Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "Hacer amigos para Dios: El gozo de participar en la misión"

Tercer trimestre (julio-septiembre) de 2020

Lección 8: "Ministrar como Jesús"

Para el 22 de agosto de 2020

Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

 

Ir ArribaSábado 15 de agosto

Lee Para el Estudio de esta Semana: Mat. 5:13, 14; Fil. 2:15; Mar. 12:34; Efe. 4:15; Mat. 4:23–25; Mat. 25:31–46.

Para Memorizar: “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor” (Mat. 9:36).

Jesús realmente se preocupaba por las personas. Estaba más interesado en sus preocupaciones y necesidades que en las suyas. Su vida estaba totalmente centrada en otras personas. El suyo fue un ministerio de amorosa compasión. Jesús satisfacía las necesidades físicas, mentales y emocionales de las personas que lo rodeaban, y por lo tanto, sus corazones se abrían a las verdades espirituales que Jesús enseñaba. Cuando sanaba a los leprosos, abría los ojos de los ciegos y los oídos de los sordos, liberaba a los endemoniados, alimentaba a los hambrientos y cuidaba de los necesitados, los corazones se conmovían y las vidas cambiaban.

Esto se debe a que cuando la gente veía la compasión genuina de Jesús, se abrían a las verdades espirituales que él enseñaba. “Solo el método de Cristo será el que dará éxito para llegar a la gente. El Salvador trataba con los hombres como quien deseaba hacerles bien. Les mostraba simpatía, atendía sus necesidades y se ganaba su confianza. Entonces les pedía: ‘Sígueme’ ” (MC 102). Jesús reconocía que el mundo necesitaba una demostración del evangelio tanto como necesitaba su proclamación. El testimonio vivo de una vida como la de Cristo, comprometida a ministrar a los demás, es un poderoso testimonio de las palabras que hablamos y le da credibilidad a nuestro testimonio.

 

Ir ArribaDomingo 16 de agosto: La actitud de Jesús hacia las personas

Jesús siempre buscaba lo bueno en los demás. Sacaba lo mejor de ellos. Una de las críticas que los dirigentes religiosos de su época tenían hacia Jesús era: “Este a los pecadores recibe, y con ellos come” (Luc. 15:2). Estaban preocupados porque él comulgaba con “los impíos”. Su visión de la religión era de ostracismo más que de comunión. Se sorprendieron cuando Jesús dijo de sí mismo: Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (Mat. 9:13).

La religión de los escribas, los fariseos y los saduceos era evasiva. Ellos pensaban: “Hay que hacer todo lo posible para evitar contaminarse con el pecado”. La enseñanza de Jesús fue dramáticamente diferente. Se sumergió en este mundo, un pozo de serpientes, para redimirlo, no para evitarlo. Él es “la luz del mundo” (Juan 8:12).

Lee Mateo 5:13 y 14. ¿Qué dos ilustraciones usó Jesús para describir a sus seguidores? ¿Por qué crees que usó esas ilustraciones específicas? Ver también Juan 1:9; 12:46; Fil. 2:15.

La sal era uno de los recursos más importantes del mundo antiguo. Era extremadamente valioso, y en ocasiones las legiones romanas lo usaban como moneda. Era un símbolo de gran riqueza. También se utilizaba para preservar y dar sabor a los alimentos. Cuando Jesús usó la ilustración de la sal para simbolizar a sus seguidores, realmente estaba diciendo que la verdadera riqueza del mundo no son las personas más ricas y poderosas del mundo; la verdadera riqueza del mundo son los cristianos comprometidos que están siendo determinantes para el Reino de Dios. Sus actos amorosos de servicio desinteresado preservan la bondad del mundo y dan sabor a su atmósfera.

La segunda ilustración que usó Jesús (en Mateo 5:14) fue la de “la luz del mundo”. La luz no evita la oscuridad, brilla en la oscuridad. No se separa de la oscuridad; penetra en la oscuridad, haciendo que la oscuridad sea iluminada. Los seguidores de Jesús deben penetrar la oscuridad de este mundo en sus vecindarios, aldeas, pueblos y ciudades para iluminarlos con la gloria de Dios.

Después de considerar las palabras de Jesús en Juan 17:15 al 18, ¿cómo debemos entender la idea de separación del mundo y evitar el mundo? ¿Son la misma cosa? ¿Qué quiso decir Jesús cuando oró para que sus seguidores estuvieran en el mundo, pero que no sean del mundo? ¿Cómo logramos eso?

 

Ir ArribaLunes 17 de agosto: Cómo trataba Jesús a las personas

El objetivo de Jesús era extraer lo mejor de las personas. Incluso cuando las circunstancias eran inusualmente desafiantes, él respondía de buena manera. El Evangelio de Lucas registra que todos “estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca” (Luc. 4:22), y el Evangelio de Juan agrega que “la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17). Su acercamiento a la gente era desarmador. Sus amables palabras tocaban un acorde sensible en sus corazones.

Lee Mateo 8:5 al 10 y Marcos 12:34. ¿Qué palabras llenas de esperanza habló Jesús a dos personas inusuales: un centurión romano y un escriba judío?

La declaración de Jesús a un comandante militar romano fue revolucionaria. Piensa en cómo se debió de haber sentido este oficial del ejército cuando Jesús afirmó que no había encontrado este grado de fe ni siquiera en Israel. Piensa también en los pensamientos del escriba judío cuando Jesús dijo: “No estás lejos del Reino de Dios”. Jesús tenía la capacidad de obtener lo mejor de las personas. Hay pocas cosas más eficaces que un cumplido para abrir los corazones al evangelio. Busca lo bueno en las personas a tu alrededor y hazles saber que los aprecias.

Compara Isaías 42:3, Colosenses 4:5 y 6 y Efesios 4:15. ¿Qué principios vitales nos enseñan estos textos sobre compartir nuestra fe con los demás y sobre nuestra relación con ellos?

Cuando nuestras palabras son alentadoras y llenas de gracia, tienen una influencia positiva sobre la vida de los demás. Las palabras proféticas de Isaías revelan que Jesús “no quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare”. En otras palabras, Jesús fue tan compasivo que tuvo cuidado de no herir innecesariamente a alguien que acababa de llegar a la fe ni apagar aun las brasas más pequeñas de fe en sus corazones.

¿Por qué la forma en que decimos algo es tan importante o incluso más importante que lo que decimos? ¿Cómo reaccionas a esta afirmación: “La verdad es verdad y la gente debe tomarla o dejarla”? ¿Qué tiene de malo esta afirmación verdadera?

 

Ir ArribaMartes 18 de agosto: "El ministerio sanador de Jesús: Parte 1"

El método de evangelismo de nuestro Señor va más allá de los discursos memorizados y las presentaciones enlatadas; es tan rico y dinámico como la vida misma. Todos los días nos codeamos con personas que tienen todo tipo de necesidades: físicas, mentales, emocionales y espirituales. Cristo está ansioso por satisfacer esas necesidades a través de nosotros cuando mostramos preocupación por la soledad, la tristeza y la angustia de las personas, y cuando mostramos interés en sus alegrías, esperanzas y sueños.

Jesús ministraba las necesidades manifiestas de las personas para poder satisfacer sus necesidades más profundas. Una necesidad manifiesta es un área de la vida donde las personas ya sienten que no pueden resolver un problema por sí mismas. Puede ser la necesidad de dejar de fumar, bajar de peso, seguir una dieta mejor o reducir el estrés. Puede ser una necesidad de alimentos, de vivienda o de atención médica. Puede ser la necesidad de terapia y consejos para el matrimonio o la familia.

Sin embargo, una necesidad fundamental es lo que más necesitan los seres humanos: la necesidad de una relación personal con Dios y la comprensión de que su vida tiene un significado eterno. La reconciliación con Dios en un mundo caído es nuestra mayor necesidad.

Lee las historias de los paralíticos en Mateo 9:1 al 7 y la mujer con el problema de flujo de sangre en Marcos 5:25 al 34. ¿Qué indicios tenemos en ambas historias de que Jesús vinculó la curación física con satisfacer la necesidad principal de reconciliación con Dios?

El ministerio de curación de Cristo incluía mucho más que la sanación física y emocional. Jesús anhelaba que las personas experimentaran la integridad que el pecado había destrozado. Para Cristo, la curación física sin sanidad espiritual era incompleta. Si el amor de Dios nos motiva a desear el bienestar físico y emocional de un individuo, también nos motivará mucho más a desear el bienestar espiritual de esa persona para que pueda vivir la vida al máximo aquí y por toda la eternidad. Después de todo, cada persona a la que Jesús sanó finalmente murió. Por lo tanto, su verdadera necesidad, por encima de todo, era espiritual, ¿no es así?

¿Qué tipo de iniciativas puede tomar nuestra iglesia en nuestra comunidad para satisfacer las necesidades de las personas y demostrar que realmente nos preocupamos por ellas? Piensa en las personas de tu comunidad. ¿Qué está haciendo tu iglesia para marcar la diferencia en la vida de las personas?

 

Ir ArribaMiércoles 19 de agosto: "El ministerio sanador de Jesús: Parte 2"

Lee Mateo 4:23 al 25 y Mateo 9:35. ¿Qué triple enfoque formaba la base para el ministerio de Cristo? ¿Cómo satisfacía las necesidades de las personas y qué impacto tenía en sus vidas?

Jesús combinaba el triple ministerio de enseñanza, predicación y curación. Él compartió principios eternos para que todos pudiéramos vivir vidas con significado y propósito. Él dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). Su ministerio reveló una superabundancia de gracia. Y Jesús vino para permitirnos vivir vidas de “superabundancia” ahora y para siempre.

Lee Marcos 1:32 al 39. Jesús pasó todo el día sanando a los enfermos y echando fuera demonios. Después de pasar tiempo en oración a la mañana siguiente, cuando más multitudes buscaban aún más curación, se fue a otra ciudad. ¿Por qué no los sanó? Nota su propia razón en los versículos 38 y 39.

Esta historia es reveladora. Después de sanar a las multitudes el día anterior, al día siguiente, Jesús deja a las multitudes que lo buscan y que todavía necesitan sanidad. Su explicación es que el propósito por el cual vino al mundo era predicar el evangelio. Jesús no era simplemente un obrador de milagros espectacular. Él era el divino Hijo de Dios que vino en una misión redentora. No se contentaba simplemente con curar enfermedades físicas. Él anhelaba que las personas recibieran el regalo de la vida eterna que tenía para ofrecer. Jesús declaró claramente el propósito de su venida a la Tierra en estas palabras: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Luc. 19:10). Cada acto de curación fue una oportunidad para revelar el carácter de Dios, aliviar el sufrimiento y proporcionar una oportunidad para la vida eterna.

¿Es posible vivir la vida abundante que Jesús te ofrece si estás enfermo o inmerso en la pobreza? ¿Le ofrecía Jesús a las personas algo más profundo que la curación física? ¿De qué maneras prácticas podemos guiar a las personas a las verdades espirituales cuando ministramos a sus necesidades físicas y emocionales?

 

Ir ArribaJueves 20 de agosto: Lo que le importa a Jesús

El mensaje de Jesús a sus discípulos en Mateo 24 que combina eventos relacionados con la destrucción de Jerusalén y los días previos a su regreso es seguido por tres parábolas del tiempo del fin en Mateo 25. Estas parábolas resumen las cualidades de carácter que realmente le importan a Jesús para un pueblo que espera por su segunda venida. La parábola de las diez vírgenes enfatiza la importancia de una vida genuina, auténtica y llena del Espíritu. La parábola de los diez talentos subraya la importancia de usar fielmente los dones que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros. La parábola de las ovejas y los cabritos revela que el cristianismo genuino realmente ministra las necesidades de aquellos que Dios coloca en nuestras vidas cada día.

Lee Mateo 25:31 al 46. ¿Cómo describe Jesús el cristianismo genuino? Enumera las áreas de ministración de las que habla este pasaje.

Aunque esta parábola habla de satisfacer las necesidades físicas genuinas de las personas, un aspecto del relato que no debemos descuidar es si será posible que haya algo más aquí. Hay hambre y sed de Jesús ocultas en las almas de los seres humanos que anhelan ser satisfechas (Juan 6:35; 4:13, 14). Todos somos extranjeros que anhelamos un hogar hasta que descubrimos nuestra verdadera identidad en Cristo (Efe. 2:12, 13, 19). Estamos desnudos espiritualmente hasta que nos revestimos de su justicia (Apoc. 3:18; 19:7, 8).

Los profetas del Antiguo Testamento a menudo describieron la condición humana como una enfermedad incurable (Isa. 1:5; Jer. 30:12-15). La enfermedad del pecado es mortal, pero el profeta nos señala el remedio. “Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová” (Jer. 30:17). Jesús es el remedio para la enfermedad mortal de nuestras almas.

La parábola de las ovejas y los cabritos nos exhorta a satisfacer las necesidades físicas de quienes nos rodean, pero hace mucho más. Es la historia de un Cristo que satisface las necesidades más profundas del alma, y es su invitación a asociarnos con él para ministrar a quienes nos rodean. Vivir vidas egocéntricas y descuidar las necesidades físicas, mentales, emocionales y espirituales de los demás es arriesgarse a la perdición eterna. En la parábola, aquellos que dan su vida por algo más que ellos mismos son elogiados por su Señor y bienvenidos a la eternidad, mientras que aquellos que persiguen egoístamente su propia agenda y descuidan las necesidades de los demás son condenados por su Señor.

 

Ir ArribaViernes 21 de agosto

Para Estudiar y Meditar:

 “Muchos no tienen fe en Dios y han perdido la confianza en el hombre. Pero saben apreciar los actos de simpatía y de auxilio. Cuando ven a alguien que, sin el aliciente de las alabanzas ni esperanza de recompensa en esta tierra, va a sus casas para asistir a los enfermos, dar de comer a los hambrientos, vestir a los desnudos, consolar a los tristes y encaminarlos a todos con ternura hacia el Ser de cuyo amor y compasión el obrero humano es el mensajero; cuando ven todo eso, su corazón se conmueve. Brota el agradecimiento. Se enciende la fe. Ven que Dios cuida de ellos, y así quedan preparados para oír la Palabra divina” (MC 104).

El ministerio desinteresado de Jesús abre corazones, rompe los prejuicios y crea una receptividad al evangelio. La iglesia es el cuerpo de Cristo que satisface las necesidades de amor en todas partes. Cristo nos envía a nuestras comunidades para establecer una diferencia en su nombre. Aunque ciertamente debemos tener cuidado de que el mundo nos contamine (y eso es una amenaza muy real y peligrosa para nuestra iglesia), aun así debemos aprender a llegar a las personas donde están y ser utilizados por Dios, que quiere sacarlos de donde están y llevarlos a donde deberían estar.

Preguntas para Dialogar:

  1. ¿Por qué el ministerio compasivo de Cristo es tan poderoso para romper los prejuicios y predisponer a las personas para escuchar verdades espirituales? Trate de imaginar cuánto más efectivo sería nuestro testimonio como pueblo si reflejáramos la misma preocupación desinteresada por los demás como lo hizo Jesús.

  2. Piensa en una ocasión en la que dijiste algo que podría haber sido cierto, correcto, incluso necesario, pero lo dijiste mal, es decir, con un mal tono o mala actitud. ¿Qué aprendiste de esa experiencia que podría ayudarte a no volver a hacerlo, como por ejemplo esperar hasta que te calmes antes de hablar, o algo similar?

  3. Reflexiona más sobre la idea de que incluso todas las personas sanadas o resucitadas de entre los muertos eventualmente morirían. ¿Qué debería decirnos esto sobre cómo deberíamos llevar a cabo nuestra obra misionera y ministerio hacia quienes nos rodean?

  4. ¿Qué tipos de ministerios puede iniciar tu iglesia en tu comunidad que no está haciendo actualmente?

  5. ¿Cómo podemos crear oportunidades espirituales para los buscadores sinceros a través de ministerios de necesidades manifiestas?

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