Lecciones para adultos: "Mayordomía: Las motivaciones del corazón"
Primer trimestre (enero-marzo) de 2018
Lección 1: "La influencia del materialismo"
Para el 6 de enero de 2018
Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes
Lee Para el Estudio de esta Semana: 1 Juan 2:16, 17; Lucas 14:26-33; 12:15-21; Deuteronomio 8:10-14; 1 Timoteo 6:10; Juan 15:5; Gálatas 2:20.
Para Memorizar: “No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Rom. 12:2, RVR 95).
La Palabra de Dios le dice a su pueblo: “No os conforméis a este mundo” (Rom. 12:2, RVR 95), pero el encanto del materialismo, el deseo desmedido de riquezas, y lo que creemos que la riqueza puede aportarnos, es poderoso. Muy pocas personas, ya sean ricas o pobres, están fuera del alcance del materialismo. Esto incluye a los cristianos también.
No hay nada de malo en ser rico, ni siquiera en trabajar mucho para progresar, y proveer para nuestra comodidad y la de nuestros seres queridos. No obstante, cuando el dinero (o afán del dinero) es arrollador, hemos caído en la trampa del diablo y, sin duda, nos hemos “conform[ado] a este mundo”.
El mundo transmite la idea de que la buena vida, la vida abundante, solo se encuentra en el dinero. Sin embargo, el dinero es una máscara detrás de la cual se esconde Satanás, para obtener nuestra lealtad. El materialismo es una de las armas preferidas de Satanás contra los cristianos. A fin de cuentas, ¿a quién no le gustan el dinero, y lo que el dinero puede brindarnos aquí y ahora? Su mayor logro es la gratificación instantánea; pero, en definitiva, no puede satisfacer nuestras necesidades más profundas.
Domingo 31 de diciembre: El dios de este mundo
El dinero se ha convertido en el dios de este mundo, y el materialismo es su religión. El materialismo es un sistema sofisticado e insidioso que ofrece seguridad temporal, pero no la máxima seguridad.
Caemos en el materialismo, como lo definimos aquí, cuando el deseo de riquezas y posesiones se vuelve más importante y más preciado que las realidades espirituales. Las posesiones pueden tener valor, pero este no debe posesionarse de nosotros: “Quien ama el dinero, de dinero no se sacia. Quien ama las riquezas nunca tiene suficiente” (Ecl. 5:10, NVI). Ese es el problema con desear las cosas de este mundo: no importa cuánto tengamos, nunca es suficiente; cada vez nos esforzamos más, pero nunca podrá satisfacernos. ¡Hablando de trampas!
Lee 1 Juan 2:16 y 17. ¿Qué nos dice este texto acerca de lo que realmente importa?
Lee Lucas 14:26 al 33. ¿Qué nos dice Jesús sobre que es de suprema importancia para el cristiano?
Tal vez podría expresarse de este modo: cuando el dinero, o el deseo de dinero, se convierte en una realidad arrolladora, sin duda se debería medir el costo. “Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Mar. 8:36).
“Cuando Cristo vino a la tierra, la humanidad parecía muy próxima a llegar a su más bajo nivel. El mismo cimiento de la sociedad estaba minado. La vida había llegado a ser falsa y artificial. [...] En el mundo, todos los sistemas religiosos perdían su influencia sobre la mente y el alma. Hartos de fábulas y mentiras, y deseosos de ahogar su pensamiento, los hombres se volvieron hacia la incredulidad y el materialismo. Al excluir de sus cálculos la eternidad, vivían para el presente” (Ed 74, 75).
¿Gente atraída por la incredulidad y el materialismo, y que vive solo para el presente? ¿Te resulta conocido?
¿A quién no le gusta poseer cosas? La pregunta es: ¿De qué modo podemos saber si las cosas que poseemos, aunque no sean muchas, se posesionan de nosotros? ¿Quién es el único que debería poseernos, y cómo podemos estar seguros de que le pertenecemos?
Lunes 1 de enero: Llenar los graneros
Lee Lucas 12:15 al 21. ¿Cuál es el mensaje para nosotros aquí? ¿En qué sentido se podría aplicar este principio incluso a alguien que no sea necesariamente rico?
Seamos ricos o pobres, nuestro deseo de poseer cosas puede apartar nuestra mente de lo que realmente importa y, en cambio, enfocarla solo en lo que es temporal y fugaz, algo por lo que no vale la pena perder la vida eterna.
Probablemente, en la actualidad, nunca nos inclinaríamos ante una estatua literal de oro o plata, ni la adoraríamos. Sin embargo, todavía podemos estar en peligro de adorar el oro y la plata, solo que de otro modo.
Esta parábola es muy pertinente en muchas partes del mundo, pues hay personas dedican su vida casi exclusivamente a la adquisición de posesiones. Los comerciantes han transformado la venta de sus productos en una forma de arte a escala mundial. Su estrategia de comercialización se basa en hacernos creer que no podemos ser felices ni estar satisfechos hasta que poseamos lo que ellos venden. Una empresa muy exitosa crea un producto, nos hace creer que lo necesitamos y, luego, nos lo vende. Y ¡la verdad es que funciona! Incluso los cristianos, cuya esperanza no es de este mundo, no están a salvo de este engaño.
Lee Deuteronomio 8:10 al 14. ¿En qué medida cualquier miembro de iglesia puede estar en peligro de la amenaza sobre la que se advierte aquí?
¿Qué ejemplos puedes encontrar, en la Biblia o en nuestro mundo actual, en los que la acumulación de riquezas y posesiones materiales aumentó la espiritualidad de una persona, el amor a Dios, y el deseo por las cosas celestiales y espirituales? Por favor, comparte tu respuesta con la clase.
Martes 2 de enero: El encanto del materialismo
El mundo de la publicidad es poderoso. Las empresas gastan miles de millones poniendo imágenes de sus productos ante nosotros. Casi siempre usan gente hermosa y atractiva para promover lo que venden. Miramos ese anuncio y nos vemos a nosotros mismos, no solo con el producto, sino como las personas del anuncio.
El materialismo no sería casi tan eficaz si no fuera por la sensualidad sutil (y a veces no tan sutil) entretejida en la publicidad. Es la técnica más poderosa de la publicidad, pero actúa como veneno para los cristianos que están luchando contra los peligros del materialismo, que somos la mayoría.
Lee Mateo 6:22 al 24. ¿Qué representa el ojo según la acción y el pensamiento cristianos? ¿De qué modo debemos reaccionar, como cristianos, ante las imágenes sutiles que nos tientan a consumir lo que realmente no necesitamos?
La publicidad que otorga sensualidad a los productos de los comerciantes puede convertirse en una herramienta poderosa. Los comerciantes venden su mercadería al generar entusiasmo en la mente de los consumidores. La experiencia es pura fantasía, pero funciona. Puede ser casi místico llevar a la gente, aunque de manera fugaz, a lo que parece ser otra esfera de existencia. Se convierte en una religión falsa, que no ofrece ningún conocimiento y ninguna verdad espiritual aunque, en el momento, es tan atractiva y seductora que muchos no se resisten. Lo queremos, y creemos que lo merecemos, así que ¿por qué no tenerlo? Solo Dios sabe las enormes cifras que se han gastado, y se seguirán gastando, en cosas que los anunciantes nos han convencido de que necesitamos.
“Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa” (Gál. 5:16, NVI). Aunque tendemos a pensar en los “deseos de la naturaleza pecaminosa” solo en términos sexuales, ¿de qué otras maneras podemos estar en peligro de seguir estos deseos?
Miércoles 3 de enero: El amor al yo
“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno” (Rom. 12:3).
Dios dijo: “Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti” (Eze. 28:17). Lucifer se autoengañó al creer que era mayor de lo que realmente era. Cuando dijo en su corazón: “Seré semejante al Altísimo” (Isa. 14:14), reveló ambiciones egoístas al reclamar derechos que él no tenía. El autoengaño y las ambiciones egoístas eran dos rasgos del corazón caído de Lucifer.
Estos textos sobre la caída de Lucifer deben decirnos que, en muchos sentidos, el pecado original es el del narcisismo, que un diccionario define como “fascinación desmesurada con uno mismo; amor propio, vanidad”. ¿Qué rasgos, en todo ser humano caído, podrían ser mayores indicadores de autoengaño que estos?
Sin embargo, estos rasgos son más comunes de lo que creemos. Nabucodonosor pensó con arrogancia que era mayor de lo que realmente era (Dan. 4:30). Los fariseos también llegaron a creer en esta fantasía seductora (ver Luc. 18:11, 12). La riqueza también puede conducir a este mismo engaño si no somos cuidadosos.
Lee 1 Timoteo 6:10. ¿A qué peligro se refiere Pablo?
Pablo instruye a Timoteo que se guarde de muchos tipos de gente mala (2 Tim. 3:1-5), incluyendo a los “amadores de los deleites”, o del dinero. Este amor al dinero puede alentar el exceso de confianza y una actitud grandilocuente de ensimismamiento y presunción. Esto se debe a que el materialismo impone, a las personas que tienen grandes posesiones, un excesivo sentido de importancia. Cuando uno tiene mucho dinero, es fácil tener un concepto más elevado de uno mismo que el que debiera. Al fin y al cabo, todos quieren ser ricos, pero solo unos pocos lo logran. Por lo tanto, es fácil que los ricos se vuelvan orgullosos, jactanciosos y egoístas.
Lee Filipenses 2:3. ¿Dé qué modo este versículo nos ayuda a entender por qué el materialismo, y las actitudes que este puede fomentar, son tan incompatibles con el ideal cristiano?
Jueves 4 de enero: La absoluta inutilidad del materialismo
Hay muchos que aman a Dios. Su identidad se mezcla con la de él de una manera tal que las posesiones materiales no pueden destronarla.
Lee Deuteronomio 7:6, 1 Pedro 2:9, Juan 15:5, y Gálatas 2:20. ¿Qué significa ser la posesión de Dios, y dónde encontramos nuestra verdadera identidad?
Dios dice: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos [...] separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5). La conexión es directa y segura. “Toda verdadera obediencia proviene del corazón. La de Cristo procedía del corazón. Y si nosotros consentimos, se identificará de tal manera con nuestros pensamientos y fines, amoldará de tal manera nuestro corazón y mente en conformidad con su voluntad que, cuando le obedezcamos, estaremos tan solo ejecutando nuestros propios impulsos” (DTG 621).
Por otra parte, el materialismo nos ofrece una identidad que es sinónimo de nuestras posesiones. En otras palabras, nos definimos sobre la base de lo que poseemos y de lo que podemos adquirir de los bienes de este mundo. Santiago nos advierte en contra de esto: “Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros” (Sant. 5:3). “Acumular” significa recolectar y almacenar muchos tesoros; más aún, es en esos tesoros, ya sean pocos o muchos, donde muchos hallan su identidad (Luc. 12:19-21).
El materialismo es una forma de confusión de identidad. Esto significa que, para muchos de nosotros, la identidad se fusiona con nuestras posesiones. Nuestras posesiones llegan a ser nuestro Dios (Mat. 6:19-21). Como alguien dijo: “No soy nada sin mis cosas”. Qué triste que nos podamos identificar solo son las posesiones terrenales que tenemos. Qué manera superficial, fugaz y, en última instancia, inútil de vivir la vida, especialmente para alguien que dice ser cristiano. ¿Nos identificamos con Dios o con nuestras posesiones? En última instancia, será uno de los dos.
¿Cuánto de tu identidad se relaciona con las cosas que posees?
Para Estudiar y Meditar:
“El enemigo está comprando almas hoy por muy poco precio. ‘De balde fuisteis vendidos’ (Isa. 52:3), es el lenguaje de las Escrituras. El uno vende su alma por el aplauso del mundo; el otro por dinero. El uno para satisfacer las bajas pasiones; el otro por las diversiones mundanas. Se hacen tales transacciones diariamente. Satanás está tratando de recuperar a los que fueron comprados por la sangre de Cristo y los consigue muy baratos, a pesar del precio infinito que fue pagado para rescatarlos” (TI 5:125).
El objetivo de Satanás es comprar almas a través del materialismo, y los adornos superficiales atraen a cada corazón. El materialismo no puede hablar, pero conoce todos los idiomas. Sabe cómo brindar placer y gratificación tanto a los ricos como a los pobres y les hace decir: “Tengo todo lo que necesito aquí; ¿por qué preocuparme por otras cosas?” Así el materialismo corrompe la mente; hace que la gente confíe en sus posesiones en lugar de confiar en Dios. Sin embargo, el antídoto es: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zac. 4:6). El materialismo no puede resistir el control del Espíritu Santo cuando nos entregamos a Dios y nos proponemos, por su gracia, no dejar que el materialismo gobierne nuestra vida.
Preguntas para Dialogar:
¿Cuáles son las maneras en que, aun siendo pobres o sin tener muchos bienes materiales, podemos ser arrastrados por algunos de los peligros que vimos esta semana?
Algunas personas dicen: “No me importa el dinero. El dinero no significa nada para mí”. (Por cierto, a menudo, los que dicen esto tienen mucho dinero.) ¿Por qué, en la mayoría de los casos, eso simplemente no es así? Las finanzas son importantes; cumplen un papel en nuestra vida. La pregunta es: ¿de qué modo podemos mantener el dinero y nuestra necesidad de dinero en la perspectiva bíblica correcta?
“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mat. 6:19-21). Lee atentamente lo que Jesús nos dice aquí. ¿En qué sentido esto es una forma poderosa de protegernos de los peligros del materialismo?
Lecciones de la Escuela Sabática
Estudie la palabra de Dios a través de las Guías o lecciones de la Escuela Sabática.
Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; y el que me ve, ve al que me envió. Juan 12:44,45.
Libros de Lecturas Devocionales
- A Fin de Conocerle. Hoy con la lectura Servid al señor de todo corazón basada en Colosenses 3:23-24.
- Cada día con Dios. Hoy con la lectura Fábulas por arte compuestas basada en Daniel 8:14.
Envíe su Pedido de Oración, sus peticiones serán tratadas de una forma confidencial.
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