Lecciones para adultos: "El libro de Lucas"
Segundo trimestre (abril-junio) de 2015
Lección 11: "El Reino de Dios"
Para el 13 de junio de 2015
Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes
Lee Para el Estudio de esta Semana: Lucas 11:2; 1:32, 33; 18:16-30; 17:23, 24; Apocalipsis 21:1-3; Lucas 21:34-36.
Para Memorizar: “Porque vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios” (Luc. 13:29).
El Reino de Dios es un tema importante y una prioridad significativa en las enseñanzas de Jesús. La frase aparece cerca de cincuenta veces en Mateo, dieciséis en Marcos, unas cuarenta veces en Lucas y unas tres veces en Juan. En todo lugar donde aparece –sea en el Padrenuestro, en el Sermón del Monte, o en sus otras predicaciones y parábolas− el Reino de Dios es una expresión de lo que Dios ha hecho en la historia en favor de la raza humana con el problema del pecado, y con la conclusión definitiva y final de la gran controversia. El Reino de Dios es diferente de cualquier reino que el mundo haya conocido, porque no es un reino terrenal.
“El Reino de Dios no viene con exhibiciones externas. Viene mediante la dulzura de la inspiración de su Palabra, la obra interior de su Espíritu y la comunión del alma con el Ser que es su vida. La mayor demostración de su poder se advierte en la naturaleza humana llevada a la perfección del carácter de Cristo” (MC 23).
Esta semana nos concentraremos en este tema, especialmente como aparece en Lucas.
Domingo 7 de junio: “Características del reino de Dios: Primera parte”
Los evangelios están repletos con referencias al Reino de Dios y acumulativamente testifican que, en Jesús y por medio de él, se inauguró un nuevo orden.
¿Qué dice Lucas 11:2 acerca del Reino de Dios? ¿De quién es ese reino y por qué es tan importante?
Decir que este reino es de Dios no es sencillamente señalar lo obvio, sino más bien es afirmar que el Reino de Dios no es un concepto filosófico ni un edificio ético. No es un evangelio social que proclama pan y agua para el hambriento, o igualdad y justicia para los oprimidos políticamente. Trasciende toda la bondad humana y la acción moral, y encuentra su lugar en la actividad soberana de Dios en el Hijo encarnado, que vino predicando las buenas noticias del Reino (Luc. 4:42-44; Mat. 4:23-25).
¿Qué enseña Lucas 1:32 y 33 acerca de quién inauguró el Reino de Dios, y cuál será su resultado final?
El pasaje es de la mayor importancia por dos razones: la primera, el Mesías predicho en el Antiguo Testamento no es otro que Jesús, el “Hijo del Altísimo”; la segunda, “su reino no tendrá fin”. Esto significa que, por medio de su encarnación, muerte y resurrección, Jesús venció el desafío de Satanás a la soberanía de Dios y estableció por la eternidad el Reino de Dios. “Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (Apoc. 11:15). En el choque entre Cristo y Satanás, éste reclamó la victoria después de la caída de Adán y de Eva. Pero, la misión de Jesús demostró la falsedad de las pretensiones de Satanás. Cristo derrotó a Satanás en cada prueba y, con su muerte y resurrección, aseguró a todo el cosmos que el Reino de Dios había llegado.
¿Cómo podemos vivir de manera que reflejemos la realidad del Reino de Dios? Más importante aún, ¿De qué modo podemos reflejar esa realidad en nuestra propia vida? ¿Qué debería ser diferente acerca de cómo vivimos ahora, como ciudadanos del Reino de Dios?
Lunes 8 de junio: “Características del reino de Dios: Segunda parte”
¿Qué nos enseñan los siguientes textos sobre de qué se trata la ciudadanía en el Reino de Dios? Luc. 18:16-30; Luc. 12:31-33; Luc. 9:59-62.
El ingreso al Reino de Dios no depende del estatus o la posición de la persona, o sus riquezas o falta de ellas. Lucas, junto con los escritores de los otros evangelios, señala que la persona debe ir a Jesús con una actitud de entrega sin compromisos, de absoluta dependencia y de confianza infantil; estos son los rasgos de quienes han entrado al Reino de Dios. Deben estar dispuestos a renunciar a todo si es necesario; porque cualquier cosa a la que no quisieran renunciar sería algo que, en un sentido, no solo competiría con Jesús sino que, en realidad, le ganaría. Jesús y su reclamo de nuestra vida, en cada aspecto de nuestra vida, tiene la máxima prioridad. Esto tiene lógica porque, después de todo, es solo por medio de él que existimos. Por supuesto, de esta forma, él debe tener toda nuestra lealtad.
Lee otra vez Lucas 18:29 y 30. ¿Qué nos está diciendo Jesús y qué nos promete? ¿Tener que dejar a los padres, cónyuges y aun los hijos por el Reino de Dios? Ese es un compromiso exigente, ¿verdad? Jesús no está diciendo que estas acciones se requieran de todos los creyentes sino que, si uno fuera llamado a dejar esas cosas por causa del Reino de Dios, el Reino de Dios bien valdría la pena hacerlo.
Medita en las palabras de Jesús sobre dejar que los muertos entierren a sus muertos. ¿Qué verdad importante expresa aquí acerca de no presentar excusas que impidan seguirlo cuando llega el llamado, no importa cuán válidas pudieran parecer esas excusas?
Martes 9 de junio: “El reino de Dios: Ya, pero no todavía”
Jesús proclamó el Reino de Dios. En su primera proclamación pública en Nazaret (Luc. 4:16-21), afirmó que por medio de él, ese día la profecía mesiánica de Isaías acerca del reino y su ministerio redentor había sido inaugurado.
Lucas registra otra afirmación que indica la realidad presente del reino. Los fariseos le preguntaron cuándo vendría el reino, y Jesús les contestó que “el reino de Dios está entre vosotros” (Luc. 17:21). Es decir, con Jesús, el reino ya ha venido, con sus componentes que incluyen la curación de los enfermos (Luc. 9:11), la predicación del evangelio (Luc. 4:16-19), el perdón de los pecados (Luc. 7:48-50; 19:9, 10), y el aplastamiento de las fuerzas del mal (Luc. 11:20). De este modo, Jesús hizo que el reino estuviera dentro de la persona, para transformarla a su semejanza. El Reino de Dios también se ve en la comunidad de los creyentes, una revelación de justicia y salvación. Este aspecto presente también se conoce como el “reino de la gracia de Dios [que] se está estableciendo, a medida que ahora, día tras día, los corazones que estaban llenos de pecado y rebelión se someten a la soberanía de su amor” (DMJ 93).
Mientras el “ya” define el hecho de que el reino es final –es decir, la derrota del pecado y de Satanás, y la victoria de Jesús en la gran controversia−, el aspecto del “todavía no” espera la conclusión física del mal, y el establecimiento de la tierra nueva: “El establecimiento completo del reino de su gloria no se producirá hasta la segunda venida de Cristo a este mundo” (Ibíd. 93).
¿Qué nos enseñan estos textos acerca del Reino de Dios al final del tiempo? Luc. 17:23, 24; 21:5-36.
El estado de nuestro mundo –agitación, tristeza y dificultades en él− reflejan ciertamente las palabras que Jesús expresó aquí. Aunque algunos alegan que el dolor y el sufrimiento significan que Dios no existe, podemos contestar que, Jesús nos advirtió hace casi 2.000 años que el estado del mundo demostraría no sólo la existencia de Dios sino la verdad de la Biblia misma. (Si el mundo fuera un paraíso ahora, las palabras de Jesús serían falsas.) Solo al final del tiempo se establecerá el Reino de Dios, en toda su plenitud. Hasta entonces, tenemos que tener paciencia.
Miércoles 10 de junio: El reino y la segunda venida de Cristo
Cuando Jesús habló del Reino de Dios, habló de dos certezas: 1) la actividad de Dios en la historia por medio de Cristo para salvar a la humanidad del pecado, y 2) la conclusión de la historia que hará Dios al restaurar los salvados a su plan original: vivir con él para siempre en la Tierra hecha nueva (Apoc. 21:1-3). Lo primero, como ya vimos, llegó en la misión y el ministerio de Cristo. Por él ya estamos en el reino de la gracia (Efe. 1:4-9). La segunda parte, la reunión de los salvados en el reino de gloria, es la esperanza futura que tienen los que esperan a Cristo (Efe. 1:10; Tito 2:13). Jesús y el resto del Nuevo Testamento vinculan ese momento histórico cuando los fieles heredarán el reino de gloria, en la segunda venida de Cristo.
La segunda venida de Cristo es la culminación de las buenas nuevas que Jesús proclamó cuando vino por primera vez. El mismo Jesús que derrotó el pecado y a Satanás en el Calvario, está pronto por regresar para comenzar el proceso que erradicará el mal y purificará esta tierra de la tragedia que Satanás infligió a la Creación de Dios.
Lee Lucas 21:34 al 36. En tus propias palabras, resume el mensaje básico del texto. Al hacerlo, considera tu vida y pregúntate de qué manera se aplican a ti estas palabras. ¿Qué necesitas hacer para estar seguro de que sigues lo que Jesús nos dice aquí?
Al esperar el regreso de Jesús, se nos invita: “Velad... orando que seáis tenidos por dignos... de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (vers. 36).
Los que han experimentado el reino de gracia deben esperar, velar y orar por el reino de gloria. Entre el uno y el otro, entre lo que ya es y lo que no es todavía, los creyentes han de ocuparse en el ministerio y la misión, viviendo y esperando, nutriéndose y testificando. La espera de la segunda venida demanda la santificación de nuestras vidas aquí y ahora.
Lee Hechos 1:1 al 8. ¿Qué verdades importantes acerca del Reino de Dios se expresan aquí?
Lucas tenía muy claro el Reino de Dios al escribir la continuación de su evangelio, en la forma de una breve historia de la iglesia primitiva. En el informe del libro de los Hechos, Lucas afirma tres verdades fundamentales con respecto al Reino de Dios.
Primero, estén seguros de que Jesús regresará. Durante 40 días entre su resurrección y su ascensión, el Señor siguió enseñándoles “acerca del reino de Dios” (Hech. 1:3). Los poderosos eventos de la cruz y de la resurrección no cambiaron las enseñanzas de Jesús acerca del reino; y durante 40 días el Jesús resucitado siguió impresionando en los discípulos la realidad del reino.
Segundo, esperen que Jesús regrese en el tiempo de Dios. Después de su resurrección, los discípulos de Jesús le plantearon una pregunta llena de ansiedad: “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” (Hech. 1:6). Jesús no respondió la pregunta, sino les corrigió la perspectiva: Dios tiene que ser siempre Dios; penetrar su mente, predecir con precisión sus planes, captar sus secretos, no es la tarea del hombre. Él sabe cuándo vendrá el reino de gloria, y lo traerá en su propio tiempo (Hech. 1:7; Mat. 24:36), así como “cuando vino el cumplimiento del tiempo” (Gál. 4:4) envió a su Hijo para inaugurar el reino de gracia.
Tercero, sean testigos del evangelio de Jesús. Cristo desvió a los discípulos de la especulación acerca de lo que no se conoce –cuándo vendría el reino de gloria− a lo que se conoce y se debe hacer. El tiempo de su Segunda Venida no ha sido revelado, pero se nos llama a esperar ese día y a “ocuparnos” hasta entonces (Luc. 19:13). Esto significa que debemos llevar el evangelio de Jesucristo “hasta lo último de la tierra” (Hech. 1:8). Esa es nuestra responsabilidad: no con nuestras fuerzas sino con el poder del Espíritu Santo, que se derramará sobre todos los que fueran testigos de lo que habían visto y oído (vers. 4-8).
Estos seguidores de Jesús todavía tenían algunos conceptos errados acerca de la naturaleza de la obra de Cristo, pero el Señor, de todos modos los estaba usando. ¿Qué mensaje hay aquí para nosotros, de que no necesitamos comprender todo a fin de ser usados por Dios?
Para Estudiar y Meditar:
“Refiriéndose a los pobres de espíritu, Jesús dice: ‘De ellos es el reino de Dios’. Dicho Reino no es, como habían esperado los oyentes de Cristo, un gobierno temporal y terrenal. Cristo abría ante los hombres las puertas del Reino espiritual de su amor, su gracia y su justicia. El estandarte del Reino del Mesías se diferencia de otras enseñanzas porque nos revela la semejanza espiritual del Hijo del Hombre. Sus súbditos son los pobres de espíritu, los mansos y los que padecen persecución por causa de la justicia. De ellos es el Reino de los cielos” (DMJ 13).
“Estamos ahora en el taller de Dios. Muchos de nosotros somos piedras toscas de la cantera. Pero, cuando echamos mano de la verdad de Dios, su influencia nos afecta; nos eleva, y elimina de nosotros toda imperfección y pecado, cualquiera que sea su naturaleza. Así quedamos preparados para ver al Rey en su hermosura y unirnos finalmente con los ángeles puros y santos, en el reino de gloria. Aquí es donde nuestro cuerpo y nuestro espíritu han de quedar dispuestos para la inmortalidad” (TI 2:318).
Preguntas para Dialogar:
El físico Steven Weinberg, hablando del cosmos, escribió: “Cuanto más comprensible parezca el universo, tanto más parece sin sentido”. Sus palabras provocaron una gran agitación y, luego, trató de suavizar lo que dijo, aunque algunos no veían ninguna razón para discutir si el universo tenía sentido o no. “¿Por qué debería tener sentido?” preguntó la astrónoma Martha Geller, de Harvard, acerca del universo. “¿Qué sentido? Es solo un sistema físico, ¿qué sentido hay allí? Yo siempre he estado intrigada por esa afirmación”. El universo, ¿sencillamente un sistema y, además, sin sentido? Como cristiano que espera la segunda venida de Jesús y el establecimiento pleno y completo del Reino de Dios, ¿de qué forma responderías a las ideas que hay detrás de estas afirmaciones?
Cada generación de cristianos ha esperado que Jesús volviera en su tiempo, y algunos pastores y evangelistas han fijado fechas específicas. Pero cada una de ellas ha fallado. ¿Qué tiene de malo el fijar el tiempo de la venida?
Lecciones de la Escuela Sabática
Estudie la palabra de Dios a través de las Guías o lecciones de la Escuela Sabática.
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Colosenses 3:1.
Libros de Lecturas Devocionales
- A Fin de Conocerle. Hoy con la lectura Fieles en lo poco basada en Lucas 16:10.
- Cada día con Dios. Hoy con la lectura Preparémonos para la inmortalidad basada en 1 Juan 5:4.
Envíe su Pedido de Oración, sus peticiones serán tratadas de una forma confidencial.
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