentario de la Biblia

I. En busca del pecado original

(Repasa, con tu clase, Isa. 14:12-14).

Aunque es difícil de ver, la envidia tiene un poquito de bien en ella, aunque retorcido y pervertido. Oscar Wilde escribió que la hipocresía es el tributo que le paga el vicio a la virtud. Del mismo modo, la envidia puede decirse que es el tributo que el mal y la fealdad pagan al bien y a la belleza. La persona que es envidiosa reconoce la presencia de buenas cualidades en otra persona pero, en vez de gozarlas y estar agradecida por su presencia, o trabajar para imitar esas cualidades, en forma egoísta desea quitárselas y tenerlas para sí.

Esto nos conduce a Lucifer. Se dice que Lucifer fue un querubín cubridor. Algunos hasta especulan que pudo haber sido el jefe de los coros angélicos. En otras palabras, en términos eclesiásticos contemporáneos, él era (suponiendo que esto es cierto) el director de la adoración o aun el ministro de música. Su cargo era llamar la atención a los atributos de Dios dignos de alabanza, adorarlo y animar a sus colegas a adorar. Aparentemente, él lo hacía muy bien, hasta el día que en que dejó de gozar y apreciar los atributos divinos, y comenzó a preguntarse por qué él no podía tener esos atributos de la misma manera y, más que nada, ser adorado por ellos. En suma, el pecado original fue envidiar a Dios.

Considera: Aun en un contexto espiritual o religioso, pueden aparecer la envidia y los celos. La mayoría de nosotros probablemente hemos notado personas que parecen estar espiritualmente más avanzados que nosotros, o tal vez, por un breve momento, deseamos ser tan buenos como ellos, o aun pasó por nuestra mente el pensamiento de que ellos eran falsos o hipócritas. ¿Por qué, entonces, no es seguro seguir a otros, sino solo si siguen a Cristo? (1 Cor. 11:1).

II. Los celos, el virus del alma...

(Repasa, con tu clase, Gén. 3:5).

Vimos en los pasajes anteriores que Lucifer pasó de sentir admiración y aprecio por los atributos de Dios a creer que la gloria debida a Dios podía y debía ser también para él. Luego, vino la creencia de que Dios estaba activamente reteniendo estos honores en detrimento de Lucifer. El siguiente paso fue convencer a otros de esto. Tuvo éxito: todo un tercio de los ángeles se rebeló con él contra Dios. El resultado fue su confinamiento en un alejado planeta, el tercero desde una estrella más bien ordinaria en algún lugar de la Vía Láctea. Pero había otros allí, y tal vez si pudiera convencerlos de ver las cosas como él...

Adán y Eva tenían un planeta entero que fue creado para su gozo y su enriquecimiento. Cosas hermosas para ver, frutas deliciosas para comer, animales majestuosos, maravillas de la naturaleza y comunión perpetua con Dios: todo era de ellos, excepto un árbol en un rincón remoto de su hábitat, del que no debían comer. Una minucia, realmente.

Tal vez pensaron en ello. Probablemente, estaban curiosos. Tal vez tomaron el camino escénico por el jardín de modo que pudieran tener la excusa de mirarlo. Pero nunca hubieran dudado de la sabiduría y las intenciones de Dios si no hubiera sido por ese empujón que Lucifer, en la forma de una serpiente, estaba preparado para darles.

Un día, cuando Eva se encontraba en ese rincón del jardín, supo que alguien más estaba allí, y le hacía preguntas inocentes: ¿Es cierto que se supone que ustedes no deben comer de este árbol? ¿Por qué no?

Sucedió que la serpiente no solo tenía preguntas, sino que también comenzó a contestarlas: ¡Dios les prohibió este árbol a Adán y Eva porque él sabía que, si comían de él, ocurrirían cosas buenas, y él quería conservarlo solo para sí mismo! ¡Todas las cosas buenas que tenían realmente eran solo migajas para mantenerlos gordos, felices y tontos! Podían ser como Dios –alegó la serpiente–, y debían ser como Dios.

Considera: ¿Qué nos dice la experiencia de los primeros humanos acerca de los celos? ¿Por qué es tan peligroso aun tener pensamientos envidiosos acerca de otros? ¿Cómo pudieron Adán y Eva comenzar a dudar y sospechar de las intenciones de Dios?

III. Los celos son asesinos

(Repasa, con tu clase, Gén. 4:1-15; 37:13-24; 1 Sam. 18:6-9).

Los celos son comunes y, por más que algunas personas se deleiten en ellos, no es una emoción placentera. Tal vez por eso la envidia parece conducir a intentos de borrar la fuente de ella.

El primer asesino, Caín, sintió que Dios no lo estimaba lo suficiente. Se sintió algo molesto por su hermano Abel que (en su mente) era menos merecedor. Cuando esto llegó a ser claro, Dios le advirtió a Caín que el pecado estaba agazapado ante su puerta, pero él ignoró la advertencia. Irracionalmente, decidió que la fuente de su problema era Abel y que, si Abel desaparecía, también desaparecería el problema. De hecho, fue solo el comienzo de un esquema que seguiría a lo largo de toda la historia.

Considera: Los tres pasajes señalados arriba muestran ejemplos de cómo la envidia lleva a la violencia. Sabemos que, en la vida diaria, no asesinamos a las personas que envidiamos, pero ¿en qué forma puede decirse que lo hacemos en un sentido moral? (Ver Mat. 5:21, 22).

 

Ir ArribaPASO 3: ¡Aplica!

 

Preguntas para reflexionar:

  1. ¿Cómo vemos la envidia en operación en nuestra sociedad y entre las personas hoy? Aunque se nos enseña desde temprano que la envidia es una emoción fea e indigna, ¿en qué formas nuestra sociedad sutilmente la promueve? Los ejemplos podrían incluir la concentración en los bienes materiales de otros; también, el gozo que los medios a menudo estimulan para aprovecharse del infortunio de otros.

  2. ¿Estás de acuerdo en que la envidia es la raíz de muchos pecados y, tal vez, del pecado mismo? ¿Por qué sí o por qué no?

Preguntas de aplicación:

  1. Como notaste en la lección, mucho de la oposición a Jesús de los líderes religiosos de su tiempo fue motivada principalmente por la envidia y los celos. ¿Has visto alguna vez que la envidia actúe en la iglesia de hoy, hasta el punto en que estorba nuestro ministerio? ¿Cómo podemos, firme pero compasivamente, protegernos contra su influencia sobre nosotros, o sobre la iglesia como un todo?

  2. Uno de los peores aspectos de la envidia es que nos ciega a lo que es correcto frente a nuestros ojos -como les sucedió a los líderes religiosos del tiempo de Jesús- y nos da conceptos distorsionados de los motivos y el carácter de otras personas. Si nos encontramos pensando de esa manera, ¿qué podemos hacer para volver a la realidad?

 

Ir ArribaPASO 4: ¡Crea!

Solo para los maestros: La siguiente actividad tiene el propósito de reemplazar la envidia con sus opuestos: gratitud y estima propia.

Actividad:

Reparte trozos de papel con la frase: “Estoy agradecido a Dios por...” en la parte superior, y tres columnas, tituladas: “cosas que tengo”, “cosas que soy” y “cosas que hice”. Pide a tus alumnos que las llenen individualmente, o pueden analizar sus respuestas en pequeños grupos. Si hacen esto último, reúnanse de nuevo como clase y analicen los resultados. ¿De qué manera las respuestas ayudan a los miembros de la clase a fomentar una actitud de agradecimiento y no de celos y envidia?

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