Lecciones para adultos: "El Libro de Hechos"
Edición para maestros. Tercer trimestre (julio-septiembre) de 2018
Lección 3: "La vida en la iglesia primitiva"
Para el 21 de julio de 2018
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El sábado enseñaré...
Saber: Reconocer la importancia de la respuesta correcta al llamado evangélico.
Sentir: Cultivar una nueva relación con Dios y la comunidad de fe.
Hacer: Decidir vivir y compartir su fe.
Saber: Respuestas básicas
¿Cuáles son algunas de las respuestas negativas y positivas que se espera de los nuevos creyentes?
¿Cómo se rechazan las respuestas negativas y cómo se confirman las respuestas positivas?
Sentir: Cultivar nuevas relaciones
¿Cómo cultivaba nuevas relaciones la iglesia primitiva?
¿Qué factores fortalecen/debilitan las relaciones comunitarias?
¿Cómo ayuda el dar con sacrificio en la proclamación del evangelio y en la edificación de la comunidad?
Hacer: Cómo impulsar la causa en medio de la adversidad
¿Cómo afrontó la adversidad la iglesia primitiva, incluso mientras promovía el crecimiento de la iglesia?
¿Cómo reaccionamos ante diferentes personalidades de la iglesia primitiva: Bernabé, Pablo, Ananías y Safira?
La iglesia está comprometida no solo con el avance de la comisión evangélica sino también con la superación de los intentos de Satanás de frustrar la misión de la iglesia.
Texto destacado: Hechos 2:41-47.
Concepto clave para el crecimiento espiritual: El derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés produjo dos grandes milagros entre los discípulos (Hech. 2:40-47). En primer lugar, vieron la naturaleza universal del evangelio: Jesús es el Salvador no solo “para vosotros [...] y para vuestros hijos” (es decir, solo para los judíos), sino “para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare” (Hech. 2:39). En segundo lugar, los discípulos aprendieron que el crecimiento de la iglesia no depende de lo que los seres humanos puedan realizar, sino de lo que el Espíritu puede lograr mediante el estudio de la Palabra, la propiciación de la camaradería espiritual y una vida de fe y testificación.
Solo para los maestros: Bautizarse en el nombre de Jesús y recibir el Espíritu Santo son solo los primeros pasos para llegar a ser miembros de la familia de Dios. Después de esos pasos iniciales, los miembros de la iglesia tienen que pasar por varias experiencias: la perseverancia en la doctrina, el crecimiento en la comunión, “el partimiento del pan”, una vida de oración personal y pública, visitaciones casa por casa, la sencillez de vida y el crecimiento de la iglesia (ver Hech. 2:42-47). Analicen la importancia de una vida eclesiástica tan holística.
Diálogo inicial: “Bajo la instrucción de Cristo, los discípulos habían sido inducidos a sentir su necesidad del Espíritu. Bajo la enseñanza del Espíritu, recibieron la preparación final y salieron a emprender la obra de su vida” (HAp 37). Observa dos frases en esta cita: “Bajo [...] Cristo” y “bajo [...] el Espíritu ". ¿Qué significan estas frases para ti?
Solo para los maestros: ¿Qué es la iglesia? ¿Es ese imponente edificio en la esquina de la Calle Principal y la Avenida del Mercado? ¿Es un club de personas con ideas afines que se reúnen para promover intereses y bienestar en común? ¿Es un centro para la prevención de la crueldad hacia los seres humanos? ¿Es un centro de reuniones donde las personas se reúnen para adorar, estudiar y orar cada sábado? ¿Es una sociedad caritativa para cuidar a los necesitados, a los enfermos y a los hambrientos? Si bien puede ser alguna de estas cosas que se mencionan en esas declaraciones, considera lo siguiente: “Por débil e imperfecta que parezca, la iglesia es el objeto al cual Dios dedica en un sentido especial su suprema consideración. Es el escenario de su gracia, en el cual se deleita en revelar su poder para transformar los corazones” (HAp 11).
La lección de esta semana apunta a tres factores sobre la iglesia: la comunión de los salvos; un cuerpo de creyentes lleno de vida que exalta la cruz; y un cuerpo eclesiástico de milagros, unidad y problemas.
Comentario de la Biblia
I. La iglesia: La comunión de los salvos
(Repasa, con tu clase, Hech. 2:42-45; 4:34, 35.)
“Sed salvos” (Hech. 2:40). Esa fue la apelación final de Pedro en su sermón pentecostal. ¿Qué quiso decir Pedro con esta súplica? Él mismo brindó la respuesta: “Sed salvos de esta perversa generación”. Ser salvo es una experiencia doble. En primer lugar, es un rechazo de las perversidades de la vida y un escape de ellas. Es arrepentirse del pecado y rechazar todas sus seducciones. En segundo lugar, ser salvo significa pertenecer totalmente y sin reservas a Aquel que salva: a Jesús. Cuando hay un rechazo consciente y continuo del pecado y una aceptación total del llamado de Jesús, la salvación se vuelve realidad. Quienes son salvos con estas condiciones constituyen la iglesia, el cuerpo de Cristo. La salvación precede a la membresía de la iglesia.
El Nuevo Testamento utiliza la palabra “iglesia” como traducción de la palabra griega ekklesia, que literalmente significa “llamado a salir”. Muy a menudo, se utiliza “la iglesia” para describir a quienes son llamados a salir del pecado a la justicia, del egocentrismo a la contemplación de Cristo, de las cosas efímeras de este mundo a las realidades inquebrantables del hogar celestial. Los “llamados” creen que Jesús es el Hijo de Dios, lo aceptan como Salvador y Señor, y se reúnen para estudiar su Palabra, para adorarlo como su Señor y para compartir el mensaje con quienes no lo conocen. Fe, comunión, estudio, adoración y testificación son algunas de las marcas esenciales de la iglesia. Con eso en mente, Jesús prometió: “Edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mat. 16:18).
Considera: “Aquellos que en Pentecostés fueron dotados con el poder de lo alto, no quedaron desde entonces libres de tentación y prueba” (HAp 40). Pertenecer a la iglesia no es una garantía de que seguiremos estando en Cristo o de que viviremos libres de dolor y sufrimiento. Por lo tanto, ¿qué debiéramos hacer para seguir siendo miembros inquebrantables del cuerpo de Cristo, a pesar de la adversidad y la tentación?
II. La iglesia: Un cuerpo lleno de vida que exalta la cruz
(Repasa, con tu clase, Hech. 3, 4:1-31.)
Una iglesia viva es una iglesia en crecimiento. En Pentecostés, tres mil personas de unas 15 regiones lingüísticas del mundo (Hech. 2:9-11, 41) aceptaron a Jesús como su Señor y Salvador y fueron llenos del Espíritu. Así comenzó la iglesia, y “el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hech. 2:47). A partir de ese momento, entró un nuevo elemento en la historia de la humanidad, que desafiaba los sistemas religiosos y filosóficos del mundo y le hizo saber al mundo “ciertísimamente [...] que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo” (Hech. 2:36). A causa de aquel Crucificado, toda la humanidad será llamada a rendir cuentas de cómo se relacionan con Jesús: si lo aceptan como su Salvador para entrar en la vida eterna; o si lo rechazan e ignoran como si no importara, para enfrentar la consecuencia de la muerte eterna. La cruz se convierte así en el gran divisor entre la vida eterna y la muerte eterna. Los que eligen identificarse con el Señor de la cruz llegan a ser el cuerpo del Cristo viviente.
Considera: “Cada cristiano veía en su hermano una revelación del amor y la benevolencia divinos. [...] La ambición de los creyentes era revelar la semejanza del carácter de Cristo, y trabajar para el engrandecimiento de su reino” (HAp 39). Nosotros, como cristianos, debemos emular esta experiencia de los primeros creyentes. ¿Como lo hacemos?
III. La Iglesia: Un cuerpo de milagros, comunidad y problemas
(Repasa, con tu clase, Hech. 3; 4; 5:1-11.)
La iniciativa divina y los participantes humanos en la composición de la iglesia lo convierten en un cuerpo marcado por los milagros, la comunidad y los problemas.
En primer lugar, observa el milagro del crecimiento: “El Señor añadía cada día” (Hech. 2:47). Las matemáticas del crecimiento de la iglesia primitiva son asombrosas: 12, 120, 3.000, otras adiciones diarias, 5.000 (Hech. 4:4), y antes de culminar el siglo, el mundo entero se había convertido en la parroquia de la fe y el blanco para evangelizar. El milagro avanzaba aún más, a medida que se predicaba el evangelio en todo el mundo, llevando la libertad personal a un cojo de nacimiento. Este era un caso de miseria suprema. Este hombre era socialmente despreciado, y estaba físicamente agobiado y condenado a pedir monedas o un pedazo de pan a los que asistían al templo. Pero de repente encuentra un atisbo de esperanza en lo que le dijo Pedro: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; [...] el nombre de Jesucristo de Nazaret” (Hech. 3:6). En ese Nombre, el apóstol le ordenó al cojo: “Levántate y anda” (Hech. 3:6), y al instante el poder invisible de la resurrección de Jesús hizo que la vida en toda su plenitud fluyera a través de los nervios y tejidos muertos del cojo y este entró “andando, y saltando, y alabando a Dios” (Hech. 3:8). Jesús sigue siendo el recurso de redención, renovación y revitalización.
Y en segundo lugar, observa la comunión de unidad en la iglesia primitiva, así como la tragedia que la afligía. La iglesia experimentó la unidad no solo “en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hech. 2:42), sino también en la comunión entre hermanos (Hech. 4:34, 35). Amar a Dios y compartir la fe y los recursos con los creyentes se convirtió en el símbolo visible de la comunión gozosa: “Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas” (Hech. 2:44). Por consiguiente, Bernabé, que “como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles” (Hech. 4:36, 37), es un buen ejemplo de lo que significa compartir la vida en comunión cristiana. Bernabé (Hech. 4:36) experimentó plenamente a Jesús. Su gratitud era total y sin reservas, su carácter era transparente y limpio, su vida se transformó. Conocía a Jesús, y Jesús lo conocía a él. Llegó a ser el motor detrás de la poderosa iglesia de Antioquía y de la integración de Pablo (Hech. 9:27; 11:25, 26). Pero dentro de la iglesia también están las semillas de la tragedia: si bien la iglesia es la morada de los fieles, también tiene el elemento de lo egocéntrico. La experiencia cristiana abarca la gracia y la bondad de Bernabé, pero también contiene la avaricia y el fingimiento de Ananías y Safira (Hech. 5:1-11). La veracidad de la comunidad cristiana se ve constantemente desafiada por la facilidad con que las declaraciones falsas y las pseudoexperiencias pueden competir por su morada.
Considera: Se nos dan las parábolas del trigo y la cizaña, las ovejas y los cabritos (Mat. 13:24-30, 25:31-46) en relación con la morada de los fieles y los infieles dentro de la iglesia. ¿Cómo diferenciamos entre los dos grupos?
Solo para los maestros: “¿Deseas llegar a ser un seguidor de Cristo pero no sabes cómo empezar? ¿Estás en oscuridad y no sabes cómo hallar la luz? Sigue la luz que tienes. Dispón tu corazón para obedecer lo que sabes de la Palabra de Dios. Su poder, su misma vida, reside en su Palabra. [...] Estás edificando sobre la Palabra de Dios, y tu carácter se formará a semejanza del carácter de Cristo” (DMJ 126).
Preguntas de aplicación y reflexión:
¿Qué significa ser cristiano? ¿Cómo influye esto en el hecho de ser un fiel miembro de iglesia?
Nuestra relación con la Palabra de Dios, ¿cómo afecta nuestra vida dentro de la iglesia?
Solo para los maestros: Considera las diferencias de carácter entre Bernabé y Ananías y Safira. Analiza lo siguiente:
Suponiendo que las tres personas tuvieron el mismo grado de contacto con la verdad, ¿por qué dieron diferentes frutos en la vida?
¿En qué sentido las mejores intenciones pueden convertirse en desastres espirituales?
Lecciones de la Escuela Sabática
Estudie la palabra de Dios a través de las Guías o lecciones de la Escuela Sabática.
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa. Efesios 1:13.
Libros de Lecturas Devocionales
- A Fin de Conocerle. Hoy con la lectura Promesa de poder divino basada en Hechos 1:8.
- Cada día con Dios. Hoy con la lectura El antídoto de la codicia basada en Colosenses 1:23.
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