Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "Isaías: “Consolaos, pueblo mío”"

Edición para maestros. Primer trimestre (enero-marzo) de 2021

Lección 11: "Amor a cambio"

Para el 13 de marzo de 2021

 

Reseña | Comentario | Aplicación a la vida

 

Ir ArribaRESEÑA

Texto Clave: Isaías 55.

Isaías 55 es un capítulo único. Ha llevado a muchos a entender cómo se media la salvación para todos los pecadores que desean ser salvos. La salvación no tiene tanto que ver con lo que la gente hace; tiene que ver con lo que Dios ha hecho en su favor a través del Siervo de Jehová.

El capítulo se puede dividir en dos partes. La primera abarca los versículos 1 al 5, y la segunda abarca los versículos 6 al 13.

Esta lección explora las dos expresiones importantes “vivir"’” y “buscar”, en relación con la invitación amorosa: “Vuélvase a Jehová”.

Los tres temas que se analizarán son: (1) misericordia para todos; (2) cómo tener una vida plena; y (3) volver a Jehová.

 

Ir Arriba COMENTARIO

Misericordia para todos

El cántico del Siervo sufriente describe vívidamente la obra del Mesías en favor de los seres humanos. Él sufre una muerte vicaria. Isaías 54 nos recuerda que todo lo que Dios hace por nosotros es para lograr nuestra salvación: “Porque los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti” (Isa. 54:10). El capítulo termina con la seguridad a su pueblo de que “su salvación de mí vendrá, dijo Jehová” (Isa. 54:17).

Así, con un lenguaje cariñoso, Isaías habla de la redención que Dios ofrece. Sin embargo, es necesario aceptar la invitación gratuita y misericordiosa para todos aquellos que tienen hambre y sed. Ese es el tema abordado en Isaías 55: en última instancia, es necesario que la gente acepte la salvación que el Señor ofrece. Por esta razón, el capítulo se abre con la invitación:

“A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche” (55:1).

Esta invitación abre la puerta para todos, lo que incluye a gentes de todas partes. La invitación va mucho más allá de las fronteras de Judá. Nadie necesita pagar, porque la deuda imposible ha sido milagrosamente saldada por cada uno de nosotros.

En Isaías 55:3, en claro paralelismo, el autor explica mejor lo que implica esa invitación:

A. “Inclinad vuestro oído,

B. Y venid a mí;

A’. oíd,

B’. Y vivirá vuestra alma”.

Es interesante notar que el resultado natural de venid a mí es que vivirá vuestra alma. El verbo hebreo en la última oración es ḥyh, y el significado básico es “vivir” o “seguir vivo” (D. J. A. Clines, ed., Dictionary of Classical Hebrew, t. 3, pp. 204, 205). Tiene la connotación de “salvar la vida”. C. F. Keil sugiere que esta expresión refleja la idea no solo de seguir con vida, sino también de obtener la posesión de vida plena (Minor Prophets, Commentary on the Old Testament in Ten Volumes, t. 10, p. 279). Al parecer, lo que aquí se sugiere es que ḥyh se usa en el sentido de “volver a vivir o revivir”.

Por lo tanto, según el versículo, la única forma de hallar vida plena, como nación y personalmente, es aceptar la invitación de Dios de ir a él.

Cómo tener vida plena

La segunda parte de Isaías 55, versículos 6 al 13, refuerza las ideas expresadas en la primera parte. Lo hace mediante el uso de otra expresión clave. Esa expresión es el verbo hebreo ḏrš, que se traduce como “buscar”, como en: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano” (55:6).

El verbo ḏrš se usa en modo imperativo, lo que significa que no es simplemente un consejo sino una orden. El significado básico de ḏrš es “buscar”, que tiene la connotación de “adoración y compromiso”. Otros significados posibles son: “consultar, preguntar, buscar orientación; procurar con esmero” (D. J. A. Clines, ed., Dictionary of Classical Hebrew, t. 2, p. 473; L. Koehler y W. Baumgartner, The Hebrew and Aramaic Lexicon of the Old Testament, t. 1, p. 233).

Buscar al Señor no es algo ajeno a la experiencia de la nación de Israel. Se aconseja a los israelitas que busquen al Señor cuando vivan entre las naciones paganas: “Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma” (Deut. 4:29).

Buscar al Señor es también una experiencia personal. Rebeca busca al Señor durante su difícil embarazo: “Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a Jehová” (Gén. 25:22). Del mismo modo, se anima al pueblo de Dios a buscar al Señor, especialmente en tiempos de crisis.

Segundo de Reyes 22 narra la experiencia del rey Josías cuando dice: “Id y preguntad a Jehová por mí, y por el pueblo, y por todo Judá, acerca de las palabras de este libro que se ha hallado” (2 Rey. 22:13).

En algunos casos, la experiencia de buscar al Señor se relaciona con la verdadera adoración, y se erige como la antítesis de la idolatría (Jer. 8:2). “Pero se han hallado en ti buenas cosas, por cuanto has quitado de la tierra las imágenes de Asera, y has dispuesto tu corazón para buscar a Dios” (2 Crón. 19:3).

Buscar al Señor también está ligado a una relación de pacto: “Entonces prometieron solemnemente que buscarían a Jehová el Dios de sus padres, de todo su corazón y de toda su alma” (15:12). Y asimismo, de Josafat se dice que no anduvo en el camino de los Baales, “sino que buscó al Dios de su padre” David, y “anduvo en sus mandamientos, y no según las obras de Israel” (17:4). El salmista afirma: “Bienaventurados los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón le buscan” (Sal. 119:2).

No buscar al Señor conduce, como consecuencia, a un comportamiento desacertado, como se ve en el caso de Roboam, de quien se dijo: “Hizo lo malo, porque no dispuso su corazón para buscar a Jehová” (2 Crón. 12:14). No buscar al Señor también refleja una falta de entendimiento: “Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido, que buscara a Dios” (Sal. 14:2).

El uso legal de ḏrš con Yahvéh como sujeto conlleva el sentido de un requisito. David Denninger sugiere que “los profetas advierten contra dos abusos: buscar [a aquellos] que no sean Yahvéh y buscarlo insustancialmente” (W. A. VanGemeren, ed., New International Dictionary of Old Testament Theology and Exegesis, t. 1, p. 995).

En síntesis, el acto de buscar al Señor siempre es indicativo de restaurar la relación y tener vida plena. Isaías 58:2 brinda más información sobre la búsqueda del Señor: “Me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios; me piden justos juicios, y quieren acercarse a Dios” (Isa. 58:2).

Volver al Señor

Isaías 55 comienza con una invitación abierta para quienes desean la salvación. Está abierta a todos. Es una invitación que produce un cambio radical en nuestra vida, ya que el receptor avanza de una experiencia salvífica a otra. ¿Por qué es necesario ese cambio? Por el pecado.
El libro es claro sobre lo que el pecado representa para Dios. El mensaje de esperanza para Judá en Isaías 40 comienza diciendo: “Jerusalén [...] doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados” (Isa. 40:2). El pecado en Isaías se define como el alejamiento de los caminos del Señor. Es vivir en oposición a la instrucción de Dios (42:24). En otras palabras, elegir una vida de pecado es elegir vivir alienados de Dios: “Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios” (59:2). Por lo tanto, el pecado es un impedimento serio en la relación entre Dios y la humanidad.

Isaías 55, especialmente el versículo 7, sigue el mismo camino: “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos”. Aquí dejar significa “renunciar, abandonar”. Por lo tanto, no incluye la idea de salvar a un ser humano en (o con) sus pecados, sino de sus pecados. Es importante notar la afinidad entre “camino” (en la Biblia hebrea denota “vivir”) y “pensamientos”.
La primera parte del versículo 7 nos ayuda a comprender el proceso que debemos seguir para que Dios nos otorgue una vida restaurada. La forma de abandonar la vida de pecado es volver al camino del Señor. Es en el camino hacia el Señor que el pecador abandona sus caminos y se convierte, paso a paso, en una nueva persona, adquiriendo así una nueva vida:

A. “y vuélvase a Jehová,

B. el cual tendrá de él misericordia,

A’. Y al Dios nuestro,

B’. El cual será amplio en perdonar”.

 

Ir Arriba APLICACIÓN A LA VIDA

  1. Oír o escuchar son verbos imperativos que la Biblia utiliza a menudo para enmarcar el consejo de Dios a su pueblo a través de sus mensajeros. Por ejemplo, en Deuteronomio 4:1, leemos: “Ahora, pues, oh Israel, oye los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis, y viváis, y entréis y poseáis la tierra que Jehová el Dios de vuestros padres os da”. ¿Cuál ha sido tu experiencia al oír y escuchar la Palabra de Dios?

  2. Medita sobre el siguiente extracto en relación con el amor de Dios: “¿Puedes creer que cuando el pobre pecador anhela volver, deseoso de abandonar sus pecados, el Señor le impide decididamente que acuda arrepentido a sus pies? ¡Fuera con tales pensamientos! Nada puede destruir más tu propia alma que albergar tal concepto de nuestro Padre celestial. Él odia el pecado pero ama al pecador, y se dio a sí mismo, en la persona de Cristo, para que todos los que quieran puedan ser salvos y tengan bendiciones eternas en el Reino de gloria. ¿Qué lenguaje más tierno o más fuerte podría haberse empleado que el elegido por él para expresar su amor hacia nosotros? Él declara: ‘¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? ¡Aunque ella lo olvide, yo nunca me olvidaré de ti!’ (Isa. 49:15)” (CC 47, 48). ¿Cómo has experimentado la realidad del amor de Dios en tu propia vida?

  3. Pide a tu clase que narre experiencias relacionadas con la búsqueda del Señor.

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