Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "El evangelio en Gálatas"

Edición para maestros. Cuarto trimestre (octubre-diciembre) de 2011

Lección 12: "Vivir por el Espíritu"

Para el 17 de diciembre de 2011

 

Enseña a tu clase | Bosquejo de la Lección | Resumen
Ciclo de Aprendizaje:
Motiva | Explora | Aplica | Crea

 

El sábado enseñaré...

Texto Clave: Gálatas 5:16.

 

Ir ArribaEnseña a tu clase a:

Saber describir lo que significa vivir por el Espíritu.

Sentir el conflicto entre nuestra naturaleza pecaminosa y una vida gobernada por el Espíritu.

Hacer: Elegir vivir cada momento en armonía con el Espíritu.

 

Ir Arriba Bosquejo de la Lección

  1. Saber: Vivir por el Espíritu

    1. ¿Cómo se comporta una persona que camina con el Espíritu?

    2. ¿Cómo se relaciona con la Ley una persona guiada por el Espíritu?

    3. ¿Cómo se comparan las “obras de la carne” con el “fruto del Espíritu”?

    4. ¿Por qué dice Pablo que contra el fruto del Espíritu no hay ley?

  2. Sentir: El conflicto espiritual interno

    1. ¿Por qué existe una lucha entre nuestros deseos naturales egoístas y el impulso del Espíritu; y cómo encontramos alivio en este conflicto?

    2. ¿Qué emociones producen las obras de la carne, y cómo se comparan con las del fruto del Espíritu?

  3. Hacer: Vivir en amor

    1. ¿Qué debemos hacer con el fin de crucificar nuestra naturaleza pecaminosa?

    2. ¿Qué elecciones necesitamos hacer para estar del lado del Espíritu, en contra de nuestra naturaleza pecaminosa?

    3. ¿Qué elecciones hacemos que fortalecen nuestras tendencias pecaminosas?

 

Ir Arriba Resumen

Vivir por el Espíritu implica un caminar por el sendero que dicta el Espíritu. Requiere elecciones diarias que están del lado del Espíritu en todos los asuntos de decisión, y que hacen morir nuestro yo pecaminoso.

 

Ir Arriba CICLO DE APRENDIZAJE

Concepto clave para el crecimiento espiritual: Solo la morada diaria del Espíritu Santo nos capacita para vivir una vida que honre a Dios.

 

Ir ArribaPASO 1: ¡Motiva!

La lámpara eléctrica no es nada sin electricidad. Fue diseñada para iluminar; pero no puede hacerlo sin energía. Varias cosas ocurren cuando se enciende la lámpara. El bulbo debe estar conectado a una fuente de electricidad, y hacemos girar la llave. El filamento incandescente o los gases dentro del tubo fluorescente deben estar intactos. Así, también para que el cristiano brille, deben suceder varias cosas sencillas. El cristiano debe estar conectado a una Fuente de energía espiritual (Dios). Las interrupciones de flujo de la energía deben ser superadas; es decir, que las tendencias pecaminosas y las limitaciones habituales deben ser sometidas al control divino. La integridad del cristiano también debe estar intacta. Las menores fisuras en el tubo fluorescente o los cortes más pequeños del filamento incandescente pueden destruir la capacidad de iluminación. Pequeñas grietas (lenguaje dudoso, escasez de disciplina física: glotonería, ebriedad, pereza, humor grosero, avaricia, temperamento incontrolado y multitud de características similares) eliminarán la efectividad del cristiano.

En resumen, las condiciones básicas para la efectividad espiritual son la integridad moral y la energía espiritual. Si una de ellas falta, falla la luz espiritual. Algunos miembros de iglesia ejemplifican altas normas de ciudadanía y de aparente integridad, pero no producen luz espiritual, por falta de conexión con Dios. Otros miembros hacen hincapié en encuentros sobrenaturales con Dios, pero les falta integridad moral. Tampoco producen luz. Sin embargo, cuando el poder del Espíritu Santo cautiva la vida moral integrada, lo que lo rodea se ilumina. Además de Dios, los creyentes llenos del Espíritu y moralmente rectos son la mayor necesidad de este mundo.

Actividad inicial: Analicen cómo reflejar la luz de Cristo. Comparte las ideas desarrolladas anteriormente, concentrándote en lo que los creyentes deben hacer con el fin de mantenerse conectados con el Espíritu de Dios.

 

Ir ArribaPASO 2: ¡Explora!

Solo para los maestros: Para Pablo, caminar por el Espíritu es lo opuesto a gratificar los deseos de la carne. Algunos mal interpretaron el sentido que dio Pablo. Los ascéticos las interpretaron de modo de condenar cada aspecto de la existencia física. Muchos movimientos monásticos pusieron bajo sospecha el cuerpo o la naturaleza física. Surgieron dos puntos de vista igualmente repulsivos. Algunos movimientos monásticos enseñaron que el cuerpo mismo era malo y que debía ser negado, castigado y humillado, a fin de alcanzar la justicia. La alimentación, la expresión sexual y otros placeres ordinarios eran negados con intención de purgar la maldad. En el extremo opuesto, se inculcaba que, como el cuerpo no sería redimido, el cuidarlo no ofrecía beneficios. Por lo tanto, la glotonería, la ebriedad, la pereza y diversas perversiones sexuales se consideraron aceptables porque solamente el alma importaba.

Ninguno de estos extremos es correcto. El cuerpo y el espíritu fueron divinamente creados perfectos; por ello, ninguno de ellos es malo en sí. El pecado corrompió cada aspecto de la existencia humana. La redención divina no es meramente espiritual, sino también física y mental.

Comentario de la Biblia

I. El conflicto del cristiano

(Repasa, con tu clase, Gál. 5:17; Rom. 7:14-24).

El Espíritu Santo es el medio por el cual Dios redime nuestros corruptos espíritu y cuerpo humanos. En Romanos 8, Pablo bosqueja cómo opera el Espíritu de Dios en las vidas humanas: realiza lo que la Ley nunca podría hacer. Hay batallas diarias, dentro del alma, entre la carne y el Espíritu, que representa todo lo que Dios ha invertido para liberar al hombre. La ley –las normas que tiene la sociedad para la conservación de la vida y el orden social– siempre será necesaria para refrenar a las personas que viven, egoístamente, para gratificar cada ansia personal, sin importar cómo afecte a los demás. No obstante, reprimir el egoísmo nunca es el equivalente de producir justicia.

Muchas religiones se separan del cristianismo aquí. La mayoría de las religiones son mecanismos para reprimir el mal, y utilizan retribuciones a fin de reforzar la conformidad social. Se alcanza la justicia al aplacar a la deidad y al conformarse a las reglas de la sociedad. Es triste que las expresiones legalistas del cristianismo sean similares. Pero, el cristianismo genuino reconoce que las reglas son impotentes para transformar el corazón humano rebelde. Solo el aprecio del amor de Dios y su expresión suprema en el Calvario pueden transformar a una persona centrada en sí misma, para estar centrada en Dios.

Pero, los seres humanos son impotentes en contra del egoísmo natural. La educación, el desarrollo cultural y el haber sido criados en forma moral refrenan, pero nunca curan, el espíritu rebelde. El antídoto divino es la infusión del Espíritu Santo en aquellos que desean una transformación espiritual. Solo la morada interior del Espíritu es suficiente para vencer la pecaminosidad innata. Sin embargo, Pablo reconoció que el egoísmo no cede fácilmente. Aunque la lucha no se resuelve concentrándose en la conducta, el conflicto puede resolverse por una entrega del corazón sin reservas a Dios. Entonces, Dios puede modificar por medio del control interno, lo que los controles exteriores nunca podrían lograr. No hay sustituto para la presencia del Espíritu: no lo hace la filantropía, ni la ciudadanía modelo; tampoco el servicio comunitario, la mortificación propia. La justicia humana es meramente “trapo de inmundicia” (Isa. 64:6); de hecho, esta justicia propia no es satisfactoria. La satisfacción personal proviene de desear vivir justamente, con la ayuda de la gracia de Dios.

Considera: Cuando los creyentes reconocen sus limitaciones, ¿cómo pueden iniciar cambios positivos? ¿Qué recursos proveyó Dios a quienes desean la justicia? ¿Cómo puede minimizarse la intensidad de la batalla? ¿Cómo debería el cristiano evitar la tentación de concentrarse en cambiar la conducta, cuando la estrategia efectiva sería permitir la invasión del Espíritu en nuestra vida?

 

Ir ArribaPASO 3: ¡Aplica!

Solo para los maestros: Pablo bosqueja nueve virtudes, conocidas como el fruto del Espíritu, que caracteriza la obra del Espíritu en el interior de una vida entregada a Dios. Así como el fruto natural surge por los procesos internos de la planta, que transforma los nutrientes del suelo en deliciosas frutas, así el fruto espiritual se genera por medio de la obra del Espíritu sobre el corazón humano. Los experimentadores han duplicado el gusto y la forma de diversas frutas estudiando su estructura bioquímica, y dándoles una forma externa. Esas “imitaciones” de las frutas nunca se han reproducido a sí mismas; a lo artificial le falta un componente: ¡la vida! Una moralidad exterior comparte algún parecido con el carácter auténtico, pero permanece sin vida, incapaz de reproducirse. Solo el fruto internamente generado es permanente y produce descendientes. Así, la fidelidad engendra fidelidad, la bondad estimula la bondad, la benignidad produce benignidad, etc.

Actividad: Presente a la clase algunas frutas artificiales, que den ganas de probarlas. Trae, también, frutas reales del mismo tipo que las artificiales. Llena un recipiente transparente, y permite que la clase vea las frutas desde cierta distancia. Si no consigues estos elementos, pide a los miembros de la clase que comparen mentalmente la fruta artificial con la real, y que describan las diferencias; luego, lean Mateo 7:16 y respondan las preguntas siguientes.

Preguntas para reflexionar:

¿Cómo puede distinguirse una fruta artificial de la auténtica? ¿Habría sido más fácil distinguirlas si el recipiente estuviese más cerca? ¿Qué métodos podrían usarse para eliminar las dudas con respecto a cuáles son cuáles? ¿Se resolvería la duda si alguien mordiera la fruta? ¿Cómo pueden los creyentes distinguir el fruto espiritual genuino, dentro de sí mismos y de otros? ¿De qué manera las pruebas que nos “muerden” distinguirían entre el fruto espiritual genuino y su similar artificial, aunque fuese moralmente bueno? ¿Cómo pueden los creyentes tener la certeza de que su fruto espiritual es auténtico, y cómo pueden multiplicarlo?

 

Ir ArribaPASO 4: ¡Crea!

Solo para los maestros: Los cristianos maduros pueden ganar fuerzas del estímulo de los demás creyentes; y los principiantes tienen mayor necesidad de ello. Al reconocer el poder transformador del Espíritu en las vidas, uno puede animar a otros a continuar creciendo. Recuerda, el reconocimiento es solo la primera fase: expresar ese reconocimiento debe ser la fase siguiente.

Actividad: Distribuye papeles (o tarjetas) a la clase, y anímalos a escribir una nota de ánimo para alguien que los haya bendecido. Reconoce un atributo espiritual y usa una referencia bíblica. Dos listas de atributos piadosos se encuentran en Gálatas 5 y en 2 Pedro 1. Esta bendición podría haber sido recibida por terceros. Por ejemplo, la nota puede dirigirse a alguien de tu clase que condujo a sus padres a Cristo. Comparte cómo esa bendición ha afectado a este miembro y a otros miembros de la familia o los amigos. Comparte, también, cómo Cristo ha empleado tu vida con el fin de bendecir a otros. (De algún modo, esto podría describirse como el plan divino “Pirámide de mercadeo”: Los de más arriba reciben crédito por la influencia espiritual de los de más abajo.) Estimula a los participantes de la clase a entregar las notas ellos mismos o enviarlas por correo.

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