Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "El Discipulado"

Primer trimestre (enero-marzo) de 2014

Lección 4: "Discipular a los niños"

Para el 25 de enero de 2014

Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

 

Ir ArribaSábado 18 de enero

Lee Para el Estudio de esta Semana: Salmo 127:3-5; Deuteronomio 6:6, 7; Lucas 2:40-52; Mateo 18:1-6, 10-14; Marcos 10:13-16.

Para Memorizar: “Y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?” (Mat. 21:16).

En nuestro deseo de predicar al mundo y hacer discípulos de cada nación, no debemos olvidar a todo un grupo de personas: los niños.

Los estudios cristianos con respecto a los niños y a los jóvenes difieren en muchas cosas. No obstante, a través de las denominaciones, una cosa parece consistente: la mayoría de los creyentes entregaron su vida a Cristo a una edad relativamente temprana. Pocos conversos provienen de grupos de mayor edad. Aparentemente, muchas iglesias no ven en su planificación evangelizadora este hecho importante, y dirigen la mayor proporción de sus recursos hacia la población adulta. Los primeros discípulos de Cristo también parecen haber subestimado el valor del ministerio de los niños. Jesús rechazó esta actitud y dio lugar a los niños, aun les dio prioridad.

Por ello, debemos hacer lo mismo.

 

Ir ArribaDomingo 19 de enero: La ventaja del niño hebreo

Al comparar a los niños hebreos con otros de las naciones vecinas de esa época, vemos que gozaban de un tratamiento especial. El sacrificio de niños para aplacar a los dioses había saturado muchas culturas. Por otro lado, el valor de los niños se medía a menudo por su contribución económica a la sociedad. La productividad en el trabajo, y no su valor intrínseco, definía su relación con el mundo adulto. Es doloroso decirlo, pero algunas de estas actitudes, especialmente en cuanto al valor económico, aun se encuentran en nuestro mundo actual. Realmente, el día de la ira debe venir.

Es evidente que la apostasía de Israel afectó la estimación popular de los niños. El coqueteo de Manasés con la hechicería y otras religiones o cultos de las naciones vecinas lo indujo a sacrificar a sus hijos (2 Crón. 33:6). No obstante, el reinado de Manasés fue la excepción y no la regla; bajo un liderazgo más espiritual, los israelitas valoraban en gran manera a sus descendientes.

Lee Salmos 127:3 al 5 y 128:3 al 6, Jeremías 7:31, y Deuteronomio 6:6 y 7. ¿Qué sugieren estos textos acerca de la estima en que Dios tiene a los niños? ¿De qué forma una adecuada comprensión de las Escrituras podría afectar nuestra relación con los niños?

La educación, la primogenitura y muchas otras prácticas culturales demuestran, claramente, cuán valiosos eran los niños en la antigua cultura hebrea. No sorprende, entonces, que Cristo expandiera a nuevas dimensiones la posición de los niños, ya exaltada en comparación con las culturas circundantes. Después de todo, los niños son seres humanos, y la muerte de Cristo fue en favor de cada persona, cualquiera que sea su edad; esto no debemos olvidarlo nunca.

Es difícil de creer que haya adultos tan corrompidos, tan malos y tan degradados que lastiman a los niños; a veces, aun a los propios. ¿Cómo podemos nosotros, en la situación en que nos encontramos, hacer todo lo posible para amar, proteger y nutrir a los niños dentro de nuestra esfera de influencia?

 

Ir ArribaLunes 20 de enero: La niñez de Jesús

Si Jesús hubiera pasado por alto la niñez, llegando al planeta, Tierra como adulto, se podrían plantear preguntas serias con respecto a su capacidad de identificarse con los niños. Pero Cristo se desarrolló como lo debe hacer todo niño, sin saltear ninguna de las etapas de desarrollo asociadas con el crecimiento y la madurez. Él comprende las tentaciones de los adolescentes, y pasó por la fragilidad y la inseguridad de la niñez. Cristo enfrentó los desafíos que, en su propia esfera, afrontan los niños. Otra manera en la que nuestro Salvador reveló su verdadera humanidad fue el haber experimentado la niñez.

Lee Lucas 2:40 al 52. ¿Qué enseña esto en cuanto a la infancia de Jesús?

“Entre los judíos, el año duodécimo era la línea de demarcación entre la niñez y la adolescencia. Al cumplir ese año, el niño hebreo era llamado hijo de la ley y también hijo de Dios. Se le daban oportunidades especiales para instruirse en la religión, y se esperaba que participase en sus fiestas y ritos sagrados. De acuerdo con esta costumbre, Jesús hizo en su niñez una visita de Pascua a Jerusalén” (DTG 56).

Jesús adquirió sabiduría. Dios le otorgó su gracia. Del encuentro de Cristo adolescente en el templo durante la visita de Pascua, podemos ver que Jesús tenía una profunda sabiduría bíblica. Los maestros rabínicos fueron profundamente impresionados por las preguntas y respuestas de Jesús.

Dios sin duda usó muchas experiencias de la niñez para dar forma al carácter atractivo y sin faltas de Cristo. Tal vez, la disciplina de aprender las habilidades de un carpintero, al atender a sus devotos padres, al estar regularmente en contacto con las Escrituras y su interacción con los habitantes de Nazaret moldearon el fundamento de su crianza temprana. Al fin, por notable que haya sido la niñez de Jesús, él fue lo que todos hemos sido: un niño.

“El niño Jesús no recibió instrucción en las escuelas de las sinagogas. Su madre fue su primera maestra humana. De labios de ella y de los rollos de los profetas, aprendió las cosas celestiales. Las mismas palabras que él había hablado a Israel por medio de Moisés, le fueron enseñadas sobre las rodillas de su madre” (DTG 50). Medita en las increíbles implicaciones de esas palabras. ¿Qué nos enseñan acerca de la humanidad de Cristo?

 

Ir ArribaMartes 21 de enero: Sanó a niños

Lee los siguientes textos: Mateo 9:18 al 26, Marcos 7:24 al 30, Lucas 9:37 al 43, Juan 4:46 al 54. ¿Qué niños fueron restaurados en estos incidentes? ¿En qué forma los trasfondos de estos niños fueron similares? ¿Qué diferencias podrías detectar? ¿Qué lecciones podemos aprender de estos textos que pueden ayudarnos hoy?

En todas estas historias, hay una similitud abrumadora: en cada caso, un padre desesperado fue a Jesús buscando ayuda para un niño. ¿Qué padre no se identificaría con ellos? ¿Qué padre no ha sentido el dolor, la angustia, el temor y el horror cuando un niño estaba muy enfermo, o aun moribundo? Para los que han estado en esa situación, no hay nada peor.

Y aunque Jesús mismo no había sido padre, se relacionó lo suficiente con ellos, en su humanidad, y sanó a sus hijos. En cada caso hubo curación. No rechazó a ninguno. De este modo, se vio claramente su amor no solo por los padres sino también por los niños.
Por supuesto, esto conduce a muchas preguntas acerca de las oraciones y súplicas de los padres por sus hijos que no fueron sanados. Tal vez no hay experiencia más triste que enterrar a un niño. La muerte debería reservarse para las generaciones mayores. La situación no natural de padres que lamentan la muerte de sus hijos hace que el corazón se rebele. Durante esos funerales, casi cada padre se pregunta: “¿No me debería haber tocado a mí?”

Lamentar la muerte física y observar la decadencia espiritual puede ser igualmente doloroso. ¿Cuántos padres han sufrido agonías a causa de hijos abrumados por la adicción a las drogas, la pornografía o la indiferencia adolescente? Cualquiera sea la aflicción, debemos aprender a confiar en Dios y en su bondad y amor, aun cuando las cosas no resultan tan felizmente como ocurre en las historias bíblicas enumeradas arriba. Elena de White, una profetisa, tuvo que sepultar a dos de sus hijos. Nuestro mundo es un lugar cruel; sin embargo, nuestro Dios es un Dios amante, y aferrarnos a esa verdad debemos no importa qué suceda.

 

Ir ArribaMiércoles 22 de enero: Una advertencia temible

Analiza Mateo 11:25 y 26, y 18:1 al 6 y 10 al 14. ¿Qué verdades, no solo acerca de los niños sino también acerca de la fe en general, aprendemos por medio de estas historias? Piensa en cuán severa fue la advertencia de Jesús aquí. ¿Por qué deberíamos temblar ante ella?

Hay en los niños una autenticidad singular a la que Jesús apeló con frecuencia cuando ilustraba cómo era su Reino. Su autenticidad, humildad, dependencia e inocencia captan de algún modo, la esencia del vivir cristiano. ¡Cómo deberíamos todos anhelar esa sencillez y esa confianza al vivir nuestra fe!

Los que hacen discípulos hoy deberían aprender otra lección: los niños nunca necesitan dejar atrás su dependencia infantil. Educados apropiadamente, los niños pueden llevar su confiada inocencia a la adultez. Cuando los niños crecen y maduran, cuestionarán algunas cosas, tendrán luchas, dudas y preguntas sin respuestas, como las tenemos todos. Pero una fe infantil nunca pasa de moda. Como padres, o adultos, deberíamos hacer todo lo que podamos para instalar en los niños el conocimiento de Dios y de su amor, y nada es mejor que revelarles ese amor a través de nuestras vidas, nuestra bondad, compasión y cuidado por ellos. Podemos predicar todo lo que queramos; pero al fin, la mejor manera de discipular a los niños (y a los adultos) es vivir frente a ellos el amor de Dios en nuestras vidas.

En contraste, los actos fríos y severos contra los niños –particularmente en las actividades patrocinadas por la iglesia– pueden destruir la confianza de un niño en la iglesia y en Dios. Los que realizan tales acciones ¡qué ira deben esperar! Cristo y su mensaje despiertan confianza y fe. ¿Cómo se atreverá cualquier organización humana a comprometer esa fe infantil por falta de vigilancia?

¿Qué está haciendo tu iglesia, no solo para nutrir a sus niños, sino para asegurarse de que estén protegidos de toda manera posible? Piensa en lo que significa que Jesús dijera que “sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos” (Mat. 18:10). ¿Por qué esto debe hacer temblar a todos los que hieren a un niño?

 

Ir ArribaJueves 23 de enero: Dejad a los niños

Lee Marcos 10:13 al 16. ¿De qué modo el hecho de que Cristo aceptara a los niños facilita que ellos lo acepten a él? ¿Cómo tiene que entenderse la reprensión de Jesús a sus discípulos? ¿Qué aprendemos de este registro sobre nosotros y el modo en que debemos relacionarnos con los niños?

Seguramente, los discípulos de Cristo eran bien intencionados, aunque ignorantes. Intentaron proteger el valioso tiempo de Jesús y conservar su energía para asuntos más “importantes”. Ellos entendieron mal lo que Jesús quería que supieran.

Imagínate lo que es ser rechazado por adultos rezongones, solo para ser abrazados por la persona amante y considerada que es Jesús. No es extraño que ellos lo abrazaran. En esta historia se nos ha dejado un valioso ejemplo con respecto a la manera en que los profesos discipuladores deben tratar a los niños.

“En los niños que eran puestos en relación con él, Jesús veía a los hombres y a las mujeres que serían herederos de su gracia y súbditos de su Reino, algunos de los cuales llegarían a ser mártires por su causa. Él sabía que estos niños lo escucharían y aceptarían como su Redentor con mayor facilidad que los adultos, muchos de los cuales eran sabios en las cosas del mundo y de corazón endurecido. En su enseñanza, él descendía a su nivel. Él, la Majestad del cielo, no desdeñaba contestar sus preguntas y simplificar sus importantes lecciones para adaptarlas a su entendimiento infantil. Implantaba en sus mentes semillas de verdad que en años ulteriores brotarían y darían fruto para vida eterna” (DTG 473, 474).

¿Cuán a menudo encontramos adultos que soportaron tanto dolor, tanto sufrimiento, tanta angustia de corazón por cosas que les ocurrieron en su infancia? ¿Qué debería decirnos esto acerca de cuán tierna, cuidadosa y amorosamente deberíamos tratar a los niños, y con cuánta oración?

 

Ir ArribaViernes 24 de enero

Para Estudiar y Meditar:

Lee “Dejad a los niños venir a mí”, El Deseado de todas las gentes, pp. 472-475; y El Deseado de todas las gentes, p. 543. Lee también “El bautismo”, Joyas de los testimonios, t. 2, pp. 391, 392; y “La enseñanza y el estudio de la Biblia”, La educación, pp. 185, 186.

“Es todavía verdad que los niños son más susceptibles a las enseñanzas del Evangelio; sus corazones están abiertos a las influencias divinas y son fuertes para retener las lecciones recibidas. Los niñitos pueden ser cristianos y tener una experiencia de acuerdo con sus años. Necesitan ser educados en las cosas espirituales, y los padres deben darles todas las ventajas a fin de que adquieran un carácter semejante al de Cristo.

“Los padres y las madres deben considerar a sus hijos como miembros más jóvenes de la familia del Señor, a ellos confiados para que los eduquen para el cielo. Las lecciones que nosotros mismos aprendemos de Cristo, debemos darlas a nuestros hijos a medida que sus mentes jóvenes puedan recibirlas, revelándoles poco a poco la belleza de los principios del cielo” (DTG 474).

Preguntas para Dialogar:

  1. ¿Por qué crees que muchos que aceptan a Cristo lo hacen cuando son jóvenes, en vez de hacerlo cuando son mayores? Los escépticos pueden alegar que es porque son demasiado crédulos e ignorantes para darse cuenta de la “tontera” de lo que hacen. Por otro lado, ¿podría ser porque todavía no se han endurecido ni manchado con el cinismo y el escepticismo de muchos adultos? Es decir, su inocencia y su disposición los hacen más susceptibles para aceptar los impulsos del Espíritu Santo. Analiza esto.

  2. ¿Cómo puede la iglesia actual llegar a ser más semejante a Cristo en su apelación a los niños? ¿Qué puede hacer cada feligrés para ser más amable hacia los jóvenes que quizás están experimentando con modas extravagantes, gustos musicales inusitados, o con conductas extremas? ¿Cómo puede la iglesia llegar a ser más vigorosa y atraer así a los jóvenes activos?

  3. ¿Qué pasos pueden dar los miembros al prepararse para responder a los jóvenes interesados que desean el bautismo y un compromiso transformador con Cristo?

  4. Medita en los atributos de la niñez que hizo que Jesús dijera: “A menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos” (Mat. 18:3, NVI). ¿Qué significa este texto? Al mismo tiempo, ¿qué no significa?

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