Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "El Discipulado"

Primer trimestre (enero-marzo) de 2014

Lección 9: "Discipular a los poderosos"

Para el 1 de marzo de 2014

Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

 

Ir ArribaSábado 22 de febrero

Lee Para el Estudio de esta Semana: Romanos 13:1-7; Marcos 2:23-28; Mateo 8:5-13; 26:57-68; 17:11-14; Hechos 4:1-12.

Para Memorizar: “Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe” (Hech. 6:7).

“Los discípulos no fueron dotados del valor y la fortaleza de los mártires hasta que necesitaron esta gracia. Entonces se cumplió la promesa del Salvador. Cuando Pedro y Juan testificaron delante del Sanedrín, los hombres ‘se maravillaban; y les conocían que habían estado con Jesús’ (Hech. 4:13). De Esteban, se dice que ‘todos los que estaban sentados en el concilio, puestos los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel’ (6:15). Los hombres ‘no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba’ (6:10). Y Pablo, escribiendo acerca de su propio juicio ante el tribunal de los Césares, dice: ‘En mi primera defensa, nadie estuvo conmigo, antes todos me abandonaron... Mas el Señor estuvo conmigo, y me esforzó, para que por medio de mí la predicación fuese cumplidamente hecha, y para que oyesen todos los gentiles; y así yo fui librado de la boca del león’ (2 Tim. 4:16, 17)” (DTG 321).

 

Ir ArribaDomingo 23 de febrero: Respetar las autoridades

Durante largos siglos, la gente luchó por comprender el papel y la función del gobierno, y el modo en que los ciudadanos debían relacionarse con él. ¿Qué les da a los dirigentes el derecho de gobernar? ¿Cuál es la mejor forma de gobierno? ¿Debería la gente siempre obedecer a su gobierno? Si no, ¿por qué no? Estas son solo algunas de una multitud de preguntas con las que todavía luchamos hoy.

Lee Romanos 13:1 al 7. ¿Qué mensaje importante hay allí para nosotros? No obstante, ¿cómo puede abusarse de estos textos y su mensaje? ¿Qué ejemplos de esto tenemos en la historia? ¿De qué forma podemos, como iglesia, aprender de estas equivocaciones, aun en nuestra propia historia, así como de los errores de la iglesia cristiana en general?

La opresión y la brutalidad caracterizaron al Imperio Romano durante el tiempo de Cristo. Las legiones romanas aterrorizaban y subyugaban naciones civilizadas, integrándolas al imperio por la fuerza. Centenares de miles perdieron todo, y fueron apresados y asesinados. Gobiernos títere permitidos por Roma fueron, tal vez peores que Roma misma. Sin embargo, es interesante que Jesús nunca abogó por cualquier tipo de rebelión contra este gobierno, e incluso no cuestionó que retuviera los impuestos (ver Luc. 20:25). El único acto de desobediencia civil de Jesús –el volcar la mesa de los cambistas de dinero– demostró la repugnancia que sintió con respecto a los abusos sacerdotales. No fue contra los romanos mismos.

“El pueblo de Dios considerará a los gobernantes humanos como que han sido confirmados divinamente; enseñará que se les debe obedecer como un derecho sagrado, dentro del ámbito de la legitimidad; sin embargo, cuando sus edictos están en conflicto con los mandamientos de Dios, la Palabra de Dios deberá prevalecer por encima de toda ley humana. ‘Así dice Jehová’ no debe supeditarse a un ‘Así dice la iglesia’ o ‘Así dice el estado’. La corona de Cristo debe colocarse por encima de las diademas de los gobernantes terrenales” (TI 6:402).

 

Ir ArribaLunes 24 de febrero: “¿no habéis leído...?”

Por desgracia, algunas de las personas más poderosas e influyentes con las que Jesús trató fueron los líderes religiosos de su tiempo, muchos de los cuales le fueron abiertamente hostiles.

No obstante, incluso en sus encuentros con ellos, Jesús siempre procuró ser redentor. No estaba buscando discusiones; procuraba la salvación de todas las personas, aún de los poderosos e influyentes que finalmente lo condenaron a muerte.

Lee Marcos 2:23 al 28 y 3:1 al 6, y Mateo 12:1 al 16. En estos encuentros ¿cómo podemos ver que Jesús –a pesar de la abierta hostilidad hacia él– trataba de alcanzar a estos hombres? ¿Qué dijo e hizo, que debería haber conmovido sus corazones si no hubiesen estado tan cerrados?

Es interesante que, al tratar con estas personas, Jesús se refirió a las Escrituras e incluso a la historia sagrada, fuentes que tendrían que haber conmovido a los líderes religiosos. Jesús apeló a lo que debía ser un terreno común entre ellos. Por ejemplo, citó la Biblia cuando habló de la importancia de la misericordia por sobre el ritual. Al hacerlo, procuró llevar a los dirigentes a un significado más profundo de la Ley que ellos pretendían acariciar y sostener tan ferviente y devotamente.

En su discurso acerca de sacar a un animal de un pozo en sábado, Jesús entonces apeló a sus ideas más básicas de decencia y bondad, algo con lo que estos hombres deberían haberse identificado. El problema, sin embargo, era que su amargura y odio hacia Jesús nublaba hasta eso.

Finalmente, los milagros mismos tendrían que haber hablado poderosamente a estos líderes influyentes acerca del Hombre extraordinario que estaba entre ellos.

Es fácil, desde nuestra situación actual, mirar atrás y sorprendernos por la ceguera y dureza de esos hombres. No obstante, ¿cómo podemos estar seguros de que nosotros mismos, procurando proteger algo a lo que no queremos renunciar, no nos cerremos a recibir mayor luz de Dios? ¿Por qué hacer esto es más fácil de lo que pensamos?

 

Ir ArribaMartes 25 de febrero: El centurión

Aunque varios encuentros de Cristo con personas poderosas terminaron ásperamente, hubo notables excepciones, tales como el que tuvo con Nicodemo. Otra reunión constructiva involucró a un centurión romano (un oficial del ejército romano).

Lee Mateo 8:5 al 13 y Lucas 7:1 al 10. ¿Qué podemos aprender de estos informes acerca de testificar a personas con poder?

Cuando el centurión supo que Jesús ya estaba cerca, envió a varios amigos para disuadir a Jesús de que fuera hasta su casa. Profundamente respetuoso de la adoración judía y de la espiritualidad de Jesús, se sintió no merecedor de la atención personal de Cristo. Finalmente, justo antes de que Jesús llegara, se aventuró a acercarse a él. Le explicó la situación, expresando su fe de que la sola la declaración de Cristo podría restaurar a su siervo. Por su experiencia militar, comprendía la autoridad. Él obedecía a su comandante y sus subordinados le obedecían a él. ¡Cuán sorprendente es que este hombre de poder e influencia (y además romano) pudiera demostrar una fe tan profunda cuando otros que tenían mayores ventajas espirituales despreciaban a Jesús!

Aquí, un honesto examen propio es valioso. Necesitamos preguntarnos si hemos sido complacientes y meramente estamos adoptando doctrinas correctas en vez de experimentar una fe viviente. Aun creyentes más nuevos y menos equipados pueden expresar una fe más profunda que los que crecieron en el cristianismo. Tus bendiciones espirituales ¿se han convertido en una razón para depender de ti mismo? ¿Se te escaparon oportunidades espirituales sin que las notaras? Cuando respondemos en forma afirmativa, Cristo es la respuesta. Cualquiera puede gozar de la experiencia del centurión. Esta historia debe animar a quienes evangelizan a las personas que están en posiciones de poder. ¿Cuántos centuriones hay en el siglo XXI? Que la fe de ellos inspire y fortalezca la nuestra.

Hay poder en un ministerio abnegado y ajeno al yo, que puede emocionar a cualquier individuo de cualquier clase social. ¿Qué aspectos de esta característica manifestamos en nuestra propia vida y en nuestros testimonios?

 

Ir ArribaMiércoles 26 de febrero: El día del juicio

Lee Mateo 26:57 al 68 y 27:11 al 14; Lucas 23:1 al 12; y Juan 18:19 al 23, 31 al 40 y 19:8 al 12. ¿Qué podemos aprender del testimonio de Jesús a estos hombres poderosos?

En estas escenas finales de la jornada terrenal de Jesús, los seguidores de Cristo vislumbraron el doloroso precio de una fidelidad resuelta. Desde su arresto hasta su crucifixión, Cristo dio testimonio delante de los hombres más poderosos de su país: monarcas, gobernadores, sacerdotes. Él estudiaba, uno tras otro, a los que estaban ebrios de la autoridad mundana. Aparentemente, ellos lo controlaban a él. Los soldados arrastraron a Jesús entre las salas de ellos, los concilios de ellos, los palacios de ellos y los tribunales de ellos sin percibir que, en última instancia, el mundo es de él. Cualquiera fuera la sentencia que ellos pronunciaran contra Cristo, esta era, en última instancia, el juicio que ellos pronunciaban contra sí mismos.

Mientras Cristo testificaba para hacer discípulos, a veces el resultado era diferente de lo que él hubiera deseado. ¡Cómo se habría regocijado si Pilato, Caifás, Herodes y otros le hubiesen entregado sus corazones a él y se hubiesen arrepentido! Sin embargo, rehusaron obstinadamente ceder a las súplicas y dejaron de lado su invitación a la salvación.

Del mismo modo, los seguidores de Cristo del siglo XXI tendríamos que reconocer que, mientras testificamos para hacer discípulos, el resultado a menudo difiere del que quisiéramos y por el que oramos. Los esfuerzos no siempre tienen un éxito mensurable. Esto no debería desanimarnos ni tampoco inhibir posteriores testificaciones. El discípulo genuino es, como Jesús mismo, fiel hasta la muerte, no fiel hasta el chasco. Se celebra el trigo, se lamenta la cizaña, y la cosecha continúa. A pesar de la testificación de Cristo aparentemente sin éxito delante de estos hombres poderosos, sucedió algo maravilloso porque, según Hechos 6:7, no solo el número de los discípulos se multiplicó, sino “también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe”. Solamente Dios sabe cuántos de esos sacerdotes estuvieron escuchando y viendo a Jesús en sus horas finales.

 

Ir ArribaJueves 27 de febrero: La explosión primitiva

Los primeros discípulos de Cristo difundieron entusiastamente el evangelio por todo el mundo civilizado. Casas, sinagogas, tribunales y palacios reales llegaron a ser escenarios para la proclamación del Reino. Sin embargo, Jesús predijo arrestos, juicios y audiencias hostiles para aquellos discípulos (Mat. 10:16-20). Lamentablemente, quienes estaban saturados de poder terrenal fueron los más lentos en recibir a Cristo.

Lee los siguientes pasajes: Hechos 4:1 al 12, 13:5 al 12 y 50, 23:1 al 6; y 25:23 al 26:28. Aunque uno tiene la idea de que muchas personas se convirtieron en forma instantánea, eso no es lo que sucedió. Estos resultados fueron el producto de circunstancias anteriores. La siembra precede a la siega. Cristo había proclamado fielmente el evangelio. Misioneros y los primeros conversos habían testificado por toda Judea. Cuando Cristo conquistó la muerte, y confirmó así su mensaje, miles de personas indecisas entraron al Reino. Secretamente lo habían seguido pues habían respondido a sus invitaciones. Factores culturales, seguridad en el trabajo y presiones de la familia demoraron su respuesta abierta. La resurrección de Cristo destruyó las dudas y los llevó a tomar una decisión.

Entonces, el apóstol Pablo entró en el escenario. Pero, su testimonio no fue apreciado universalmente. Algunas veces, lo persiguieron y lo expulsaron hombres destacados. Fue apedreado, azotado, apresado y maltratado de varios modos, a menudo por instigación de personas poderosas. Con frecuencia, motivos políticos fueron el fundamento de esos sentimientos anticristianos.

El gobernador Félix encarceló a Pablo para aplacar la oposición religiosa a Pablo. Festo, su sucesor, era más equilibrado; sin embargo, le faltó la voluntad política de liberar a Pablo. Durante una visita oficial del rey Agripa y de su hermana, Berenice (descendientes de la dinastía de Herodes), solicitó una audiencia con Pablo. Tristemente, como su antecesor, rechazó su invitación a la salvación. Aunque los discípulos de Cristo del siglo XXI afrontemos rechazos y persecuciones similares, también deben perseverar.

¿Cómo pueden los discipuladores que trabajan entre las autoridades mundanas y religiosas evitar el desánimo cuando son rechazados? Siempre que los seguidores de Cristo trabajan en favor de personas poderosas, ¿quiénes más podrían ser afectados por su testimonio?

 

Ir ArribaViernes 28 de febrero

Para Estudiar y Meditar:

Lee “El centurión”, “Ante Anás y Caifás” y “En el tribunal de Pilato”, El Deseado de todas las gentes, pp. 282-287; 647-662; 671-689. Lee también “Ministerio entre los ricos”, El ministerio de curación, pp. 160-166; y “Por poco me persuades”, Los hechos de los apóstoles, pp. 357-368.

“Por medio del trato casual o accidental no es posible llevar a los ricos, que aman al mundo y lo adoran, a Cristo. Esas personas son muchas veces las de más difícil acceso. Por ellas deben hacer esfuerzos personales quienes, animados de espíritu misionero, no se desanimen ni fracasen.

“Hay personas particularmente idóneas para trabajar entre las clase altas” (MC 164).

Preguntas para Dialogar:

  1. Cada vez que Jesús testificaba a personas poderosas, otros tomaban nota. Algunos estaban en posiciones de poder, otros no. Como Nicodemo y José de Arimatea, muchos de entre la clase sacerdotal, educada, llegaron a la fe gradualmente. Algunos espectadores que presenciaron las confrontaciones de Cristo con los líderes religiosos también creyeron. La turbulencia volcánica generalmente yace escondida debajo de la corteza de la montaña. Es imposible evaluar visualmente la intensidad. Mediciones exactas requieren instrumentos especiales. En forma similar, el potencial explosivo del movimiento de Jesús permaneció escondido durante su ministerio terrenal. Después de su resurrección, sin embargo, el reino estalló, poniendo en evidencia conversiones masivas, aun entre los cargos de influencia. La fiel plantación estaba dando finalmente su cosecha abundante. ¿Qué deberían enseñarnos estos hechos acerca de la importancia de que no desanimáramos cuando nuestro testimonio no parece ser efectivo como nos gustaría que fuera, especialmente entre la élite poderosa?

  2. Elena de White escribió, en la declaración que antecede, que ciertas personas están especialmente capacitadas para el trabajo de alcanzar a los poderosos. ¿Cuáles podrían ser algunas de esas capacidades? Al mismo tiempo, ¿por qué debemos tener cuidado de no limitar a quienes nosotros pensamos que no están capacitados para ello?

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