Lecciones para adultos: "Las enseñanzas de Jesús"
Tercer trimestre (julio-septiembre) de 2014
Lección 9: "Nuestra misión"
Para el 30 de agosto de 2014
Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes
Lee Para el Estudio de esta Semana: Mateo 5:14-16; Lucas 24:48, 49; Juan 20:21; Mateo 28:19, 20; Apocalipsis 14:6-12.
Para Memorizar: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mat. 24:14).
Al principio de su ministerio, Jesús llamó a Pedro y a Andrés para que fueran sus discípulos, lo cual significaba que debían traer a otras personas a Jesús. “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres”, les dijo (Mat. 4:19). Más tarde, eligió a doce discípulos “para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar” (Mar. 3:14).
Cristo envió a los doce apóstoles y, más tarde, a setenta discípulos para evangelizar (Mat. 10:5-15, Luc. 10:1-12). Después de su resurrección, Cristo apareció varias veces a sus discípulos (1 Cor. 15:3-8) y colocó en sus manos la responsabilidad de predicar el evangelio (Hech. 1:2, 3). Vez tras vez les confió la comisión evangélica. Ninguno de los escritores de los evangelios registró todas las palabras que dijo Jesús. Más bien, cada uno anotó algunas frases de las instrucciones del Señor. Cada uno enfatizó un aspecto diferente de la comisión evangélica y, de ese modo, nos proveyeron información valiosa en cuanto a su propósito, su metodología y su alcance.
Esta semana analizaremos la comisión evangélica tal como la presentó Jesús y la transmitieron los autores de los evangelios.
Domingo 24 de agosto: Ser la luz del mundo
Lee Mateo 5:14 al 16. ¿Qué nos está diciendo Jesús aquí, a cada uno de nosotros en forma individual y como comunidad de la iglesia?
A lo largo de la Biblia, la luz se asocia íntimamente con Dios. “Jehová es mi luz”, cantó David (Sal. 27:1), y Juan afirmó que “Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él” (1 Juan 1:5). Dios es la fuente de luz. De hecho, lo primero que creó fue la luz, porque la luz es indispensable para la vida.
Dada la estrecha conexión que hay entre la luz y Dios, la Escritura con frecuencia utiliza la luz para simbolizar la verdad, el conocimiento y la piedad. Caminar en la luz significa tener un carácter como el de Dios (Efe. 5:8; 1 Juan 1:7). La luz representa a Dios, la oscuridad a Satanás. Esa es la razón por la cual es un grave pecado hacer “de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz” (Isa. 5:20).
Jesucristo, el Hijo eterno de Dios, es “la luz de los hombres, [...] aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre” (Juan 1:4, 9). Solamente él es la luz que puede iluminar la oscuridad de un mundo envuelto en pecado. A través de él, podemos recibir la “iluminación del conocimiento de la gloria de Dios” (2 Cor. 4:6), es decir, su carácter.
Cuando aceptamos a Cristo como nuestro Salvador, nos convertimos en “hijos de la luz” (Juan 12:36; 1 Tes. 5:5). Pero, no tenemos luz en nosotros mismos. Al igual que la luna, lo único que podemos hacer es reflejar la luz que brilla sobre nosotros. Cuando permitimos que Jesús brille a través de nosotros, no haremos buenas obras para demostrar nuestra propia virtud, sino para llevar a las personas a glorificar a Dios.
“Si Cristo mora en el corazón, es imposible ocultar la luz de su presencia. Si los que profesan ser seguidores de Cristo [...] no tienen luz para difundir, es prueba de que no tienen relación con la Fuente de luz” (DMJ 37).
¿No sería absurdo encender una lámpara solo para ponerla “debajo del almud, o debajo de la cama” (Mar. 4:21)? Entonces, ¿por qué a veces hacemos eso con la luz de Cristo? Un discípulo escondido no es más útil que una lámpara bajo una vasija en una noche oscura. Por lo tanto, “levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti” (Isa. 60:1).
La luz en sí misma es, en realidad, invisible. Debe reflejarse sobre un objeto; de otra manera no la podemos ver. ¿Qué lección espiritual podemos extraer de esto sobre el modo en que nuestra luz, como creyentes, debe mostrarse?
Lunes 25 de agosto: Ser testigos
El primer encuentro de Jesús con sus discípulos, después de su resurrección, fue muy importante. Ellos estaban temerosos, angustiados, desanimados y perplejos. Se habían encerrado en el aposento alto por temor, pero Jesús fue a ellos y se apareció de pie en medio de ellos. Con una voz clara y cálida, dijo: “Paz a vosotros”. Sorprendidos y aterrorizados como estaban, les fue difícil creer lo que veían y oían. Con amor, el Señor mostró sus manos y sus pies, y les explicó todo lo que las Escrituras decían sobre él. Esa noche, la presencia y las palabras de Jesús transformaron dramáticamente a los discípulos, disipando su ansiedad e incredulidad, y llenándolos de la paz y el gozo que provenían de la certeza de su resurrección.
Entonces, Cristo comenzó a explicarles la misión que les encomendaba, ayudándolos a captar gradualmente la importancia de la responsabilidad de ellos como testigos de la muerte, la resurrección y el poder de él para perdonar pecados y transformar vidas (Luc. 24:46-48). Los discípulos, con toda certeza, lo habían visto morir pero, también, lo habían visto con vida nuevamente. Por lo tanto, podían testificar de él, y que él era el Salvador del mundo.
Un testigo es alguien que vio u oyó un incidente o acontecimiento. Cualquier persona puede ser un testigo, siempre y cuando haya visto u oído personalmente lo que ocurrió. No existe tal cosa como un testigo de segunda mano. Podemos testificar basados únicamente en nuestra propia experiencia, no en la de otros. Como pecadores rescatados, tenemos el privilegio de contar a otros lo que Jesús ha hecho por nosotros.
¿Cuál es la relación entre recibir el Espíritu Santo y testificar por Cristo? Luc. 24:48, 49; Hech. 1:8 (ver también Isa. 43:10, 12; 44:8).
El libro de Hechos muestra que el testimonio de los creyentes pudo tener poder de convencimiento solamente por la presencia del Espíritu Santo en sus corazones. Después de recibir el Espíritu, “con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús” (Hech. 4:33). Es decir, pudieron hablar, abiertamente y con gran poder, sobre lo que ellos mismos habían visto y experimentado. En un sentido muy real, nuestro testimonio acerca de Cristo siempre debe incluir nuestra propia experiencia con él.
¿Cuál ha sido tu experiencia personal con el Señor? ¿Qué ha hecho Dios en tu vida sobre lo cual puedes testificar de primera mano a otras personas? Lleva tu respuesta a la clase el sábado.
Martes 26 de agosto: Yo os envío
El evangelio de Juan también informa sobre el primer encuentro de Jesús con sus discípulos en el aposento alto, pero menciona otros elementos que no están incluidos en el evangelio de Lucas.
Según Juan, ¿de qué manera definió Jesús la misión de los creyentes? Juan 20:21.
Jesús ya había mencionado este concepto unos pocos días antes, cuando oró: “Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo” (Juan 17:18). Enviar a alguien implica que el que lo hace tiene autoridad sobre el que es enviado. También comprende un propósito, dado que uno es enviado con una misión que cumplir. Jesús fue enviado por el Padre para salvar al mundo (Juan 3:17), y nosotros lo somos por Jesús para proclamar la salvación a través de él. Evidentemente, nuestra misión es una continuación de la de Cristo, que consistió en un ministerio integral a todas las personas (Mat. 9:35). Él no solo espera que continuemos lo que inició sino, también, que vayamos más lejos. “El que en mí cree”, dijo el Señor, “las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará” (Juan 14:12).
Jesús proveyó el Espíritu Santo a fin de darle poder a sus discípulos para llevar a cabo su misión. En la creación, Dios “sopló” en la nariz de Adán “aliento de vida” (Gén. 2:7). Ahora Jesús “sopló” sobre los discípulos “el Espíritu Santo” (Juan 20:22). Así como el aliento de vida transformó el polvo inerte en un ser viviente, el Espíritu Santo transformó a los temerosos y desanimados discípulos en poderosos testigos vivientes para continuar la obra de Jesús. El mismo poder es indispensable hoy para cumplir la misión que se nos encomendó.
Jesús te ha llamado para ser un testigo. ¿De qué puedes testificar? Es decir, ¿qué has visto o experimentado acerca de Jesús que deberías compartir con otras personas?
Miércoles 27 de agosto: Hacer discípulos
Después de su resurrección, Jesús se encontró con sus discípulos en Galilea, en el “monte donde Jesús les había ordenado” (Mat. 28:16). No solo los once; también más de quinientos hermanos se reunieron allí para encontrarse con el Señor resucitado (1 Cor. 15:6). Aquel que había conquistado la muerte les dijo: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mat. 28:18). El Hijo ya no limita voluntariamente el uso de su poder y autoridad divinos como lo hizo durante su ministerio terrenal. Más bien, así como antes de la encarnación, la autoridad de Jesús incluye al universo entero. Basado en su autoridad incuestionable, Jesús confía una misión a sus seguidores.
Según el informe de Mateo, al dar la gran comisión, Jesús utilizó cuatro verbos: ir, hacer discípulos, bautizar y enseñar. Lamentablemente, muchas versiones de la Biblia no reflejan el hecho de que, en griego, el único verbo que está en imperativo es hacer discípulos, mientras los otros tres verbos son participios. Esto significa que el énfasis de la oración está en hacer discípulos, y que las otras tres actividades dependen de esta.
¿Cuál es el papel de ir, bautizar y enseñar, en relación con el cumplimiento del mandato de hacer discípulos? Mat. 28:19, 20.
El mandato de Jesús indica tres actividades involucradas en hacer discípulos. No es necesario que las tres actividades se den en un orden secuencial particular; más bien, se complementan entre sí. Al ir a diferentes lugares hasta alcanzar a todo el mundo, deberíamos enseñar todo lo que Jesús enseñó, y bautizar a aquellos que lo acepten como su Salvador y están dispuestos a observar todas las cosas que Jesús mandó.
Nos regocijamos cuando alguien se bautiza, pero el bautismo no es el fin de la historia. Es solamente parte del proceso de transformar a alguien en un discípulo. Nuestra tarea es invitar a las personas a seguir a Jesús, lo cual significa creer en él, obedecer sus enseñanzas, adoptar su estilo de vida e invitar a otros a ser discípulos también.
La palabra todo caracteriza este texto. Dado que Jesús tiene “toda potestad”, debemos ir a “todas las naciones” y enseñarles a guardar “todas las cosas” relacionadas con el evangelio, con la seguridad de que Cristo estará con nosotros “todos los días”, hasta el fin del mundo.
Piensa en tu iglesia local. ¿Qué está haciendo para nutrir y discipular a los nuevos conversos? ¿Qué más se podría hacer? Pregúntate también: ¿qué talentos tengo que podrían ser usados para cumplir esta parte importante de la comisión evangélica?
Jueves 28 de agosto: Predicar el evangelio
Con su característica concisión y claridad, el evangelio de Marcos presenta la comisión de Jesús en una breve frase: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Mar. 16:15). Al igual que en Mateo, el verbo ir, en griego, es un participio que no indica la tarea, sino el movimiento necesario para cumplir la tarea. La misión en sí misma está expresada por el verbo griego kērusso, usado aquí en el modo imperativo. Kērusso significa “proclamar en voz alta, anunciar, predicar”. Marcos utiliza este término catorce veces, más que cualquier otro Evangelio. La iglesia debe proclamar el evangelio.
Durante el ministerio terrenal de Jesús, los doce no habían sido enviados a los gentiles, sino solamente “a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mat. 10:6). Ahora, Cristo los envía a “todo el mundo” y “a toda criatura”. Los once por sí solos nunca podrían haber anunciado el evangelio al mundo entero, y mucho menos a toda criatura viviente sobre la Tierra. Una tarea de una dimensión tan global requiere la participación de la iglesia entera; es confiada a todos los creyentes de todas las edades. Esto te incluye a ti y me incluye a mí.
Lee Apocalipsis 14:6 al 12. ¿De qué manera estos versículos abarcan la misión mundial de la iglesia?
Sin embargo, predicar el evangelio a toda criatura, no significa automáticamente que todos lo aceptarán. Solo “el que creyere y fuere bautizado, será salvo” (Mar. 16:16). Deberíamos predicar con todo fervor, esperando que todos los que nos escuchen acepten la invitación del evangelio. No obstante, debemos ser conscientes de que muchos no aceptarán la Palabra, como lo muestra claramente la imagen de la puerta angosta (Mat. 7:13, 14).
¿Qué seguridad tenemos de que esta misión mundial puede cumplirse y, de hecho, se cumplirá? Mat. 24:14.
Hay un paralelismo alentador entre Marcos 16:15 y Mateo 24:14. Ambos textos se refieren a la proclamación del evangelio a todo el mundo. Mientras que el primer pasaje presenta la comisión de Jesús de predicar, el segundo provee la promesa de Jesús de que la misión se llevará a cabo con toda seguridad.
Cristo “proveyó ampliamente para la prosecución de la obra y tomó sobre sí la responsabilidad de su éxito. Mientras ellos [sus discípulos] obedeciesen su palabra y trabajasen en relación con él, no podrían fracasar” (DTG 761). La pregunta, entonces, que cada uno de nosotros debe hacerse es: ¿cuán dispuesto estoy a ser utilizado por Jesús en esta obra crucial?
Para Estudiar y Meditar:
Lee “Id, doctrinad a todas las naciones”, El Deseado de todas las gentes, pp. 757-768; y “La gran comisión”, Los hechos de los apóstoles, pp. 21-28.
“Cada verdadero discípulo nace en el Reino de Dios como misionero. El que bebe del agua viva, llega a ser una fuente de vida. El que recibe llega a ser un dador. La gracia de Cristo en el alma es como un manantial en el desierto, cuyas aguas surgen para refrescar a todos y da, a quienes están por perecer, avidez de beber el agua de la vida” (DTG 166).
“El mandato que dio el Salvador a los discípulos incluía a todos los creyentes en Cristo hasta el fin del tiempo. Es un error fatal suponer que la obra de salvar almas solo depende del ministro ordenado [...]. A todos los que reciben la vida de Cristo se les ordena trabajar para la salvación de sus semejantes. La iglesia fue establecida para esta obra, y todos los que toman sus votos sagrados se comprometen por ello a colaborar con Cristo” (Ibíd. 761).
Preguntas para Dialogar:
No todos pueden viajar por el mundo predicando el evangelio. ¿De qué formas puede cada uno de nosotros participar en la tarea de esparcir el evangelio al mundo, en el contexto del mensaje de los tres ángeles?
¿De qué maneras está continuando tu iglesia local el ministerio de Jesús en tu comunidad? ¿Cómo podrías ayudar a mejorar el servicio misionero de la iglesia?
Jesús dijo que el evangelio iría a todo el mundo. Durante casi toda la historia desde que él pronunció estas palabras, los métodos de comunicación no variaron. Hace doscientos años, la comunicación no era mucho más rápida de lo que lo era hace dos mil, cuando Jesús pronunció la comisión evangélica. Por supuesto, todo eso ha cambiado, especialmente en los últimos cincuenta años, en los cuales han surgido medios de comunicación impensables anteriormente. ¿Cómo podemos utilizar más eficientemente la extraordinaria tecnología actual, a fin de realizar la tarea que se nos ha prometido que será realizada?
En la clase, basados en la pregunta que aparece al final de la lección del día lunes, permite que, aquellos que estén dispuestos, compartan su propia experiencia personal con Jesús. ¿De qué manera podemos utilizar nuestro propio testimonio para testificar a otros? ¿Por qué deberíamos utilizar nuestra propia experiencia?
Lecciones de la Escuela Sabática
Estudie la palabra de Dios a través de las Guías o lecciones de la Escuela Sabática.
Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; y el que me ve, ve al que me envió. Juan 12:44,45.
Libros de Lecturas Devocionales
- A Fin de Conocerle. Hoy con la lectura Servid al señor de todo corazón basada en Colosenses 3:23-24.
- Cada día con Dios. Hoy con la lectura Fábulas por arte compuestas basada en Daniel 8:14.
Envíe su Pedido de Oración, sus peticiones serán tratadas de una forma confidencial.
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