Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "Esdras y Nehemías"

Edición para maestros. Cuarto trimestre (octubre-diciembre) de 2019

Lección 3: "El llamado de Dios"

Para el 19 de octubre de 2019

 

Reseña | Comentario | Aplicación a la vida

 

Ir ArribaPRIMERA PARTE: RESEÑA

Texto Clave: Esdras 7:10, 27; Romanos 8:28.

Enfoque del estudio: Esdras 7; Daniel 8:14; Daniel 9:24-27

Dios llama a Esdras y a Nehemías para una tarea específica: reconstruir los muros y las puertas de Jerusalén. Pero lo más importante es que Dios llama a estos hombres a “reconstruir” el remanente del pueblo de Dios para que una vez más actúen como misioneros para el mundo. Esdras responde al llamado de Dios para ser maestro de su Palabra. En compañía de un grupo de repatriados, viaja a Jerusalén para enseñar al pueblo acerca de Dios. Allí, Esdras prepara al pueblo para hacer la obra de restaurar Jerusalén. El reavivamiento espiritual siempre precede a la reforma en la vida; los actos decisivos son una consecuencia natural de ese reavivamiento. Por lo tanto, Esdras se dedica a educar al pueblo acerca de quién es Dios en un esfuerzo por inspirarlo a caminar plenamente con él.

Cuando Nehemías, un hombre de acción, aparece en escena, Dios lo llama a reconstruir específicamente las estructuras físicas de Jerusalén, a inspirar al pueblo a defender la justicia, a confiar en la protección de Dios y a impulsar reformas en la vida civil de la nación (la justicia y el cuidado de los menos favorecidos son una prioridad para Nehemías). Demuestra cómo es la vida de un cristiano, que vive cada día para Dios.

Además, esta lección confirma el decreto de Artajerjes, en Esdras 7, como la fecha de inicio para la profecía de los 2.300 días/años de Daniel 8:14 y para la profecía de la setenta semanas de Daniel 9:24 al 27. También se analiza la elección de Dios, en el contexto de Romanos 8 y 9.

 

Ir Arriba SEGUNDA PARTE: COMENTARIO

Período profético

Dios llama a Esdras al comienzo del período profético de las setenta semanas, descripto en Daniel 9:24 al 27. El inicio de este período profético coincide con la orden que dio Artajerjes de restaurar la ciudad de Jerusalén en el año 457 a.C. La lección de esta semana explica en detalle qué significó ese período profético y cómo se corresponde con la profecía de los 2.300 años. A través de la profecía, Dios demuestra especialmente que él está al mando de los acontecimientos y cuida de nuestro mundo. Además, Dios levanta a un profeta o líder sobre su pueblo al comienzo de cada período profético o tiempo de crisis en Israel y también al final de cada período. Por ejemplo, Moisés llega en el momento del Éxodo, mientras que Josué llega al final de la estadía en el desierto, cuando el pueblo de Dios entra en la Tierra Prometida. El siguiente esquema demuestra que los profetas fueron llamados en un momento decisivo en la historia de la salvación, que coinciden con el principio y el fin de un período profético:

Noé: comisionado para servir a Dios antes del diluvio.

Abraham: llamado a ser el padre del pueblo de Dios.

Moisés: dirige al pueblo de Dios desde Éxodo hasta los límites de la Tierra Prometida.

Josué: hace pasar al pueblo de Dios a la Tierra Prometida.

Samuel: juzga durante el inicio del período monárquico.

Oseas y Amós: profetizan antes de la caída del reino del norte y Samaria en 722 a.C.

Ezequiel y Daniel: entran en su ministerio profético durante el exilio babilónico.

Hageo y Zacarías: sirven después del regreso del exilio.

Esdras y Nehemías: comienzan a servir a Dios al comienzo de la profecía de los 2.300 días/años (457 a.C.).

Juan el Bautista: llama a Israel al arrepentimiento antes del inicio del ministerio de Jesús.

Esteban: da testimonio a los gentiles (en el momento en que finaliza la profecía de las setenta semanas, en 34 a.C.).

Elena de White: llamada al final de la profecía de los 2.300 días/años (1844).

Por lo tanto, a partir de este esquema podemos inferir un patrón del plan de trabajo de Dios. En el plan de redención de Dios, se expresan marcadores de tiempo proféticos específicos. Siempre que hay una crisis espiritual, Dios envía a profetas que cumplen su misión de llamar a la humanidad a volverse a Dios y a la obediencia a su Palabra.

Oportunidad personal

La elección también puede ser el llamado a cumplir una tarea específica, como en el caso de Esdras y Nehemías (y muchos otros siervos de Dios; ver Éxo. 3:9-12; Isa. 6:7, 8; Jer. 1:5-9). De la misma manera, nosotros somos llamados a reflejar el carácter de Jesús y hacer algo definido por Dios. Puede ser un trabajo que realicemos para él; una actividad que nos sintamos impulsados a hacer, como ayudar a alguien; o una carrera específica que dure toda la vida.

Cada uno de los líderes mencionados anteriormente fue escogido específicamente por Dios “para un momento como este” (Est. 4:14, NVI). Llamaron a la acción, al arrepentimiento y a un profundo compromiso con Dios. Esdras y Nehemías tuvieron que desempeñar el papel de líderes del pueblo de Dios al comienzo del período profético más largo. También exhortaron al pueblo a vivir para Dios y demostrar su compromiso a través de la fe y la acción. El pueblo regresó de Babilonia, inmerso en el estilo de vida babilónico y en la adoración de muchas deidades. Afortunadamente, a pesar de todos los demás problemas que afrontaron en su vida postexílica, la idolatría no fue uno de ellos. No obstante, su anterior pluralismo religioso no carecía de efectos perjudiciales. A pesar de que la comunidad judía ya no adoraba ídolos, su idolatría anterior hizo necesario que Esdras y Nehemías le enseñen nuevamente al pueblo lo que significaba adorar al Dios del cielo y vivir para él. Su forma aparentemente áspera de abordar situaciones (como los matrimonios mixtos en los últimos capítulos de Esdras y Nehemías) no debería sorprendernos porque ambos líderes querían enseñarle al pueblo lo que significaba vivir una vida santa y cambiar radicalmente su estilo de vida impío. Por lo tanto, tanto Esdras como Nehemías exigieron un compromiso sin reservas con Yahvéh, una reforma total y un servicio ferviente para con Dios.

Llamado a restaurar: una colaboración

Nehemías llegó a Jerusalén (445/444 a.C.) unos trece años después que el grupo de Esdras. Pero la misión de Nehemías de reconstruir Jerusalén no habría sido tan exitosa sin el trabajo de Esdras. Esdras se ocupó de enseñarle al pueblo acerca de Dios. En otras palabras, Dios utilizó a Esdras para “edificar” espiritualmente al pueblo para que este pudiera “edificar” estructuras físicas una vez que Nehemías llegara. Dios estaba obrando en segundo plano, preparando el corazón del pueblo y de los dos líderes. En última instancia, Dios no solo quería una Jerusalén restaurada; quería un pueblo restaurado que le perteneciera. Por lo tanto, el trabajo principal de Esdras y de Nehemías era hacer volver al pueblo a Dios. No solo inspiraron al pueblo para la obra que se realizaría en las ruinas; lo más importante es que inspiraron al pueblo para que descubriera su fervor por Dios. Esdras y Nehemías modelaron ese fervor en sus propias vidas a través de la oración, el ayuno, la búsqueda de Dios y el actuar de acuerdo con la Palabra de Dios.

Tanto Esdras como Nehemías fueron elegidos para una tarea específica durante un momento estratégico de la historia. Fueron llamados como líderes, cada uno según su estilo único, sobre la base de sus talentos. Esdras era sacerdote y escriba y, por lo tanto, su principal influencia fue a través de las enseñanzas de la Torá. Nehemías, por otro lado, era copero del rey y tenía increíbles habilidades de liderazgo para motivar y reunir al pueblo para realizar un trabajo. Esdras era maestro; Nehemías era hacedor. Ambos eran líderes y, sin embargo, lideraban de manera diferente. Al mismo tiempo, los dos estilos de liderazgo eran importantes para la misión en cuestión. Se complementaron y cooperaron para lograr un cambio para Dios. Dios utilizó sus diferentes personalidades y pasiones para lograr un cambio en la nación.

En definitiva, nosotros somos responsables de lo que hacemos con la tarea o función que Dios nos da. La decisión de terminar nuestra tarea con excelencia o mediocridad recae sobre nosotros. Dios nos ayudará en cada paso del camino. Sin embargo, él no hará por nosotros el trabajo que nos ha dado para hacer. Podemos tener todos los dones debajo del Sol, pero si no los estamos usando para Dios, son inútiles. A cada uno le toca decidir poner todo de sí en todo lo que Dios le pida que haga a pesar de la oposición. Esdras y Nehemías podrían haberse rendido, pero no lo hicieron. Perseveraron porque fijaron sus ojos en Dios. La importancia de su llamado pesó más que su temor a las consecuencias negativas que surgieron al defender al Señor. Estaban seguros de que su misión valía la pena.

Predestinación

Dios llamó o predestinó a su pueblo, la nación de Israel, para ser una luz en el mundo. Pablo plantea ese llamado en Romanos 9 al 11, puesto que los dirigentes de Israel no aceptaron a Jesucristo como su Mesías y Salvador. Sin embargo, el llamado de Dios no cambió, sino que se modificó, porque los valores de Dios y el don de salvación también debían revelarse a los gentiles. Dios llamó a gente específica para una tarea específica. Dios deseaba que los judíos creyentes y los gentiles fueran salvos y que juntos fueran la luz del mundo y de bendición.

La predestinación en la Biblia tiene tres significados básicos:

  1. Dios predestinó que solo hay un camino de salvación, a través de Jesucristo (Juan 14:6; Hech. 4:12). Somos elegidos en Cristo para la vida eterna si lo aceptamos como nuestro Salvador personal (Rom. 8:29; Efe. 1:3-8). Él desea que todos sean salvos (1 Tim. 2:3, 4).

  2. Dios predestinó a algunas personas (individualmente o como comunidad de creyentes) para una tarea específica, para una misión en particular (como le ordenó al remanente fiel que proclame el Evangelio eterno). Dios tiene una misión mundial (Isa. 49:6).

  3. Dios ha predestinado la culminación final de la historia humana cuando venga como Juez y dé su recompensa (Dan. 2). El resultado final será su triunfo escatológico. El objetivo de la voluntad de elección de Dios no es la salvación de unos pocos, sino el encuentro de la mayor cantidad de gente posible de entre las naciones en la reunión escatológica final (Apoc. 21:3).

 

Ir Arriba TERCERA PARTE: APLICACIÓN A LA VIDA

Las siguientes preguntas tratan sobre períodos proféticos:

  1. Examinen nuevamente la lista de profetas mencionada anteriormente. Céntrense en algunos nombres. Analicen específicamente cómo recibió el llamado cada uno de ellos. ¿Cómo supo este profeta que recibió el llamado?

  2. ¿Por qué Elena de White encaja en esta lista? ¿Cómo la utilizó Dios para ser una líder espiritual de su pueblo?

  3. ¿Cómo reaccionó la gente a los líderes llamados por Dios a lo largo de la historia? ¿Por qué es tan complicado que acepten a los líderes escogidos por Dios y su liderazgo?

  4. ¿Qué dificulta la obra del líder llamado por Dios?

Reflexión personal:

  1. ¿Cómo reconocemos la voluntad de Dios en nuestra vida?

  2. ¿Cuáles son tus pasiones? ¿De qué manera te llama Dios a utilizar tus deseos y dones para él?

  3. ¿Cómo puedes colaborar en tu iglesia con otras personas talentosas a quienes Dios ha llamado a servir pero que son muy diferentes a ti? Las diferencias entre ustedes, ¿cómo pueden convertirse en fortalezas?

  4. ¿Cómo puedes asegurarte de que estás haciendo lo que Dios te llamó a hacer?

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