Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "Hacer amigos para Dios: El gozo de participar en la misión"

Edición para maestros. Tercer trimestre (julio-septiembre) de 2020

Lección 6: "Posibilidades ilimitadas"

Para el 8 de agosto de 2020

 

Reseña | Comentario | Aplicación a la vida

 

Ir ArribaRESEÑA

Texto Clave: 1 Corintios 12:1-11.

Enfoque del estudio: 1 Corintios 12:12-22, Romanos 12:3-8, Efesios 4:7-16.

La lección de esta semana examina el tema de los dones espirituales en la Biblia. Muchos cristianos tienen preguntas prácticas sobre los dones del Espíritu: ¿Qué son los dones espirituales? ¿Están reservados para unos pocos “supercristianos”? ¿Son para cada creyente? ¿Cómo descubro mis dones espirituales? ¿Cuál es el propósito de estos dones espirituales?

Los dones espirituales están íntimamente relacionados con el ministerio del Espíritu Santo. La razón por la cual las Escrituras los llaman dones “espirituales” es porque son dones, habilidades o talentos impartidos por el Espíritu Santo a cada creyente para la gloria de Dios. Los dones espirituales son dados por el Espíritu para que no nos glorifiquemos a nosotros mismos. No deben usarse en exhibicionismo egoísta para mostrar cuán talentosos somos o para llamar la atención sobre nosotros mismos. Entendidos correctamente, todos los dones impartidos por el Espíritu Santo se dan con dos propósitos esenciales: nutrir o fortalecer el cuerpo de Cristo y cumplir la misión de Cristo de alcanzar el mundo con el evangelio.

Se imparten dones espirituales a cada creyente. Estos dones tienen diferentes funciones. En Cristo, todos tenemos el mismo valor, pero no tenemos los mismos roles ni los mismos dones. Esta diversidad de dones fortalece a la iglesia y fortalece su testimonio ante el mundo. Estas diferencias son una fortaleza, y no una debilidad. Es el Espíritu Santo quien elige qué dones impartir a cada creyente, en función de sus antecedentes, cultura y personalidad y a la luz de las necesidades sentidas en la comunidad de la iglesia. El Espíritu Santo sabe mejor qué dones dar que traerán satisfacción al servir a Cristo y la mayor bendición para la iglesia y el mundo.

 

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El apóstol Pablo comienza 1 Corintios 12 con estas palabras: “No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales” (1 Cor. 12:1). La razón por la cual el apóstol Pablo dedica todo el capítulo de 1 Corintios 12, la mayoría de Romanos 12 y gran parte de Efesios 4 al tema de los dones espirituales es porque una comprensión adecuada de los dones espirituales es vital tanto para la manutención como para el crecimiento de la Iglesia.

Primero respondamos algunas preguntas básicas sobre los dones espirituales. ¿Qué son los dones espirituales? ¿Cómo se diferencian de los talentos naturales? ¿Quién recibe los dones espirituales? ¿Cuál es su propósito y por qué son otorgados? Los dones espirituales son cualidades conferidas divinamente por el Espíritu Santo específicamente para construir el cuerpo de Cristo y permitir a los creyentes ser testigos efectivos en el mundo. Los dones espirituales son el canal a través del cual fluye nuestro ministerio para Cristo. Los no creyentes pueden tener muchos talentos naturales.

Por supuesto, creyentes o no creyentes, todas nuestras habilidades provienen de Dios. Cada talento que tenemos es dado por Dios. Los dones espirituales, sin embargo, son diferentes de los talentos naturales en dos formas distintivas. Primero, difieren de los talentos naturales en la forma en que se usan, y en segundo lugar, en dónde se usan. La motivación para los talentos naturales puede ser la gloria personal. La motivación para usar los dones espirituales es siempre la gloria de Dios. Los talentos naturales a menudo se usan para el avance personal o de status en el mundo; los dones espirituales se usan desinteresadamente para bendecir y expandir la iglesia de Dios.

Se prometen dones espirituales a cada persona que entregue su vida a Cristo. Al hablar sobre los dones espirituales, el apóstol Pablo declara: “Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1 Cor. 12:11).

Cuando entregamos nuestras vidas a Jesús, el Espíritu Santo imparte los dones para la testificación y el servicio. Las personas no convertidas pueden tener talentos naturales en alguna área específica de sus vidas. Cuando se convierten, el Espíritu Santo a menudo redirige o reutiliza esos talentos naturales para la gloria de Dios y el avance de la causa de Cristo. También hay veces que el Espíritu Santo imparte dones a individuos que nunca antes los habían tenido ni imaginaban que podrían tenerlos. Ahora encuentran satisfacción al usar sus dones recién descubiertos para el servicio de Cristo. Como parte del cuerpo de Cristo, encuentran gozo al hacer su contribución para edificar la iglesia de Cristo y participar en su misión.

Según 1 Corintios 12:11, el Espíritu Santo distribuye los dones espirituales “a cada uno en particular como él quiere”. El Espíritu Santo no imparte el mismo don a todos, pero sí imparte dones a cada creyente. Él no pasa por alto a un solo individuo. Cada creyente participa de los dones del Espíritu. Elena de White subraya esta verdad vital. “Cada persona ha recibido un don o talento peculiar para que lo use con el fin de adelantar el reino del Redentor” (TI 4:611).

Enfatiza que cada miembro de tu clase ha recibido un don espiritual o más a través del ministerio del Espíritu Santo. Si creemos en la Palabra de Dios, podemos agradecerle a Dios por los dones que nos ha dado, orar para que los revele, y cuando lo haga, usarlos para su gloria. El Espíritu Santo no da regalos a unos pocos elegidos y descuida o pasa por alto a otros que pueden parecer menos talentosos. El Espíritu Santo imparte los dones de Dios a cada uno individualmente como él quiere.

Ilustración

Supongamos que es el cumpleaños de un amigo. ¿Quién elige el regalo de cumpleaños que le darás? Tú lo harás, por supuesto. Recuerdo que cuando era niño hacía mi lista de cumpleaños, pero mis padres finalmente eran los que elegían mi regalo. La elección que hacían la mayoría de las veces era mucho mejor que la elección que yo hubiera hecho. Sabían con lo que sería feliz mejor de lo que yo pensaba que podría complacerme.

El Espíritu Santo sabe qué dones impartir a cada creyente para glorificar mejor a Jesús en su vida. Como dice el Comentario bíblico adventista, “el Espíritu Santo distribuye sus dones a los creyentes de acuerdo con el conocimiento que tiene de sus facultades y de la necesidad de cada individuo. No es una decisión arbitraria, sino que está basada en la comprensión y el conocimiento de Dios” (CBA 6:766). Esto debería ser una gran fuente de aliento para cada uno de nosotros. Tenemos la seguridad absoluta de que el Espíritu Santo no solo nos ha impartido dones, sino además son exactamente los que necesitamos para ser testigos más efectivos de Cristo. Los dones que tienes son los que el Espíritu Santo ha visto más necesarios para tu crecimiento espiritual y la causa de Cristo.

La variedad de dones contribuye más al cuerpo de Cristo

Aunque la iglesia es un solo cuerpo, está compuesta por una variedad de miembros que contribuyen al objetivo de revelar a Cristo al mundo a través de su testimonio. Escribiendo a los miembros de la iglesia en Roma, el apóstol Pablo declara: “Así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros. Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos” (Rom. 12:5, 6, LBLA). El apóstol amplifica este pensamiento en 1 Corintios 12:12: “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo”.

Hay algunas cosas que será importante recalcar en la clase al comentar la analogía del cuerpo de Cristo. En el cuerpo humano, cada uno de los miembros tiene una función. No hay miembros inactivos. Cada miembro ha sido colocado en el cuerpo humano para desempeñar un papel específico. Cada uno tiene su propia función única; cada miembro del cuerpo humano contribuye al bienestar general de todo el cuerpo. La iglesia necesita miembros activos que se comprometan a contribuir a la salud general de la iglesia, el cuerpo de Cristo.

En 1 Corintios 12, Romanos 12 y Efesios 4, la Biblia nos da ejemplos de algunos de los dones que Dios coloca en su iglesia. Algunos de esos dones son dones de liderazgo, como apóstoles, profetas, maestros, evangelistas y pastores, que han guiado a la iglesia de Dios a través de los siglos. El propósito de estos dones de liderazgo es facilitar la unidad, fomentar el crecimiento espiritual y equipar a los miembros de la iglesia para la misión. Estos mismos pasajes también hablan de dones que son dones ministradores dados a cada creyente. Algunos ejemplos pueden ser hospitalidad, liberalidad, ayuda, misericordia, fe y curación.

Muchos de estos dones son cualidades de un corazón convertido. Todos debemos mostrar hospitalidad a los demás en nuestra caminata diaria con Cristo. Cada creyente está llamado a ser liberal en su práctica habitual de la donación. Las ayudas o el apoyo a los demás y la misericordia son parte de la vida de cada cristiano. Todos debemos buscar formas de bendecir y ministrar la gracia sanadora de Dios a los demás. Si estas cualidades son la respuesta natural del corazón convertido que se revelará en la vida de todos los creyentes, ¿por qué se consideran dones espirituales seleccionados por el Espíritu Santo para algunos y no para otros?

La respuesta es simplemente esta: mientras que todos los creyentes están llamados a revelar un espíritu amable y hospitalario en sus vidas, no todos los creyentes están llamados al ministerio especial de la hospitalidad. Si bien todos somos llamados a ser liberales, no todos somos llamados a un ministerio en que la liberalidad se convierta en nuestro medio de servicio para Cristo. La conversión trae cambios en nuestras vidas. Anhelamos revelar diariamente las cualidades de una vida cristiana. El Espíritu Santo amplifica y expande esas cualidades, y al hacerlo, algunas de estas cualidades se convierten en nuestro canal de servicio en la iglesia de Cristo. A veces, imparte cualidades totalmente nuevas como dones espirituales, para que podamos descubrir nuestro papel más satisfactorio y productivo en el cuerpo de Cristo. Como dice el apóstol Pablo, esto hace que “todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Efe. 4:16).

 

Ir Arriba APLICACIÓN A LA VIDA

Si el Espíritu Santo imparte dones espirituales a todos los creyentes para la edificación de la iglesia de Dios y su testimonio en el mundo, ¿cómo podemos descubrir nuestros dones espirituales? Aquí presentamos algunos pasos simples que querrás compartir con tu clase. Invita a los miembros de la clase a:

  1. Decirle a Dios que creen que él les ha dado dones espirituales, y pedirle que revele los dones que ha impartido. Las Escrituras revelan: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Sant. 1:17). El Dios que imparte sus preciosos dones a cada uno de nosotros los revelará a través de su Espíritu Santo cuando se lo pidamos. (Ver Lucas 11:13.)

  2. Consultar con dirigentes espirituales respetados sobre cómo Dios los está guiando y las áreas de servicio que podrían estar disponibles y abiertas a la participación.

  3. Comenzar a usar los dones que Dios les revela. El propósito de los dones que Dios da es para el servicio. A medida que comencemos a usar los dones que nos ha dado, nuestros dones se expandirán y nuestras habilidades aumentarán. Nuestros dones espirituales no vienen completamente desarrollados; nos volvemos más efectivos en nuestro servicio y nuestros dones se amplían a medida que los usamos. Como Elena de White declara tan poderosamente: “El que se entregue plenamente a Dios será guiado por la mano divina. Puede ser humilde y sin talentos al parecer; sin embargo, si con corazón amante y confiado obedece toda indicación de la voluntad de Dios, sus facultades se purificarán, ennoblecerán y vigorizarán, y sus capacidades aumentarán” (HAp 233).

A medida que usemos los dones que Dios nos ha dado, encontraremos gozo, satisfacción y eficacia en nuestro servicio a Cristo. Otros confirmarán nuestro don en un área en particular, y la iglesia será bendecida.

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