Lecciones para adultos: "Isaías: “Consolaos, pueblo mío”"
Edición para maestros. Primer trimestre (enero-marzo) de 2021
Lección 2: "Crisis de liderazgo"
Para el 9 de enero de 2021
Reseña | Comentario | Aplicación a la vida
El énfasis de nuestro estudio durante esta semana es Isaías 6, especialmente los tres primeros versículos. El primer versículo menciona que Isaías tiene una visión del “Señor sentado sobre un trono” y que la visión ocurre “en el año que murió el rey Uzías”. Por lo tanto, la visión estaría fechada aproximadamente entre 740 y 739 a.C. ¿Por qué el profeta se refiere a la muerte del rey? ¿Es una simple referencia histórica? Isaías, al aludir al famoso monarca, quiere contrastar al rey humano con el majestuoso y glorioso Rey del universo. Entre otras características, la santidad es una de las principales características de la Realeza soberana. Este estudio se divide en tres partes: (1) el esplendor humano, (2) el Rey supremo y (3) nuestro santo y glorioso Señor.
El esplendor humano
Algunos eruditos han sugerido que la visión de Isaías en el capítulo 6 sirve como una unidad de enlace entre los capítulos anteriores (1–5) y el resto del libro. Por ejemplo, Edward J. Young apoya la idea de que el profeta, en los primeros cinco capítulos, presenta la esencia de su mensaje, y luego relata su llamado profético (E. J. Young, The Book of Isaiah: The English Text, With Introduction, Exposition, and Notes, t. 1, p. 233).
El segundo libro de Crónicas nos brinda un bosquejo del reinado del rey cuya muerte se menciona en Isaías 6. Segundo de Crónicas 26 destaca ampliamente la gloriosa carrera de Uzías durante su reinado de 52 años sobre Judá (2 Crón. 26:3). Entre otros logros notables, el currículum vitae del rey incluye: estratega militar y la consiguiente expansión de territorios (26:6, 7); la formación de un ejército bien equipado (26:11-14); la invención de tecnología militar (26:15); prosperidad material en su territorio (26:9, 10); y su gloriosa fama (26:15). Sin embargo, el mismo registro agrega un detalle sombrío y pernicioso sobre la vida del monarca: “Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del incienso” (26:16). Obviamente, los sacerdotes se opusieron a la intención del rey. Le advirtieron que no le correspondía ofrecer incienso. También le dijeron: “Salga usted ahora mismo del santuario, pues ha pecado, y así Dios el Señor no va a honrarlo” (26:18, NVI). (NVI traduce la expresión hebrea ḵāḇôḏ como “honra”. Una traducción común es “gloria”.) Por lo que, en lugar de gloria (ḵāḇôḏ), el rey tendrá lepra (ṣāraʿaṯ) hasta su muerte.
Elena de White comenta: “Uzías se llenó de ira porque se le reprendía así a él, que era el rey. Pero no se le permitió profanar el santuario contra la protesta unida de los que ejercían autoridad. Mientras estaba allí de pie, en airada rebelión, se vio repentinamente herido por el juicio divino. Apareció la lepra en su frente. Huyó espantado, para nunca volver a los atrios del templo. Hasta el día de su muerte, algunos ãos más tarde, permaneció leproso, como vivo ejemplo de cuán insensato es apartarse de un claro ‘Así dice Jehová’. No pudo presentar su alto cargo ni su larga vida de servicio como excusa por el pecado de presunción con que manchó los años finales de su reinado y atrajo sobre sí el juicio del Cielo” (PR 225, 226).
Por lo tanto, referirse a la muerte de Uzías, como lo hace Isaías en el capítulo 6, es evocar a un rey próspero y glorioso, tal vez solo superado por los dos últimos reyes de la monarquía unida. Sin embargo, la gloria de Uzías termina en lepra y, por lo tanto, en muerte. Ahora otro rey se sienta en lo que alguna vez fue el estrado de su gloria.
El Rey supremo
En contraste con la experiencia del famoso (pero deshonroso) rey Uzías, el profeta expresa la gloria del Señor en Isaías 6:1: “Vi yo al Señor sentado sobre un trono”. Vale la pena señalar que todas las palabras que siguen al sujeto, “Señor”, apuntan a la posición exaltada de YHWH, el Rey del universo.
Aquí Isaías utiliza la expresión “Señor” (ʾăḏōnāy), dejando en claro que se refiere al Gobernante soberano. Este detalle ayuda a aumentar el contraste entre el Señor y el gobernante terrenal de Judá. El Señor (todavía) está sentado en su Trono; en otras palabras, permanece en su Trono. Otros reyes han pasado y pasarán, pero el dominio del Rey del universo “es dominio eterno, que nunca pasará” (Dan. 7:14). El autor enfatiza que el Señor está sentado, y “las orlas de su manto llenaban el templo” (Isa. 6:1, u.p., NVI), lo que significa que la presencia del Señor satura el Templo. Además, los seres celestiales adoran delante de él. Se puede ver una imagen similar en Apocalipsis 4:8: “Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso”.
Nuestro santo y glorioso Señor
Isaías 6:3 registra que los serafines se decían el uno al otro, “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria”. Parece que la santidad es la expresión que los seres celestiales prefieren usar para referirse al Señor. ¿Qué implica la santidad de Dios?
Para algunos eruditos, la santidad de YHWH significa la esencia oculta de su ser, su trascendencia absoluta, la perfección divina, que lo separa de su creación: una distinción en esencia y en carácter; y su majestad moral.
Por otro lado, algunos piensan que, en este caso, la santidad se refiere a la exclusividad de YHWH para Israel (T. Correa, La gloria del Señor en Isaías, p. 123). Aunque el elemento de distinción, o separación, de la santidad de Dios es una característica que no se puede negar, se puede alegar que la palabra en hebreo expresa más que una mera distinción.
En este sentido, tenemos el testimonio de idiomas antiguos. El término equivalente para la palabra hebrea qāḏôš (santo) en el idioma acadio es qadāšu, que significa “ser puro, brillar”, entre otros significados (J. Black, A. George y N. Postgate, eds., “qadāšu(m)”, A Concise Dictionary of Akkadian, p. 282). A la luz de esta perspectiva del testimonio extrabíblico, se puede inferir un elemento de incomparabilidad debido a la esencia de la naturaleza de Dios.
Por lo tanto, la expresión hebrea qāḏôš, en este caso, puede referirse a la pureza, la perfección y la gloria ocultas de YHWH. En otras palabras, la santidad es la esencia del ser de Dios; pero esa esencia no está completamente oculta porque se revela, en parte, en su gloria, que llena toda la Tierra. Qāḏôš es paralela a ḵāḇôḏ. Mientras que la primera es la esencia del ser de Dios, la segunda es la manifestación de él. Del mismo modo, podemos inferir que a medida que su presencia llena el Templo, es su gloria la que llena la Tierra. El impacto de la santidad del Señor es tal, que Isaías se considera “arruinado”, porque, según él, es inmundo. El contraste es claro entre él (inmundo) y el Dios limpio, o puro (santo).
Para refleccionar: La fama y el esplendor son grandes atractivos para muchas personas. El rey Uzías es un ejemplo perfecto de alguien que codicia ambas cosas. Su intrusión en el Templo puede considerarse una actuación audaz, pero su accionar va en contra de la voluntad revelada por Dios. Su comportamiento es un insulto a Dios y una blasfemia a su santo servicio. Elena de White declara que “el pecado que tuvo resultados tan desastrosos para Uzías fue un acto de presunción. Violando una clara orden de Jehová, de que ninguno sino los descendientes de Aarón debía oficiar como sacerdote, el rey entró en el santuario ‘para quemar incienso en el altar’” (PR 225).
Si ocupas un puesto de liderazgo en tu iglesia, piensa en todo lo que implica tu puesto. ¿Con cuánta fidelidad atiendes las cosas sagradas del Señor?
Los reyes de los tiempos de Isaías no siempre anduvieron a la luz del Señor. Isaías 1:23 describe a los gobernantes de Israel así: “Tus gobernantes son rebeldes” (NVI). Recuerda, los seres humanos, tarde o temprano morirán y desaparecerán. El Señor que gobierna para siempre está sentado en su Trono y tiene el control. ¿Qué significa que Dios es soberano? ¿Por qué debemos confiar en su dominio?
Al comienzo de su ministerio profético, Isaías recibe una visión de la santidad del Señor. Una experiencia similar tuvo Moisés cuando fue llamado en Horeb (Éxo. 3:5, 6). ¿Por qué la santidad no es solo una característica importante de la esencia del Señor, sino también el sello de su obra y la marca de sus mensajeros?
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Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Colosenses 3:1.
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