Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "Reavivamiento y Reforma"

Tercer trimestre (julio-septiembre) de 2013

Lección 10: "Reforma: disposición a crecer y cambiar"

Para el 7 de septiembre de 2013

Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

 

Ir ArribaSábado 31 de agosto

Lee Para el Estudio de esta Semana: 1 Juan 2:1-9; Filipenses 2:12-14; Mateo 26:31-35; Juan 20:24-29; Lucas 15:11-21; Juan 5:1-14.

Para Memorizar: “Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Sant. 4:6, 7).

ANTES DE PENTECOSTÉS, los discípulos tenían necesidades espirituales importantes. No comprendían bien el plan de Dios. No entendían la misión de Jesús. Después de ser conmovidos por la gracia divina, el amor de Cristo quebrantó sus corazones. Experimentaron un reavivamiento y una reforma.

El reavivamiento es el despertar de anhelos espirituales más profundos. Intensifica nuestros deseos de estar más cerca de Dios, mediante los impulsos del Espíritu Santo. El reavivamiento no implica que no hayamos tenido antes experiencias con Jesús, sino que nos llama a una experiencia más rica y profunda. La reforma nos llama a crecer y a cambiar. Nos invita a avanzar más allá en lo espiritual. Nos insta a reexaminar nuestras vidas a la luz de los valores bíblicos y a permitir que el Espíritu Santo nos dé poder para hacer los cambios necesarios a fin de vivir en obediencia a la voluntad de Dios.

Examinaremos vidas de creyentes del Nuevo Testamento que vieron crecimiento y cambio en su experiencia espiritual.

 

Ir ArribaDomingo 1 de septiembre: La gracia para crecer

La vida de los discípulos muestra crecimiento espiritual constante mientras anduvieron con Jesús. Cuando Cristo llamó a sus discípulos, sus actitudes y sus acciones ciertamente no reflejaban la amabilidad del carácter de Cristo.

Lee Lucas 9:51 al 56, y Mateo 20:20 al 28. ¿Cómo revelan estos textos el pensamiento de Santiago y Juan?

Santiago y Juan tenían algunas fallas serias de carácter. No estaban preparados para representar el amor de Cristo al mundo. No estaban calificados para proclamar un mensaje de gracia a otros, pues no había cambiado su propia vida.

A pesar de sus serios defectos de carácter, Santiago y Juan anhelaban revelar el carácter de Jesús más completamente. Deseaban una transformación y una reforma en sus propias actitudes. El crecimiento y el cambio son parte de nuestra experiencia cristiana.

Lee 1 Juan 2:1 al 9. ¿Qué revelan estos versículos acerca de los grandes cambios que tuvo Juan durante los años que siguieron a la muerte de Jesús? ¿Qué nos enseñan acerca de lo que significa ser un seguidor de Jesús?

Es fácil desanimarse por nuestro propio crecimiento espiritual, especialmente cuando verdaderamente queremos tener un reavivamiento y una reforma en nuestras vidas. Cuando estamos desanimados, cuando nos sentimos como si fuéramos un fracaso espiritual y que nos perderemos, ¿qué promesas puedes reclamar que te mostrarán por qué nunca debes renunciar, y por qué, a pesar de nuestras fallas, podemos tener la seguridad de la salvación?

 

Ir ArribaLunes 2 de septiembre: El poder de elegir

El cambio ocurre en el momento de la elección. La reforma ocurre al elegir ceder al poder de convicción del Espíritu Santo, y al entregar nuestra voluntad a la voluntad de Dios. Dios nunca forzará nuestra voluntad. Él respeta nuestra libertad. Su Espíritu impresiona nuestra mente, convence nuestros corazones y nos impulsa a hacer lo correcto, pero elegir responder a su apelación es siempre y exclusivamente algo nuestro.

Lee Filipenses 2:12 al 14. ¿Cómo vemos aquí la necesidad de cooperar con Dios en nuestro crecimiento en gracia? ¿Qué quiere decir Pablo con “ocupaos en vuestra salvación”? ¿Qué quiere decir con “Dios es el que en vosotros produce”?

No es posible que obremos lo que Dios no ha hecho en nosotros. Mientras él obra en nosotros mediante su poder sobrenatural, somos capaces de hacer elecciones para “obrar” en nuestras vidas la gracia y la fortaleza que él ha puesto en ellas.

“Mientras los hombres finitos y pecadores obran su propia salvación con temor y temblor, es Dios el que obra en ellos, para querer y hacer la buena voluntad de Dios. Pero Dios no actuará sin la cooperación del hombre. Este debe ejercer sus poderes al máximo, debe ponerse como un apto y dispuesto alumno en la escuela de Cristo y, cuando acepta la gracia que le es ofrecida gratuitamente, la presencia de Cristo en el pensamiento y en el corazón le dará decisión de propósito para poner a un lado todo peso del pecado, y que el corazón pueda ser llenado con toda la plenitud de Dios, y de su amor” (FE 134).

La reforma ocurre cuando elegimos entregarle a Dios cualquier cosa que el Espíritu Santo nos señale que no está en armonía con su voluntad. A menos que hagamos esas elecciones (a veces muy dolorosas), no ocurrirá un cambio espiritual positivo.

Dios no arrancará ningún pensamiento egoísta de nuestra mente. No nos quitará ningún hábito no saludable o ninguna indulgencia secreta. Él nos convence de pecado. Pero nosotros tenemos que elegir. Una vez que lo hacemos, él nos da poder para cumplir las elecciones, pero debemos hacerlas cada día.

¿Qué significa cooperar con Dios en nuestra salvación? ¿Qué no significa? ¿Cuándo fuiste profundamente convencido de algo y, por la gracia de Dios, venciste, no importa cuán difícil haya sido la lucha?

 

Ir ArribaMartes 3 de septiembre: Confianza y duda

¿Qué era lo malo en la actitud de Pedro antes de la cruz? Mat. 26:31-35.

Pedro no era quién para enfrentar al Maligno. Él intentó afrontar las tentaciones de Satanás con sus propias fuerzas. Lleno de un sentido inflado de confianza, tenía poca idea de la crisis que venía. Solo en el patio del sumo sacerdote, y temblando por la pregunta de una sirvienta, Pedro negó a su Señor (Mat. 26:69-75). Jesús, antes, le había advertido: “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos” (Luc. 22:31, 32). La declaración de Jesús proporciona un análisis fascinante de la condición espiritual de Pedro. Confiando en sus propias fuerzas, Pedro se alejó de su Señor. Por eso Jesús usó la expresión “una vez vuelto” [a mí]. Pedro necesitaba un despertamiento espiritual. Necesitaba un cambio de actitud. Necesitaba una reforma.

Lee Juan 20:24 al 29. ¿Qué revela este pasaje acerca de Tomás? ¿Qué lecciones puedes obtener de esto para ti mismo?

Tanto Pedro como Tomás tenían un aspecto notable en común. Se acercaron a la fe desde una perspectiva muy humana. Pedro puso su confianza en lo que él podía hacer; Tomás, en lo que él podía ver. Dependían de su juicio humano deficiente. Pero Pentecostés produjo una diferencia. Un Pedro transformado predicó sin temor, y tres mil personas fueron bautizadas en Pentecostés (Hech. 2:41). Pedro se dio cuenta de que realmente no tenía fuerzas para sanar a un paralítico, pero Jesús tenía ese poder y el milagro ocurrió (Hech. 3:2-9). Cuando las autoridades intentaron silenciar su voz, Pedro proclamó: “Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hech. 4:20). Pedro era un hombre transformado. Tomás también fue cambiado. Se cree que él viajó a la India para predicar el evangelio. Aunque no se dice mucho más acerca de él, podemos estar seguros de que también llegó a ser un hombre nuevo después de Pentecostés.

¿A quién te pareces más en temperamento: a Pedro o a Tomás? ¿Qué puedes aprender de sus experiencias a fin de que no cometas errores similares?

 

Ir ArribaMiércoles 4 de septiembre: La convicción de volver

Lee Lucas 15:11 al 21. ¿Qué actitudes y acciones específicas condujeron al hijo pródigo a decidir volver? ¿Qué principios de reavivamiento y reforma vemos aquí?

El reavivamiento puede definirse de diversas maneras, pero un factor no debe ser pasado por alto: el reavivamiento es volver a casa. Es el deseo del corazón de conocer al Padre de una manera más profunda. La reforma es la elección de responder al Espíritu Santo para cambiar y crecer. Es la elección de abandonar todo lo que estorbe esa relación con Dios. El pródigo no podía estar en el corral de cerdos y en la mesa del Padre al mismo tiempo.

Es decir, el joven extrañaba mucho su casa como para quedarse donde estaba. El dolor de su corazón le decía que debía volver. Este dolor por la presencia de Dios nos conduce a anhelar un reavivamiento y una reforma. Este clamor del corazón por el abrazo del Padre nos motiva para hacer los cambios necesarios también en nuestras vidas.

Mientras el joven se alistaba para volver a casa, preparó un discurso para disculparse. Debió de haberlo practicado vez tras vez. Lee su discursito en Lucas 15:18 y 19, y la interrupción de su padre, en los versículos 20 al 24. ¿Qué revela esta interrupción acerca de la actitud del padre hacia su hijo, y la actitud de Dios hacia nosotros?

Aunque no podía ver a su hijo, este no estaba lejos de su corazón. Los ojos del padre escrutaban el horizonte buscando cada día a su hijo. La mayor motivación para hacer cambios en nuestras vidas es el deseo de no seguir quebrantando el corazón de quien nos ama tanto. Cuando el joven estaba con los cerdos, el padre sufría más que su hijo. El reavivamiento sucede cuando el amor de Dios quebranta nuestros corazones. La reforma ocurre cuando elegimos responder al amor que no nos suelta. Sucede cuando hacemos las difíciles decisiones de abandonar las actitudes, hábitos, pensamientos y sentimientos que nos separan de él.

¿De qué modo la declaración “este mi hijo muerto era, y ha revivido” es una definición del verdadero reavivamiento? ¿Cómo es estar muerto y luego revivir?

 

Ir ArribaJueves 5 de septiembre: Fe para actuar

Jesús reveló la compasión y el amor del Padre por medio de los milagros que realizó. Sanó cuerpos paralizados para revelar una capacidad aún mayor, de sanar almas paralizadas. Restauró brazos y piernas retorcidos para demostrar su deseo de restaurar corazones y mentes. Los milagros de Jesús nos enseñan algo acerca de cómo ejercer fe. Nos enseñan lecciones valiosas acerca de crecimiento y cambio.

Una de las ilustraciones más poderosas del poder de la fe se encuentra en el milagro del sufriente junto al estanque de Betesda. El pobre hombre estuvo allí durante 38 años. No tenía esperanza. Su vida parecía destinada a la invalidez, la pobreza y el sufrimiento, hasta que llegó Jesús.

Lee Juan 5:1 al 14. ¿Por qué crees que Jesús le preguntó al hombre: “¿Quieres ser sano?” (Juan 5:6)? ¿No es obvio que cualquiera que sufrió durante tanto tiempo desearía ser sanado? ¿Cuál era el motivo de Jesús? ¿Cuál fue la respuesta del hombre? (Juan 5:7).

Jesús no escuchó la excusa del hombre, ni la discutió. Sencillamente, dijo: “Levántate, toma tu lecho, y anda” (Juan 5:8). La pregunta esencial era: ¿Creería en la palabra de Cristo este pobre hombre enfermo, y actuaría basado en ella, a pesar de lo que experimentaba? Tan pronto como el hombre resolvió actuar sobre la base de las palabras de Cristo, fue sanado. El don de Jesús estaba en su palabra, la cual llevaba consigo el poder del Espíritu Santo para realizar lo que Cristo declaraba.

“Si crees la promesa, si crees que estás perdonado y limpiado, Dios suple el hecho; estás sano, tal como Cristo dio al paralítico el poder para andar cuando el hombre creyó que había sido sanado. Así es si así lo crees.

“No esperes sentir que estás sano, mas di: ‘Lo creo, así es, no porque lo sienta, sino porque Dios lo ha prometido,” (CC 51).

¿Por qué es tan importante creer en las promesas de Dios de perdón, especialmente cuando nos sentimos tan condenados y culpables por nuestros pecados? ¿Por qué el perdón debe preceder a la reforma en nuestras vidas? ¿Por qué es importante creer que podemos vencer gracias al poder de Cristo en nuestras vidas, aun ahora mismo?

 

Ir ArribaViernes 6 de septiembre

Para Estudiar y Meditar:

“Ningún hombre presente la idea de que el hombre tiene poco o nada que hacer en la gran obra de vencer, porque Dios no hace nada por el hombre sin su cooperación. Ni tampoco diga que después de haber hecho todo lo que pueda de su parte, Jesús lo ayudará. Cristo ha dicho: ‘Sin mí, nada podéis hacer’ (Juan 15:5). Desde el principio al fin, el hombre ha de obrar junto con Dios. A menos que el Espíritu Santo obre sobre el corazón humano, a cada paso tropezaremos y caeremos. Los esfuerzos del hombre solos son nada y sin valor; pero la cooperación con Cristo significa una victoria. [...] Nunca deje la impresión sobre la mente de que hay poco o nada que hacer de parte del hombre; sino más bien enseñe al hombre a cooperar con Dios, para que pueda tener éxito en vencer” (Elena G. de White, A New Life, pp. 38, 39).

“Toda verdadera obediencia proviene del corazón. La de Cristo procedía del corazón. Y si nosotros consentimos, se identificará de tal manera con nuestros pensamientos y fines, amoldará de tal manera nuestro corazón y mente en conformidad con su voluntad, que cuando obedezcamos estaremos tan solo ejecutando nuestros propios impulsos. La voluntad, refinada y santificada, hallará su más alto deleite en servirlo. Cuando conozcamos a Dios como es nuestro privilegio conocerlo, nuestra vida será una vida de continua obediencia. Si apreciamos el carácter de Cristo y tenemos comunión con Dios, el pecado llegará a sernos odioso” (DTG 621).

Preguntas para Dialogar:

  1. El crecimiento se produce en la vida cristiana cuando reclamamos las promesas de Dios por fe, creyendo que él hará precisamente lo que dice. ¿Cuáles son las promesas que se nos hacen aquí? (1 Juan 1:7-9; Fil. 4:13; Sant. 1:5-8; Rom. 8:31-39). ¿Cómo puedes aprender a creerlas por ti mismo? Más importante, ¿qué elecciones puedes hacer que ayudarán a que estas promesas sean más reales en tu vida?

  2. Medita en esta idea de trabajar en tu propia salvación “con temor y temblor”. En la clase, conversen acerca de lo que significa, especialmente en términos de salvación solo por fe. ¿Qué deberíamos temer, qué debería hacernos temblar?

  3. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste una promesa a Dios que, aunque eras sincero en el momento en que la hiciste, fracasaste totalmente en cumplirla? ¿Qué aprendiste de esa equivocación? ¿Qué principios puedes encontrar en la Biblia que nos capacitarán para tener las victorias que se nos prometen?

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