Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "Vestidos de gracia: Vestiduras figuradas en la Biblia"

Segundo trimestre (abril-junio) de 2011

Lección 12: "Más imágenes de vestiduras"

Para el 18 de junio de 2011

Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

 

Ir ArribaSábado 11 de junio

Lee Para el Estudio de esta Semana: Marcos 5:24-34; Lucas 8:43-48; Juan 13:1-16; 19:23, 24; Mateo 26:59-68; 27:27-29.

Para Memorizar: “Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva” (Mar. 5:28).

EN UN SENTIDO, NO DEBERÍA SORPRENDERNOS que podamos captar tantas lecciones de las vestiduras en la Biblia. Después de todo, la ropa es una parte de nosotros; la ropa puede decir mucho acerca de nosotros y de quiénes somos, aun cuando no se diga una palabra. En forma correcta o equivocada, a menudo abrimos juicios sobre otros por lo que visten o cómo lo visten.

La lección de esta semana considerará el tema de la vestimenta en el contexto de la vida de Jesús. Estudiaremos acerca de la mujer que creyó que todo lo que tenía que hacer era tocar la ropa de Jesús, y se sanaría. Luego está Jesús, poniendo a un lado su manto con el fin de lavar los pies de sus discípulos. También consideraremos al sumo sacerdote que, estando delante del Señor, rasgó su propio manto en un acto que selló la suerte del arrogante líder. Luego, está Jesús vestido con la ropa ridícula que le pusieron los soldados romanos. Y, finalmente, veremos a los soldados echando suertes sobre el manto de Jesús, cumpliendo así una antigua profecía.

Solo ropa, sí; sin embargo, realmente llena de simbolismo y significado.

 

Ir ArribaDomingo 12 de junio: “¿Quién ha tocado mis vestidos?”

Marcos 5:24 al 34 y Lucas 8:43 al 48 cuentan la historia de la mujer que “desde hacía doce años padecía de flujo de sangre”. Además de ser una condición de salud peligrosa por sí misma, esta enfermedad, en esa cultura, resultaba en un estigma de impureza ritual, lo que sin duda añadía a su miseria. Entretanto, los médicos no pudieron hacer nada; estaba tan desesperada que gastó todo su dinero en ellos, y solo se enfermaba más, lo que no es sorprendente considerando el tipo de tratamiento médico que se hacía en ese entonces. Apenas podemos imaginarnos cuánto sufrimiento y vergüenza soportó ella por su enfermedad.

Y luego vino Jesús, aquel que hacía todos esos milagros increíbles.

Lee Marcos 5:24 al 34 y Lucas 8:43 al 48. ¿Qué importancia puede encontrarse en el hecho de que la mujer creía que todo lo que tenía que hacer era tocar las vestiduras de Jesús para sanarse?

Esta mujer tenía mucha fe en Jesús, la suficiente para creer que, si pudiera solamente tocar sus vestidos, ella sería sanada. Por supuesto, no era la ropa misma lo que la curó, ni siquiera el tocarla. Era solamente el poder de Dios que obraba en alguien que, por desesperación, vino al Señor con fe, conociendo su propia impotencia y necesidad. El que tocara las ropas de Jesús era fe revelada en obras, que es de lo que se trata el cristianismo.

¿Por qué Jesús preguntó quién había tocado sus vestidos?

Al hacer esta pregunta y lograr que el acto de esta mujer fuera público, Jesús la usó para ayudar a testificar a los que lo rodeaban. Ciertamente quería que otros supieran lo que había sucedido, y probablemente quería que ella también supiera que ningún poder mágico de su ropa la había sanado sino el poder de Dios, que obró en ella por medio del acto de fe de su parte. Por embarazosa que había sido su condición, ella ahora estaba sana y podía dar testimonio de lo que Cristo había obrado en ella.

¿Cómo podemos aprender a ir al Señor, como lo hizo la mujer, con fe y sumisión, conociendo nuestra impotencia? Más aún, ¿cómo podemos mantener fe y confianza en él cuando la curación que pedimos no se produce como queremos?

 

Ir ArribaLunes 13 de junio: “Se quitó su manto”

En los últimos días de la vida de Cristo, se encontró con sus discípulos en el Aposento Alto para la Pascua, la celebración nacional de Israel, recuerdo del Éxodo de la esclavitud. No obstante, no todo andaba bien. La atmósfera, en el Aposento Alto, debió haber estado espesa de tensión y mala voluntad. No mucho antes, los discípulos habían discutido sobre quién tendría el lugar más elevado en el Reino. Ahora se habían reunido para celebrar la Pascua, que debería haberles hablado acerca de su gran necesidad de la gracia salvadora de Dios en sus vidas, y de cuánto dependían de Dios.

Lee Mateo 20:20 al 28. ¿Qué lección importante no habían captado todavía los discípulos, aun después de todo ese tiempo con Jesús?

Como si las actitudes de los discípulos no hubieran sido suficientemente malas, para rematar allí estaba Judas, el traidor, actuando como si no pasara nada malo. En medio de todo esto, cuando Jesús tenía todo el derecho de estar disgustado con todos ellos, ¿qué hizo?

Lee Juan 13:1 al 16. ¿Qué lección está dando aquí Jesús? ¿Por qué esto es, de diversas maneras, una clave para ver lo que significa ser un seguidor de Jesús?

Era costumbre que los discípulos hicieran provisión para lavar los pies debido a la suciedad de la calle. Esta tarea era la de un esclavo o un siervo. Pero los discípulos no tenían siervos. Y ninguno de ellos quería rebajarse a realizar esta tarea humillante y servil. Cuando Jesús se quitó la ropa exterior y comenzó a lavar sus pies, sus corazones se ablandaron. Habían declarado que él era el Hijo de Dios. Que el Hijo de Dios se rebajara a realizar la tarea de un esclavo los avergonzó. El texto dice que, antes de hacerlo, Jesús se quitó el manto, mostrando su disposición de rebajarse y humillarse todo lo necesario para alcanzar a sus seguidores.

Y entonces, por si eso no fuera suficiente, sabiendo plenamente lo que había en el corazón de Judas, también le lavó los pies.

¿Cuán bajo estás dispuesto a ir para el bien de otros? ¿Cuándo fue la última vez que te “sacaste el manto” a fin de ministrar a las necesidades de quienes te rodean?

 

Ir ArribaMartes 14 de junio: “Ni rasgará sus vestidos”

“Y el sumo sacerdote entre sus hermanos, sobre cuya cabeza fue derramado el aceite de la unción, y que fue consagrado para llevar las vestiduras, no descubrirá su cabeza, ni rasgará sus vestidos” (Lev. 21:10).

Lee Mateo 26:59 al 68. ¿Qué entendemos del hecho de que el sumo sacerdote rasga sus vestiduras en respuesta a la contestación de Jesús? Ver también Mar. 15:39; Heb. 8:1.

El sumo sacerdote rasgó sus vestiduras para simbolizar que Jesús debía ser muerto. Rasgar sus vestiduras simbolizaba la “justa” indignación de Caifás por la afirmación supuestamente blasfema de Jesús de ser el Hijo de Dios. La ley mosaica prohibía al sumo sacerdote rasgar sus ropas eclesiásticas (Lev. 10:6; 21:10), porque ellas simbolizaban la perfección del carácter de Dios. Rasgar esas vestiduras era profanar y mancillar el carácter de Dios. La ironía es que Caifás quebrantó así la ley que él estaba defendiendo. Más grave aún era que el castigo por rasgar sus vestiduras era la muerte. La gran ironía es que Jesús, que no había hecho nada malo, debía morir por instigación del sumo sacerdote, quien, por sus actos, merecía la muerte.

El simbolismo de rasgar las vestiduras es profundo. Este era el comienzo del fin de todo el sistema terrenal de sacrificios y del sacerdocio. Uno nuevo y mejor sería inaugurado pronto, con Cristo como el Sumo Sacerdote que ministra en el Santuario celestial.

Las vestiduras del sumo sacerdote, llenas de simbolismo y significado, pronto serían un símbolo de un sistema que estaba a punto de terminar. Los líderes religiosos estaban tan cegados por el odio, los celos y el temor, que cuando Cristo vino –aquel a quien señalaba todo su sistema religioso–, muchos de esos líderes dejaron de verlo, y fue la gente común la que aceptó a Jesús como el Mesías y tomó la obra que estos sacerdotes deberían haber hecho.

¿De qué maneras podríamos quedar tan atrapados por nuestro sentido de justicia propia, o de superioridad moral y espiritual, que pudiéramos estar ciegos a las verdades importantes que el Señor quiere que aprendamos?

 

Ir ArribaMiércoles 15 de junio: Vestiduras de burla

“Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron alrededor de él a toda la compañía; y desnudándole, le echaron encima un manto de escarlata, y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos!” (Mat. 27:27-29). Piensa acerca de lo que sucede en estos versículos. ¿Qué terrible ironía percibes? ¿Qué nos dicen estos versículos acerca de la ignorancia, la crueldad y la necedad humanas? ¿De qué modo estos versículos simbolizan lo que el mundo hace aún hoy a su Creador y Redentor? Ver también Luc. 23:10, 11; Mar. 15:17-20.

Desnudaron a Jesús y lo vistieron con un manto escarlata o púrpura. Este manto pudo ser el de un soldado o un manto viejo de Pilato. El púrpura era el color de la realeza. Este manto fue arrojado en son de burla sobre los hombros del Hombre que pretendía ser Rey.

Por supuesto, ningún rey es completo sin su corona. Los atormentadores de Jesús fabricaron una de espinas, de los espinosos arbustos que crecen en la región de Palestina, y pusieron en sus manos una caña, imitando un cetro real. Se inclinaron burlonamente ante él, saludándolo como el Rey de los judíos. Pero, mientras la burla de los sacerdotes consistía en un ataque a la autoridad espiritual de Cristo, los soldados se burlaron de su soberanía política. El verdadero Rey desfiló en ceremonia burlesca, vistiendo ropa burlona. El que ofreció vestir a un mundo pecaminoso con su propia ropa de justicia y perfección estaba ahora vestido con vestiduras de burla.

Y, no obstante, lo increíble es que Jesús soportó esto por causa de su amor por aquellos que lo trataban así. Cuántos de nosotros, en el momento en que alguien nos trata mal o aun nos mira con ira, reaccionamos con enojo y procuramos devolverlo. Observa el ejemplo que nos dejó Jesús, aquí, con respecto a cómo respondió a este tratamiento.

¿Cómo respondes cuando te tratan injustamente? ¿Qué puedes tomar como ejemplo que podría ayudarte a actuar en forma diferente la próxima vez que eso te suceda?

 

Ir ArribaJueves 16 de junio: “Repartieron entre sí mis vestidos”

“Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes” (Sal. 22:18).

Es difícil imaginar la humillación que Jesús había de soportar. Después de la ceremonia burlesca de los soldados, fue llevado a la cruz y entonces, allí, le quitaron el último vestigio de sus posesiones terrenales, la ropa que llevaba. Golpeado, rechazado, humillado, burlado, y ahora desnudado y crucificado. Jesús, realmente, bebió la amarga copa que, desde “el principio del mundo” (Apoc. 13:8) había de ser suya.

Lee Juan 19:23 y 24 (ver también Mat. 27:35). ¿Qué importancia profética le da la Biblia a lo que sucedió allí, y por qué es importante?

Estaba desarrollándose delante de ellos el mayor acto en toda la historia cósmica, y ¡estos soldados estaban tratando con algo tan banal como dividir las ropas de una de las víctimas!
Y, no obstante, su acto mismo no es tan trivial, porque la Biblia muestra que lo que hicieron los soldados era el cumplimiento de la profecía. Juan lo vincula directamente con los Salmos, diciendo que todo ocurrió “para que se cumpliese la profecía” (Mateo también lo dice), dándonos más evidencia para nuestra fe.

Piensa, además, lo que esto pudo significar para Jesús. El peso del pecado del mundo cae sobre él, la separación del Padre pesa sobre él, y Jesús ve entonces a los soldados, a su lado, repartiéndose la ropa y echando suertes, todo en cumplimiento de la profecía. Esto fácilmente pudo haberle dado algo más de valor para soportar lo que estaba afrontando en esa cruz. Estas acciones de los soldados eran más evidencias de que, no importaba cuán terrible fuera su prueba, o cuán doloroso fuera el sufrimiento, la profecía se estaba cumpliendo, su ministerio terrenal estaba acercándose a su gran clímax y la provisión quedaba hecha para dar la salvación a cualquier ser humano que la reclamara por fe. De este modo, Jesús tenía que soportar, y lo hizo.

¿Qué profecías bíblicas has encontrado que más afirman tu fe, especialmente en momentos de necesidad, particularmente en tiempos cuando las pruebas sacudieron tu fe?

 

Ir ArribaViernes 17 de junio

Para Estudiar y Meditar:

Lee “El toque de la fe”, El ministerio de curación, pp. 38-41; “El toque de la fe”; “En el tribunal de Pilato”; “El Calvario”, El Deseado de todas las gentes, pp. 310, 311, 676-680, 695.

“Los enemigos del Señor aguardaron su muerte, entonces, con impaciente esperanza. Creían que esos acontecimientos eliminarían para siempre los rumores de su poder divino y la maravilla de sus milagros. Se complacían en pensar que entonces no necesitarían temblar más por causa de su influencia. Los indiferentes soldados que extendieron el cuerpo de Jesús en la cruz se repartieron sus ropas y contendieron por una prenda tejida pero sin costura. Finalmente, decidieron el asunto echando suertes. La pluma movida por la inspiración describió con exactitud esta escena cientos de años antes de que ocurriera: ‘Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies. [...] Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes (Sal. 22:16, 18)” (HR 231, 232).

Preguntas Para Dialogar:

  1. En la clase, repasen profecías bíblicas animadoras que cada participante encontró. ¿Cómo nos revelan estas profecías el hecho de que Dios realmente nos ha dado muy buenas razones para creer?

  2. Repasa los últimos días de la vida de Cristo y la increíble humillación, abnegación propia, y sufrimientos que él tuvo que soportar. ¿Qué lecciones podemos obtener de ellas para nosotros mismos? ¿Cómo podemos aprender a morir al yo de la manera que Jesús nos lo reveló aquí?

  3. Piensa en la total ignorancia de los soldados que se burlaron de Jesús con el manto escarlata y la corona de espinas. O de los que se dividieron los vestidos de él bajo sus pies, sin darse cuenta de lo que realmente estaba sucediendo. O aun del sumo sacerdote, que rasgó su propio manto, en supuesta indignación justa por la respuesta de Jesús a él. Todos estos hombres actuaron en completa ignorancia y, no obstante, todos tomaron parte en la realización de un crimen horrible. Ignorar lo que estaban haciendo ¿es una buena excusa para sus acciones? ¿Crees que deberían ser castigados por hacer algo sin saber exactamente lo que era? Analiza estas preguntas.

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