Lecciones para adultos: "Hacer amigos para Dios: El gozo de participar en la misión"
Tercer trimestre (julio-septiembre) de 2020
Lección 9: "Desarrollar una actitud ganadora"
Para el 29 de agosto de 2020
Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes
Lee Para el Estudio de esta Semana: Juan 4:27–30, 39–42; Mat. 15:21–28; 2 Tes. 1:1–4; Rom. 15:7; Efe. 4:32; 1 Ped. 3:15.
Para Memorizar: “Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Ped. 3:15).
Cuanto más estudiamos la vida de Jesús, más nos maravillamos de su habilidad para aceptar y afirmar a las personas. Aunque pronunció reprimendas mordaces a los líderes religiosos de su época, recibió con gusto a aquellos que estaban luchando con el pecado, plagados de culpa y condenados sin remedio. Su gracia era para ellos. Su misericordia se extendió incluso a los pecadores más viles. La profundidad de su perdón era infinitamente más profunda que la profundidad del pecado de ellos. Su amor no conocía límites.
Jesús nunca exhibió un solo tinte de orgullo o superioridad. Veía en cada ser humano a alguien creado a imagen de Dios pero caído en el pecado, y a quien vino a salvar. Nadie estaba más allá de su amor. Ninguno había caído tan bajo que su gracia no podía alcanzarlo. Mostró respeto a todas las personas con las que entró en contacto y las trató con la dignidad que merecían. Influía en las personas para su Reino porque creía en ellas. Sus vidas cambiaban en su presencia porque se preocupaba mucho por ellos. Se elevaban para convertirse en lo que él creía que podían ser.
En la lección de esta semana exploraremos más profundamente la actitud de Jesús hacia las personas y descubriremos cómo aplicar estos principios en nuestras propias vidas.
Domingo 23 de agosto: Receptividad al evangelio
Lee Juan 4:27 al 30 y 39 al 42. ¿De qué manera la interacción de Jesús con la mujer samaritana demuestra la verdad de que todo tipo de personas están abiertas al evangelio, incluso en lugares inesperados?
El último lugar donde los discípulos esperaban encontrar corazones receptivos al evangelio era en Samaria. Los samaritanos estaban en constante conflicto con los judíos en cuanto a doctrina y adoración. Esta animosidad tenía siglos de antigüedad. Los samaritanos habían querido participar en la construcción del Templo en Jerusalén, pero se les negó esa oportunidad debido a su mixtura con la cultura pagana que los rodeaba y sus opiniones poco ortodoxas. Como resultado, los samaritanos construyeron su propio templo en el monte Gerizim. Los discípulos habrían pasado Samaria por alto como un terreno infértil para la proclamación del evangelio.
Jesús vio lo que los discípulos no vieron: corazones receptivos. El relato de Juan sobre la historia de la mujer en el pozo comienza con estas palabras: “Salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea. Y le era necesario pasar por Samaria” (Juan 4:3, 4). Le era “necesario” a Jesús pasar por Samaria porque el Espíritu Santo le mostró que habría corazones receptivos en este lugar poco probable. Cuando nuestros ojos son divinamente ungidos por el Espíritu Santo, vemos posibilidades donde otros solo ven dificultades. Vemos una rica cosecha de almas para el Reino de Dios donde otros solo ven campos yermos.
Lee Hechos 8:4, 5 y 14. ¿Cuál fue el resultado final del ministerio de Jesús en Samaria?
Los discípulos habrían pasado por alto Samaria sin haber brindado la oportunidad a los samaritanos de escuchar la verdad de la Palabra de Dios. Jesús vio lo que ellos no vieron. Reconoció que el Espíritu Santo había creado una receptividad en el corazón de una mujer. Su dramática conversión impactó a decenas de personas en esa ciudad. No siempre veremos resultados inmediatos de nuestras actividades de testificación, pero si sembramos semillas en corazones receptivos, algún día producirán una cosecha para la gloria de Dios.
Nunca sabemos con certeza el impacto de nuestras palabras y acciones en los demás, ya sea para bien o para mal. Por lo tanto, ¿por qué debemos tener siempre cuidado con lo que decimos y hacemos en presencia de otros?
Lunes 24 de agosto: Actitud correcta
Nuestras actitudes a menudo determinan nuestra capacidad de influir en los demás. Una actitud severa, crítica y hostil alejará a la gente de ti, e incluso si logras testificar, tus palabras, sin importar cuán sinceras sean, son mucho menos propensas a ser recibidas.
En contraste, una actitud positiva y el creer en los demás los atrae hacia nosotros. Fomenta un vínculo de amistad. Jesús declaró este principio maravillosamente cuando dijo: “Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (Juan 15:15). Los amigos se aceptan entre sí a pesar de sus debilidades y errores, y comparten libremente sus alegrías y tristezas.
Lee Mateo 15:21 al 28 y Marcos 14:6 al 9. Estos textos describen a dos mujeres de circunstancias muy diferentes. Jesús parece ser duro con una y amable con la otra. ¿Qué indicaciones tienes en este pasaje de que Jesús estaba extendiendo su gracia salvadora a cada una y generando confianza?
La mujer de Mateo 15 era una cananea. Jesús intencionalmente rechaza su pedido inicialmente para que, mientras ella persista, su fe crezca. Él finalmente le concede su deseo y luego hace una sorprendente declaración que ningún líder religioso en Judea en ese momento le haría a una pobre mujer cananea. Él dice públicamente: “Oh mujer, grande es tu fe” (Mat. 15:28). Jesús hace uno de los mejores cumplidos que cualquier maestro religioso podría hacer. ¿Te imaginas cómo se regocijó el corazón de la mujer y cómo cambió su vida?
La mujer que unge los pies de Jesús con perfume caro es una mujer judía de mala reputación, una mujer que ha fallado gravemente y ha pecado repetidas veces, pero que fue perdonada, transformada y renovada. Cuando otros la critican, Jesús la felicita y aprueba sus acciones. Él declara: “Dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella” (Mar. 14:9).
En vista de las dos historias que hemos leído anteriormente, ¿cuáles son los elementos esenciales de una actitud ganadora positiva? ¿Qué tipo de ajustes de actitud necesitas, no solo para testificar, sino para la vida en general?
Martes 25 de agosto: Presentar la verdad con amor
La amistad por sí sola no gana a las personas para Cristo. Es posible que tengamos muchos amigos, personas con las que disfrutamos estar y que disfrutan estar con nosotros, pero si nunca les decimos lo que Jesús significa para nosotros y cómo cambió nuestras vidas, nuestra amistad puede hacer poca diferencia para la eternidad. Claro, podríamos ser divertidos como el que más, pero Dios nos llama a ser más que divertidos. La amistad por sí sola no atraerá a las personas a Cristo, pero las actitudes hostiles pueden alejar a las personas de Cristo.
El apóstol Pablo nos recuerda que hablemos “la verdad en amor” (Efe. 4:15). Los lazos de amistad se crean cuando estamos de acuerdo con la gente tanto como sea posible, demostramos aceptación y los complementamos cuando es apropiado. Qué importante es que tengamos el hábito de buscar lo bueno en las personas, en lugar de lo malo.
Lee 2 Tesalonicenses 1:1 al 4. Enumera algunas de las cosas específicas por las que Pablo felicita a los tesalonicenses.
Hay quienes parecen deleitarse en buscar cosas que están mal en los demás. Parecen deleitarse si pueden encontrar algo que alguien no ha hecho bien, así no sea por otra razón que sentirse mejor consigo mismos.
El apóstol Pablo era todo lo contrario. Buscaba lo positivo en las iglesias a las que ministraba. Ciertamente, reprendía el error y no toleraba el pecado, pero su objetivo era construir las iglesias que había establecido. Una forma en que hizo esto fue resaltando lo que hicieron bien.
La declaración de Elena de White sobre la importancia de las relaciones positivas es notable. “Si nos humilláramos delante de Dios, si fuéramos bondadosos, corteses, compasivos y piadosos, habría cien conversiones a la verdad donde ahora hay una sola” (TI 9:152).
Reflexiona sobre la declaración anterior por un momento. ¿Qué significaría para tu iglesia si la bondad, la cortesía, el corazón tierno y la piedad desbordaran del corazón de cada miembro? ¿Cómo sería una iglesia como esta? Mira a tu propio corazón y pregúntate en qué podrías mejorar en esta área.
Miércoles 26 de agosto: El fundamento de la aceptación
Lee Romanos 15:7 y Efesios 4:32. ¿Cómo describirías la base de toda aceptación? ¿Cuál es la esencia de una actitud de aceptación?
En estos dos pasajes, el apóstol Pablo presenta los principios subyacentes a nuestra aceptación el uno del otro. Debido a que Cristo nos ha perdonado y aceptado a cada uno de nosotros, ¿podemos negarnos a perdonarnos y aceptarnos unos a otros? De hecho, es precisamente debido a Jesús nos recibió que podemos recibirnos unos a otros, incluso a pesar de los defectos del otro.
Piensa bien sobre lo que esto significa. Piensa en ti mismo y en algunas de las cosas que has hecho y con las que aún podrías estar luchando; cosas que, tal vez, solo tú conoces, cosas que te aterrorizaría si otros también lo supieran.
Y, aun así, por fe eres aceptado en Cristo, quien sabe todas las cosas de las que otros podrían no saber nada. Sí, él sabe todo eso y, sin embargo, te acepta de todos modos, no por tu propia bondad, sino por la suya.
¿Cuál, entonces, debería ser tu actitud hacia los demás?
Aquí hay un concepto difícil de entender para algunos. La aceptación genuina significa que aceptamos a las personas tal como son, con todos sus hábitos pecaminosos, porque son seres humanos creados a imagen de Dios. Debido a que Cristo murió por nosotros “siendo aún pecadores” y “fuimos reconciliados con Dios” cuando éramos sus enemigos, podemos perdonar y aceptar a otros. Su amor hacia nosotros se convierte en el fundamento de nuestra aceptación y perdón hacia los demás (Rom. 5:6-10).
Pero una vez que se ha establecido una relación afectuosa de aceptación, a menudo es necesario confrontar amorosamente a otro individuo con las verdades de las Escrituras. Dejar de hacer esto es dejar de amar. Como amigos, nos preocupamos lo suficiente como para compartir con nuestros amigos verdades eternas que cambian la vida.
La actitud de Jesús no fue: “Haz lo que quieras. Todo está bien. Todavía te acepto”. Su actitud fue, más bien: “No importa lo que hayas hecho, estoy dispuesto a perdonarte y darte poder para cambiar”. La verdad bíblica presentada humildemente en el espíritu de Cristo con una actitud amorosa gana corazones y cambia vidas.
¿Cómo podemos aceptar a un individuo sin aceptar el comportamiento pecaminoso de esa persona? ¿De qué manera podemos aceptar mientras, al mismo tiempo, no justificamos o toleramos el pecado?
Jueves 27 de agosto: Verdad presentada con amor
Jesús no dejó de presentar la verdad “por amor”, porque eso no hubiera sido amor, el amor siempre busca lo mejor para el otro. No hay conflicto entre el amor y la verdad. La verdad presentada con humildad y amabilidad es una declaración de amor. Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6). Jesús es el único camino de salvación (Hech. 4:12). Su gracia nos salva para que podamos conocer su verdad y vivir su vida. La verdad sin amor conduce al legalismo sofocante, que estrangula la vida espiritual. El así llamado “amor” sin verdad conduce a un sentimentalismo tolerante sin sustancia, dejando a un individuo a la deriva en un mar de incertidumbre. La verdad presentada con amor conduce a una auténtica experiencia cristiana que proporciona dirección, propósito y certeza claros.
Lee 1 Pedro 3:15; 2 Timoteo 4:2; y Tito 3:4 y 5. ¿Qué expresiones en estos versículos presentan el equilibrio entre presentar la verdad bíblica y un espíritu humilde y de aceptación?
Los escritores del Nuevo Testamento nunca enfatizan el amor por sobre la verdad. Combinan maravillosamente el amor y la verdad, la gracia y la Ley, la compasión y la honestidad. Pedro exhorta a sus hermanos creyentes a “presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Ped. 3:15). En otras palabras, necesitas saber lo que crees, por qué lo crees, y poder explicar lo que crees y por qué. Esto no significa que tengas todas las respuestas o que debas convencer a otros de tus creencias. Significa simplemente que con “mansedumbre y reverencia”, es decir, con humildad y una comprensión de la grandeza de los temas en juego, puedes explicar y defender tu fe.
Pablo aconseja a su joven discípulo Timoteo: “Predica la palabra; mantente dispuesto a tiempo y fuera de tiempo; convence, reprende y exhorta con toda paciencia y enseñanza” (2 Tim. 4:2, RV2015). Pablo también le recuerda a Tito que es la bondad y el amor de Dios lo que salvó a los que han renacido en él (Tito 3:5).
Nosotros también somos llamados a presentar la verdad en amor con toda mansedumbre y humildad. Nuestro Señor nos invita a unirnos a él para compartir con amor y actitud de aceptación su mensaje del tiempo del fin para un mundo que muere sin Cristo.
Si alguien te preguntara: “¿Por qué eres cristiano?” ¿Cómo responderías y por qué?
Para Estudiar y Meditar:
“En Cristo está la ternura del pastor, el afecto del padre y la incomparable gracia del Salvador compasivo. Él presenta sus bendiciones en los términos más seductores. No se conforma meramente con anunciar esas bendiciones; las ofrece de la manera más atrayente para excitar el deseo de poseerlas. Así han de presentar sus siervos las riquezas de la gloria del Don inefable. El maravilloso amor de Cristo enternecerá y subyugará los corazones cuando la simple exposición de las doctrinas no lograría nada. ‘Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios’. ‘Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sión; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Veis aquí el Dios vuestro! [...] Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará’ ” (DTG 766, 767).
Preguntas para Dialogar:
Es una lástima, pero algunas personas pueden sentirse mejor señalando las faltas de otros. ¿Cómo podemos estar seguros de no caer en esa misma actitud?
Considera este escenario: un amigo acaba de regresar de un funeral y hace este comentario: “Estoy muy contento de que mi tía esté en el cielo mirándome. Me hace sentir muy bien”. Según los principios que estudiamos en nuestra lección de esta semana, ¿cómo responderías? Es decir, por importante que sea la verdad sobre el estado de los muertos, ¿por qué podría no ser este el mejor momento para darle a esa persona un estudio bíblico sobre este tema?
Analiza la siguiente declaración a la luz de nuestro testimonio a los demás: “El mismo acto de buscar mal en los demás desarrolla mal en los que lo buscan. Espaciándonos en los defectos ajenos, nos transformamos a la misma imagen. Pero contemplando a Jesús, hablando de su amor y perfección de carácter, nos transformamos a su imagen. Contemplando el sublime ideal que puso delante de nosotros, seremos elevados a una atmósfera pura y santa, hasta la presencia de Dios. Cuando moramos en ella, irradia de nosotros una luz que alumbra a todos los que están relacionados con nosotros” (OE 493).
Lecciones de la Escuela Sabática
Estudie la palabra de Dios a través de las Guías o lecciones de la Escuela Sabática.
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Colosenses 3:1.
Libros de Lecturas Devocionales
- A Fin de Conocerle. Hoy con la lectura Fieles en lo poco basada en Lucas 16:10.
- Cada día con Dios. Hoy con la lectura Preparémonos para la inmortalidad basada en 1 Juan 5:4.
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