Lecciones para adultos: "Isaías: “Consolaos, pueblo mío”"
Edición para maestros. Primer trimestre (enero-marzo) de 2021
Lección 4: "Por las malas"
Para el 23 de enero de 2021
Reseña | Comentario | Aplicación a la vida
Isaías 7 y 8 forman una unidad sobre el juicio contra Judá (incluyendo a Aram e Israel). La última parte de Isaías 7 (17–23) trata de los enemigos de la nación de Judá. Aquí vemos pequeños seres vivos, la mosca y la abeja, que son símbolos de las naciones extranjeras, y también instrumentos divinamente designados en la futura devastación del pueblo de Dios. Estos capítulos también testifican que Dios envió muchas señales a Judá sobre su juicio inminente; por ejemplo, el nombre del hijo de Isaías. Dios pide a Isaías que escriba un nombre, Maher-salal-hasbaz, el nombre del hijo del profeta, como un claro pronunciamiento de los próximos acontecimientos. La primera parte del capítulo 8 muestra que Aram, Israel y Judá van a sufrir a causa del rey de Asiria. Específicamente, Judá confía en el gran poder de Asiria en ese momento, no en Dios, por lo que se aproximan tiempos oscuros. Este estudio se divide en tres partes, tituladas: (1) los enemigos se acercan, (2) la nación amiga viene para tomar Judá, y (3) confía en el Santo.
Los enemigos se acercan
Isaías 7:17 al 25 presenta una profecía contra Jerusalén. Esta escena de juicio se da debido a la renuencia del rey de Judá a confiar en la liberación que viene del Señor, ya que el país enfrenta un ataque de los ejércitos arameo e israelita. Dios ha estado hablando a través del profeta Isaías, exhortando al rey a que no tenga miedo de Rezín ni de Peka por muchas razones. Sus planes no se harán realidad (Isa. 7:5-7); es más, sus reinos serán abandonados (Isa. 7:16). Sin embargo, parece que el rey de Judá no está dispuesto a confiarle al Señor los grandes desafíos que enfrenta. En 2 Reyes 16:7 se registra que “Acaz envió embajadores a Tiglat-pileser rey de Asiria, diciendo: Yo soy tu siervo y tu hijo; sube, y defiéndeme de mano del rey de Siria, y de mano del rey de Israel, que se han levantado contra mí”. En consecuencia, el Señor trae juicio sobre el reino de Judá. El Señor permite que Judá experimente un momento que no ha sucedido en años: “Jehová hará venir sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre, días cuales nunca vinieron desde el día que Efraín se apartó de Judá, esto es, al rey de Asiria” (Isa. 7:17).
Algunas naciones acechan a Judá durante este tiempo, entre ellas, Aram, Israel (7:1), Egipto y predominantemente Asiria (7:18). Los edomitas y los filisteos (2 Crón. 28:17, 18) también convergen contra Judá. A diferencia de Daniel, el profeta Isaías no usa imágenes de bestias terribles para representar los poderes que atacarán a Judá; utiliza símbolos como la mosca y la abeja (Isa. 7:18). Otros autores bíblicos también utilizan esos elementos para representar a los enemigos del pueblo de Dios (Deut. 1:44, Sal. 118: 12). Otra descripción vívida se ofrece en Isaías 7:20: “En aquel día el Señor raerá con navaja alquilada, con los que habitan al otro lado del río, esto es, con el rey de Asiria, cabeza y pelo de los pies, y aun la barba también quitará”. Los opresores humillan a sus prisioneros de guerra afeitándoles el cabello. La referencia al cabello de la cabeza y de las piernas puede expresar la totalidad de la devastación (W. A. VanGemeren, ed., New International Dictionary of Old Testament Theology and Exegesis, t. 1, p. 866). La descripción anterior se amplifica para retratar la desolación completa en la tierra: “Acontecerá también en aquel tiempo, que el lugar donde había mil vides que valían mil siclos de plata, será para espinos y cardos. Con saetas y arco irán allá, porque toda la tierra será espinos y cardos” (Isa. 7:23, 24).
La nación amiga viene para tomar Judá
Isaías 8 es una extensión de la profecía de Isaías 7. Este capítulo hace referencia al juicio contra Judá, junto con otros elementos. El anuncio comienza con el singular nombre hebreo de mahēr šālāl ḥāš baz que recibe el hijo de Isaías. Comúnmente, se lo ha traducido como “el despojo se apresura, la presa se precipita” (8:1). El niño se destacaría como una advertencia para la nación (comparar con 8:18) de las predicciones de Dios tanto para los enemigos de Judá a la puerta como para la misma Judá, la próxima víctima de Asiria (8:4, 8; comparar con 7:17).
En relación con Aram e Israel, una vez más se profetiza: “Porque antes que el niño sepa decir: Padre mío, y Madre mía, será quitada la riqueza de Damasco y los despojos de Samaria delante del rey de Asiria” (8:4). Los siguientes versículos dan otros detalles sobre esos acontecimientos: “He aquí, por tanto, que el Señor hace subir sobre ellos aguas de ríos, impetuosas y muchas, esto es, al rey de Asiria con todo su poder; el cual subirá sobre todos sus ríos, y pasará sobre todas sus riberas” (Isa. 8:7). Después de este versículo, el profeta señala a la próxima víctima de las fuerzas asirias: “Y pasando hasta Judá, inundará y pasará adelante, y llegará hasta la garganta; y extendiendo sus alas, llenará la anchura de tu tierra, oh Emanuel” (8:8).
Incluso después de esos pronunciamientos, 2 Reyes 16 dice que el rey de Judá todavía prefiere confiar en la soberanía asiria: “Entonces Acaz envió embajadores a Tiglat-pileser rey de Asiria, diciendo: Yo soy tu siervo y tu hijo; sube, y defiéndeme de mano del rey de Siria, y de mano del rey de Israel, que se han levantado contra mí” (2 Rey. 16:7). Para obtener el apoyo de Asiria, Acaz envía una parte de los tesoros de su reinado (16:8). A partir de entonces se cumple la profecía. Aram es derrotado por los asirios (16:9). El cumplimiento de la profecía en relación con Judá se declara en 2 Crónicas 28:20 y 21: “También vino contra él Tiglat-pileser rey de los asirios, quien lo redujo a estrechez, y no lo fortaleció. No obstante que despojó Acaz la casa de Jehová, y la casa real, y las de los príncipes, para dar al rey de los asirios, éste no le ayudó”.
Confía en el Santo
Segundo de Crónicas nos brinda ciertos detalles que podrían aportar más información a nuestro estudio. Isaías 8 ofrece un pronunciamiento profético claro en relación con los enemigos de Judá en ese momento. Es un mensaje vívido en el nombre del hijo de Isaías. Probablemente, el rey (como muchos en Judá) piensa que el pronunciamiento profético de la futura destrucción de Judá sería parte de las “noticias falsas” del día. En Isaías 8:12 se menciona: “No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo”. La Biblia nos dice que el rey no acude al Señor: “Además el rey Acaz en el tiempo que aquél le apuraba, añadió mayor pecado contra Jehová” (2 Crón. 28:22).
El registro bíblico describe algunos de sus actos: “Porque ofreció sacrificios a los dioses de Damasco que le habían derrotado, y dijo: Pues que los dioses de los reyes de Siria les ayudan, yo también ofreceré sacrificios a ellos para que me ayuden; bien que fueron éstos su ruina, y la de todo Israel. Además de eso recogió Acaz los utensilios de la casa de Dios, y los quebró, y cerró las puertas de la casa de Jehová, y se hizo altares en Jerusalén en todos los rincones. Hizo también lugares altos en todas las ciudades de Judá, para quemar incienso a los dioses ajenos, provocando así a ira a Jehová el Dios de sus padres”.
En la última parte de esta sección, el Señor exhorta a sus fieles creyentes de ese entonces: “No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo. Entonces él será por santuario; pero a las dos casas de Israel, por piedra para tropezar, y por tropezadero para caer, y por lazo y por red al morador de Jerusalén” (Isa. 8:12-14). Durante la época de Acaz, se profana el Santuario y, entre otras cosas, “cerró las puertas de la casa de Jehová” (2 Crón. 28:23, 24). Por consiguiente, en este momento crítico, el Señor “será por santuario”, el centro de santidad, para algunos; pero “por piedra para tropezar, y por tropezadero para caer” para otros (Isa. 8:14).
En este sentido, Elena de White comenta: “Pero moraban en Judá algunos que se habían mantenido fieles a Jehová negándose firmemente a practicar la idolatría. A los tales consideraban con esperanza Isaías, Miqueas y sus asociados, mientras miraban la ruina labrada durante los últimos años de Acaz. Su santuario estaba cerrado, pero a los fieles se les dio esta seguridad: ‘Dios está con nosotros [...] A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo. Entonces él será por santuario’ (Isa. 8:10, 13, 14)” (PR 244).
Aprendimos que el rey Acaz prefirió confiar en una alianza asiria en vez de descansar en las promesas de Dios. Es fácil para los seres humanos confiar en la acción humana en vez de la intervención de Dios. ¿Por qué a veces es difícil para los creyentes creer en las promesas de Dios en tiempos de crisis? Medita, como parte de tu respuesta, en 2 Crónicas 28:22: “En el tiempo que aquél le apuraba, añadió mayor pecado contra Jehová”.
En Isaías 8, el profeta anuncia la destrucción de Judá. Se le podría haber dado esta noticia anticipada al pueblo para impulsarlo a buscar la ayuda de Dios; el enemigo no habría podido destruirlos si hubiesen buscado la protección de Dios. Tenían que temer al Señor su Dios más de lo que temían al rey de Asiria. ¿Qué sienten cuando reciben alguna advertencia en la vida? Analicen las formas en que estas advertencias los han ayudado.
Segundo de Crónicas 28:19 declara: “Porque Jehová había humillado a Judá por causa de Acaz rey de Israel, por cuanto él había actuado desenfrenadamente en Judá, y había prevaricado gravemente contra Jehová”. ¿En qué medida el comportamiento de una persona puede tener el potencial de ocasionar la ruina de otras? ¿Qué lección podemos aprender de Isaías 8:18: “He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová somos por señales y presagios en Israel, de parte de Jehová de los ejércitos”?
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