Lecciones para adultos: "La adoración"
Tercer trimestre (julio-septiembre) de 2011
Lección 9: "“No confiéis en palabras engañosas”: Los profetas y la adoración"
Para el 27 de agosto de 2011
Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes
Lee Para el Estudio de esta Semana: Isaías 1:11-15; 6:1-8; 44; 58:1-10; Jeremías 7:1-10; Miqueas 6:1-8.
Para Memorizar: “¿Y quién proclamará lo venidero, lo declarará, y lo pondrá en orden delante de mí, como hago yo desde que establecí el pueblo antiguo? Anúncienles lo que viene, y lo que está por venir” (Isa. 44:7).
EL AUTOR RUSO IVÁN TURGÉNEV, en su historia Padres e hijos, pone las siguientes palabras en boca de uno de sus personajes: “La vida de cada uno de nosotros pende de un hilo, un abismo puede aparecer debajo de nosotros en cualquier momento; no obstante, nos salimos de nuestro camino para fabricar toda suerte de dificultades para nosotros y arruinar nuestras vidas”.–Fathers and Sons, p. 131.
Por supuesto, Dios ofrece un camino mejor para vivir. Nos ofrece la oportunidad de seguirlo, de amarlo, de adorarlo, y por ello nos ahorra muchos de los problemas que de otro modo nos acarrearíamos.
Pero solo profesar seguir al Señor no es de lo que trata la vida cristiana. Esta semana consideraremos lo que algunos profetas dijeron acerca de quienes pensaban que su “adoración” al verdadero Dios, en el verdadero día sábado, era todo lo que importaba, sin importar cómo vivían durante la semana. Pero este es un engaño, una manera de “fabricar toda suerte de dificultades para nosotros”.
Domingo 21 de agosto: “¿Mil carneros?”
A diferencia de otras religiones, la Biblia enseña (en ambos Testamentos) que la salvación es solo por gracia. Nada que hagamos puede lograr que seamos aceptados por Dios. Nuestras buenas acciones, por bien intencionadas que sean, aunque inspiradas por el Espíritu, nunca podrían salvar el abismo que el pecado provocó entre Dios y la humanidad. Si las buenas obras pudieran salvarnos y expiar el pecado, o si pudieran pagar nuestra deuda ante Dios, entonces Jesús nunca habría tenido que morir por nosotros, y el plan de salvación sería algo muy diferente de lo que es.
Pero solo la muerte de Jesús acreditada a nosotros por fe, solo la justicia de Cristo, que él logró en su vida, y que es dada a todos los que la aceptan, puede salvar al pecador. El pecado es contrario a los principios básicos del gobierno de Dios, que está fundamentado en el amor y en la libertad de elección, y nada menos que la muerte de Cristo podía resolver el problema del pecado.
La Biblia es clara: lo que nosotros decimos, hacemos y pensamos, todo tiene importancia, y estos pensamientos y acciones revelan la realidad de nuestra experiencia con Dios.
Lee Miqueas 6:1 al 8. ¿Qué punto plantea el profeta aquí, en relación con el tema de los sacrificios (parte del servicio de adoración en Israel), que es un símbolo del plan de salvación? ¿Cómo se aplican estas palabras a nosotros hoy?
Los que dicen ser hijos de Dios pero no muestran justicia y misericordia a sus conciudadanos actúan por el espíritu de Satanás, no importa cuán piadosamente se adhieran a las formas de la adoración. Por otro lado, los que caminan humildemente con Dios no descuidarán la justicia y la misericordia, ni se burlarán de las formas apropiadas de adoración. Dios busca verdaderos adoradores dispuestos a demostrar su amor por Dios con sus vidas obedientes y sus corazones humildes. ¿Qué significan todas las oraciones correctas, los estilos correctos de adoración, la teología correcta, si la persona es arrogante, injusta y sin misericordia hacia otros?
¿Qué es más importante: una teología correcta o acciones correctas? ¿Puedes tener una teología correcta y, no obstante, tratar a otros en forma inadecuada? ¿A qué te puedes aferrar si te ves revelado en los textos arriba citados?
Lunes 22 de agosto: El llamamiento de Isaías
Mientras Oseas, Amós y Miqueas advertían a Israel de su peligro inminente, Judá parecía prosperar bajo el reinado de varios reyes buenos. El rey Uzías (también conocido como Azarías) era respetado entre las naciones por su sabio liderazgo (ver 2 Crón. 26:1-15). Pero, como sucede a menudo, su éxito fue su caída. La humildad fue reemplazada por el orgullo; y la devoción, por la presunción (ver los vers. 16-21).
La gente de Judá también parecía prosperar espiritualmente. Los servicios del Templo eran bien concurridos, con fervor religioso. No obstante, muchos de los mismos males que afligían a Israel corrompían a Judá. En ese momento el Señor llamó a Isaías a su obra especial.
Lee Isaías 6:1 al 8. ¿Por qué crees que Isaías respondió así (vers. 5) al ver una visión de Dios? ¿Qué importante verdad “teológica” se revela aquí?
Trata de imaginarte la reacción de Isaías al recibir esta revelación de la gloria de Dios. De repente, ve sus propios pecados y los pecados de su pueblo frente a la pureza sin mancha y la santidad majestuosa del Dios todopoderoso. ¡No es extraño que reaccionara como lo hizo! ¿Alguien podría reaccionar en forma diferente?
Aquí vemos una verdad fundamental con respecto al estado de la humanidad, en contraste con la santidad y la gloria de Dios. Vemos una actitud de arrepentimiento, una disposición a reconocer la pecaminosidad propia y su necesidad de gracia.
Piensa cómo serían nuestros servicios de adoración si los adoradores sintieran haber estado en la presencia del Dios santo, quien nos hace conocer nuestra propia pecaminosidad, y la necesidad de su gracia salvadora y su poder purificador. Imagínate si los cantos, la liturgia, la oración y la predicación actuaran juntos de una manera que nos condujera a la fe, al arrepentimiento, a la purificación y a estar dispuestos a clamar: “Heme aquí, envíame a mí”. De eso se trata la adoración.
Imagínate parado en la presencia física de Jesús. ¿Cuál sería tu reacción? ¿Qué dirías? ¿Qué harías? ¿Qué opinas en relación con su promesa registrada en Mateo 28:20? ¿Qué significa para nosotros hoy esa promesa?
Martes 23 de agosto: No más vanas ofrendas
Es fácil olvidar que muchos de los escritos de los profetas del Antiguo Testamento fueron advertencias y amonestaciones al pueblo del Pacto de Dios, a los que eran su “verdadera iglesia”. Ellos profesaban seguir al verdadero Dios, tenían una comprensión básica de las verdades bíblicas (más que sus vecinos paganos), y sabían qué debían decir y hacer en la adoración. No obstante, todo esto no era suficiente ni por lejos.
Lee Isaías 1:11 al 15. ¿Cómo entendemos que Dios, que instituyó todos estos servicios, les estuviera diciendo esto?
Realmente, la respuesta se encuentra en los versículos que siguen (Isa. 1:16-18), y es casi similar a lo que vimos acerca de Miqueas. No hay dudas, la iglesia es para los pecadores: si tuviéramos que esperar hasta ser perfectos antes de poder adorar a Dios, ninguno lo adoraría.
Pero la Biblia dice que Dios está más interesado en cómo tratamos a los otros, especialmente a los débiles e indefensos entre nosotros, que en toda suerte de ritos religiosos, aun los que él instituyó.
Lee Isaías 58:1 al 10. ¿Qué está mal con el ayuno descrito aquí? ¿De qué modo, dice Dios, el pueblo debería ayunar? ¿Qué aprendemos de esto para nosotros, sea que ayunemos o no?
Ayunar es una forma de negación propia, de la que habló Jesús. Algunas clases de ayuno son solo una exhibición vana, un síntoma de hipocresía, que codicia los privilegios de la obediencia mientras detesta sus responsabilidades. La negación propia, motivada por el amor a Dios, ministra a los que tienen necesidad. Esta es la clase de ayuno (negación propia) que honra a Dios; esta es la clase de vida que conduce a la adoración que él no desprecia, una adoración que muestra al pecador que, así como él ha sido el receptor de gracia y amor inmerecidos, también debe dispensar gracia y amor inmerecidos a otros. Esa es la clase de negación propia que revela fe verdadera (Luc. 9:23), la negación propia que está en el corazón de lo que significa ser un seguidor de Cristo.
Miércoles 24 de agosto: ¿Para nada es de provecho?
El autor sudafricano Laurens van der Post escribió, en cierta ocasión, acerca de lo que él llamó “la carga de la falta de significado”, esa sensación que algunas personas tienen de que, luego de que todo está dicho y hecho, ¿qué significó su vida? Algún día estarán muertos, y cualquiera que los haya conocido estará muerto y, antes de mucho, el recuerdo de ellos habrá desaparecido también. Entonces, ¿qué pueden significar nuestras vidas? Cuán fácil es sentir que lo que hacemos no tiene verdadero significado, ni importancia duradera y real.
Lee Isaías 44. Luego, resume lo esencial de esos versículos, en lo que se relaciona con el tema de la adoración y lo que la gente adora.
Isaías estaba escribiendo para su tiempo, cultura y pueblo, pero considera cuán relevantes son esos principios para nosotros hoy. Dios es el Creador; él es nuestro único Redentor; él puede salvarnos y, por eso, solo él es digno de nuestra adoración y nuestra alabanza. Isaías se burla de los que crean ídolos con sus propias manos, y luego se inclinan y los adoran, algo que “para nada es de provecho”.
Y, por necio y ridículo que nos parezca esto, ¿no estamos en peligro de hacer algo similar, al dedicar nuestras vidas, tiempo y energía a cosas que, al fin, “para nada es de provecho”, que no satisfacen las necesidades más profundas del alma ahora, y que no pueden redimirnos al final del tiempo? Cuán vital es que velemos y oremos; y que, como dijo Pablo, nos examinemos para ver si estamos en la fe (2 Cor. 13:5). La adoración en sábado, si se hace correctamente, puede recordarnos de una manera especial por qué solo debemos adorar a Dios. La adoración debería ser un momento que nos recuerde lo que realmente importa en la vida, lo que es temporal y lo que “para nada es de provecho”.
Es un peligro hacernos ídolos del dinero, el poder, el prestigio, etc. ¿Qué peligro hay en hacer ídolos de cosas como la iglesia, el pastor, nuestro propio ministerio, o aun nuestra fidelidad o nuestro estilo de vida o nuestra piedad? Piensa en esto con cuidado, y lleva tu respuesta a la clase el sábado.
Jueves 25 de agosto: “Templo de Jehová... es este”
El reino de Judá, en el sur, tenía sus altibajos espirituales; tiempos de reforma y tiempos de apostasía directa. No obstante, muy a menudo, aun durante los peores momentos espirituales, había una demostración externa de piedad y de adoración que no era aceptable a Dios. Cuán cuidadosos necesitamos ser para no caer en el mismo engaño nosotros mismos.
Lee Jeremías 7:1 al 10. ¿Qué tema encontramos repetido aquí, que hemos visto antes? ¿Cómo podemos tomar los principios aquí presentados y aplicarlos a nosotros mismos en nuestro contexto actual?
Considera el versículo 4. En un sentido, los que hablaban tenía razón. Este era el “templo de Jehová”, el lugar donde debía habitar el nombre de Dios, el lugar donde se realizaba el sistema de sacrificios que Dios mismo había instituido, el lugar donde se enseñaban las grandes verdades del sacrificio, la salvación, la purificación y el Juicio. Además, este era el pueblo del Pacto. Su Dios era el verdadero Dios, y ellos tenían más luz y más verdades, corporativamente, que sus vecinos paganos que los rodeaban. Nada de esto puede ser discutido; sin embargo, Dios obviamente no estaba satisfecho con ellos ni con su adoración. En realidad, ¿cómo llamó la frase: “Templo de Jehová, templo de Jehová es este”? ¡”Palabras de mentira”! Eran engañosas, no porque ese no fuera el Templo de Jehová, sino porque la gente creía que sencillamente por ir al Templo de Jehová y adorar allí estaba segura, estaba salvada, estaban haciendo todo lo que se requería de ellas.
Con toda la luz que se nos ha dado, ¿de qué manera, como adventistas del séptimo día, estamos en peligro de incurrir en el mismo error que cometió ese pueblo? Piensa en posibles similitudes entre ellos y nosotros, y cómo podemos caer en la misma mentira. ¿En qué posibles “palabras de mentira” podríamos tener el peligro de confiar, que en la superficie son verdaderas (así como aquel era el “templo de Jehová”) y, no obstante, podrían llevarnos a cometer los mismos errores presuntuosos?
Para Estudiar y Meditar:
Lee “El llamamiento de Isaías”, “Ezequías”, “Librados de Asiria”, “Manasés y Josías” y “Jeremías, Profetas y reyes, pp. 225-230; 245-251; 259-271; 281-288; 299-310.
“En los tiempos de Isaías, la comprensión espiritual de la humanidad se hallaba oscurecida por un concepto erróneo acerca de Dios. [...] Los israelitas no tenían excusa por olvidarse del verdadero carácter de Jehová. Con frecuencia se les había revelado como ‘Dios misericordioso y clemente, lento para la ira, y grande en misericordia y verdad’ (Sal. 86:15)” (PR 231).
“En la visión que recibió Isaías en el atrio del Templo, se le presentó claramente el carácter del Dios de Israel. Se le había aparecido, en gran majestad, ‘el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo’; sin embargo, se le hizo comprender la naturaleza compasiva de su Señor (PR 233).
Preguntas Para Dialogar:
En la clase, repasen las respuestas que dieron a la pregunta final del miércoles. ¿Cuáles son algunas cosas “buenas” que podemos transformar en ídolos? ¿Cómo sabemos cuándo algo se ha convertido en un ídolo?
Medita en los problemas señalados en la sección del jueves. Considera las cosas que estaba haciendo el pueblo, aun yendo todo el tiempo al “templo de Jehová” y adorando allí (ver Jer. 7:4), cosas que eran muy contrarias a la palabra revelada de Dios. ¿Cómo podemos aprender a protegernos de caer en la misma trampa? ¿Por qué la sencilla obediencia a la Palabra revelada de Dios desempeña un papel tan importante en protegernos de toda suerte de engaños?
Piensa en los cultos de adoración en tu iglesia local. Cuando sales de ellos, ¿tienes un sentido de la majestad y el respeto debidos a Dios en contraste con tu propia pecaminosidad y necesidad de gracia? Si no es así, ¿qué podría cambiarse a fin de ayudar a la iglesia como un todo, hasta cierto punto, a tener la experiencia que tuvo Isaías? (Ver la sección del lunes.) ¿Por qué eso es tan importante?
¿Cuántas cosas haces en tu vida que no son “de provecho para nada”? ¿Cuánto tiempo pasas, básicamente, “perdiendo el tiempo”, haciendo cosas que en sí mismas son inútiles, vanas y “de provecho para nada”? ¿Cómo puedes aprender a usar mejor el tiempo limitado que todos tenemos en esta vida?
Lecciones de la Escuela Sabática
Estudie la palabra de Dios a través de las Guías o lecciones de la Escuela Sabática.
Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; y el que me ve, ve al que me envió. Juan 12:44,45.
Libros de Lecturas Devocionales
- A Fin de Conocerle. Hoy con la lectura Servid al señor de todo corazón basada en Colosenses 3:23-24.
- Cada día con Dios. Hoy con la lectura Fábulas por arte compuestas basada en Daniel 8:14.
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