Lecciones para adultos: "Uno de estos mis hermanos más pequeños: Servir a los necesitados"
Tercer trimestre (julio-septiembre) de 2019
Lección 2: "Modelo para un mundo mejor"
Para el 13 de julio de 2019
Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes
Lee Para el Estudio de esta Semana: Éxodo 3:7; Mateo 22:37-40; Éxodo 22:21-23; Deuteronomio 14:22-29; 26:1-11; Levítico 25:9-23.
Para Memorizar: “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová” (Lev. 19:18).
En su misericordia, Dios siempre ha tenido personas con quienes ha mantenido una relación especial. En las historias de Enoc, Noé, Abraham, Isaac y Jacob, entre otros, vemos que Dios anhelaba reconstruir la relación dañada con los seres humanos. Pero no era solo para beneficio de estas pocas personas y sus familias. El hecho de conectarse con Dios y de recibir su bendición era parte de un plan más amplio para restaurar esa relación y compartir la bendición con los demás. Como Dios le dijo a Abraham: “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gén. 12:2, 3). Así como él fue bendecido, podría ser una bendición para los demás.
Esta bendición vendría a través de la nación de Israel y, en última instancia, del Mesías, que vendría de esa nación. Con la creación del pueblo de Israel, Dios ahora estaba trabajando con toda una nación. Por lo tanto, se dispuso a darles leyes, normas, fiestas y prácticas que serían un estilo de vida para que, quienes recibían las bendiciones de Dios, también pudieran bendecir a los demás.
Sin duda este principio todavía existe hoy.
Domingo 7 de julio: El Dios que oye
“Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. Los he escuchado quejarse de sus capataces, y conozco bien sus penurias” (Éxo. 3:7, NVI).
Cuatrocientos años es mucho tiempo de espera, especialmente cuando se espera en condiciones de esclavitud cada vez más penosas. Dios había prometido que volvería a su pueblo y los sacaría de Egipto, pero generación tras generación tuvieron que quedarse a amasar la riqueza y el prestigio de sus opresores idólatras, y todo el tiempo Dios pareció guardar silencio.
Entonces, Dios se manifestó de una manera única. Se le apareció en una zarza ardiente en el remoto desierto a un líder improbable, un príncipe fugitivo y un pastor humilde llamado Moisés. Al reacio Moisés le dio una obra que hacer, y la primera parte de esa obra era volver a los israelitas de Egipto con el mensaje de que Dios había escuchado y visto su opresión, y que se preocupaba por ellos. De hecho, estaba a punto de hacer algo para cambiar dramáticamente su situación.
Lee Éxodo 3:16 y 17. ¿Por qué era importante para Dios comenzar a describirle su plan a este pueblo con este mensaje específico? ¿Qué te llama la atención acerca de esta declaración de Dios?
Pero Dios no se detiene allí. Tiene un plan para un país mejor, pero además no tiene intenciones de que el pueblo huya de Egipto en la miseria. Durante cientos de años habían contribuido a la riqueza del Imperio Egipcio. Dios previó la resistencia inicial de Faraón, pero le aseguró a Moisés que los israelitas serían compensados por sus años de trabajos forzados: “Yo haré que este pueblo se gane la simpatía de los egipcios, de modo que cuando ustedes salgan de Egipto no se vayan con las manos vacías” (Éxo. 3:21, NVI).
Después de sus años de opresión, Dios aprovechó la oportunidad para establecer un nuevo tipo de sociedad con estos ex esclavos. Quería que vivieran de una manera diferente y que establecieran una sociedad que siguiera siendo sustentable y viable. Su plan era que este nuevo tipo de sociedad fuese un modelo para las naciones circundantes y, al igual que Abraham, que las bendiciones que recibieran de Dios también fueran bendiciones al mundo entero.
¿Cuán importante es para ti que Dios sea un Dios que ve el sufrimiento de la gente en el mundo y oye su clamor pidiendo ayuda? ¿Qué te dice esto acerca de Dios? Analiza Éxodo 4:31.
Lunes 8 de julio: Los diez mandamientos
Lee Mateo 22:37 al 40; luego Éxodo 20:1 al 17. El resumen que hace Jesús de los mandamientos, ¿en qué medida te ayuda a entender lo que lees en cada uno de los Diez Mandamientos?
Los Diez Mandamientos se leen como una constitución. Después de un breve preámbulo que establece la base sobre la que se hacen estas declaraciones (en este caso, el hecho de que Dios haya liberado a su pueblo) el documento enumera los principios fundamentales sobre los que se establece la nación. En este caso, había órdenes específicas sobre cómo los seres humanos podrían poner en práctica su amor por Dios y por los demás. No es extraño que muchas naciones con una herencia cristiana hayan extraído la base de sus leyes de estos principios rectores.
Si bien muchas de estas declaraciones son breves, no debemos subestimar el alcance de su impacto y la amplitud de los Diez Mandamientos como la ley de la vida. Por ejemplo, el sexto mandamiento: “No matarás” (Éxo. 20:13), resume e incluye “todo acto de injusticia que contribuya a abreviar la vida”, así como “todo descuido egoísta que nos impida cuidar de los necesitados y sufrientes” (PP 316). Asimismo, la prohibición de robar (ver Éxo. 20:15) condena “el tráfico de esclavos, y prohíbe las guerras de conquista”. “Requiere el pago de las deudas y de salarios justos”, y prohíbe “toda tentativa de sacar provecho de la ignorancia, debilidad o desgracia de los demás” (PP 317).
Es fácil convencernos de que no somos malas personas. Por ejemplo, si no estamos directamente involucrados en un asesinato o un robo evidente, podría parecer que vamos bien. Pero cuando Jesús habló sobre los mandamientos, dejó en claro que los mandamientos no se cumplen simplemente evitando hacer algunos actos específicos, sino también con nuestros pensamientos, motivaciones e incluso, al no hacer cosas que sabemos que debemos hacer, transgredimos la Ley de Dios (ver Mat. 5:21-30).
Imagínate una sociedad en la que cada uno de los Diez Mandamientos se tomara en serio y se viviera plenamente. Sería una sociedad activa y vibrante en la que todos obrarían con entusiasmo, amando y cuidando a los demás por amor a Dios.
¿Por qué tendemos a leer los Diez Mandamientos en sentido estricto, ignorando muchas veces las aplicaciones más amplias de estos importantes principios en nuestra vida? ¿Por qué en la práctica es más fácil seguir la lectura más restringida?
Martes 9 de julio: Esclavos, viudas, huérfanos, extranjeros
Lee Éxodo 23:9. ¿Cuál es el mensaje de Dios a Israel aquí?
Como esclavos recién liberados, los israelitas sabían lo que era ser oprimidos, explotados y marginados. Y mientras celebraban su libertad, a Dios le preocupaba que no olvidaran de dónde venían, lo que era ser excluidos y lo que había hecho él para rescatarlos. Instituyó la Pascua como un acontecimiento conmemorativo y una oportunidad para volver a contar la historia: “El Señor, desplegando su poder, nos sacó de Egipto, país donde fuimos esclavos” (Éxo. 13:14, NVI).
Lee Éxodo 22:21 al 23. ¿Cuán importante era que el pueblo recordara su propia esclavitud en las instrucciones de cómo debían tratar a los menos afortunados en su nueva sociedad?
Apenas habían comenzado a apagarse los ecos después de dar los Diez Mandamientos cuando Moisés es llamado a pasar más tiempo con Dios, quien le da instrucciones detalladas sobre cómo poner en práctica estos mandamientos en la sociedad israelita. Incluso antes de las instrucciones para construir el tabernáculo, Dios da tres capítulos de leyes sobre el trato apropiado con los esclavos; leyes que contrastaban señaladamente con el trato que muchos de los israelitas habían experimentado. Había leyes relacionadas con delitos violentos, leyes relacionadas con la propiedad, leyes para la vida cotidiana y principios para establecer tribunales que implementaran estas leyes y administraran justicia (ver Éxo. 21-23).
Entre estas leyes se destacaba la preocupación por los conciudadanos de esta nueva sociedad, así como la preocupación por los forasteros y los más vulnerables. No se debía explotar a esta gente. Incluso se les otorgó el derecho de acceder a los alimentos de manera que se respetara su dignidad, como recoger los cultivos sobrantes de los campos cosechados. Ese trato para los “forasteros” y los extranjeros no era común en la antigüedad. Incluso actualmente, algunos parecen olvidar estos importantes principios morales con respecto al trato con los demás.
¿Qué experiencia te recuerda ser más compasivo y preocuparte por el sufrimiento o la injusticia de los demás?
Miércoles 10 de julio: El segundo diezmo
Muchos cristianos reconocen y siguen las instrucciones de la Biblia con respecto al pago (o devolución) del diezmo. Por lo general, se hace referencia a Malaquías 3:10: es una fórmula simple en la que los creyentes dan el diez por ciento de sus ingresos, para apoyar la obra de la iglesia en la difusión del evangelio. Al confiársele estos diezmos, las iglesias generalmente tienen pautas estrictas sobre el uso de estos fondos, fundamentalmente para emplearlos para sostener el pastorado directo y la evangelización.
Lee Deuteronomio 14:22 al 29. En estas instrucciones, ¿cuál es el propósito principal del diezmo?
La tentación es pensar que hemos cumplido con nuestros aportes cuando damos ese diez por ciento. Pero las instrucciones dadas a los israelitas sugieren que la cifra del diez por ciento era un punto de partida. Los estudios sugieren que un israelita en la antigüedad, según las pautas de las leyes levíticas, normalmente ofrendaba entre un cuarto y un tercio de los ingresos anuales a la obra de Dios, para sostener a los sacerdotes y el Santuario, y para ayudar a los pobres.
Algunos eruditos describen esta ofrenda (especialmente para sostener a los extranjeros, los huérfanos y las viudas) como un segundo diezmo. Es obvio que el pueblo debía disfrutar de los resultados de su trabajo y celebrar sus cosechas. Dios prometió bendecirlos, especialmente en su nueva tierra, pero no debían dar por sentada esa bendición ni olvidar a quienes no eran tan dichosos.
En los años normales, esta parte de la cosecha debía llevarse al Santuario y desde allí se compartía. Pero cada tres años debía hacerse hincapié en compartir las bendiciones con su comunidad. En estas celebraciones de la cosecha, se prestaba especial atención a quienes fácilmente podrían haber sido pasados por alto u olvidados: “Darás también al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda; y comerán en tus aldeas, y se saciarán” (Deut. 26:12).
Según las instrucciones de Dios, al menos una parte de las ofrendas de los israelitas debía focalizarse en brindar ayuda financiera y práctica a quienes más la necesitaban. Nuevamente, esto se basaba en la memoria del pueblo y en el reconocimiento de cómo Dios había sido misericordioso y justo con ellos.
Lee Deuteronomio 26:1 al 11. ¿Qué les está diciendo el Señor? ¿Cómo deberíamos aplicar esto a nuestra forma de dar a los necesitados?
Jueves 11 de julio: El año del jubileo
Al saber que los israelitas eran un pueblo que no tenía hogar propio y que esperaba su llegada a la Tierra Prometida, Dios conocía la importancia que la tierra asumiría cuando establecieran su nueva sociedad en Canaán. Bajo el liderazgo de Josué, Dios supervisó una distribución ordenada de la tierra por tribus y grupos familiares.
Pero también sabía que con el tiempo la riqueza, las oportunidades y los recursos relacionados con la tenencia de la tierra tenderían a concentrarse en manos de unos pocos. Las dificultades familiares, la mala salud, las malas decisiones y otras desgracias podían hacer que algunos terratenientes vendieran sus tierras para obtener ganancias a corto plazo o simplemente para sobrevivir, pero esto significaría que la familia podría quedar despojada en generaciones sucesivas.
La solución de Dios fue decretar que la tierra nunca podría venderse de manera absoluta, sino que se vendería solo hasta el siguiente “año del jubileo”, momento en el que la tierra volvería a la familia asignada, y cualquier tierra vendida podría ser redimida por el vendedor u otro miembro de la familia del vendedor en cualquier momento. Una vez más, Dios le recuerda al pueblo su relación con él y cómo eso afecta sus relaciones con los demás: “La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo” (Lev. 25:23).
Lee Levítico 25:8 al 23. ¿En qué medida imaginas que la sociedad sería diferente si se aplicaran estos principios, especialmente las palabras: “No se explotarán los unos a los otros” (vers. 17, NVI)?
“Las regulaciones que Dios estableció tenían por objeto promover la igualdad social. Las provisiones del año sabático y del jubileo habrían de corregir, en gran medida, lo que en el intervalo se hubiese desquiciado en la economía social y en las políticas de la nación” (PP 575).
Los historiadores bíblicos no están seguros de si estos ritmos económicos y sociales fueron totalmente acatados durante un período considerable (ver 2 Crón. 36:21). Con todo, estas regulaciones ofrecen una vislumbre interesante de cómo podría funcionar el mundo si se siguieran las leyes de Dios. Además, resaltan la preocupación particular de Dios por los pobres y los marginados, así como su preocupación de que la justicia se manifieste de manera práctica en nuestro mundo.
Para Estudiar y Meditar:
Lee “La ley dada a Israel” y “Dios cuida de los pobres”, en Patriarcas y profetas, pp. 310-324; 570-577.
“Después del reconocimiento de los requerimientos divinos, nada hay que distinga tanto a las leyes dadas por Moisés como el espíritu generoso, tierno y hospitalario manifestado hacia los pobres. Aunque Dios había prometido bendecir grandemente a su pueblo, no se proponía que la pobreza fuese totalmente desconocida entre ellos. Declaró que los pobres no dejarían de existir en la tierra. Siempre habría entre su pueblo quienes le darían oportunidad de ejercer la simpatía, la ternura y la benevolencia. En aquel entonces, como ahora, las personas estaban expuestas al infortunio, la enfermedad y la pérdida de sus propiedades; pero mientras se siguieran estrictamente las instrucciones dadas por Dios, no habría mendigos en Israel ni quien sufriera por falta de alimentos” (PP 570, 571).
“Estas regulaciones tenían por objeto bendecir a los ricos tanto como a los pobres. Habrían de refrenar la avaricia y la inclinación a la autoexaltación, y habrían de cultivar un noble espíritu de benevolencia; y al fomentar la buena voluntad y la confianza entre todas las clases, habrían de favorecer el orden social y la estabilidad del gobierno. Todos nosotros estamos entretejidos en la gran tela de la humanidad, y todo cuanto hagamos para beneficiar y ayudar a nuestros semejantes nos beneficiará también a nosotros mismos” (PP 575).
Preguntas para Dialogar:
Del modelo que Dios le dio a Moisés y a los israelitas para el tipo de sociedad que debían establecer, ¿qué característica, ley o reglamento, te llama más la atención (de lo mencionado específicamente en el estudio de esta semana o en tu lectura más amplia)?
En las leyes que le dio a su pueblo, ¿por qué crees que Dios parece estar tan enfocado en los más vulnerables?
¿Cómo deberíamos entender estas leyes en la actualidad y relacionarnos con ellas? ¿Cómo decidir cuáles son aplicables y relevantes para nosotros hoy? ¿Qué es lo más importante que podemos aprender de estas instrucciones detalladas sobre cómo los israelitas debían ordenar su sociedad y su vida?
RESUMEN: Dios escuchó el clamor del pueblo de Israel que sufría en Egipto e intervino para rescatarlo. Trató de construir una relación de pacto especial con ellos y trabajar con ellos para establecer una nueva sociedad que fuese una bendición para todos, incluso para quienes a menudo son olvidados, marginados y vulnerables.
Lecciones de la Escuela Sabática
Estudie la palabra de Dios a través de las Guías o lecciones de la Escuela Sabática.
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Colosenses 3:1.
Libros de Lecturas Devocionales
- A Fin de Conocerle. Hoy con la lectura Fieles en lo poco basada en Lucas 16:10.
- Cada día con Dios. Hoy con la lectura Preparémonos para la inmortalidad basada en 1 Juan 5:4.
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