Lecciones para adultos: "Isaías: “Consolaos, pueblo mío”"
Edición para maestros. Primer trimestre (enero-marzo) de 2021
Lección 3: "Cuando tu mundo se cae a pedazos"
Para el 16 de enero de 2021
Reseña | Comentario | Aplicación a la vida
Otro rey aparece en escena en Isaías 7. Esta vez, el protagonista es el rey Acaz, nieto de Uzías. Su reinado lleva a la nación a abominaciones cometidas por las naciones vecinas. Cuando los reyes de Aram e Israel hacen guerra contra su nación, Acaz está tan dominado por el miedo que el Señor le envía un mensaje a través del profeta Isaías para animarlo a confiar en él: los planes de esas naciones no tendrán éxito. Pero Acaz necesita creer; de lo contrario, no verá la liberación de Israel por parte de Dios. Este estudio se divide en tres partes, tituladas: (1) el desafío del rey Acaz, (2) el Señor cuida al rey y (3) contemplar en silencio.
El desafío del rey Acaz
La Biblia dice que Acaz no es un buen rey. Él “no hizo lo recto ante los ojos de Jehová su Dios” (2 Rey. 16:2). El registro bíblico es explícito con respecto a su actuación: “Antes anduvo en el camino de los reyes de Israel, y aun hizo pasar por fuego a su hijo, según las prácticas abominables de las naciones que Jehová echó de delante de los hijos de Israel. Asimismo sacrificó y quemó incienso en los lugares altos, y sobre los collados, y debajo de todo árbol frondoso” (2 Rey. 16:3, 4). Fue una influencia nociva para la nación de Judá. Como sucedió en otros casos, cuando los reyes comienzan a alejarse del Señor surgen problemas en su vida y en la nación. También se evidencia en la primera parte del libro, “¡Ay del impío! Mal le irá, porque según las obras de sus manos le será pagado” (Isa. 3:11). Ambos registros, el libro de Isaías y el segundo libro de Reyes, declaran que “Rezín rey de Siria y Peka hijo de Remalías, rey de Israel, subieron contra Jerusalén para combatirla; pero no la pudieron tomar” (7:1; comparar con 2 Rey. 16:5). Cuando el rey Acaz se da cuenta de la magnitud de la amenaza a la que se enfrenta y de la posibilidad de una confrontación militar con las naciones vecinas, “se le estremeció el corazón, y el corazón de su pueblo, como se estremecen los árboles del monte a causa del viento” (7:2).
A veces, el propio pueblo de Dios olvida que el Señor espera fidelidad de aquellos que entablaron una relación de pacto con él. Por lo tanto Dios, en sus ininteligibles providencias, permite que su pueblo pase por circunstancias difíciles como una forma de despertarlo a su necesidad de buscar al Señor y regresar a su luz. “Se levant[a] para castigar la tierra” (2:19). “Jehová está en pie para litigar, y está para juzgar a los pueblos. Jehová vendrá a juicio contra los ancianos de su pueblo y contra sus príncipes; porque vosotros habéis devorado la viña, y el despojo del pobre está en vuestras casas” (3:13, 14). En “estos versículos, Isaías pasa a acusar a los líderes. Ellos actúan de manera irresponsable e injusta, destruyendo lo que se les ha confiado. Este tema de los líderes imprudentes, especialmente a nivel de ancianos y príncipes, se repite a lo largo del libro (7:1–17; 14:4–21; 22:15–25; 28; 29; 32:3–8), y es en este contexto donde se destaca el anhelo y la promesa de alguien que gobernará con justicia y rectitud” (J. N. Oswalt, The Book of Isaiah, Chapters 1-39, The New International Commentary on the Old Testament, p. 137). El miedo paraliza al rey. A pesar de las circunstancias a las que se enfrenta, la amenaza inminente constituye una valiosa oportunidad para volver al Señor.
El Señor cuida al rey
En Isaías 7:3, Isaías ofrece una descripción interesante del cuidado de Dios. La narración no dice que el rey busca al Señor, es el Señor quien toma la iniciativa. El versículo dice: “Entonces dijo Jehová a Isaías: Sal ahora al encuentro de Acaz”. En este capítulo se representa a Jehová como el Dios que sale, por medio del profeta, al encuentro de un hombre temeroso. El lector puede advertir una actitud similar de Dios en el Jardín del Edén, en la que vemos que Dios mismo “se paseaba en el huerto, al aire del día [...] Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?” (Gén. 3:8, 9). El miedo de Adán y de Acaz, aunque por diferentes causas, es justificado.
Otro detalle notable en este episodio es que Isaías recibe instrucciones en cuanto a dónde podría encontrarse con el rey. “Entonces dijo Jehová a Isaías: Sal ahora al encuentro de Acaz [...] al extremo del acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador” (Isa. 7:3). Este versículo no solo nos brinda una clara confirmación del preconocimiento de Dios; también nos informa sobre el cuidado del Señor sobre todos nuestros pasos en nuestra experiencia personal. La Biblia está llena de historias en las que podemos ver cómo Dios envía a sus profetas para dar una palabra de esperanza, o a veces una palabra de reproche, a sus amados siervos. En toda circunstancia, el propósito de Dios, finalmente, es ayudar a su pueblo a confiar en él y a serle fiel.
Contemplar en silencio
En el versículo 2 vimos que el rey Acaz entra en pánico ante la idea de una guerra inminente. La nación entera tiembla junto con su monarca. Sin embargo, ¿cuál es la perspectiva de Dios sobre esta situación? A veces, desde nuestra perspectiva finita, no percibimos el carácter de Dios. Creemos que a él solo le interesan las cuestiones espirituales de nuestra vida. Sin embargo, la Biblia nos muestra que nuestro Señor es un Dios que cuida a sus hijos en todas las esferas de la vida, incluidas las cuestiones seculares o los que aparentemente no se relacionan con el aspecto espiritual.
“Desde el punto de vista de Acaz, Siria y Efraín constituyen una gran amenaza, pero desde el punto de vista de Dios son insignificantes y no necesitan ocupar el tiempo del rey. No siempre es fácil obtener la perspectiva divina. Sin embargo, a menos que lo busquemos, siempre corremos el riesgo de prestar demasiada atención a lo pasajero y muy poca atención a lo realmente importante. Además, al margen de una búsqueda diligente de la perspectiva de Dios en cada circunstancia, deducimos con demasiada facilidad que Dios se preocupa solo por los asuntos espirituales y no por las cuestiones prácticas; una falacia que finalmente conduce a la pérdida de Dios en todos los asuntos” (J. N. Oswalt, The Book of Isaiah, Chapters 1-39, The New International Commentary on the Old Testament, p. 196).
En Isaías 7:4, Dios instruye a su profeta que se comunique con el rey. “Y dile: ‘Ten cuidado, pero no te asustes; no tengas miedo ni te acobardes por esos dos tizones humeantes, Resín con sus sirios, y el hijo de Remalías, que están ardiendo en furor’ ” (DHH). A veces nos preguntamos cómo podemos afrontar la vida en medio de circunstancias no deseadas. La Biblia dice: “Ten cuidado, pero no te asustes” (DHH). Otras traducciones incluyen “Dile que deje de preocuparse” (NTV) y “Dile que tenga cuidado y no pierda la calma” (NVI). En el idioma hebreo, la cláusula “guarda, y repósate” consta de dos palabras, hiššāmer wᵉhašqeṭ. La primera palabra proviene de la raíz verbal šmr, que, en este caso, podría traducirse como “estar en guardia, estar atento, tener cuidado” (L. Koehler y W. Baumgartner, The Hebrew and Aramaic Lexicon of the Old Testament, t. 4, p. 1641).
Al parecer, el consejo implícito del Señor al rey es que se abstenga de todo ruido o actividad que pueda acallar la voz de Dios y que permanezca en guardia. La otra palabra en la oración hebrea es šqṭ, que debido a su forma verbal se traduce mejor como un verbo reflexivo: “mantener la paz [...] guardar silencio” (L. Koehler y W. Baumgartner, The Hebrew and Aramaic Lexicon of the Old Testament, t. 4, p. 1641) o “mostrar serenidad” (D. J. A. Clines, ed., The Dictionary of Classical Hebrew, t. 8, p. 550). En resumen, una traducción sugerida para hiššāmer wᵉhašqeṭ podría ser “contemplar en silencio”.
Las exhortaciones y las promesas desde el versículo 4 hasta el final de la sección (Isa. 7:9) ofrecen razones suficientes para confiar en las promesas del Señor. En primer lugar, Dios le ordena al rey: “No temas, ni se turbe tu corazón a causa de estos dos cabos de tizón que humean” (Isa. 7:4). Por consiguiente, Rezín y Peka, los reyes de la coalición sirio-efrainita, podrían hacer un poco de humo; pero ese fuego sería insignificante. En segundo lugar, si bien es cierto que la coalición ha “tramado hacerle mal” (Isa. 7:5, NVI), “eso no se cumplirá ni sucederá” (Isa. 7:7, NVI), dice el Señor. Y Dios enfatiza: debes confiar, porque “si ustedes no creen en mí, no permanecerán firmes” (Isa. 7:9, NVI). George B. Gray comenta adecuadamente esta sección, señalando que “Isaías condena dos cosas de Acaz: su miedo, porque es innecesario; su fe en los recursos materiales, aquí tipificada por un suministro seguro de agua en tiempos de asedio; la única fe que asegurará la verdadera solidez del Estado es la fe en Yahvéh” (G. B. Gray, A Critical and Exegetical Commentary on the Book of Isaiah, I—XXVII, The International Critical Commentary, t. 1, p. 118). En algunas circunstancias de la vida, lo más importante no es lo que sucede en nuestro entorno externo, ni lo que nuestra vista puede contemplar, sino lo que sucede en nuestra vida interior. Por lo tanto, debemos orar y cultivar la capacidad de comprender desde la perspectiva de Dios lo que está sucediendo a nuestro alrededor.
El rey Acaz, junto con su pueblo, enfrenta algunos duros desafíos mientras evalúan el riesgo de guerra con la alianza sirio-efrainita. A veces, la vida nos pone en situaciones amenazantes. ¿Qué pasos importantes o prácticos tenemos que seguir para hacer frente a estas circunstancias?
En la segunda parte, el estudio explora el cuidado especial de Dios al satisfacer las necesidades del rey Acaz. El Señor envía a su mensajero para encontrarse con el rey “en el camino de la heredad del Lavador” (Isa. 7:3). ¿Qué lecciones podemos aprender de este hecho?
En la tercera sección, aprendemos cómo Dios anima al rey a confiar no en las cosas materiales sino en su ayuda. Sus palabras al rey son “contempla en silencio”. ¿Cómo se relaciona esto con el siguiente consejo de Elena de White?
“Puedes estar perplejo en los negocios; tu perspectiva puede ser cada día más sombría y puedes estar amenazado por pérdidas. Pero no te descorazones; confía tus cargas a Dios y permanece sereno y tranquilo. Ora por sabiduría para manejar tus negocios con discreción, y así evitarás pérdidas y desastres. Haz todo lo que esté de tu parte para obtener resultados favorables. Jesús nos ha prometido su ayuda, pero no sin que hagamos nuestro esfuerzo. Cuando, confiando en tu Ayudador, hayas hecho todo lo que puedes, acepta con gozo los resultados” (CC 104, 105).
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