Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "El Discipulado"

Edición para maestros. Primer trimestre (enero-marzo) de 2014

Lección 5: "Discipular a los enfermos"

Para el 1 de febrero de 2014

 

Enseña a tu clase | Bosquejo de la Lección | Resumen
Ciclo de Aprendizaje:
Motiva | Explora | Aplica | Crea

 

El sábado enseñaré...

Texto Clave: Mateo 15:30, 31.

 

Ir ArribaEnseña a tu clase a:

Saber que aunque la enfermedad siempre será un visitante no bienvenido; la gente con dolencias a menudo está abierta a las influencias espirituales.

Sentir el deseo de ministrar a quienes están enfermos, atendiendo sus necesidades emocionales y espirituales, así como las físicas.

Hacer: Ayudar a aliviar las cargas que afectan a otros emocionalmente o espiritualmente.

 

Ir Arriba Bosquejo de la Lección

  1. Saber: La enfermedad no es un indicador de la condición espiritual de una persona.

    1. ¿Por qué para los antiguos era tan fácil decir que la ceguera mostraba el desagrado de Dios?

    2. ¿Cómo actuó Jesús para contrarrestar esta idea?

    3. ¿Se puede observar todavía esa mentalidad en la iglesia de hoy? Si es así, ¿de qué modo se nota? ¿Cómo puede el ejemplo de Jesús usarse para procurar vencer esa mentalidad?

  2. Sentir: Jesús sanó tanto espiritual y emocionalmente como físicamente.

    1. ¿Cuáles son tus historias favoritas de curación en el ministerio de Jesús, y por qué?

    2. ¿Qué indicios te ayudan a comprender que Jesús se interesaba algo más que solo la curación física?

  3. Hacer: Darte cuenta del sufrimiento que te rodea, sea este evidente o no.

    1. A menudo saludamos a la gente preguntando: “¿Cómo estás?”, y la respuesta, generalmente, es: “Bien”. ¿Cómo sabes si alguien no está “bien”?

    2. ¿Recuerdas una ocasión cuando te sentiste enfermo emocional y físicamente? ¿Qué te ayudó a superar ese momento?

 

Ir Arriba Resumen

Existe una relación íntima entre la salud física, la emocional y la espiritual. Jesús sabía de un vistazo cómo ministrar a la gente con la que se encontraba. ¿De qué modo puedes hacer lo mismo?

 

Ir Arriba CICLO DE APRENDIZAJE

Texto destacado: Mateo 15:30, 31.

Concepto clave para el crecimiento espiritual: Aun en una época cuando la expectativa de vida está aumentando, y se sabe tanto acerca de la salud y de la sanidad, la enfermedad es una realidad siempre presente por causa del mal en el mundo.

 

Ir ArribaPASO 1: ¡Motiva!

Solo para los maestros: Todos hemos experimentado enfermedad. Hubo un tiempo cuando la gente consideraba las enfermedades como un castigo de una deidad caprichosa. Pero, muchas personas todavía luchan con el porqué de la enfermedad y el sufrimiento. Y en vez de admitir que no lo saben, algunos cristianos procuran dar respuestas y no consuelo.

Actividad/diálogo inicial: A lo largo de la historia, la gente ha procurado el alivio de las enfermedades con diversos tratamientos. En un papel grande o una pizarra, escribe los siguientes síntomas del lado izquierdo, y las antiguas recetas egipcias a la derecha, pero no en orden. En la clase, pide a los miembros que, por turno, tracen una línea del síntoma al tratamiento que los egipcios creían que lo remediaría. Otra forma sería decir cuál es el síntoma, y que los alumnos indiquen cuál es el tratamiento tradicional o casero para él. Abajo damos las enfermedades y su curación, en el orden correcto.

  • Alivio del dolor – tomillo.

  • Diuréticos y laxativos – eneldo, bálsamo, manzanas, cebollas, perejil.

  • Asma – sésamo, leche con miel, incienso.

  • Ayuda para la digestión – ajo, madera de sándalo, enebro, menta.

  • Refrescar el aliento – menta, comino.

  • Dolores de pecho – enebro, semillas de mostaza, áloe.

  • Dolor de cabeza – áloe, semillas de amapola.

  • Atención de heridas – miel (un antibiótico natural).

  • Anestesia – semillas de amapola (también usado para el insomnio).

  • Quemaduras y enfermedades de la piel – áloe.

  • Epilepsia – alcanfor.

  • Vómitos – semillas de mostaza para inducir el vómito, menta para detenerlos.

(Fuente: Tratamientos médicos egipcios, http://suite101.com/article/egyptian-medical.treatments-a20616*ixzzlyFFj7eaH, bajado el 19 de junio de 2012).

Preguntas para dialogar:

  1. ¿Cuáles de esos remedios se usan todavía hoy? En la Biblia, la enfermedad a menudo se usa como una metáfora del pecado. ¿Quién es el único remedio, y por qué?

  2. Cristo sanó no solo los cuerpos enfermos, sino lo que afligía a la mente y al corazón. ¿En qué formas Cristo procura sanarnos hoy emocional, espiritual, mental y físicamente?

 

Ir ArribaPASO 2: ¡Explora!

Solo para los maestros: Una de las razones por las que los adventistas del séptimo día estamos interesados en desarrollar ministerios de curación en nuestros hospitales, clínicas y escuelas de medicina es porque entendemos que hay una relación entre la salud y la espiritualidad. Aunque no comprendemos completamente esa relación, no podemos apreciar bien las cosas espirituales y vivir la “vida abundante” si estamos sufriendo de una enfermedad o impedimento físico.

Comentario de la Biblia

I. El Sanador y sus ayudantes

(Repasa, con tu clase, Mar. 2:1-12.)

Cuando comenzó a saberse que Jesús tenía poderes sanadores, le llevaron la gente que esperaba alivio de sus sufrimientos físicos. Esta historia específica es interesante por varias razones:

El hombre no podía moverse solo; dependía de la bondad de amigos que lo llevaran a Jesús. Parece que el hombre eligió los amigos correctos, porque cuando descubrieron que el acceso a Jesús estaba bloqueado, no desistieron. Subieron al techo, abrieron un hueco en él, y bajaron al hombre para que pudiera estar cerca de Jesús.

Jesús vio a un hombre que obviamente tenía molestias físicas. Pero, en lugar de sanarlo, le dijo: “Hijo, tus pecados te son perdonados” (Mar. 2:5).

Jesús tenía la ventaja de conocer el corazón de las personas. Aparentemente, así como nosotros conocemos los factores de riesgo que llevan a enfermedades coronarias, diabetes, cáncer, etc., Jesús sabía que el sufrimiento de este hombre estaba de algún modo relacionado con las elecciones de su estilo de vida. Así que, además de sufrir de parálisis, el hombre también sufría por una carga de culpa que era tan dolorosa como su sufrimiento físico.
Esto sugirió la reacción de los maestros de la ley: “¿Por qué habla éste así?... ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?” (vers. 7).

Nadie sabe cuándo sus pecados realmente están perdonados, o si lo están. Pero, como para mostrar que él tenía el poder y la autoridad para perdonar pecados, Jesús le dijo al hombre: “Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa” (vers. 11).

La gente que está enferma a menudo sufre cierto nivel de culpa; se pregunta si hay una razón para su sufrimiento. “¿Hice algo mal? ¿Me está castigando Dios? ¿Sanaré alguna vez?” Esta historia nos recuerda que el poder sanador de Dios es real. Desafortunadamente, no podemos predecir si Dios ejercerá ese poder o no. Todo lo que podemos hacer es confiar en la voluntad de Dios para hacer lo que es mejor, y rodearnos de amigos que nos ayudarán a mantenernos cerca de él.

Considera: ¿Cuáles amigos se acercaron a ti cuando estabas en angustia física o emocional? ¿Qué hicieron ellos? ¿Qué encontraste que es más efectivo para aliviar el sufrimiento de los que te rodean? ¿Qué forma tangible toma el consuelo?

II. La curación máxima

(Repasa, con tu clase, Juan 11:1-44.)

La historia de Jesús y Lázaro es importante por varias razones:

La Biblia menciona a María, a Marta y a Lázaro más de una vez. Se ha sugerido que Jesús acostumbraba detenerse en la casa de ellos en Betania cada vez que estaba en las cercanías. De modo que sorprende que después que Jesús supo que Lázaro estaba enfermo (Juan 11:3), se detuvo otros dos días donde estaba (vers. 6).

Cualquiera que se haya preguntado por los tiempos de Dios debería notar esto. Jesús y sus discípulos podrían haber viajado a Betania tan pronto como oyeron que Lázaro estaba enfermo, pero no lo hicieron. Cuando finalmente aparecieron allá, era demasiado tarde.

Tanto Marta como María le recordaron a Jesús las consecuencias de su demora, como si él no hubiera sabido lo que había hecho. Pero, el recordatorio le dio la oportunidad de hacer esta afirmación animadora: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (vers. 25).

El milagro de resucitar a Lázaro, aunque era excepcional, se complica por el hecho de que, con la excepción de la descripción de Jesús de él como “nuestro amigo Lázaro” (vers. 11), no sabríamos mucho acerca de él. Sabemos que tenía dos hermanas, María y Marta; que vivía en Betania; pero no sabemos en qué trabajaba, o cómo llegó a relacionarse con Jesús.

El punto es: no necesitamos ser talentosos, famosos o ricos para ser resucitados a la vida. La promesa de Jesús –“Yo soy la resurrección y la vida”– se aplica tanto a nosotros como a Lázaro.

Considera: ¿Qué lecciones podemos aprender de la demora de Jesús en responder al pedido de sanar a Lázaro? ¿Cuán cerca de Jesús te sientes en este momento? ¿Tan cerca como estaba Lázaro? ¿Crees que Jesús saldría de su camino para resucitarte? ¿Por qué sí, o por qué no?

III. Nuestro ministerio sanador

(Repasa, con tu clase, Hech. 3:1-9; 9:36-42.)

Aunque a veces escuchamos historias de personas que fueron milagrosamente sanadas en respuesta a la oración, a menudo la gente no se sana cuando oramos por ellos. ¿Por qué pasa esto?

Las historias acerca de Pedro y Juan en la puerta la “Hermosa” del templo, y de Pedro y Tabita (Dorcas) en Jope nos recuerdan que, cuando la iglesia cristiana se estaba estableciendo, Dios puede haber usado curaciones milagrosas como una manera de apoyar el ministerio de los discípulos. El registro acerca de que Pedro y Juan sanaron al paralítico afirma: “Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna... y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido” (Hech. 3:9, 10).

Acerca de Tabita, la Biblia dice: “La noticia se difundió por todo Jope, y muchos creyeron en el Señor” (Hech. 9:42, NVI).

Considera: Aunque la iglesia de Dios hoy no puede demostrar todos los dones de curación milagrosa que hicieron los primeros discípulos, todavía tenemos que ministrar a los enfermos. Ese ministerio es ser la presencia de Cristo para aquellos que están enfermos, apoyarlos en su sufrimiento, realizar sus mandados, asegurarles el amor de Dios y señalarles a aquel que es “la resurrección y la vida”.

Preguntas para dialogar:

  1. ¿Qué dones espirituales son útiles al ministrar a los que están enfermos? ¿Cuáles tienes tú, y cómo puedes usarlos en esta tarea?

  2. Cuando estuviste enfermo, ¿quién proveyó el mayor apoyo? ¿De qué modo fue útil?

 

Ir ArribaPASO 3: ¡Aplica!

Solo para los maestros: Servir a los enfermos es tan bueno para nosotros como para ellos. Al hacerlo, trabajamos de la mano de aquel que pasó mucho tiempo sanando durante su ministerio terrenal.

Aplicación a la vida:

¿Hay alguien en tu iglesia que es responsable de registrar quién está enfermo o en el hospital? ¿Debería haber una persona que se ocupe de eso? Analicen la idea.

 

Ir ArribaPASO 4: ¡Crea!

Solo para los maestros: Siendo que el tema del discipulado es tan práctico, analicen en la clase de qué modo puede aplicarse y mantenerse un ministerio a los enfermos.

Actividad:

Tomen unos momentos para enumerar quiénes de su congregación podrían beneficiarse con un poco de atención de parte de sus hermanos. No tienen que ser enfermos; pueden ser ancianos o incapacitados. Enumeren todos los que recuerden.
Junto a cada nombre, registren una estrategia para mantenerse en contacto con esas personas. Luego, escriban al lado quién de tu clase (o de otra) puede proveer apoyo físico y moral al que necesite atención especial.

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