Lecciones para adultos: "La Epístola de Santiago"
Cuarto trimestre (octubre-diciembre) de 2014
Lección 1: "Santiago, el hermano del Señor"
Para el 4 de octubre de 2014
Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes
Lee Para el Estudio de esta Semana: Juan 7:2-5; 1 Corintios 15:5-7; Santiago 1:3; 2:5; 1 Pedro 2:9, 10; Mateo 7:24-27.
Para Memorizar: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Juan 15:14).
Hoy estamos muy lejos de los primeros días de la iglesia cristiana, tanto en tiempo como en cultura. Por eso tenemos poca idea de cómo era pertenecer al naciente movimiento cristiano en un tiempo en que muchas congregaciones se reunían en hogares, y la mayoría de los creyentes eran judíos perseguidos por sus compañeros israelitas. La carta de Santiago nos da una de las más tempranas vislumbres del cristianismo de origen judío antes que desapareciera en la niebla de las controversias judeo-cristianas, y antes de la marginalización de los judíos por una iglesia con predominio de gentiles desde el siglo II.
A diferencia de muchas de las epístolas, no parece que una crisis o necesidad urgente de alguna iglesia local impulsó a Santiago a escribir la suya. Más bien, escribió a una comunidad cristiana más amplia, “las doce tribus que están en la dispersión” (Sant. 1:1).
Sin embargo, antes de sumergirnos en su carta, trataremos de aprender lo que podamos acerca del autor mismo. Algunas preguntas que consideraremos son: ¿Quién fue Santiago? ¿Cuál fue su trasfondo? ¿Qué relación tuvo con Jesús? ¿Qué posición ocupaba en la iglesia?
Domingo 28 de setiembre: Santiago, el hermano del Señor
El autor de esta carta debe haber sido bien conocido en la iglesia, porque no hay más información específica en su carta que la que aparece en Santiago 1:1: “Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud”.
Así podemos reducir nuestras opciones rápidamente. En el Nuevo Testamento hay cuatro personas llamadas Santiago: dos de los doce discípulos (Mar. 3:17, 18); el padre de Judas (otro de los doce, pero no el Judas Iscariote, Luc. 6:16), y uno de los hermanos de Jesús (Mar. 6:3). De estos cuatro, solo el hermano de Jesús vivió un tiempo suficiente para ser importante en la iglesia como para escribir tal carta. De esta manera, creemos que fue Santiago, el hermano de Jesús, quien fue el autor de este libro del Nuevo Testamento.
Como el hijo de un carpintero (Mat. 13:55), Santiago habría tenido más oportunidades educacionales que un campesino cualquiera. Su carta está entre los mejores ejemplos del griego literario del Nuevo Testamento. Su vocabulario rico, su elegancia retórica, y su dominio del Antiguo Testamento solo es sobrepasado por la epístola a los Hebreos. Como su nombre aparece primero en la lista de los hermanos de Jesús, tal vez Santiago fue el hijo mayor de la familia. Sin embargo, el hecho de que Jesús le confió el cuidado de su madre a Juan, el discípulo amado (Juan 19:26, 27), sugiere que sus hermanos no eran hijos de María, sino los hijos de José de un matrimonio anterior.
En el contexto del ministerio de Jesús, considera: “Cuando se enteraron sus parientes, salieron a hacerse cargo de él, porque decían: ‘Está fuera de sí’” (Mar. 3:21, NVI; ver también Juan 7:2-5). ¿Qué nos dicen estos textos acerca de cómo percibía a Jesús su propia familia? ¿Qué lecciones podemos obtener para nosotros, si alguna vez quienes nos aman nos entienden mal?
“Era un concepto falso de la obra del Mesías y una falta de fe en el carácter divino de Jesús, lo que había inducido a sus hermanos a instarle a presentarse públicamente al pueblo en ocasión de la fiesta de las cabañas” (DTG 449).
Lunes 29 de setiembre: Santiago, el creyente
Lee 1 Corintios 15:5 al 7, y Hechos 1:14. ¿Qué nos dicen acerca de los cambios que se produjeron en Santiago?
Jesús se les apareció a muchos después de su resurrección, incluyendo a Pedro y “los doce” (menos Judas Iscariote). Luego se apareció a más de quinientas personas a la vez. Santiago, aparentemente, no estuvo en esta reunión con los quinientos; Jesús se le apareció separadamente, y esta aparición debe haber sido muy especial, porque se la menciona específicamente. La Biblia no dice qué sucedió en ella. Debe haber hecho un gran impacto sobre él, pues Santiago llegó a ser un fiel seguidor de Jesús, y un líder influyente en la iglesia.
¿Qué más sabemos acerca de Santiago? Hech. 12:16, 17; 15:13, 14, 19; 21:17-19: Gál. 1:18, 19; 2:9.
Santiago rápidamente llegó a ser un personaje destacado en la iglesia de Jerusalén. Después que un ángel lo rescató de la prisión (44 d. C.), Pedro quiso que Santiago supiera todo lo que le había sucedido a él (Hech. 12:17). Cinco años más tarde, Santiago presidió el concilio de Jerusalén y anunció la decisión de los hermanos. Pablo lo menciona primero, antes de Pedro y Juan, en su lista de las “columnas” en Jerusalén (Gál. 2:9). Varios años después de este evento (58 d. C.), cuando Pablo trajo la ofrenda para los pobres de Jerusalén de las diversas iglesias, los delegados de cada iglesia a su vez entregaron las ofrendas a los pies de Santiago (ver Elena G. de White, Sketches From the Life of Paul, pp. 208, 209).
Santiago parece haber gozado de alta estima durante muchas décadas después de la muerte de los apóstoles. En realidad, se desarrollaron muchas leyendas acerca de su piedad que se lo recuerda como “Santiago el justo”. Así, a pesar de comenzar con muchas dudas acerca de Jesús, Santiago terminó siendo un gigante espiritual en la iglesia primitiva.
Martes 30 de setiembre: Santiago y el evangelio
Desafortunadamente, tal vez por causa de la influencia de Lutero, muchos cristianos no han podido ver el importante mensaje que contiene la epístola de Santiago. Sin disminuir la contribución que Lutero hizo a la iglesia actual, debemos recordar que “la Reforma no terminó con Lutero […] Debe continuar hasta el fin de la historia del mundo”, por cuanto “graves errores” fueron perpetuados por los Reformadores, y “había importantes verdades que no descubrieron” y necesitaban ser reveladas (HR 370).
De este modo fue necesario el Gran Despertar con Jonathan Edwards, George Whitefield y los hermanos Wesley, que generaron el movimiento Metodista con su énfasis en la función vital de la santidad en la vida cristiana. La obra de la reforma se continuó con el Segundo Despertar, por medio del cual Dios suscitó a los adventistas del séptimo día, para proclamar “el mensaje del tercer ángel”. Esta proclamación mundial culmina con el testimonio lleno del Espíritu de quienes, como pueblo, “guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apoc. 14:12).
Lee Santiago 1:3; 2:5, 22, 23; 5:15. ¿De qué modo actúa la fe en estos pasajes? ¿Qué nos dicen acerca de lo que significa vivir por fe? ¿Cómo nos muestran que la fe es más que solo un asentimiento intelectual a diversas verdades proposicionales?
Puede ser una sorpresa para algunos notar que Santiago se refiere a creer y fe 19 veces en su breve carta, ¡más que sus referencias a obras y justificación combinadas! De hecho, la importancia de la fe se enfatiza desde el mismo principio del primer capítulo en relación con las pruebas y el pedir sabiduría (vers. 3; 6). Esto muestra que Santiago no sólo escribía a creyentes, sino que esperaba que ellos tuvieran cierta calidad de fe. Como veremos, el acto de creer, en sí mismo, es de poca ayuda; la fe verdadera lleva en sí misma ciertas credenciales reconocibles. Es decir, la fe verdadera será revelada en la vida y el carácter del creyente.
¿Qué cosas revelan en tu vida diaria la calidad y la realidad de tu fe? ¿Cómo puedes mostrar la realidad de tu fe aún en las cosas “pequeñas”?
Miércoles 1 de octubre: A las doce tribus que están en la dispersión
Lee Santiago 1:1; Hechos 11:19 al 21; y 1 Pedro 2:9, 10. ¿Quiénes son estas “doce tribus”, y cómo llegaron a dispersarse?
Como vimos, Santiago escribió a los creyentes. Al comienzo, la obra del evangelio se concentró en Jerusalén (Luc. 24:47); pero como resultado de la persecución, que se intensificó después del apedreamiento de Esteban, estos creyentes fueron esparcidos, y la simiente del evangelio se plantó en todas las ciudades y regiones circundantes del Imperio Romano.
Según Hechos 11, el evangelio llegó a los gentiles muy temprano, comenzando en Antioquía; así, “las doce tribus” probablemente se refiera a los cristianos como un todo. No parecen haber sido congregaciones diferentes basadas en conceptos étnicos, razón por la cual el Concilio de Jerusalén tuvo que decidir si los gentiles que creían debían primero circuncidarse como los judíos (Hech. 15:1-6) a fin de llegar a ser cristianos.
Lee Hechos 15:13 al 21. ¿Cómo atendió Santiago ese problema de la iglesia primitiva?
Una solución bíblica preservó una iglesia unificada: Santiago citó la profecía de Amós, de que la restauración de Israel y su posterior expansión incluiría a los gentiles (Hech. 15:16, 17), una de las leyes de Moisés para los extranjeros (Lev. 18 al 20). Santiago les recordó a “las doce tribus” que eran co-herederas de la promesa hecha a Abrahán. Pedro tiene una idea similar al describir a los cristianos como una “nación santa” (1 Ped. 2:9; comparar con Éxo. 19:5, 6), al dirigirse a los de “la dispersión” (1 Ped. 1:1). La palabra griega en ambos pasajes es diáspora, que se refería a judíos que vivían fuera de los límites geográficos de Israel (ver Juan 7:35).
¿Una iglesia en la dispersión? Suena como si fuéramos nosotros, como adventistas. A pesar de las vastas diferencias culturales, étnicas y sociales entre nosotros, ¿qué une a los adventistas en Cristo, como un movimiento claramente protestante?
Jueves 2 de octubre: Santiago y Jesús
Santiago tuvo la oportunidad de observar a Jesús cuando era niño, joven y adulto. Luego, en algún momento Santiago no solo creyó en Jesús como el Mesías sino llegó a ser un líder de los cristianos en Jerusalén. Y no obstante, Santiago no se llama a sí mismo hermano, sino “siervo” (Sant. 1:1) de Jesús. Claramente, Santiago aprendió humildad y sabiduría verdadera. No sorprende, que estos también sean temas importantes en su carta (ver Sant. 1:9-11, 21; 3:13-18; 4:6-10).
Compara los siguientes pasajes y resume lo que tienen en común:
Sant. 1:22 con Mat. 7:24-27.
Sant. 3:12 con Mat. 7:16.
Sant. 4:12 con Mat. 7:1.
Se ha reconocido ampliamente la afinidad que tiene la carta de Santiago con las enseñanzas de Jesús, y específicamente con el Sermón del Monte. “La influencia penetrante de Jesús subraya toda la enseñanza de Santiago” (Davids, The Epistle of James, p. 50).
Al comparar cuidadosamente Santiago con los Evangelios, parece que esta carta no depende de ninguno de ellos. Más bien, Santiago escribe desde un conocimiento íntimo y personal con las enseñanzas de Jesús, que siempre inspiró a sus oyentes a tener fe y los desafió a ejercerla.
Al estudiar el libro de Santiago este trimestre, encontraremos un enfoque similar. Santiago no se contenta con una fe débil, sin frutos o vacilante. Como veremos la semana próxima, la fe domina la primera parte del libro, y Santiago muestra cómo su cualidad vital subyace una relación crucial con Cristo.
Medita en la calidad y la realidad de tu propia fe. ¿Cuán real es? ¿Cuán profundamente penetra? ¿Cómo te capacita para vivir la vida cristiana? ¿Qué cosas podrías hacer, y qué elecciones hacer, que te ayuden a mejorar la calidad y profundidad de tu fe?
Para Estudiar y Meditar:
“Con frecuencia sus hermanos presentaban la filosofía de los fariseos, antiquísima y gastada, y afectaban creer que podían enseñar a Aquel que comprendía toda la verdad y todos los misterios. Condenaban libremente lo que no podían comprender. Sus reproches le herían en lo vivo y angustiaban su alma. Profesaban tener fe en Dios y creían justificarle, cuando Dios estaba con ellos en la carne y no le conocían.
“Estas cosas hacían muy espinosa la senda de Jesús. Tanto se condolía Cristo de la incomprensión que había en su propio hogar, que le era un alivio ir adonde ella no reinaba” (DTG 293).
Preguntas para Dialogar:
La carta de Santiago es esencialmente un manual sobre la vida cristiana práctica. Puede hasta haber sido el primer libro del Nuevo Testamento en escribirse (en algún momento entre los años 44 y 49 d. C.). Es decir, además de ser un libro sobre teología, también nos dice cómo vivir la vida cristiana. ¿Por qué el vivir lo que creemos es tan importante, si no es todavía más que lo que creemos? ¿O lo que creemos es más importante que cómo vivimos esa creencia? Por ejemplo, qué es mejor: un observador del domingo que sea sincero y que realmente lo guarda en verdad y seriamente, o un observador del sábado que no es sincero, que “guarda” el sábado pero realmente no lo toma en serio?
Como vimos en la sección del lunes, Santiago era hermano de Jesús. En otras palabras, aunque Jesús era Dios mismo, el Creador de todo lo que fue hecho, también era humano, uno de nosotros, hasta el punto de tener hermanos. ¿Cómo nos ayuda esta idea a comprender cómo se superó el vasto abismo entre el cielo y un mundo caído? ¿Qué nos dice, además, acerca del extremo al que va Dios para salvar a la humanidad camino? ¿De qué modo la humanidad de Cristo nos ayuda a comprender cómo podemos tener la victoria sobre el pecado? ¿Cómo nos asegura la humanidad de Cristo que Dios comprende la realidad de nuestras luchas y angustias?
La lección de esta semana menciona que la humildad es un tema en la carta de Santiago. ¿Por qué la humildad es tan importante en la vida cristiana? Es decir, a la luz de la Cruz y lo que allí ocurrió, ¿cómo nos atreveríamos a asumir una actitud de arrogancia o de importancia propia, especialmente en asuntos espirituales?
Lecciones de la Escuela Sabática
Estudie la palabra de Dios a través de las Guías o lecciones de la Escuela Sabática.
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa. Efesios 1:13.
Libros de Lecturas Devocionales
- A Fin de Conocerle. Hoy con la lectura Promesa de poder divino basada en Hechos 1:8.
- Cada día con Dios. Hoy con la lectura El antídoto de la codicia basada en Colosenses 1:23.
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