Lecciones para adultos: "Rebelión y redención"
Primer trimestre (enero-marzo) de 2016
Lección 5: "La controversia continúa"
Para el 30 de enero de 2016
Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes
Lee Para el Estudio de esta Semana: 1 Samuel 17:43-51; 2 Samuel 11:1-17; 1 Reyes 18:21-39; 2 Reyes 19:21-34; Ester 3:8-11; Nehemías 1.
Para Memorizar: “Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios había sido buena sobre mí, y asimismo las palabras que el rey me había dicho. Y dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bien” (Neh. 2:18).
Cuando comparamos las vidas de David, Elías, Ezequías, Ester y Nehemías, surgen temas similares: Dios es capaz de usar personas “insignificantes” para invertir la marea del mal. Por alguno de estos informes vemos que, a pesar de encontrar obstáculos tremendos, no necesitamos hundirnos bajo el mal abrumador, sino que podemos mantenernos firmes con el poder de Dios, quien es fiel a sus promesas, cumplidas para nosotros en Jesús. Cuando el pueblo de Dios se sostenga con el poder de Dios, las fuerzas del mal no serán tan poderosas para prevalecer al final.
El reto es regocijarnos en la liberación que Dios nos da. Esto no siempre tiene sentido frente a los desafíos abrumadores que a veces enfrentamos y que son más grandes que nosotros mismos. Regocijarse en la liberación de Dios antes de la liberación es más un acto de fe y adoración que la consecuencia lógica de lo que sucede a nuestro alrededor. Por otro lado, gracias a lo que Cristo hizo por nosotros, confiar en su fidelidad es, realmente, la única acción lógica que podemos realizar.
Domingo 24 de enero: David, Goliat y Betsabé
La vida es complicada porque, como seres humanos, somos complicados. Imagínate: criaturas hechas a la imagen de Dios, que se corrompieron. No es extraño que nuestro potencial, tanto para el bien como para el mal, pueda alcanzar niveles notables. Algunas personas alcanzan niveles elevados de “bondad” mientras que otras, lamentablemente, caen en los extremos de la depravación. Además, ¡ambos extremos pueden manifestarse en la misma persona! La buena noticia es que algunos que estuvieron muy abajo pudieron, por la gracia de Dios, hacer grandes cosas para él y para la humanidad. Sin embargo, lo opuesto también puede ocurrir: los que están en lo alto puede caer a las profundidades. Satanás es real, la gran controversia es real y, a menos que estemos conectados con el Señor, aun el mejor de nosotros puede caer presa de nuestro enemigo (1 Ped. 5:8).
Lee 1 Samuel 17:43 al 51. ¿Qué dijo David que es vital para entender su victoria? Compara con 2 Samuel 11:1 al 17. ¿Qué agudo contraste vemos aquí en el mismo hombre? ¿Qué hizo la diferencia?
El mismo David que derrotó al gigante Goliat es el David que fue derrotado por su propia lujuria y arrogancia. ¿Cuántas mujeres ya tenía el hombre? Ve una mujer más, una casada, y ¿dónde está todo el tema de “de Jehová es la batalla” (1 Sam. 17:47; o “hay Dios en Israel”? (vers. 46)? Si hubo un momento en que David necesitó saber que “de Jehová es la batalla”, y que debía librar esa batalla con la armadura de Dios, no era en la guerra sino en su propio corazón, donde también se libra la gran controversia en cada uno de nosotros.
Al volver en sí después de esta terrible caída con Betsabé, David tenía suficiente tristeza y culpa para durarle toda la vida. Su dolor lo llevó a escribir el Salmo 51, en el que ruega por un corazón limpio (vers. 10) y la restauración de su compañerismo con Dios (vers. 11, 12). En la gran lucha cósmica, los hombres poderosos son tan vulnerables como la persona de menor rango; no obstante, Dios está dispuesto a trabajar con todos los que verdaderamente se arrepienten.
Piensa en ti mismo: tus triunfos, chascos, victorias y fracasos. ¿Qué lecciones de ambas historias puede aplicar a cualquier situación que afrontes ahora mismo?
Lunes 25 de enero: Volver sus corazones
Elías el Tisbita es uno de los personajes más coloridos de las Escrituras. Lo encontramos primero delante de un rey, diciéndole que no habrá lluvias por tres años (1 Rey. 17:1). No era fácil acercarse al rey o escapar de él, pero este hombre se escabulle entre los guardias, entrega el mensaje de Dios, y luego corre a las montañas, a unos doce kilómetros (7 millas) de distancia.
Estos eran tiempos tristes para el reino de Israel del norte. La mayoría había abandonado al Dios Jehová (1 Rey. 19:10) y estaban adorando a los dioses de la fertilidad. Decir que no llovería era un desafío directo a Baal, el dios de las lluvias, que aseguraban las cosechas y el ganado. Los ritos religiosos prevalentes se concentraban en la fertilidad y los ingresos.
Durante los siguientes tres años los dioses de la fertilidad fueron impotentes. Luego, Elías confrontó al rey otra vez y le pidió un encuentro con los profetas de Baal y de la diosa Asera (diosa de la fertilidad): un hombre contra 850 (1 Rey. 18:17-20).
Llegó el día y se reunió una multitud en el monte Carmelo. Elías dijo al pueblo: “¿Hasta cuándo claudicaréis [vacilaréis, VM] vosotros entre dos pensamientos?” (1 Rey. 18:21). Se eligieron los bueyes y se los preparó para el sacrificio. La gente esperó para ver qué dios respondería con fuego del cielo. El buey era el objeto más poderoso en las religiones de fertilidad y ellas mostrarían su fuerza.
Lee 1 Reyes 18:21 al 39. A pesar de la realidad obvia de la gran controversia aquí, ¿qué deseaba ver Elías que sucediera en Israel, y por qué es eso tan relevante para nosotros hoy?
El versículo de 1 Reyes 18:37 lo dice todo. El milagro, aunque fue impresionante, no era el tema real: el problema era la fidelidad de Israel al pacto. Nota también quién dio vuelta su corazón. Fue Dios mismo, aun antes del desarrollo del milagro mismo. Pero, Dios no fuerza los corazones para que retornen a él. Envía su Santo Espíritu y, respondiendo a ese Espíritu, las personas primero tienen que hacer la elección de volver a él; solo entonces, en su fortaleza, pueden actuar sobre esa decisión. Hoy no es diferente. El poder de Dios es el que sostiene el latido de cada corazón, pero no fuerza ni aun uno de esos corazones que laten para que lo sigan.
Martes 26 de enero: Palabras de desafío
Ezequías era el rey de Judá cuando Asiria conquistó a Israel, el reino del norte, y esparció sus habitantes por toda Mesopotamia (2 Rey. 18:9-12). “En los terribles castigos que cayeron sobre las diez tribus, el Señor tenía un propósito sabio y misericordioso. Lo que ya no podía lograr por medio de ellas en la tierra de sus padres, procuraría hacerlo esparciéndolas entre los paganos. Su plan para salvar a todos los que quisieran obtener perdón mediante el Salvador de la familia humana debía cumplirse todavía; y en las aflicciones impuestas a Israel, estaba preparando el terreno para que su gloria se revelase a las naciones de la tierra” (PR 217, 218).
Unos pocos años más tarde, el rey asirio Senaquerib volvió su atención a Judá, capturó todas sus ciudades fortificadas e impuso un tributo muy pesado (2 Rey. 18:13-15). Aunque Ezequías vació las tesorerías del templo y de su palacio, el rey asirio no estaba satisfecho, y envió oficiales que negociaran la rendición de Jerusalén.
Los asirios entonces se burlaron de la gente advirtiéndole que, siendo que los dioses de las naciones alrededor de ellos no las habían salvado de los asirios, ¿por qué los judíos habrían de pensar que su Dios podría hacerlo mejor? (Ver 2 Rey. 18:28-30, 33-35.)
Ezequías hizo lo único posible para él: oró (2 Rey. 19:15-19). Dios ya había usado a Isaías para animar a Ezequías (vers. 6), y ahora Dios envío otra vez al profeta.
Lee 2 Reyes 19:21 al 34, especialmente los versículos 21 y 22. ¿Cuál es el mensaje de Dios a su pueblo en medio de esta terrible crisis?
El resultado de todo eso se vio cuando el enorme ejército asirio acampó alrededor de los muros de Jerusalén. Las habitantes asustados de la ciudad sitiada se levantaron una mañana, no para ver las acciones finales de un ejército conquistador a punto de abrir las defensas de la ciudad sitiada, sino para ver soldados esparcidos por el suelo en silencio sepulcral hasta donde los ojos podían ver (2 Rey. 19:35). Y el rey asirio en desgracia volvió a su casa, solo para encontrar su fin a manos de dos de sus propios hijos (vers. 36, 37).
¿Cómo podemos aprender a confiar en Dios, aun en medio de las situaciones más desalentadoras y al parecer imposibles? ¿Por qué debemos siempre recordar el cuadro más grande, especialmente cuando las cosas, al menos por ahora, no siempre terminan de manera positiva?
Miércoles 27 de enero: Decreto de muerte
Es difícil para nosotros hoy (como sin duda lo fue para las personas de diversas culturas a lo largo de los siglos) comprender las costumbres y tradiciones del antiguo Imperio Persa, donde se desarrolla la historia de Ester. No obstante, una cosa es segura: Dios usó ese imperio en el proceso de cumplir las promesas del pacto a la nación de Israel, promesas que venían desde Abraham (ver Gén. 12:1-3; Isa. 45:1; 2 Crón. 36:23).
La joven judía Ester se encontró que era reina. Aunque su ascenso al trono fue de una manera bien diferente de, por ejemplo, la de José en Egipto o la de Daniel en Babilonia, ella estuvo en el lugar donde Dios quería que estuviera. Fue usada por Dios de una manera poderosa, y esto ilustra el modo en que el tema de la gran controversia puede desarrollarse en la historia.
Lee Ester 3:8 al 11. Recordando cuáles eran los planes de Dios para los judíos, especialmente con respecto a la venida del Mesías, ¿qué consecuencias habría tenido este decreto?
“Poco comprendía el rey los resultados abarcadores que habrían acompañado la ejecución completa de este decreto. Satanás mismo, instigador oculto del plan, estaba procurando quitar de la tierra a los que conservaban el conocimiento del Dios verdadero” (PR 442).
Cuán fascinante es que, al comienzo, el problema se centrara en la adoración (ver Est. 3:5, 8), y que un pueblo distintivo rehusara seguir las leyes y costumbres de los que estaban en el poder. Aunque, por supuesto, el contexto será diferente al final del tiempo, la realidad detrás de él –la gran controversia entre Cristo y Satanás– es todavía la misma, y los que procuran ser fieles a Dios enfrentarán algo como lo que enfrentaron los judíos. Se nos ha advertido que, en las escenas finales de la historia de la tierra, se promulgará el decreto que declara que se “hiciese matar a todo el que no la adorare” (Apoc. 13:15). Lo que aprendemos de la historia es que no aprendemos de la historia.
¿Por qué tan a menudo desconfiamos de aquellos que son diferentes de nosotros? ¿Por qué las poderosas verdades de la Creación y la Redención, verdades que revelan el valor de cada ser humano, nos muestran cuán equivocada es esta actitud? ¿De qué manera podemos eliminar de nuestros corazones esta tendencia errada?
La historia de Nehemías sucede en un momento cuando la nación de Israel ya no existía como entidad política, sino como un remanente esparcido por tierras extranjeras. No obstante, Dios sería fiel a las promesas de su pacto, como siempre, aun cuando la gente no vivía a la altura de su participación en el pacto.
Lee Nehemías 1. ¿Cuáles son los antecedentes de esta oración? ¿De qué manera nos recuerda la oración de Daniel, en Daniel 9:4 al 19? En ambos casos, ¿cuál era el problema, y de qué forma se desarrolla en todo el drama de la gran controversia?
Por medio de la gracia del rey, Nehemías recibió permiso para retornar a Jerusalén y reedificarla. Al llegar allá, pasó los primeros días sencillamente mirando. Trató de investigar la ciudad de noche, pero las pilas de escombros son tan extensas que no llegó muy lejos (Neh. 2:14); por ello, salió para explorarla desde fuera de los muros (vers. 15).
Lee Nehemías 2:16 al 18. ¿De qué manera crees que Nehemías pudo convencer a los líderes a comenzar un trabajo que ellos pensaban imposible? ¿Qué le podría enseñar Nehemías a nuestra iglesia hoy?
Aunque al principio Nehemías no les dijo a los dirigentes para qué había venido, algunas personas no estaban contentas e hicieron todo lo posible para evitar que se realizase algún trabajo para mejorar Jerusalén (Neh. 2:10, 19, 20). Cuando la obra de reparar las murallas comenzó (Neh. 3), uno de estos oficiales extranjeros “se enojó y se enfureció en gran manera” (Neh. 4:1), y se burló de sus esfuerzos (vers. 2, 3). Cuando vieron que el pueblo de Dios era serio acerca de su obra (vers. 6), “se encolerizaron mucho” y planearon un ataque (vers. 7, 8).
Hubiera sido muy fácil retroceder; no obstante, a pesar de toda clase de maquinaciones en su contra, persistieron. Confiando en Dios, Nehemías siguió la reconstrucción del muro, y dejó las amenazas de sus enemigos en las manos de Dios (Neh. 6:14, 15).
Todos enfrentamos obstáculos. ¿De qué modo podemos saber cuándo retroceder y cuando seguir avanzando?
Para Estudiar y Meditar:
Como hemos estudiado esta semana, no hay dudas de que la Palabra de Dios muestra, vez tras vez, la fidelidad de Dios hacia su pueblo. Por supuesto, en muchos casos, esa fidelidad no era siempre obvia o aparente en el momento en que ocurrían ciertas cosas. Sin embargo, en los informes que consideramos, pudimos ver el comienzo del fin; algunos de los personajes involucrados, tales como Urías heteo, no lo vieron. Hoy, nosotros estamos inmersos en la gran controversia tan ciertamente como las personas que hemos estudiado. Y no sólo ellos, sino también hubo muchas otras, tan reales como los que figuran en el texto, pero que no siempre vivieron para ver cómo terminaban bien las cosas. Por eso es importante que nosotros, como cristianos, recordemos las palabras maravillosas de Pablo, especialmente cuando los tiempos son difíciles (como a menudo pueden serlo): “Por tanto no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las cosas que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Cor. 4:16-18). Aquí Pablo está procurando señalar algo que está más allá de las luchas, debilidades y trabajos diarios de la humanidad, hacia la única esperanza que hace que la vida aquí sea más que una farsa cruel.
Preguntas para Dialogar:
¿Qué otras promesas bíblicas nos señalan nuestra esperanza máxima? Reúne tantas como puedas, y solo o en la clase, léelas en voz alta y medita sobre lo que dicen. ¿Qué clase de cuadro nos presentan?
Lo que hizo que la caída de David fuera tan trágica era que había sido tan notablemente bendecido por Dios. A pesar de todo lo que se le había dado, pecó de la manera en que lo hizo. Sin embargo, en lugar de concentrarnos solo en lo negativo, piensa acerca de un aspecto positivo de toda esta sórdida historia: se ve la gracia de Dios, aun en favor de alguien que cayó desde tan alto hasta tan bajo. ¿Qué nos dice esto acerca de cuán plena y completa es realmente la redención que tenemos en Jesús? ¿Cómo podemos tener la seguridad de que, no importa lo que hayamos hecho o cuán profundamente hayamos caído, si nos arrepentimos, como David, el perdón de Dios es nuestro?
Lecciones de la Escuela Sabática
Estudie la palabra de Dios a través de las Guías o lecciones de la Escuela Sabática.
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Colosenses 3:1.
Libros de Lecturas Devocionales
- A Fin de Conocerle. Hoy con la lectura Fieles en lo poco basada en Lucas 16:10.
- Cada día con Dios. Hoy con la lectura Preparémonos para la inmortalidad basada en 1 Juan 5:4.
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