Lecciones para adultos: "El libro de Lucas"
Edición para maestros. Segundo trimestre (abril-junio) de 2015
Lección 8: "La misión de Jesús"
Para el 23 de mayo de 2015
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El sábado enseñaré...
Saber y comprender qué significa buscar y salvar.
Sentir y comprender cómo el buscar y el salvar lo afectan personalmente.
Hacer: Realizar la función que Dios le ha asignado a cada uno en el proceso de buscar y salvar.
Saber: El significado de buscar y salvar
Antes de que sepamos el significado de “buscar y salvar”, debemos conocer la respuesta a las siguientes preguntas: ¿Quién está perdido? ¿De dónde hemos caído? ¿Cuán profunda es la caída? ¿Cuán imposible es recuperarnos de la caída?
¿Qué podemos aprender acerca de estar perdido con las parábolas de la oveja perdida, la moneda perdida, y del hijo perdido?
¿Cómo se logra la restauración de cada uno que se ha perdido? ¿De qué modo cada restauración simboliza la misión de búsqueda y salvación de Jesús?
Sentir: ¿Cómo el buscar y salvar nos afecta a nosotros?
Con Jesús, el Buscador y Salvador, ¿qué principio ilustra cada una de las tres parábolas?
¿Qué emociones se describen en la parábola del hijo perdido cuando se reúne con el padre, y qué lecciones aprendemos acerca del amor de Dios?
Perdido y hallado son estados opuestos en la vida de una persona. ¿Qué condiciones mental, emocional y espiritual tiene cada estado, y qué función tienen Satanás y Cristo?
Hacer: ¿Qué haremos en el proceso de búsqueda que hace Dios?
¿Contribuimos de alguna manera a la misión salvadora de Dios? ¿Cuál es el costo para nosotros?
¿Cómo hemos de responder, en contra de la atracción del mundo, a la misión de Jesús que vino a buscarnos y a salvarnos?
La misión de Jesús es resultado del amor y la gracia de Dios. “Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Rom. 5:20), y por medio de esta gracia nos encontramos salvados.
Texto destacado: Lucas 15:18, 19.
Concepto clave para el crecimiento espiritual: “Levantaos e id a vuestro Padre. Él os saldrá al encuentro muy lejos. Si dais, arrepentidos, un solo paso hacia él, se apresurará a rodearos con sus brazos de amor infinito. […] Nunca se ofrece una oración, aun balbuceada, nunca se derrama una lágrima, aun en secreto, nunca se acaricia un deseo sincero, por débil que sea, de llegar a Dios, sin que el Espíritu de Dios vaya a su encuentro. Aun antes de que la oración sea pronunciada, o el anhelo del corazón sea dado a conocer, la gracia de Cristo sale al encuentro de la gracia que está obrando en el alma humana” (PVGM 162).
Solo para los maestros: “Perdido”. Esta palabra describe el dolor de la vida y la historia humanas. Apartarse del rebaño, por descuido del dueño, o por elección rebelde: cualquiera sea la razón, el estar perdido pronuncia su propio veredicto de miseria y condenación, a menos que el perdido se entregue voluntariamente al Buscador, al buen Pastor, al dueño de casa, o al Padre amante. El perdido descubrirá el gozo cuando se entrega al poder de “permanecer”. ¿Permanecer en quién? Una buena pregunta para comenzar el diálogo.
Diálogo inicial:
La moneda perdida, la oveja perdida, el hijo perdido. ¿Cuáles son las diferencias en cada caso? ¿Cuál es el más lamentable? ¿Por qué las dos primeras parábolas hablan de un buscador, pero no la última?
Solo para los maestros: “Perdido fui, me rescató, fui ciego, me hizo ver”. Cuán a menudo hemos cantado este verso del himno “Sublime gracia”. Estar “perdido” es una tragedia de toda la humanidad porque “todos pecaron” (Rom. 3:23). “Hallado” es un privilegio igualmente universal pero necesita captarse por fe, y aferrarse al abrazo del Hallador celestial. En esta lección hay varias clases de “estar perdido”, pero comentaremos solo tres: el hijo perdido, las oportunidades perdidas, y dos hombres ciegos.
Comentario de la Biblia
I. El hijo perdido
(Repasa, con tu clase, Lucas 15:11-32.)
“Perdido” es una situación patética de la humanidad causada por poner en el trono al yo en lugar de Dios. Nunca fue parte del plan de Dios. “Perdido” involucra a quienes eligieron abandonar el amor del Padre en favor de un país lejano donde la fama, la atracción de placeres pecaminosos, la búsqueda egoísta, y el abandono del juicio y la responsabilidad, se unen para reducir al mínimo la diferencia entre un humano y los cerdos.
Nota la descripción del Padre en la parábola. Primero, espera. No fuerza al hijo a regresar. El amor del Padre es para quienes lo eligen y lo aceptan. Dios nunca fuerza la voluntad de una persona; nadie puede ser redimido si se le quita el poder de elegir. Segundo, el Padre restaura al pródigo sin ninguna condición: no se piden reparaciones, ni se pronuncia sobre él ningún juicio. El perdón, la restauración, la aceptación, el regocijo, el anillo, los zapatos, el manto: todo muestra el gozo de Dios por el regreso del pródigo. Tercero, el Padre lo vio “cuando aún estaba lejos” (Luc. 15:20). La distancia no puede mantener al hijo pródigo lejos de los ojos buscadores del Padre, pues el regreso al hogar toma en cuenta que “en el monte Calvario estaba una cruz”. La Cruz asegura que ningún hijo que regrese permanece perdido.
Considera: La rebelión está gobernada por la gramática del “Yo” (ver Isa. 14:12-14). “Yo” es el sujeto, “yo” es el verbo, “yo” es el objeto: en resumen, “Yo” es la frase de la vida. Así el hijo menor rebelde le exige al padre: “Dame. Quiero ser yo”. Cuando el yo demanda ser el comienzo, centro y destino, elige rechazar el hogar y llegar a ser una criatura en una provincia apartada.
II. Oportunidades perdidas
(Repasa, con tu clase, Luc. 16:19-31.)
La parábola del rico y Lázaro no es teología abstracta. Es una declaración poderosa acerca de vivir responsablemente en una sociedad irresponsable; acerca de la falta de significado del lujo en medio de la pobreza más abyecta; acerca de la humillación que da el cielo a los orgullosos y el abrazo de Dios a los rechazados, a los solitarios, y al alma marginada llamada Lázaro (que significa “Dios es mi ayudador”). Si Dios es nuestro ayudador, ni los banquetes del rico ni los perros que lamen las heridas, pueden mantenernos alejados del gran abrazo de Dios.
El ajuste final de cuentas de la eternidad no toma en cuenta tu abultada cuenta bancaria, ni lo grande de la casa en que viviste, ni cuántos sirvientes respondían a tus caprichos. Todas las medidas mundanas de éxito se desvanecen, y la escala divina pesa cada alma con el vocabulario divino: amor, gracia, extenderse a los más pequeños, sembrar las semillas con lágrimas y volver con la cosecha de gozo. Eso es teología: el amor abraza a los Lázaros de la vida, y los lleva al seno de Abrahán.
Y esa teología tiene un segundo punto: ahora es el día de salvación, y después de eso, la muerte. No hay segunda oportunidad. Por tanto, decide hoy. Decide por Dios.
Preguntas para dialogar:
El rico clama por misericordia (Luc 16:24), pero la misericordia no está disponible. ¿Por qué?
¿Qué quiere decir Lucas 16:26 con una gran sima?
¿Por qué el escuchar a “Moisés y los profetas” (Luc. 16:31) es tan decisivo en la recompensa eterna? (Comparar con Juan 5:38-40.)
III. Dos hombres ciegos
(Repasa, con tu clase, Luc. 18:35 a 19:8.)
En la semana anterior a la Cruz, Jesús se encontró con dos ciegos: uno en las afueras de Jericó, vestido de harapos, con una estera gastada, y un tazón para pedir limosna. Ciego e impotente, Bartimeo (Mar. 10:46) esperaba el día de estar libre de su aflicción.
La liberación vino, pero no en la forma de la muerte, sino en las buenas noticias que había escuchado de que Jesús pasaba por allí. Bartimeo había oído de los milagros de Jesús. Sabía de su poder y quién era, y que se interesaba en otros. Bartimeo estalla en una confesión mesiánica, el clamor de un alma perdida: “¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!” (Luc. 18:38). Aunque era ciego, su visión espiritual estaba a tono con las realidades celestiales. Su descubrimiento mesiánico era suficiente para abrir sus ojos y contemplar a Jesús. ¿Qué descubrimiento estás esperando tú?
El segundo hombre era espiritualmente ciego, y vivía dentro de Jericó: el jefe de los publicanos. Vivía, ignorando la diferencia entre el bien y el mal, entre los impuestos y el pillaje, los impulsos de la carne y las obligaciones del espíritu, los despojos de hoy y el ajuste de cuentas de mañana. Para él, la eternidad no tenía sentido, y la justicia no era relevante.
Él también había oído de Jesús, y estaba ansioso de ver a este hombre obrador de maravillas. Podría haber visto a Jesús –cara a cara− en el lugar del pago del tributo a la entrada de Jericó. ¿Tenía miedo de sus fallas morales, su explotación social de otros para su propia ganancia, y su bancarrota espiritual?
Lucas no sugiere nada de eso, solo dice que era bajo y buscó la ayuda de un árbol para compensar su falta de altura. Pero los ojos de Jesús pueden encontrar al pecador en cualquier lugar, y el Salvador vio la necesidad de Zaqueo. De inmediato ofreció llenar el vacío de su alma, y le dijo que descendiera del árbol para ir a su hogar. Allí el auto invitado Huésped le dio al dueño de casa la mejor comida: el pan de vida. Jesús hizo que este ciego espiritual pudiera ver. Tener a Jesús en el hogar y en el corazón es mejor que ser el hombre más rico. Zaqueo encontró su salvación.
Un encuentro con el Cristo viviente abre nuestros ojos, sana nuestros corazones heridos, provee paz para nuestras almas, y nos asegura la vida eterna.
Preguntas para dialogar:
Lucas 18:40 al 43 provee una secuencia de la ceguera al discipulado: sentir su propia necesidad, creer en el poder de la oración, reconocer a Jesús, experimentar fe, alegrarse, y seguir a Jesús. ¿Por qué son importantes estos pasos?
Repasa cómo Zaqueo le dio significado a su arrepentimiento (Luc. 19:8). ¿Puedes recordar un caso en tu vida donde tal vez tuviste un cambio como el de Zaqueo? ¿Por qué la salvación nunca es completa hasta que el arrepentimiento y la restitución ocupan su lugar?
Solo para los maestros: Lucas da una razón asombrosa por la que Jesús cuenta las tres parábolas de lo perdido y hallado: era la respuesta a las críticas de los fariseos porque Jesús comía y se asociaba con publicanos (cobradores de impuestos) y pecadores (Luc. 15:1-3). Las parábolas afirman su misión de que para salvar a un perdido vale la pena cualquier sacrificio, y el hacerlo produce gozo a Dios. Recordando esto, lee Lucas 15:4 al 7 (la oveja perdida) y considera las siguientes preguntas:
Preguntas para reflexionar:
Noventa y nueve contra una. ¿Por qué uno solo es importante para Dios?
“Perdida”. ¿Cómo se perdió la oveja?
“Va tras”. ¿Cuán orientado hacia la búsqueda es el amor de Dios?
“Hasta”. ¿Hasta qué extremo va el Buscador?
“Gozaos”. ¿Por qué salvar siquiera a uno es un evento tan gozoso?
Solo para los maestros: Jesús le preguntó a Bartimeo: “¿Qué quieres que te haga?” (Luc. 18:41). Qué pregunta seductora y preocupada, típica del Salvador. Él es nuestro Creador, nuestro Redentor, nuestro Capacitador. Todas las cosas son posibles en él y por medio de él.
Pregunta de aplicación:
Pregunta a la clase: ¿Qué le pedirías a Jesús que hiciera hoy por ti? Anima a cada uno a hacer una breve lista de tres o cuatro necesidades importantes que tienen, y compártelas con la clase.
Lecciones de la Escuela Sabática
Estudie la palabra de Dios a través de las Guías o lecciones de la Escuela Sabática.
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Colosenses 3:1.
Libros de Lecturas Devocionales
- A Fin de Conocerle. Hoy con la lectura Fieles en lo poco basada en Lucas 16:10.
- Cada día con Dios. Hoy con la lectura Preparémonos para la inmortalidad basada en 1 Juan 5:4.
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