Lecciones para adultos: "El libro de Mateo"
Segundo trimestre (abril-junio) de 2016
Lección 3: "El Sermón del Monte"
Para el 16 de abril de 2016
Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes
Lee Para el Estudio de esta Semana: Mateo 5-7; Romanos 7:7; Génesis 15:6; Miqueas 6:6-8; Lucas 6:36; Mateo 13:44-52; Romanos 8:5-10.
Para Memorizar: “Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mat. 7:28, 29).
En Éxodo, vemos cómo Dios saca a los hijos de Israel de Egipto, los “bautiza” en el mar Rojo, los conduce por el desierto durante cuarenta años, obra señales y maravillas, y se encuentra con ellos personalmente en la cumbre de un monte donde les da su Ley.
En Mateo, vemos cómo Jesús sale de Egipto, es bautizado en el río Jordán, va al desierto durante cuarenta días, obra señales y maravillas, y se encuentra personalmente con Israel en un monte, donde amplifica esta misma Ley. Jesús caminó por la historia de Israel, y en él se cumplieron todas las promesas del pacto de Dios con Israel.
El Sermón del Monte es el sermón más poderoso alguna vez predicado. Sus palabras influyeron en sus oyentes inmediatos, pero también en todos los que oyeron sus mensajes transformadores a través de los siglos hasta hoy.
No obstante, no se trata solamente de escuchar este sermón; también tenemos que aplicarlo. Esta semana, veremos lo que dijo Jesús en el Sermón del Monte (Mat. 5-7), y lo que dijo en Mateo 13 acerca de aplicar sus palabras a nuestras vidas.
Domingo 10 de abril: Principios y normas
Repasa brevemente el Sermón del Monte en Mateo 5 al 7. Resume en las líneas que siguen lo que te parece que se destaca más y qué te dice a ti.
“Tal vez ningún otro discurso religioso en la historia de la humanidad ha atraído tanto la atención como el Sermón del Monte. Filósofos y activistas desde muchas perspectivas no cristianas han rehusado adorar a Jesús y, no obstante, han admirado su ética. En el siglo XX, Mohandas Gandhi fue el más famoso no cristiano devoto del sermón”.−Craig L. Blomberg, The Gospel of Matthew; The New American Commentary: Matthew, t. 22, pp. 93, 94.
Se ha valorado este sermón de diversas maneras. Algunos ven en él una norma moral imposiblemente elevada, que nos impulsa a arrodillarnos y nos obliga a reclamar la justicia de Cristo como nuestra única esperanza de salvación, porque todo hemos quedado cortos en alcanzar la norma divina a la que Dios nos llama. Otros lo ven como un discurso de ética civil, un llamado al pacifismo. Algunos han visto en él un evangelio social, un llamado a traer el Reino de Dios a la Tierra por el esfuerzo humano.
En cierto sentido, todos ponemos algo de nosotros al leer este sermón, pues este nos toca en áreas vitales de nuestra propia vida; todos reaccionamos ante él de forma particular.
Elena de White escribe: “En el Sermón del Monte, [Jesús] trató de deshacer la obra que había sido hecha por una falsa educación, y de dar a sus oyentes un concepto correcto de su reino y de su propio carácter. [...] Las verdades que enseñó no son menos importantes para nosotros que para la multitud que lo seguía. No necesitamos menos que dicha multitud conocer los principios fundamentales del Reino de Dios” (DTG 266).
Sea lo que fuere que pongamos en él, el Sermón del Monte presenta los principios fundamentales del Reino de Dios. Nos muestra el desempeño de Dios como gobernante de su Reino, y nos señala lo que Dios nos llama a ser como súbditos suyos. Es un llamado radical, de los principios y las normas de los pasajeros reinos de este mundo, a los principios y las normas del Reino que existirá para siempre. (Ver Dan. 7:27.)
Lunes 11 de abril: El sermón versus la ley
Algunos cristianos consideran el Sermón del Monte como una nueva “ley de Cristo”, que reemplaza la “Ley de Dios”. Afirman que un sistema legalista fue reemplazado por un sistema de gracia, o que la “ley de Jesús” difiere de la “Ley de Dios” mismo. Estos son conceptos erróneos acerca del Sermón del Monte.
¿Qué dicen los siguientes textos acerca de la Ley, e indirectamente sobre la idea de que, de algún modo, la Ley (es decir, los Diez Mandamientos) fueron reemplazados en el Sermón del Monte? Mat. 5:17-19, 21, 22, 27, 28 (ver también Sant. 2:10, 11; Rom. 7:7).
Craig S. Keener escribe: “La mayor parte del pueblo judío entendía los mandamientos en el contexto de la gracia [...]. Jesús [...] sin duda tenía la intención de que las demandas del Reino estuvieran a la luz de la gracia (comparar Mat. 6:12; Luc. 11:4; Mar. 11:25; Mat. 6:14, 15; Mar. 10:15). En las narraciones de los evangelios, Jesús abraza a quienes se humillan y reconocen el derecho que Dios tiene a reinar, incluso cuando, en la práctica, no alcanzan la meta de la perfección moral (5:48). Pero, el Reino de gracia que Jesús proclamó no era la gracia sin obras de gran parte del cristianismo occidental; en los evangelios, el mensaje del Reino transforma a quienes humildemente lo abrazan, así como aplasta al arrogante, al que está satisfecho religiosa y socialmente”.−The Gospel of Matthew: A Socio-Rhetorical Commentary, pp. 161, 162.
Lee Génesis 15:6. ¿De qué modo esto nos ayuda a comprender que la salvación siempre ha sido por fe?
La fe de Jesucristo no era una fe nueva: la fe es la misma desde la Caída hasta hoy. El Sermón del Monte no enseña acerca de una salvación por gracia que reemplaza la salvación por obras. La salvación siempre fue por gracia. Los hijos de Israel fueron salvados por gracia en el Mar Rojo antes de que se les pidiera que obedecieran en el Sinaí. (Ver Éxo. 20:2.)
¿Qué debería enseñarte tu propia experiencia con el Señor y su Ley acerca de por qué la salvación fue siempre por fe y no por el cumplimiento de la Ley?
Martes 12 de abril: La justicia de los escribas y los fariseos
Lee Mateo 5:20. ¿Qué quiso enseñar Jesús cuando dijo que a menos que nuestra justicia “supere a la de los fariseos y de los maestros de la ley” (NVI) no podremos entrar en el Reino de los cielos?
Aunque la salvación siempre ha sido por fe y aunque el judaísmo, como debería haber sido practicado, siempre fue un sistema de gracia, el legalismo se infiltró como puede hacerlo en cualquier religión que toma en serio la obediencia, tal como el adventismo del séptimo día. En el tiempo de Cristo, muchos líderes religiosos (pero no todos) habían caído en una clase de “ortodoxia religiosa dura [...] destituida de contrición, ternura o amor”, que los transformaba de tal modo que su influencia “no tenía poder para proteger al mundo contra la corrupción” (DMJ 49).
Las meras formas externas, especialmente las fabricadas por el hombre, no tienen poder para cambiar las vidas o transformar los caracteres. La única fe verdadera es la que obra por el amor (Gál. 5:6); solo ella hace que las acciones externas sean aceptables a la vista de Dios.
Lee Miqueas 6:6 al 8. ¿De qué modo esto es un resumen del Sermón del Monte?
Aun en los tiempos del Antiguo Testamento, los sacrificios no eran un fin en sí mismos, sino un medio para un fin; y ese fin era una vida en la que los seguidores de Dios reflejaran su amor y su carácter, algo que solo puede hacerse por medio de una entrega total a Dios y de una percepción de nuestra total dependencia de su gracia salvadora. A pesar de todas sus apariencias externas de piedad y fe, muchos de los escribas y fariseos no eran, decididamente, un modelo de cómo debía vivir un seguidor del Señor.
Aun si eres un gran creyente en la salvación por la fe sola y aceptas que solo la justicia de Jesús puede salvarte, ¿cómo puedes estar seguro de que formas sutiles del legalismo no han penetrado en tu fe?
Miércoles 13 de abril: Los principios del reino
Tal vez la enseñanza más radical de Jesús se encuentre en Mateo 5:48. Lee el texto. ¿De qué modo se espera que nosotros, especialmente como pecadores, logremos esto?
De todas las enseñanzas del Sermón del Monte, esta ha de ser una de las más asombrosas, la más “extrema”. ¿Ser perfectos como “vuestro Padre que está en los cielos”? ¿Qué significa esto?
Un componente vital para comprender este texto se encuentra en la segunda palabra: “pues”. Es decir, implica una conclusión, una inferencia de lo que había antes. ¿Qué había antes?
Lee Mateo 5:43 al 47. ¿De qué modo estos versículos, que culminan con Mateo 5:48, nos ayudan a entender mejor lo que Jesús quiso decir en este último versículo? Ver también Luc. 6:36.
No es la primera vez que una idea como esta se ve en la Biblia. Ya en Levítico el Señor le dijo a su pueblo: “Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios” (19:2). En Lucas 6:36, Jesús dijo: “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso”.
Todo el contexto aquí, en Mateo 5:43 al 48, no tiene que ver con una conformidad externa a reglas y normas, por importantes que estas que sean. En cambio, todo el foco de esta sección trata de amar a otros, no solo a quienes cualquiera podría amar, sino a aquellos que, según las normas humanas, normalmente no amaríamos (otra vez, esto tiene que ver con las normas del Reino de Dios, no con las del hombre).
Lo importante para recordar aquí es que Dios no nos pide nada que él no pueda lograr en nosotros. Si dependiera de nosotros, si estuviésemos dominados por nuestro corazón egoísta y pecaminoso, ¿quién amaría a nuestros enemigos? Esta no es la forma en que opera el mundo, pero ahora nosotros somos ciudadanos de otro reino. Tenemos la promesa de que, si nos entregamos a Dios, “el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6). Y ¿qué obra mayor podría hacer Dios en nosotros que amar, en nuestra propia esfera, como él nos ama?
¿Cuán diferente sería tu vida, ahora mismo, si amaras a tus enemigos?
Jueves 14 de abril: Recibir las palabras del reino
Jesús no solo predicó en la cumbre de un monte. Predicó el mismo mensaje del Reino por todo Israel. Mateo 13 registra que Jesús enseñó desde una barca “y toda la gente estaba en la playa” (Mat. 13:2). Jesús, entonces, les contó parábolas con la intención de que comprendieran la importancia no solo de oír su palabra, sino también de aplicarla.
Lee Mateo 13:44 al 52. ¿Qué se dice en esta parábola que es de importancia especial para nosotros, a fin de comprender cómo aplicar a nuestra vida las verdades reveladas en el Sermón del Monte?
Dos puntos se destacan en las dos primeras de estas historias. En ambas está la idea de separación, de eliminar lo que uno tiene a fin de obtener algo nuevo, sea un tesoro en un campo o una perla. El otro punto vital es el gran valor que cada hombre pone en lo que ha encontrado. En ambos casos, fueron y vendieron todo lo que poseían para obtenerlo. Aunque no podemos comprar la salvación (Isa. 55:1, 2), el punto de la parábola es claro: nada que tenemos en este reino, en este mundo, ni nada de lo que podamos tener, es digno de perdernos el otro Reino.
De este modo, para aplicar a nuestra vida lo que Dios pide de nosotros, necesitamos elegir separarnos de todas las cosas del mundo, de la carne, y permitir, en cambio, que el Espíritu de Dios nos llene (Rom. 8:5-10). Esto puede no ser fácil; requerirá de una muerte al yo y de tomar nuestra cruz. Pero, si siempre recordamos el valor y la excelencia de lo que se nos promete, tendremos toda la motivación que necesitamos para elegir y tomar las decisiones correctas.
Lee la última parábola (Mat. 13:47-50). También habla de separación. ¿De qué modo la separación que se ve en las dos primeras parábolas nos ayuda a comprender lo que sucede en la tercera?
Para Estudiar y Meditar:
Lee “El Sermón del Monte”, El Deseado de todas las gentes, pp. 265-281; y el libro El discurso maestro de Jesucristo (ambos disponibles en línea en www.egwritings.org en español).
En las parábolas de Mateo 13:44 al 46, el hombre encontró algo de gran valor. En este contexto –especialmente después de que Jesús contó la tercera parábola (Mat. 13:47-50)–, lo que encontró era “la verdad”; verdad que conduce a la vida eterna, en oposición a la destrucción eterna “en el horno de fuego”. Esto es importante, porque vivimos en una época en que la misma idea de “verdad” se considera anticuada, en el mejor de los casos, o peligrosa, en el peor. Lamentablemente, esta es una idea falsa que algunos cristianos han aceptado. No obstante, el mensaje de estas parábolas es no solo que existe la verdad, sino también que la verdad marcará la diferencia eterna en cada vida humana. Esto no debe sorprendernos. La Biblia se basa en la idea de una verdad absoluta. Después de todo, Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). Si eso no es afirmar una verdad absoluta, entones, ¿qué es? Por supuesto, cuando alguien con tanto conocimiento de la verdad como Pablo dijo que “en parte conocemos” (1 Cor. 13:9), es obvio que hay mucho que no sabemos; y su mera declaración de que conocemos “en parte” implica que hay más verdad por conocer; verdad que, literalmente, produce una diferencia ya sea para vida eterna o para muerte eterna. ¿Vida eterna o muerte eterna? Nada puede ser más absoluto que eso.
Preguntas para Dialogar:
¿Cómo sería vivir en un mundo donde todos siguieran los principios que se encuentran en el Sermón del Monte?
Jesús narró la parábola del constructor sabio y del necio (ver Mat. 7:24-27) a la vista del mar de Galilea. En la estación seca, la diferencia en la apariencia de la roca y de la arena de la orilla es casi imperceptible, y un constructor podría edificar su casa sobre la arena, pensando que es roca. Cuando vienen las lluvias, se revela el fundamento arenoso, y la casa colapsa. Jesús compara a quienes oyen sus palabras pero no las practican con un fundamento de arena
¿De qué modo las tormentas en nuestra vida revelarán si nuestro fundamento es de roca o de arena? ¿Cómo podemos tener un fundamento que nos mantendrá estables y firmes aun en medio de la peor de las pruebas?
Lecciones de la Escuela Sabática
Estudie la palabra de Dios a través de las Guías o lecciones de la Escuela Sabática.
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Colosenses 3:1.
Libros de Lecturas Devocionales
- A Fin de Conocerle. Hoy con la lectura Fieles en lo poco basada en Lucas 16:10.
- Cada día con Dios. Hoy con la lectura Preparémonos para la inmortalidad basada en 1 Juan 5:4.
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