Lecciones para adultos: "El libro de Mateo"
Segundo trimestre (abril-junio) de 2016
Lección 4: "“¡Levántate y anda!” - Fe y curación"
Para el 23 de abril de 2016
Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes
Lee Para el Estudio de esta Semana: Mateo 8; Levítico 13:44-50; Daniel 7:7, 8; Juan 10:10; Mateo 9:1-8; 1 Juan 1:9.
Para Memorizar: “Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? (Mat. 9:5).
¿Qué es lo que más temes en la vida? Para muchos, la lista incluiría la muerte de un miembro de la familia, o aun la propia. Y, aunque la respuesta es comprensible, mira cuán centrada en la Tierra está. ¿Es eso lo que más tememos, la pérdida de la vida en la Tierra, aunque no dura mucho tiempo?
Si Dios hiciese una lista de lo que él más teme, figuraría la pérdida de la vida eterna de nuestra familia o la nuestra.
Dios se ocupa de nuestras enfermedades físicas y de la muerte, pero se interesa también en nuestras enfermedades espirituales y la muerte eterna. Aunque Jesús sanó a muchas personas y resucitó a algunas otras, eso fue solo temporario. Todas ellas murieron una muerte física con excepción de los santos que Jesús resucitó en su propia resurrección. (Ver el Comentario bíblico adventista, t. 5, p. 537; y El Deseado de todas las gentes, p. 729.)
A pesar de todo lo que realiza en nuestro favor, el plan de salvación no nos previene de las enfermedades y la muerte terrenales. Consideremos varias historias de curaciones, físicas y espirituales, y veamos qué lecciones importantes de la fe podemos derivar de ellas.
Domingo 17 de abril: Tocar a los intocables
Después del Sermón del Monte, donde describió los principios del Reino, Jesús volvió a encontrarse con el reino de Satanás, con personas arruinadas y con principios contrarios a los divinos. Uno de los mayores ejemplos de la miseria que había en el ámbito de Satanás era la lepra. Aunque en el caso de María se usó como una forma de castigo divino (ver Núm. 12:9-12), en el contexto amplio de la Biblia es un ejemplo de lo que significa vivir en un mundo caído.
Lee Mateo 8:1 al 4. ¿Qué importancia tiene el hecho de que Jesús tocara al enfermo (ver, por ejemplo, Lev. 13:44-50)?
El leproso se arrodilló delante de Jesús y le dijo: “Si quieres, puedes limpiarme”. La palabra griega para “puedes” es dúnamai, de donde viene “dinamita”. Significa “lleno de poder”. “Si quieres, estás lleno de poder y puedes cambiar mi vida”. Jesús estaba dispuesto a sanar al leproso, e inmediatamente lo hizo.
El que Jesús lo tocara debió de haber erizado la piel de la gente que lo vio. Así como lo hizo en otras ocasiones (como la siguiente curación registrada), Jesús podría haber hablado, y el hombre habría sanado. ¿Por qué lo tocó, entonces?
“La obra de Cristo al purificar al leproso de su terrible enfermedad es una ilustración de su obra de limpiar el alma de pecado. El hombre que se presentó a Jesús estaba ‘lleno de lepra’. El mortífero veneno impregnaba todo su cuerpo. Los discípulos trataron de impedir que su Maestro lo tocase, porque el que tocaba a un leproso se volvía inmundo. Pero, al poner su mano sobre el leproso, Jesús no recibió ninguna contaminación. Su toque impartía un poder vivificador. La lepra fue quitada. Así sucede con la lepra del pecado, que es arraigada, mortífera e imposible de ser eliminada por el poder humano” (DTG 231).
Al tocar al leproso, Jesús mostró que, no importa cuán malo sea nuestro pecado, él se acerca a quien está dispuesto a ser perdonado, sanado y purificado de él.
¿A quién conoces que está sufriendo lo que hoy consideramos como “lepra”; es decir, cualquier cosa que hace que la gente se aparte con horror de él? ¿De qué modo el ejemplo de Jesús te ayuda a comprender cómo relacionarte con esa persona?
Lunes 18 de abril: El romano y el Mesías
Hay una buena razón por la que el libro de Daniel pasa mucho tiempo tratando con Roma (ver Dan. 7:7, 8, 19-21; 8:9-12, 23-25): se debe a su gran poder, que continuó prevaleciendo en el tiempo de Cristo. No obstante, un oficial romano –no solo un símbolo del poder de Roma, sino también una expresión de ese poder– fue a Jesús. El hombre era impotente frente a las pruebas y las tragedias comunes que nos asaltan a todos. ¡Qué lección acerca de los límites de lo que pueden hacer los poderes terrenales! Los líderes más grandes e influyentes, las personas más ricas, se encuentran impotentes contra muchas de las luchas comunes de la vida. Realmente, sin la ayuda divina, ¿qué esperanza tiene cualquiera de nosotros?
Lee Mateo 8:5 al 13. ¿Qué verdades importantes acerca de la fe, y de lo que significa tener fe, se revelan en esta historia? ¿Qué nos debe decir a nosotros, como adventistas del séptimo día, dados los privilegios que tenemos?
Un centurión era un oficial militar romano que, generalmente, supervisaba de ochenta a cien soldados. Servía en el ejército unos veinte años y no se le permitía tener una familia legal. De este modo, el siervo del centurión pudo haber sido su única verdadera familia.
En esa cultura, la única persona más despreciada que un gentil como el centurión habría sido un leproso; por eso, este oficial pudo suponer que Jesús no querría entrar en su casa, aun cuando Jesús le dijo que lo haría. Al pedir a Jesús que solo dijera una palabra, en vez de requerir su presencia física, el centurión demostró una gran fe que nos habla todavía hoy: la Palabra de Jesús es tan poderosa como su toque. Para este centurión, que Jesús sanara a alguien no era algo difícil. Era parecido a lo que hacía un oficial romano al dar órdenes a un soldado.
Además, considera lo que Jesús dice en Mateo 8:11 y 12. Es una severa advertencia a quienes se les han dado abundantes privilegios. Nosotros, como adventistas del séptimo día, también somos grandes privilegiados, y deberíamos prestar atención.
¿Qué prácticas y elecciones diarias haces? Más importante, ¿de qué modo esas elecciones impactan en tu fe? ¿Qué puedes hacer para que tus elecciones hagan crecer tu fe?
Martes 19 de abril: Demonios y cerdos
Lee Mateo 8:25 al 34. ¿Qué nos enseñan ambos informes acerca del poder de Dios? ¿Cómo podemos obtener consuelo de su poder, especialmente cuando luchamos con cosas más grandes que nosotros mismos?
En el pensamiento judío era una prerrogativa exclusiva de Dios la de gobernar la naturaleza y los demonios. Después de calmar la tormenta con dos palabras (Mat. 8:23-27), Jesús caminó por la orilla oriental del Mar de Galilea, no solo en territorio gentil sino también donde vivían hombres poseídos por demonios.
En Marcos 5:1 al 20 y Lucas 8:26 al 39, se añaden detalles a la historia de los hombres poseídos por demonios. Los demonios se identifican como “legión”. Una legión militar estaba formada por seis mil soldados. Los demonios fueron enviados a dos mil cerdos.
Muchos se han preguntado por qué los demonios pidieron ser enviados a los cerdos. Una tradición dice que los demonios detestaban andar solos por allí; preferían un hogar de algún tipo, aun si eran cerdos inmundos. Otra tradición dice que los demonios le tenían miedo al agua, y Jesús mismo alude a demonios que buscan lugares secos (ver Mat. 12:43). También había tradiciones judías que enseñaban que los demonios podían ser destruidos antes del apocalíptico día final de Dios.
No obstante, el punto más importante es este: la condición destructiva de los hombres de esta historia es exactamente la condición destructiva que Satanás desea para los hijos de Dios. Pero, Jesús cambió completamente sus vidas. Todo lo que Satanás busca hacer en nuestra vida Jesús puede deshacerlo en favor de quienes eligen entregarse a él. De otro modo, somos impotentes contra Satanás.
En el Gran Conflicto, estamos de un lado o del otro. No importa cuán severo suene, Jesús no podría haber expresado esta verdad más claramente que cuando dijo: “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama” (Luc. 11:23). De nosotros depende de qué lado estamos.
Lee Juan 10:10. “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir, yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. ¿De qué forma se aplica esto no solo a los endemoniados, sino también a nosotros? ¿Cómo podemos y debemos experimentar lo que se nos promete aquí?
Miércoles 20 de abril: “¡Levántate y anda!”
En la sección del lunes, notamos que Jesús dijo al centurión que no había encontrado a nadie en Israel con una fe tan grande. Sin embargo, durante esas mismas horas, en Israel, había un hombre que había llegado a un punto en el que su deseo de sanidad emocional era mayor que el de sanidad física.
Lee Mateo 9:1 al 8. Con respecto a la promesa del perdón, ¿qué gran esperanza debemos obtener de esto, más allá de cuáles hayan sido nuestros pecados o del daño que hicieron? Ver también Rom. 4:7; 1 Juan 1:9; 1 Juan 2:12.
Es fascinante que lo primero que trató Jesús, cuando le llevaron el paralítico ante él, fue la condición espiritual del hombre. Es que Jesús sabía exactamente cuál era el verdadero problema. A pesar del miserable estado físico del hombre, Cristo sabía que el problema más profundo era la culpa que sentía el hombre por haber llevado una vida muy pecaminosa. Por eso, conociendo el deseo de perdón, Jesús pronuncia las palabras más consoladoras para cualquiera que comprende la realidad y el costo del pecado: “Los pecados te son perdonados”.
Elena de White añade: “[...] no era tanto la curación física como el alivio de su carga de pecado lo que deseaba. Si podía ver a Jesús, y recibir la seguridad del perdón y de la paz con el Cielo, estaría contento de vivir o de morir, según fuese la voluntad de Dios” (DTG 233).
Un pastor adventista a menudo predicaba acerca de tener fe suficiente para no ser sanado. Esta es la mayor fe de todas: mirar no solo nuestras circunstancias físicas, sino también nuestras circunstancias eternas. Cuán a menudo nuestros pedidos en oración tienen que ver con nuestras necesidades físicas, cuando Dios se interesa en otra cosa. Sin embargo, en su Sermón del Monte, Jesús dijo que debemos buscar “primeramente el reino de Dios y su justicia”. Por lo tanto, cuán vital es que, a pesar de nuestras necesidades físicas inmediatas, mantengamos ante nosotros las cosas eternas en un mundo donde tanto es solo temporal y pasajero.
Cualesquiera que sean nuestras luchas físicas, aun en el peor escenario siempre serán solo temporarias. ¿Por qué es vital que nunca olvidemos esta verdad?
Jueves 21 de abril: “Deja que los muertos entierren a sus muertos”
Lee Mateo 8:18 al 22. ¿Qué dice Jesús a estos hombres acerca de lo que significa seguirlo a él?
Primero, en Mateo 8:18 al 22, vemos a dos hombres que se acercan a Jesús con el deseo de ser sus discípulos. Ambos son sinceros y, no obstante, ambos parecen tener algo que los retiene. Entonces Jesús, que conoce todos nuestros pensamientos, va al centro del asunto. Le pregunta al primer hombre si está realmente dispuesto a renunciar a todo −incluyendo su propia cama− para seguirlo. Esto no significa que una persona perderá todas sus posesiones terrenales si sigue a Jesús, pero sí que necesita estar lista para hacer eso.
Jesús luego le pregunta al segundo hombre si está dispuesto a poner a Jesús antes que a su propia familia. A primera vista, sus palabras al segundo hombre parecen muy duras. Todo lo que el hombre quería era ir a enterrar a su padre.
¿Por qué no podía hacer eso primero y luego seguir a Jesús cuando, en la fe judía, se consideraba que un entierro adecuado de los padres era parte de la obediencia al quinto Mandamiento?
Sin embargo, algunos intérpretes alegan que el padre del hombre no estaba muerto todavía, ni a punto de morir; en cambio, el hombre le decía a Jesús, básicamente: Déjame resolver todo lo relacionado con mi familia, y luego te seguiré. Por eso, Jesús respondió del modo en que lo hizo.
Otro llamado al discipulado se encuentra en Mateo 9:9 al 13, el llamado al propio Mateo, un despreciado recolector de impuestos. Jesús conocía que el corazón del hombre estaba abierto a la verdad, como mostró la respuesta de Mateo al llamado. Jesús sabía qué reacción tendría alguien como Mateo, según lo revela el texto. Desde nuestra perspectiva actual, es difícil ver cuántos trastornos sufriría una persona como Mateo al recibir un llamado. Este es otro ejemplo de cuán universal es realmente el llamado del evangelio.
Lee Mateo 9:13. Aunque el contexto es diferente, ¿cómo se aplica aún hoy el principio, incluso cuando sustituimos la idea de un sacrificio animal por el sacrificio de Jesús? Es decir, ¿de qué manera podemos ser cuidadosos e impedir que las creencias o las prácticas religiosas, no importa cuán correctas sean, se interpongan en el camino de lo que realmente le importa a Dios?
Para Estudiar y Meditar:
Lee “Puedes limpiarme”, El Deseado de todas las gentes, pp. 227-237.
Los alemanes tienen un dicho: “Einmal ist keinmal”. Significa, literalmente: “Una vez es ninguna vez”. Es una expresión idiomática para la idea de que, si algo ocurre solo una vez, entonces no cuenta, no importa. Si sucede una sola vez, es como si nunca hubiera ocurrido. Ya sea que estés o no de acuerdo con esta idea, analízala en el contexto de la sección del jueves, donde, para responder al hombre que quería primero enterrar a su padre y después ser su discípulo, Jesús dice: “Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos” (Mat. 8:22). ¿Qué quiso decir Jesús al implicar que el hombre, un hombre viviente, estaba muerto? Bueno, si “una vez es ninguna vez”, entonces, para vivir sobre esta Tierra solo una vez, sin una eternidad después, lo mismo sería que nunca hubieses nacido. Podrías estar muerto ahora (ver Juan 3:18). Los pensadores seculares, que no creen en una vida después de la muerte, se han quejado por la falta de sentido de una vida que existe solo una vez y, además, por un tiempo breve, antes de desaparecer por la eternidad. ¿Qué significado tiene la vida, se han preguntado, si después de este breve pasaje desaparecemos para siempre y somos olvidados para siempre? No es extraño, entonces, que Jesús respondiera como lo hizo. Estaba queriendo mostrarle al hombre una realidad mayor que lo que este mundo, en sí mismo y por sí mismo, ofrece.
Preguntas para Dialogar:
Recordando la idea presentada arriba, vuelve y lee la historia (en Mateo) en la que Jesús le habla al hombre sobre el entierro de los muertos. ¿Qué debe decirnos esto acerca de cuán vital es recordar el cuadro completo (y cuando decimos “completo”, queremos decir realmente el gran cuadro) en todo lo que hacemos? ¿De qué modo nos ayuda nuestra teología a comprender cuán grande es realmente ese cuadro?
No siempre conocemos la voluntad de Dios para la curación física, pero siempre sabemos su voluntad para nuestra curación espiritual. ¿De qué forma debería afectar esto nuestra vida de oración?
¿Qué cosas son las más importantes para ti? Haz una lista y llévala a la clase. ¿Qué pueden aprender de las prioridades de cada uno de ustedes? ¿Qué nos enseñan esas prioridades sobre nosotros mismos, y sobre nuestra visión del mundo, de Dios y de los demás? ¿Cuán diferente sería la lista si un grupo de ateos estuviera haciendo lo mismo?
Lecciones de la Escuela Sabática
Estudie la palabra de Dios a través de las Guías o lecciones de la Escuela Sabática.
Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; y el que me ve, ve al que me envió. Juan 12:44,45.
Libros de Lecturas Devocionales
- A Fin de Conocerle. Hoy con la lectura Servid al señor de todo corazón basada en Colosenses 3:23-24.
- Cada día con Dios. Hoy con la lectura Fábulas por arte compuestas basada en Daniel 8:14.
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