Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "'Buscad a Jehová, y vivid' Grandes lecciones de los profetas menores"

Segundo trimestre (abril-junio) de 2013

Lección 5: "¡Buscad a Jehová, y vivid! (Amós)"

Para el 4 de mayo de 2013

Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

 

Ir ArribaSábado 27 de abril

Lee Para el Estudio de esta Semana: Amós 5:1-15; Hebreos 5:14; Isaías 5:20; Amós 7:10-17; 9:11-15; Hechos 15:13-18.

Para Memorizar: “Buscad lo bueno, y no lo malo, para que viváis; porque así Jehová de los ejércitos estará con vosotros, como decís” (Amós 5:14).

Pensamiento clave: Amós nos recuerda que solo en buscar a Dios hay vida.

“SI LOS HIJOS DE ISRAEL hubieran sido fieles a Dios, él podría haber logrado su propósito honrándolos y exaltándolos. Si hubiesen andado en los caminos de la obediencia, él los habría ensalzado ‘sobre todas las naciones que ha hecho, para alabanza y para renombre y para gloria’. ‘Verán todos los pueblos de la tierra –dijo Moisés– que tú eres llamado del nombre de Jehová, y te temerán’. Las gentes ‘oirán hablar de todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido es esta gran nación’ (Deut. 26:19; 28:10; 4:6). Pero a causa de su infidelidad, el propósito de Dios no pudo realizarse sino por medio de continua adversidad y humillación” (DTG 20).

Esta semana, al seguir estudiando Amós, veremos aun más de las formas en que Dios suplicó a su pueblo que dejara a un lado sus pecados y regresara a él, la única verdadera fuente de vida. Al fin, todos tenemos solo una de dos elecciones: vida o muerte. No hay terreno intermedio. Amós muestra un poco más de las diferencias absolutas entre estas elecciones.

 

Ir ArribaDomingo 28 de abril: ¡Odien el mal y amen el bien!

Las cosas se habían arruinado en Israel: la corrupción, la opresión, el pecado. Se llegó al punto donde la misma supervivencia de la nación estaba en juego. Por esta razón, Amós compuso una elegía para lamentar la próxima muerte de Israel (Amós 5:1-15). A menudo en los libros proféticos no se hace distinción entre la palabra del profeta y la palabra de Dios. De este modo, el lamento de Amós es también el lamento de Dios sobre Israel.

El propósito del canto fúnebre en Amós 5:1 al 15 era sacudir al pueblo para que afrontara la realidad. Si persistían en sus pecados, seguramente morirían. Si, por otro lado, rechazaban el mal y se volvían a Dios, vivirían. El carácter de Dios es tal que él espera la conformidad con la voluntad divina.

Lee Amós 5:14 y 15 (NVI). ¿Cómo aprendemos a “odiar el mal y amar el bien?” Ver también Heb. 5:14; Rom. 12:9; Prov. 8:36.

Amós invita a la gente no sólo a dejar de buscar el mal sino también a odiarlo, y amar el bien. Los mandatos de esta sección son progresivos. Los verbos amar (heb. ‘ahav) y odiar (śane’) en la Biblia a menudo se refieren a decisiones y acciones, no sencillamente a sentimientos y actitudes. En otras palabras, el cambio en las actitudes de la gente conduciría al cambio en sus acciones.

En este contexto, ¿qué advertencia se encuentra en Isaías 5:20?

“Todo el que en ese día malo quiera servir sin temor a Dios, de acuerdo con los dictados de su conciencia, necesitará valor, firmeza y conocimiento de Dios y de su Palabra; porque los que han de ser fieles a Dios serán perseguidos, sus motivos condenados, sus mejores esfuerzos desfigurados y sus nombres denigrados. Satanás obrará con todo su poder engañador para influir en el corazón y oscurecer el entendimiento, para hacer pasar lo malo por bueno y lo bueno por malo” (HAp 355).

¿Cómo podemos aprender a amar lo bueno y a odiar lo malo, si podemos ser engañados para llamar malo a lo bueno y bueno a lo malo? ¿Cuál es nuestra única protección contra este engaño?

 

Ir ArribaLunes 29 de abril: Religión como siempre

Lee Amós 5:23, 24; Oseas 6:6; Mateo 9:13; Salmos 51:17. ¿Qué dicen estos textos? Más importante, ¿cómo se puede aplicar directamente el principio que observamos aquí a nuestra propia vida espiritual hoy, como adventistas? Es decir, ¿de qué maneras podríamos ser culpables de hacer exactamente lo que aquí se advierte? (Recuerda, también, que es muy fácil autoengañarse en esta área.)

Más que la mayoría de los demás libros de la Biblia, Amós se concentra en la injusticia, la crueldad y la inhumanidad. También ofrece la perspectiva divina de esas prácticas. Amós predicó que Dios despreciaba los ritos vacíos del formalismo muerto de la gente, y los llamaba a reformarse. Dios no estaba contento con formas externas y vacías de adoración ofrecidas a él por quienes, al mismo tiempo, oprimían a otros por intereses personales. Sus vidas revelaban que no captaron todo lo que significaba ser seguidores de Yahweh; también entendieron totalmente mal el significado más profundo de su ley.

En realidad, Dios rechazó sus ritos religiosos porque no provenían de vidas de fe. Las palabras culminantes en Amós 5:14 y 15 son la orden de buscar a Dios y vivir. Buscar a Dios se contrasta con peregrinar a los famosos centros religiosos de Bet-el, Gilgal y Beerseba (Amós 5:5), tres ciudades con sus santuarios que estaban destinados a la destrucción.

Lo que Dios realmente quería era justicia y equidad en la tierra. El mandato de “buscar a Dios” es paralelo con el de “buscar el bien”. Dios llama al remanente a distanciarse de las prácticas malas y del formalismo religioso y, en cambio, permitir que la justicia fluya como un río y el derecho como una corriente que nunca se seca. Mientras la justicia se preocupa por el establecimiento de lo que es recto delante de Dios, el derecho es la calidad de vida en relación con Dios y los demás en la comunidad. El cuadro presentado aquí es el de un pueblo religioso cuya religión se había degradado hasta no ser sino formas y ritos sin un cambio de corazón que debe acompañar la fe verdadera (Ver Deut. 10:16.).

¡Cuán cuidadosos debemos ser!

 

Ir ArribaMartes 30 de abril: Llamado a ser profeta

El hogar de Amós era Tecoa, en Judá, pero Dios lo envió a profetizar a Israel. Fue al reino del norte a predicar con tal poder que “la tierra no puede sufrir todas sus palabras” (Amós 7:10). Ciertamente, muchos israelitas miraban a Amós con sospecha y lo rechazaron como mensajero de Dios. A pesar de ese rechazo, él fielmente realizó su ministerio profético.

Lee Amós 7:10 al 17. ¿Qué esquema familiar se ve aquí? ¿Qué otros ejemplos puedes encontrar en la Biblia en los cuales sucedió lo mismo? ¿Qué debemos aprender de todos estos ejemplos?

Entre las personas a quienes no les gustó la predicación de Amós estaba Amasías, el sacerdote de Bet-el, quien acusó a Amós de conspiración contra el rey de Israel. Bet-el era uno de los dos santuarios regios, los centros mismos de adoración apóstata. Amós había predicho en público que si Israel no se arrepentía, su rey moriría por la espada y el pueblo sería llevado cautivo. Amasías ordenó que Amós volviera a la tierra de Judá, donde sus mensajes contra Israel serían más populares.

En su respuesta al sacerdote, Amós afirmó que su llamado profético venía de Dios. Él declaró que no era un profeta profesional cuyos servicios podían alquilarse. Amós se distanció de los profetas profesionales que profetizaban para lucrar.

Hablar la verdad, de ninguna manera garantiza la aceptación, porque la verdad a veces puede ser incómoda y –si perturba al poder– puede producir oposición seria. El llamado de Dios impelía a Amós a predicar tan abierta y osadamente contra los pecados del rey y de los nobles del reino del norte, que fue acusado de traición.

¿Cuál es nuestra actitud cuando se nos dice que nuestras acciones y/o estilos de vida son pecaminosos y traerán castigos sobre nosotros? ¿Qué nos dice nuestra respuesta acerca de nosotros mismos y, tal vez, de la necesidad de un cambio de corazón y de actitud?

 

Ir ArribaMiércoles 1 de mayo: El peor tipo de hambre

“He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová. E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente, discurrirán buscando palabra de Jehová, y no la hallarán” (Amós 8:11, 12). ¿Cómo hemos de entender el significado de estos versículos?

En Amós 8, el profeta describe los efectos devastadores de los juicios de Dios sobre un Israel no arrepentido. Dios castigaría al pueblo por sus pecados enviando hambre sobre la tierra. Pero en los versículos 11 y 12 el profeta habla de hambre y sed de oír la Palabra de Dios. La mayor tragedia es un hambre de la Palabra de Dios, porque Dios estará en silencio, y ninguna otra hambruna puede ser peor.

A menudo, al experimentar gran angustia, el pueblo se volvía a Dios buscando un mensaje profético, una guía. Esta vez la respuesta de Dios será el silencio. Una parte del juicio de Dios sobre su pueblo será la ausencia de su Palabra por medio de los profetas.

Si el pueblo sigue desobedeciendo, dice el profeta, vendrá el tiempo cuando ansiarán escuchar un mensaje, pero será demasiado tarde para volver a la Palabra de Dios con la esperanza de escapar del juicio. Este es el resultado de rehusar con persistencia el mensaje de Dios por medio de Amós. Como Saúl antes de su última batalla (1 Sam. 28:6), la gente un día se dará cuenta de cuánto necesita la Palabra de Dios.

Una población entera buscará frenéticamente la Palabra de Dios, la misma Palabra que eligieron ignorar en el tiempo del profeta. Especialmente afectados serán los jóvenes. Aunque las generaciones anteriores habían oído la Palabra de Dios y la rechazaron, la gente joven nunca tendrá la oportunidad de escuchar la proclamación profética.

¿Qué enseñan los siguientes pasajes acerca de los terribles efectos del silencio de Dios? 1 Sam. 14:37; Sal. 74:9; Prov. 1:28; Lam. 2:9; Ose. 5:6; Miq. 3:5-7.

¿De qué maneras es posible silenciar la voz de Dios en nuestras vidas? ¿Cómo podemos estar seguros de que eso no nos suceda?

 

Ir ArribaJueves 2 de mayo: La restauración de las ruinas de Judá

El profeta pasa del oscuro cuadro del pecado del pueblo y del juicio resultante, a las promesas de la restauración futura (Amós 9:11-15). El día de Dios, descrito antes como el día del castigo (Amós 5:18), es ahora un día de salvación, porque Dios desea la salvación, y no el castigo para su pueblo. Sin embargo, la salvación vendrá después del castigo, no en lugar del castigo.

En medio de la ruina, Amós cierra su libro con un mensaje de esperanza. Frente a la perspectiva de un exilio inmediato, la dinastía de David ha caído tan bajo que ya no puede llamarse una casa sino una choza. Pero el reino de David será renovado y unido bajo un gobernante. Más allá de las fronteras de Israel, otras naciones invocarán a Dios y gozarán de sus bendiciones junto con Israel. El libro concluye con esta nota feliz y esperanzada.

Los profetas no enseñaron que Dios castiga por castigar, sino que siempre llama a la redención. Aunque el exilio era inminente, Dios los animó con la promesa de la restauración a su tierra. El remanente gozaría la renovación del pacto y vería que Dios actuó para salvar y restaurar.

¿Cuál es el cumplimiento final de las promesas de Amós acerca de la restauración del pueblo de Dios? Ver Luc. 1:32, 33; Hech. 15:13-18.

Muchos rabíes consideraron Amós 9:11 como una promesa mesiánica dada a Abram, reafirmada a David, y expresada en todo el Antiguo Testamento. El nuevo rey de la línea de David reinaría sobre muchas naciones en cumplimiento de la promesa de Dios a Abram (Gén. 12:1-3), y aun sobre enemigos como Edom. Las ruinas restauradas del pueblo de Dios nunca más serían destruidas.

Por medio de la venida de Jesucristo, el mayor Hijo de David, Dios confirmó su promesa llena de gracia. Santiago citó este pasaje de Amós para mostrar que la salvación está abierta a los gentiles para gozar de los privilegios del pacto confiados a la iglesia. Dios ofrecería estas bendiciones a judíos y gentiles en el Mesías prometido, el descendiente de Abram y de David.

El cumplimiento final de estas promesas a todo el que las acepte, judío o gentil, se verá solo en la segunda venida de Cristo. ¿Cómo podemos mantener vivas esa esperanza y promesa y que no se desvanezca en medio del estrés de la vida?

 

Ir ArribaViernes 3 de mayo

Para Estudiar y Meditar:

“Nuestra situación delante de Dios depende, no de la cantidad de luz que hemos recibido, sino del empleo que damos a la que tenemos. Así, aun los paganos que eligen lo recto en la medida en que lo pueden distinguir, están en una condición más favorable que aquellos que tienen gran luz y profesan servir a Dios, pero desprecian la luz y por su vida diaria contradicen su profesión de fe” (DTG 206).

Preguntas para Dialogar:

  1. Como clase, repasen las respuestas que dieron a la pregunta del domingo acerca de aprender a odiar el mal y amar el bien, así como el peligro de llamar bueno al mal, y a lo bueno, malo. ¿Por qué ese peligro es especialmente generalizado cuando la cultura y la sociedad comienzan a cambiar sus valores de manera que aceptan ciertas conductas, estilos de vida y actitudes que claramente están condenados en la Biblia? Como individuos y como iglesia, no somos inmunes a las tendencias culturales y sociales en las cuales estamos sumergidos. ¿Qué cambios sucedieron en tu propia cultura y sociedad con los años? Por ejemplo, ¿qué cosas que una vez se consideraron vergonzosas ahora se expresan y practican abiertamente, y aun son consideradas buenas, o por lo menos, no malas? ¿Cómo impactaron estos cambios en las actitudes de la iglesia hacia estos actos? ¿Qué podemos hacer para protegernos de caer en esta trampa peligrosa de llamar a lo malo bueno? Al mismo tiempo, ¿qué cambios culturales para el bien impactaron a la iglesia de una manera que refleja más estrechamente los principios del amor y la aceptación revelados por la vida de Jesús?

  2. Medita en esta idea de un “hambre” de la Palabra de Dios. ¿Cuál es una manera probable en que podría producirse? ¿Esconde Dios intencionalmente la verdad de la gente, o es que las actitudes de las personas las han hecho totalmente impermeables a la Palabra de Dios? ¿O podrían ser ambas causas? ¿O alguna otra cosa totalmente diferente? Analiza.

  3. Como adventistas que vivimos con tanta luz y tenemos tantas razones para creer en las verdades que nos han sido dadas, ¿no estamos en peligro de pensar que nuestro conocimiento de estas maravillosas verdades es todo lo que necesitamos? ¿Cómo deberían las verdades con que hemos sido bendecidos impactar la forma en que vivimos e interactuamos con otros, no solo en la iglesia sino también en nuestra comunidad? En otras palabras, ¿cómo podemos vivir las verdades que se nos han confiado? ¿Por qué es importante que lo hagamos?

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