Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "El libro de Apocalipsis"

Primer trimestre (enero-marzo) de 2019

Lección 4: "Digno es el Cordero"

Para el 26 de enero de 2019

Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

 

Ir ArribaSábado 19 de enero

Lee Para el Estudio de esta Semana: Apocalipsis 4; Ezequiel 1:5-14; Apocalipsis 5; Efesios 1:20-23; Hebreos 10:12; Hechos 2:32-36.

Para Memorizar: “No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos” (Apoc. 5:5).

La visión anterior describía los mensajes de Cristo para su pueblo en la Tierra. Ahora la visión cambia de la Tierra al cielo y se enfoca en “las cosas que sucederán después de estas” (Apoc. 4:1): el futuro.

La visión de los capítulos 4 y 5 brinda una exploración panorámica del gran conflicto. Por ello, al igual que en Apocalipsis 12, la escena de los capítulos 4 y 5 representa simbólicamente la historia del plan de salvación, comenzando con el ministerio de Cristo en la Tierra. Sin embargo, antes de que se revele el futuro, se nos da una vislumbre de la investidura de Cristo en su ministerio celestial posterior al Calvario. De este modo, los capítulos 4 y 5 brindan una perspectiva celestial sobre el significado de los acontecimientos futuros registrados en el resto del libro.

También se puede observar que, si bien los mensajes a las siete iglesias fueron escritos en un lenguaje bastante directo, a partir de ahora el libro emplea un lenguaje simbólico que no siempre es fácil de interpretar. Este lenguaje procede de la historia del pueblo de Dios, según se registra en el Antiguo Testamento. Una interpretación correcta del Apocalipsis requiere una comprensión adecuada de su lenguaje simbólico a la luz del Antiguo Testamento.

 

Ir ArribaDomingo 20 de enero: En la sala del trono celestial

A partir de Apocalipsis 4:1, Jesús lo invita a Juan a ascender al cielo para mostrarle la exploración panorámica de la historia desde sus días hasta el regreso de Cristo.

Lee Apocalipsis 4:1 al 8; y Ezequiel 1:26 al 28. Según Apocalipsis 5:11 al 14, ¿qué podemos aprender sobre la grandeza de la sala del trono celestial?

El apóstol vio, a través de la puerta abierta, el templo celestial y el trono de Dios. El trono simboliza el gobierno de Dios y la autoridad que gobierna sobre la creación, mientras que el arco iris alrededor del trono señala su fidelidad para con su pueblo. Sin embargo, Satanás, su adversario usurpador, le ha disputado la autoridad a Dios. El tema central del gran conflicto entre Dios y Satanás es sobre quién tiene derecho a gobernar. El propósito del concilio celestial, reunido en la sala del trono celestial, era resolver de una vez y para siempre la cuestión del legítimo gobierno de Dios sobre el universo.

Lee Apocalipsis 4:8 al 11; y 5:9 al 14. ¿Qué puedes extraer sobre la verdadera adoración en estos pasajes? ¿Por qué el Señor Dios es digno de ser adorado en el capítulo 4, y por qué el Cordero es digno en Apocalipsis 5:9 al 14?

Apocalipsis 4 da una descripción general de la sala del trono en el templo celestial y de la adoración que tiene lugar allí constantemente. Mientras que la adoración en el capítulo 4 enaltece el poder creador de Dios, el capítulo 5 celebra la redención provista por el Cordero inmolado. Esto demuestra que la verdadera adoración expone y celebra los poderosos actos de creación y redención de Dios. Dios, quien creó el mundo en el principio, tiene el poder y la capacidad de restaurarlo a su condición original y de convertirlo en el hogar eterno de su pueblo. Esto es exactamente lo que ha prometido hacer.

Piensa en lo que enseña el evangelio: el que nos creó, no solo a nosotros y a nuestro mundo, sino a todo el cosmos, también es “el Cordero que fue inmolado” (Apoc. 5:12) por nosotros. ¿Qué asombrosa esperanza presenta esto en medio de un mundo lleno de dolor y confusión?

 

Ir ArribaLunes 21 de enero: La asamblea celestial en la sala del trono

La descripción de los ancianos en Apocalipsis 4:4 muestra que no son seres angelicales. El título “ancianos” en la Biblia siempre se usa para seres humanos. En contraste con los ángeles, que siempre están en la presencia de Dios, estos ancianos se sientan en tronos. Las túnicas blancas que usan son la vestimenta del pueblo fiel de Dios (Apoc. 3:4, 5). Las coronas de victoria (stephanoi en griego) sobre las cabezas están reservadas exclusivamente para los santos victoriosos (Sant. 1:12). Todo esto sugiere que los 24 ancianos son los santos glorificados.

El número 24 es simbólico: consiste en dos conjuntos de doce. El doce en la Biblia es un símbolo del pueblo de Dios. Los 24 ancianos podrían representar al pueblo de Dios en su totalidad, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. El número 24 también refleja a los jefes de las 24 divisiones de sacerdotes que se turnaban para desempeñarse en los servicios terrenales del templo (1 Crón. 24:1-19).

El hecho de que nunca antes se hayan mencionado los 24 ancianos en la Biblia implica que son un grupo nuevo en la sala del trono celestial. Podrían haber llegado allí poco antes de que se desarrollara la escena. Lo más probable es que sean los que resucitaron de entre los muertos cuando Jesús murió (Mat. 27:51-53). Según Efesios 4:8, cuando Jesús ascendió al cielo, tomó consigo a una multitud de cautivos.

Los 24 ancianos ascendieron con Jesús al cielo como representantes de la humanidad, para dar testimonio de la justicia en los actos de Dios al llevar a cabo el plan de salvación. En Apocalipsis 4, fueron conducidos hasta la sala del trono celestial, junto con el resto de la asamblea, para darle la bienvenida a Jesús después de su victoriosa muerte en la cruz y para presenciar la exaltación a su posición celestial luego de la ascensión.

Apocalipsis 4:6 al 8 también menciona a los cuatro seres vivientes. Compara esta descripción con los cuatro seres vivientes de Ezequiel 1:5 al 14; y 10:20 al 22; y los serafines de Isaías 6:2 y 3.

Los cuatro seres vivientes son los ángeles exaltados que sirven a Dios como agentes y guardianes de su trono (Sal. 99:1). Sus alas simbólicamente indican su rapidez al llevar a cabo las órdenes de Dios, y sus ojos denotan su inteligencia. Los aspectos de león, becerro, hombre y águila podrían considerarse representativos de todo el orden creado. Con la presencia de ellos, toda la creación de Dios está representada en la sala del trono.

 

Ir ArribaMartes 22 de enero: El libro sellado

Lee Apocalipsis 5:1. A la luz de Isaías 29:11 y 12, ¿cuál es el significado del sello del libro?

El texto griego indica que el rollo estaba en el trono a la derecha del Padre, a la espera de que quien era digno de tomarlo ocupara su asiento en el trono.

En palabras de Elena de White, el rollo sellado contiene “la historia de las providencias de Dios, la historia profética de las naciones y de la iglesia. Este contenía las declaraciones divinas, su autoridad, sus mandamientos, sus leyes, todas las amonestaciones simbólicas del Eterno y la historia de todos los poderes gobernantes de las naciones. En lenguaje simbólico, el rollo contenía la influencia de cada nación, lengua y pueblo desde el comienzo de la historia de la Tierra hasta el fin” (MR 9:7).

En síntesis, el libro sellado contiene el misterio de Dios con respecto a sus planes para resolver el problema del pecado y salvar a los seres humanos caídos. La develación plena de ese misterio tendrá lugar en la segunda venida de Cristo (ver Apoc. 10:7).

Lee Apocalipsis 5:2 al 7. ¿Por qué Cristo es el único en todo el universo que es digno de tomar el libro sellado y abrirlo?

La crisis en la sala del trono está relacionada con la rebelión de Satanás. Este planeta, aunque creado por Dios, ha estado bajo el dominio del usurpador, Satanás. El llanto de Juan expresaba las lágrimas del pueblo de Dios desde Adán por la salvación de la esclavitud del pecado. El libro sellado contenía el plan de Dios para la resolución del problema del pecado. Sin dudas, con su poder inconmensurable, Dios mismo podía concretar ese plan. Sin embargo, la redención de la raza humana caída requería de alguien especial, y ese alguien era Jesús, quien “venció” y, por lo tanto, era digno de abrir el libro, de asumir el señorío sobre esta Tierra y de convertirse en nuestro Mediador en el Santuario celestial.

¿Cómo aprendemos a poner a Jesús en primer lugar en nuestra experiencia cristiana?

 

Ir ArribaMiércoles 23 de enero: La entronización del Cordero

Lee Apocalipsis 5:8 al 14; Efesios 1:20 al 23; y Hebreos 10:12. ¿Qué dicen estos pasajes que debiera darnos gran esperanza y consuelo en medio de un mundo que, en sí mismo, ofrece tan poco de ambos?

Cuando Cristo, el Cordero, se acercó al trono, tomó el libro. Con este acto le fue otorgada toda autoridad y soberanía (ver Efe. 1:20-22). En ese momento, todo el universo reconoció el derecho de Cristo sobre la Tierra. Lo que se perdió con Adán, Cristo lo recuperó.

Al tomar el libro, el destino de toda la humanidad queda en manos de Cristo. Los cuatro seres vivientes y los 24 ancianos se postran ante él y lo adoran, como lo hicieron en Apocalipsis 5:9: “Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado”. Por esto, los ángeles exaltados y los representantes de la humanidad redimida confirman el sacrificio de Cristo en favor de la humanidad. Con su sangre ha pagado el rescate de los seres humanos caídos y les ofrece toda la esperanza de redención y la promesa de un futuro que apenas podemos imaginar.

A los cuatro seres vivientes y a los ancianos se les une la incalculable hueste angélica que rodea el trono, y todos ofrecen alabanzas al recién entronizado Rey: “El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza” (Apoc. 5:12).

En ese momento, toda la creación del cielo y de la Tierra se une para rendir verdadera adoración al Padre y a Cristo: “Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos” (Apoc. 5:13). En respuesta a esta alabanza los cuatro seres vivientes exclaman “Amén” y los 24 ancianos se postran, concluyendo así esta celebración apoteósica en la sala del trono celestial.

Los físicos especulan que algún día el universo se quemará, se autoextinguirá o simplemente se desintegrará. Qué contraste con el futuro que presenta la Palabra de Dios. ¿Cómo podemos comenzar a regocijarnos, incluso ahora mismo, por el futuro que nos espera?

 

Ir ArribaJueves 24 de enero: La importancia del Pentecostés

Apocalipsis 5 describe uno de los acontecimientos más decisivos de la historia del plan de salvación: la investidura de Cristo en su ministerio posterior al Calvario como Rey y Sumo Sacerdote en el Santuario celestial. Al ocupar el trono celestial a la diestra del Padre (Heb. 12:2; Apoc. 3:21), Cristo puede llevar a cabo el plan de salvación hasta su cumplimiento final. Él también es nuestro Mediador en el Santuario celestial, y a través de él la humanidad caída tiene libre acceso a Dios y recibe el perdón de sus pecados.

Lee Hechos 2:32 al 36; y Juan 7:39. ¿Qué relevancia tenía la exaltación de Cristo en el cielo para la venida del Espíritu Santo? ¿Por qué el Espíritu no podía descender sobre los discípulos antes de que Jesús fuera glorificado?

A la exaltación de Cristo en el Santuario celestial le siguió el descenso del Espíritu Santo sobre los discípulos. Apocalipsis 5:6 menciona que los siete espíritus son “enviados por toda la tierra”. Los siete espíritus denotan la plenitud de la actividad del Espíritu Santo en el mundo. Mientras que anteriormente el Espíritu Santo estaba habitualmente ante el trono (ver Apoc. 1:4; 4:5), en la entronización de Cristo es enviado a la Tierra. Este derramamiento del Espíritu Santo está relacionado con la investidura de Cristo en su ministerio posterior al Calvario. Esto significaba que Jesús se había presentado ante el Padre y que su sacrificio había sido aceptado en favor de la humanidad.

“La ascensión de Cristo al cielo fue la señal de que sus seguidores iban a recibir la bendición prometida. [...] Cuando Cristo entró por los portales celestiales, fue entronizado en medio de la adoración de los ángeles. Tan pronto como esta ceremonia hubo terminado, el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos en abundantes raudales, y Cristo fue de veras glorificado con la misma gloria que había tenido con el Padre desde toda la eternidad. El derramamiento pentecostal era la comunicación del Cielo de que el Redentor había iniciado su ministerio celestial. De acuerdo con su promesa, había enviado el Espíritu Santo del cielo a sus seguidores como prueba de que, como sacerdote y rey, había recibido toda autoridad en el cielo y en la tierra, y era el Ungido sobre su pueblo” (HAp 31, 32).

Lee Hebreos 4:16; y 8:1. ¿Cuánta esperanza y ánimo hallas en el hecho de que Jesús se siente en el trono celestial como nuestro Rey y Sacerdote? ¿Cómo impacta esto en tus situaciones cotidianas de la vida, y en la incertidumbre del futuro?

 

Ir ArribaViernes 25 de enero

Para Estudiar y Meditar:

Lee “A mi Padre y a vuestro Padre”, en El Deseado de todas las gentes, pp. 769-775; “El don del Espíritu”, en Los hechos de los apóstoles, pp. 39-46.

El mensaje de Apocalipsis 4 y 5 es especialmente importante para el pueblo de Dios que vive al final de la historia de la Tierra. La venida del Espíritu Santo en Pentecostés marcó el comienzo de la predicación del evangelio; el mensaje central era acerca de Jesús, quien había sido exaltado como Rey y Sacerdote en el trono celestial. Esta era la esencia de la creencia cristiana primitiva (Heb. 8:1) y la piedra angular de su predicación (Hech. 2:32-36; 5:30, 31). Esta verdad era su motivación y la fuente de su fe y coraje ante la persecución y las situaciones difíciles de la vida (Hech. 7:55, 56; Rom. 8:34). Como resultado, muchos respondieron a su predicación. A partir de entonces se ha manifestado el reino de Dios en el ministerio del Espíritu Santo mediante la presencia de Jesús.

Nunca debemos olvidar que solo las buenas nuevas de la salvación en Cristo pueden alcanzar y transformar el corazón humano y llevar a la humanidad a responder al llamado del evangelio eterno de temer a Dios, darle gloria y adorarlo (Apoc. 14:7). Nuestra única esperanza está en nuestro Salvador, quien es nuestro Rey y Sacerdote en el Santuario celestial. Él está con su pueblo y siempre estará con él hasta el final (Mat. 28:20). Él tiene el futuro en sus manos.

Por lo tanto, nunca olvidemos que tener presente la esencia del evangelio traerá pleno éxito al predicar el mensaje final a la humanidad perdida y afligida. Ninguna otra cosa que prediquemos es tan importante como la cruz y lo que nos enseña acerca de Dios.

Preguntas para Dialogar:

  1. Algún día estaremos en el cielo alabando y adorando al Señor por su bondad, su poder y, especialmente, su gracia. ¿De qué manera podemos practicar, incluso ahora, para cuando llegue ese gran día? Es decir, ¿cómo podemos adorarlo y alabarlo ahora con corazones agradecidos por todo lo que él ha hecho y hará?

  2. Lee Apocalipsis 4:11; y 5:9. ¿Qué dos papeles desempeña Jesús aquí, y en qué sentido ambos roles son esenciales no solo para el plan de salvación, sino para explicar por qué el Señor es tan digno de nuestra adoración? El sábado (y lo que este enseña) ¿en qué medida es una expresión de estas dos maravillosas verdades sobre nuestro Dios?

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