Lecciones para adultos: "Isaías: “Consolaos, pueblo mío”"
Edición para maestros. Primer trimestre (enero-marzo) de 2021
Lección 10: "Lograr lo impensable"
Para el 6 de marzo de 2021
Reseña | Comentario | Aplicación a la vida
Este estudio explora el mensaje relacionado con el Siervo Mesiánico de Isaías 50, 52 y 53.
La figura del Siervo Mesiánico es un tema central en el libro de Isaías. Isaías 52 y 53 constituyen un gran cántico sobre el Siervo. Hay muchos debates entre los eruditos sobre la identificación del siervo en el cántico. Algunos consideran que el siervo en esos capítulos representa a Israel. Sin embargo, el libro de Isaías mismo ofrece algunas ideas para ayudarnos a elaborar una identificación clara y positiva del Siervo como el Mesías. El cántico primeramente identifica al Mesías como Rey (Isa. 52:7, 8); en segundo lugar, identifica al Mesías como Salvador y Redentor (52:9-15); y finalmente, identifica al Mesías como el Sufriente (53).
En este estudio se exploran tres temas principales: (1) el Señor como Siervo; (2) el Mesías, el Siervo Sufriente; y (3) el Mesías, el Redentor y Rey.
El Señor como Siervo
Al estudiar el cántico del siervo (52; 53), también necesitamos estudiar el capítulo anterior. Isaías 50 comienza con la expresión “Así dijo Jehová” (50:1). Es el Señor quien dice: “Hago secar el mar; convierto los ríos en desierto [...]. Visto de oscuridad los cielos, y hago como cilicio su cubierta” (50:2, 3). En los siguientes versículos, “el Señor” declara que “Jehová el Señor” hizo esto. El Señor declara que Jehová el Señor “me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado” (Isa. 50:4); “Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde” (50:5); “Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé” (50:7); y “Jehová el Señor me ayudará; ¿quién hay que me condene?” (50:9).
Se presenta el siguiente versículo (50:10), que se expresa como un paralelismo explicativo:
A. “¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su siervo?
B. El que anda en tinieblas y carece de luz,
A’. Confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios”.
Es evidente que el Siervo es paralelo a Jehová en A, así como Dios es paralelo a Jehová en A’.
Elena de White comenta sobre este capítulo: “¿Y no había profetizado de sí mismo [Cristo], por medio de Isaías: ‘Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban el cabello: no escondí mi rostro de las injurias y esputos’ (Isa. 50:6)?” (HAp 185).
El Mesías, el Siervo Sufriente
Isaías 52 y 53 presentan, en varias etapas, uno de los mejores retratos del Mesías. En primer lugar, estos capítulos presentan al Mesías como Rey (52:7, 8), y en segundo lugar, al Mesías como Salvador y Redentor (52:9-15). Sigue una tercera etapa, que nos muestra al Mesías como el Sufriente (53). Este estudio comienza con la última etapa porque, al parecer, el autor coloca estas etapas en orden inverso.
Si seguimos la interpretación inspirada, no cabe duda de que este Siervo Sufriente es el Cristo. El Evangelio de Juan dice: “Para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor? [...] Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él” (Juan 12:38, 41).
Es evidente que el sacrificio del Siervo es una muerte sustitutoria, como lo demuestra el texto:
“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido” (Isa. 53:4).
“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados [...] y por su llaga fuimos nosotros curados” (53:5).
“Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (53:6).
“Por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos” (53:11).
Elena de White expresa: “Pablo mostró cuán estrechamente había ligado Dios el servicio de los sacrificios con las profecías relativas a Aquel que iba a ser llevado como cordero al matadero. El Mesías iba a dar su vida como ‘expiación por el pecado’. Mirando hacia adelante a través de los siglos las escenas de la expiación del Salvador, el profeta Isaías había testificado que el Cordero de Dios ‘derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los perversos, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores’ (Isa. 53:7, 10, 12).
“El Salvador profetizado había de venir, no como un rey temporal para librar a la nación judía de opresores terrenales, sino como hombre entre los hombres, para vivir una vida de pobreza y humildad, y para ser al fin despreciado, rechazado y muerto. El Salvador predicho en las Escrituras del Antiguo Testamento había de ofrecerse a sí mismo como sacrificio en favor de la especie caída, cumpliendo así todos los requerimientos de la ley quebrantada. En él los sacrificios típicos iban a encontrar la realidad prefigurada, y su muerte de cruz iba a darle significado a toda la economía judía” (HAp 186, 187).
El Mesías, Redentor y Rey
El cántico del Siervo en Isaías 52 enfatiza otras dos etapas de la obra del Siervo Mesiánico.
Después de la expiación vicaria hecha por el Siervo, es posible la redención de su pueblo. “Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje” (Isa. 53:10). Esta es también la imagen de Isaías 52 (a partir de la segunda mitad del vers. 9). La escena del pueblo redimido ya no incluye la imagen del Siervo Sufriente sino, más bien, la imagen de un guerrero valiente, que “desnudó su santo brazo” (52:10). El brazo santo es el símbolo de su poder, lo que hace posible el rescate de su pueblo.
La escena aquí, en Isaías 52, nos impresiona con su poder y majestad. En su centro está la imagen de un comandante, el líder exaltado: “Será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto” (52:13).
Hay una razón maravillosa para su exaltación: se debe al éxito final de su misión. El Señor anuncia la exaltación de su siervo debido a su muerte sustitutoria que satisface la deuda por los pecados de su pueblo culpable y de los gentiles (ver F. D. Lindsey, The Servant Songs: A Study in Isaiah, p. 138).
Aunque “fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres”, “asombrará él a muchas naciones” y “los reyes cerrarán ante él la boca” (52:14, 15).
Todas las naciones serán testigos de su exultación, ya que como está escrito, él será exaltado “ante los ojos de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación del Dios nuestro” (52:10).
La siguiente etapa del cántico (si bien, técnicamente hablando, según el orden en que aparece realmente en el libro de Isaías, esta es la primera parte) es el Mesías como Rey. El Mesías ha redimido a su pueblo; la obra se ha completado. Ahora los mensajeros del Rey “dice[n] a Sion: ¡Tu Dios reina!” (Isa. 52:7). “Tus centinelas alzan la voz, y juntos gritan de alegría” (52:8, NVI); y como se anunció anteriormente, “lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite” (9:7).
Dios no solo redime a su pueblo de la opresión, la aflicción y la esclavitud de las naciones extranjeras, especialmente de Babilonia, y los lleva de regreso a su tierra de origen, Jerusalén. Dios también envía a Jesucristo, el Mesías, como el Siervo Sufriente, a morir en la Cruz para redimir de la esclavitud del pecado a su pueblo y a todos los seres humanos que lo reciban. Un día llevará a sus redimidos a su hogar, y luego reinará para siempre.
El Comentario bíblico adventista dice al respecto: “En primer lugar, la liberación aquí predicha era la del Israel literal rescatado de las naciones que lo oprimían (ver com. Isa. 40:1; 44:28 al 45:13); y en segundo lugar, la liberación mayor del pecado y de todo mal, que sería alcanzada por medio del Siervo Sufriente (ver com. cap. 41:8; 42:1) del cap. 53, es decir, el Mesías. [...]. Su poder para liberar a su pueblo, y más tarde el triunfo del evangelio, prueban que reina él, y no Satanás” (CBA 4:325).
En esta lección, hemos estudiado que el Mesías es el Siervo sufriente. ¿Por qué crees que el Señor decidió revelarse como un Siervo? Lea Isaías 52 y 53 para sacar algunas ideas.
¿Cómo entiendes Isaías 53:10: “Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento”? ¿Cómo nos ayuda el apóstol Pablo a comprender este misterio, según lo retransmite en este versículo: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Cor. 5:21)?
Nuestra esperanza es que el Dios que libró a su pueblo en el pasado vendrá en un futuro cercano para llevar a su pueblo a la Nueva Jerusalén. Según el libro de Isaías, muchos reinos aparecieron en el escenario de la historia de esta Tierra, pero finalmente desaparecieron. ¿Qué ocurre con el Reino del Mesías? ¿Cuánto tiempo durará el Reino del “hijo del hombre”? Lee daniel 7:14: “Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido”.
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