Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "Isaías: “Consolaos, pueblo mío”"

Edición para maestros. Primer trimestre (enero-marzo) de 2021

Lección 7: "La derrota de los asirios"

Para el 13 de febrero de 2021

 

Reseña | Comentario | Aplicación a la vida

 

Ir ArribaRESEÑA

Texto Clave: Isaías 36; 37; 38.

En la primera parte de Isaías 36 (vers. 1-10), podemos ver que el comandante de Asiria, el Rabsaces, intenta engañar al pueblo de Judá con el objetivo de que crea el mensaje del rey de Asiria. Trata de persuadir a los líderes de Judá para que no crean en Dios.

Isaías 37 muestra al rey Ezequías llorando por las malas noticias que le trae su oficial. Sin embargo, el Señor envía un mensaje a Ezequías, quien confirma su fe en el Señor (Isa. 37:16-20).

Según Isaías 38, el rey Ezequías se enferma y Dios le informa a través del profeta Isaías sobre su muerte inminente. El rey Ezequías clama al Señor, y el Señor le responde con la promesa de quince años adicionales de vida. Durante este tiempo difícil, Ezequías escribe un hermoso salmo en el que expresa sus pensamientos sobre Dios y su lóbrega experiencia. En este estudio se explorarán tres temas principales: (1) ¿En quién confiaremos? (2) ¿Por qué debemos confiar en Dios? y (3) Dios y las calamidades personales.

 

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¿En quién confiaremos?

Isaías 36 a 39 incluye narraciones que detallan otro desafío militar que enfrenta Judá. El suceso tiene lugar durante el reinado de Ezequías. Crónicas y el libro de los Reyes describen a Ezequías como un gran reformador, en términos de cuestiones religiosas: “En el primer año de su reinado, en el mes primero, abrió las puertas de la casa de Jehová, y las reparó” (2 Crón. 29:3); y les dijo a los levitas: “Santificaos ahora, y santificad la casa de Jehová el Dios de vuestros padres, y sacad del santuario la inmundicia” (29:5). El registro bíblico señala que “en Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá” (2 Rey. 18:5).

El poder asirio se enfrentó a Israel, y Samaria fue capturada porque “no habían atendido a la voz de Jehová su Dios, sino que habían quebrantado su pacto” (2 Rey. 18:12). Sin embargo, el “rey de Asiria, atacó y tomó todas las ciudades fortificadas de Judá” (18:13) también. Al parecer, buenos y malos por igual pasan por circunstancias difíciles.
Por alguna razón, Ezequías se rebela contra Asiria, y la crisis alcanza un punto álgido. El rabsaces, emisario de Senaquerib, llega al rey de Judá con un mensaje que contiene el quid de la cuestión en la narración: “¿En quién confías?” (Isa. 36:5). Ezequías tiene algunas alternativas a seguir: ¿Confías en Egipto (36:6)? ¿Confías en el Señor (36:7)? ¿O vas a confiar en el rey asirio (36:8)?

El agente asirio explica a los dirigentes del pueblo de Dios su razonamiento de por qué no es conveniente confiar en los demás, sino solo en él. No confíen en Egipto, porque es como “este báculo de caña frágil” (36:6). No confíen en el Señor. Según el rabsaces, “mirad que no os engañe Ezequías diciendo: Jehová nos librará. ¿Acaso libraron los dioses de las naciones cada uno su tierra de la mano del rey de Asiria? [...] ¿Qué dios hay entre los dioses de estas tierras que haya librado su tierra de mi mano, para que Jehová libre de mi mano a Jerusalén?” (36:18, 20). Además, insiste en que el Señor le dijo: “Sube a esta tierra y destrúyela” (36:10).
Finalmente, el emisario de Asiria persuade a los representantes de Judá para que confíen en Asiria haciendo un trato con los asirios: “Hagan las paces conmigo, y ríndanse”, y les daré un “país como el de ustedes, país de grano y de mosto, de pan y de viñedos” (Isa. 36:16, 17, NVI). Si Judá accedía a eso, habría mostrado su desdén por Dios.

¿Por qué debemos confiar en Dios?

Es interesante que el emisario asirio supiera que Ezequías confiaba en el Señor. Al parecer le teme a la fe del monarca, porque razona con los representantes de Judá para que no confíen en el Señor (36:7): “Ni os haga Ezequías confiar en Jehová, diciendo: Ciertamente Jehová nos librará; no será entregada esta ciudad en manos del rey de Asiria” (36:15). “Mirad que no os engañe Ezequías diciendo: Jehová nos librará” (36:18).

El registro bíblico describe la virtud clave de Ezequías: “En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá” (2 Rey. 18:5). Por lo tanto, en este momento de crisis, Ezequías busca al Señor y ora. Su súplica es una de las oraciones más hermosas en tiempos de angustia:

“Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra. Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye todas las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente. [...] Ahora pues, Jehová Dios nuestro, líbranos de su mano, para que todos los reinos de la tierra conozcan que sólo tú eres Jehová” (Isa. 37:16, 17, 20).

La perspectiva de Ezequías sobre Dios y su reconocimiento de quién es el Señor son notables. El Señor es el verdadero Rey del mundo; no hay otro como él. Por lo tanto, él es el Soberano del universo, y todos los reinos están sometidos a su voluntad. Dios, como Creador, resalta la soberanía del Dios viviente. Él puede librar a su pueblo. El concepto de Dios por parte del rabsaces es blasfemia.

Dios y las calamidades personales

Isaías 38 incluye grandes revelaciones sobre aspectos de nuestro Dios. Se lo presenta como Rey, Creador y Salvador. Él es un Dios interesado en el bienestar de su pueblo a nivel nacional. Al mismo tiempo, también es un Dios interesado en cuestiones individuales.
Vemos el interés personal de Dios por Ezequías cuando se enferma: “Entonces volvió Ezequías su rostro a la pared, e hizo oración a Jehová [...]. Y lloró Ezequías” (38:2, 3). Y Dios le envía un mensaje a través del profeta: “Jehová Dios de David tu padre dice así: He oído tu oración, y visto tus lágrimas” (38:5).

En medio de esas circunstancias, Ezequías escribe un salmo. Este refleja lo que hay en su corazón mientras sufre su crisis personal; en este caso, una enfermedad terminal: 1) Ezequías no niega su condición: “Iré a las puertas del Seol” (38:10). Tampoco niega la naturaleza temporal de la vida: “Me consumirás entre el día y la noche” (38:12). 2) Su enfermedad trae aparejados algunos períodos de abatimiento en su vida: “Gemía como la paloma; alzaba en alto mis ojos. [...] He aquí, amargura grande me sobrevino en la paz” (38:14, 17). 3) Sin embargo, Ezequías espera en Dios: “Jehová, violencia padezco; fortaléceme. [...] tú me restablecerás, y harás que viva” (38:14, 16); “Jehová me salvará” (38:20). 4) Él cree que Dios ha perdonado sus pecados: “porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados” (38:17). 5) No hay ningún resentimiento contra Dios: “El que vive, el que vive, éste te dará alabanza, como yo hoy” (Isa. 38:19). 6) Y testifica acerca de la fidelidad de Dios: “el padre hará notoria tu verdad a los hijos” (38:19).

El comentarista John Oswalt señala algunas ideas clave sobre la experiencia de Ezequías que es importante tener en cuenta: “Quizás haya dos aspectos teológicos importantes que aquí se destacan. Uno de ellos es la reiteración de la impotencia humana y la confianza divina. Incluso un rey se siente indefenso ante la embestida de la muerte. Hasta los más poderosos son abatidos a su paso. ¿Por qué entonces deberíamos confiar en la mortalidad humana? Por otro lado, Dios puede arrebatar a una persona de las puertas de la muerte y devolverle la vida. Él posee las llaves de la vida y la muerte y las usará para nuestro beneficio.

¿No deberíamos confiar en alguien así?

“El segundo aspecto es más implícito que explícito. Pero surge en respuesta a la pregunta de por qué una declaración tan enfática sobre la mortalidad y la impotencia de Ezequías debería aparecer aquí, en el libro. Una respuesta que parece obvia es que hay un intento consciente de dejar en claro que Ezequías no es el Mesías prometido. A pesar de su capacidad de confiar en Dios y de sacar a su nación del borde de la destrucción, él no es el Hijo del que habla Isaías. Él personifica la confianza que es esencial para que la nación sirva a Dios, pero no es Aquel en quien debe depositarse esa confianza. Aún queda una revelación más completa de Aquel (caps. 40–66)” (The Book of Isaiah, Chapters 1-39, The New International Commentary on the Old Testament, p. 682).

 

Ir Arriba APLICACIÓN A LA VIDA

  1. ¿En quién confías tú? A veces, como sucedió durante el reinado de Ezequías, nuestra fe es puesta a prueba, y tenemos la alternativa de confiar en el Señor o confiar en los demás. Una crisis, ¿cómo puede ayudarte a confiar más en Dios?

  2. Observa la sorprendente descripción de Dios en la oración de Ezequías en Isaías 37. Lee el comentario anterior e Isaías 37:16 al 20. ¿Cómo respondió Dios a la oración de Ezequías? Reflexiona sobre este versículo de Isaías al formular tu respuesta: “Por el camino que vino, volverá, y no entrará en esta ciudad, dice Jehová. Porque yo ampararé a esta ciudad para salvarla, por amor de mí mismo” (37:34, 35).

  3. Dios no solo se ocupa de los asuntos de la nación, sino también de los asuntos personales. Dios considera la enfermedad de Ezequías y, a través del profeta Isaías, le envía este mensaje: “He oído tu oración, y visto tus lágrimas; he aquí que yo añado a tus días quince años” (38:5). No debemos dar la vida por sentada; debemos considererla un regalo de Dios. Si, en algunos momentos, enfrentamos algunas luchas en la vida, tenemos que volver nuestro rostro a “la pared” y orar al Señor. La historia de Ezequías, ¿en qué medida te muestra que Dios cuidará de ti?

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