Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "Isaías: “Consolaos, pueblo mío”"

Edición para maestros. Primer trimestre (enero-marzo) de 2021

Lección 8: "Consolaos, pueblo mío"

Para el 20 de febrero de 2021

 

Reseña | Comentario | Aplicación a la vida

 

Ir ArribaRESEÑA

Texto Clave: Isaías 40:1-3.

Todo el libro de Isaías está lleno de mensajes en apariencia contradictorios sobre el juicio y las nuevas de salvación. Sin embargo, la primera parte de Isaías se refiere principalmente al mensaje del juicio de Dios para Judá. La segunda parte importante del libro contiene el mensaje de consuelo de Dios para su pueblo. Isaías 40, que viene directamente después de la primera parte importante (Isa. 1-39), sirve como una introduccción para los capítulos siguientes.

El mensaje del Señor comienza con uno de los mensajes más tranquilizadores y reconfortantes de la Biblia: “Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios” (40:1). Este mensaje recordará al pueblo la fidelidad de Dios a su pacto.

El autor alude a la experiencia israelita en el desierto. En ese momento, ni el pueblo de Dios ni Moisés podían ver la gloria del Señor, pero ahora “toda carne juntamente la verá” (40:5). Este estudio se divide en tres partes, tituladas: (1) de la devastación a la consolación, (2) preparar el camino y (3) la gloria del Señor se revela.

 

Ir Arriba COMENTARIO

De la devastación a la consolación

Es sabido el cambio de énfasis en los temas que resalta el libro de Isaías. La mayoría de los comentarios bíblicos señalan el contraste de los temas entre la segunda parte del libro (Isa. 40-66) y la primera parte (Isa. 1-39). Varios eruditos utilizan esa observación para respaldar una doble autoría del libro. Sin embargo, es notable que Isaías, al igual que los demás profetas anteriores al exilio, transmitiera un mensaje en el que aflora un doble aspecto.

Por un lado, los profetas anteriores al exilio son mensajeros de juicio, por lo que proclaman el fin de la era del favor y las bendiciones de Dios. Pero también son heraldos de la salvación, por lo que pregonan una nueva era de favor divino. Por ende, el discurso profético de estos mensajeros es una mezcla de oráculos de juicio y de salvación; y eso es lo que vemos en el libro de Isaías.

No hay razón para no apoyar la teoría que coloca a Isaías 40 en el período anterior al exilio, como una promesa consoladora de una futura restauración.

La sección anterior hasta Isaías 40 tiene un mensaje de juicio claro y distintivo para Judá y las naciones extranjeras.

El día del Señor vendrá. Es inminente; el juicio está cerca. No tomará mucho tiempo, y lo mejor de las naciones, la gente y sus recursos materiales pasarán a otras manos.

Se anuncia claramente en el libro: “Mi pueblo fue llevado cautivo” (Isa. 5:13) y “He aquí vienen días en que será llevado a Babilonia todo lo que hay en tu casa, y lo que tus padres han atesorado hasta hoy; ninguna cosa quedará, dice Jehová” (39:6).

Sin embargo, el Señor, el Dios incomparable, pondrá fin a las pruebas de su pueblo. Llegará el momento de la liberación, e Isaías escribe este mensaje de misericordia (40:1, 2), usando el paralelismo:

 A. “Consolaos, consolaos, pueblo mío”,
            B. “dice vuestro Dios”.
A’ “Hablad al corazón de Jerusalén”

La misericordia de Dios será evidente una vez más porque el Señor declara “que su [de Judá] tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados” (Isa. 40:2).

La forma enfática en que el Señor desea que este mensaje se comunique a su audiencia es notable. Parece que el mensaje es urgente porque el autor usa el verbo imperativo qirʾû, que podría traducirse aquí como “proclamar”, “clamar”, “llamar”, “gritar” (L. Koehler y W. Baumgartner, The Hebrew and Aramaic Lexicon of the Old Testament, t. 3, p. 1.129). La expresión va más allá de la idea del verbo más genérico “hablar”. La expresión “pueblo mío” es un indicador de la relación de pacto entre Dios y su pueblo. Dios es fiel a los deberes de su pacto de tomar la iniciativa y ofrecer perdón a su pueblo.

Preparar el camino

Una parte central de Isaías 40 son los versículos 3 al 5. Hay una especie de inclusio en la unidad: “Preparad camino a Jehová” (40:3) y “se manifestará la gloria de Jehová” (40:5).
“Preparad camino a Jehová”. La frase está en el contexto de la restauración de Judá. Este es el viaje de regreso del exilio. En esta oración se utiliza el lenguaje de los movimientos reales. Al parecer, algunas zonas con sus montañas y colinas serían un terreno difícil para un monarca y su procesión; por lo tanto, “enderezad calzada” significa ordenar, nivelar y librar de obstáculos, como los preparativos para recibir a un visitante real (R. L. Harris, ed., Theological Wordbook of the Old Testament, t. 1, p. 417).

El camino de Babilonia a Jerusalén es accidentado, el terreno es escarpado y está lleno de montañas. Los hijos de Dios van a usar esos caminos, por lo que se recalca el pedido: “Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios” (Isa. 40:3). El mensajero está pidiendo un camino recto porque Judá necesita regresar sin mayores contratiempos.

El lenguaje pragmático utilizado en esta sección es notable, particularmente las palabras asociadas con “la senda”. De esta manera, el autor intenta vincular la gran manifestación de Dios con elementos de uso común. Esas expresiones enfatizan la presencia de un Dios invisible pero real; lo que muestra que la participación de Dios en la historia de su pueblo también será real.

La gloria del Señor se revela

Isaías, en 40:3 al 5, parece aludir a algunas de las experiencias de los israelitas durante el peregrinaje en el desierto, especialmente a Éxodo 33:18 al 23.

Los israelitas reciben la orden de dejar el monte Horeb y seguir adelante. Por lo tanto, Dios dice a Moisés: “Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto” (33:1) pero “yo no subiré en medio de ti” (33:3).

Al parecer, Moisés se siente desconcertado y, por lo tanto, pregunta al Señor: “Si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino” (33:13). Y en el versículo 18 Moisés agrega a su solicitud: “Te ruego que me muestres tu gloria”.

Moisés asocia kᵉḇôḏ con un aspecto visible del Señor. Por lo tanto, en este caso, no se concede el pedido. Sin embargo, el Señor responde en el versículo 19: “Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente”. Sin embargo, en el siguiente versículo, dice: “No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá” (Éxo. 33:20).

El autor del Pentateuco nos muestra cómo el Señor redirige el asunto. Dios destaca su revelación en términos de atributos, no en términos de su apariencia externa. Es como si Dios quisiera resaltar la abstracción de su ser porque el Señor mismo no puede ser visto en términos concretos.

En un análisis cuidadoso de la perícopa del Pentateuco, podemos ver algunas conexiones o influencias entre esta y el texto de Isaías, especialmente Isaías 40. El elemento común en ambas perícopas es la expresión hebrea kᵉḇôḏ YHWH (“la gloria de Jehová”). Los aspectos más notables aquí son los contrastes entre los dos relatos que destaca Isaías.

Mientras que en Éxodo el camino se presenta áspero, lleno de rocas, en Isaías el camino está pavimentado, nivelado, y toda carne puede percibir la gloria de Jehová (ver Isa. 40:3-5). Isaías 52 ofrece un contexto similar en relación con el capítulo 40, e incluso con Éxodo 33.
Isaías 52:10 dice: “Jehová desnudó su santo brazo ante los ojos de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación del Dios nuestro”.

La conexión entre los tres pasajes es evidente. El primer elemento en común es el camino o la carretera, a pesar de que se representan de manera diferente. En Éxodo 33, es un camino difícil; Isaías 40 nos muestra un camino parejo; y en Isaías 52, los caminos están sobre los montes. Otro elemento en Éxodo 33 es que el Señor mostró “su espalda”; por otro lado, en Isaías aparece la mano del Señor y su santo brazo. En Éxodo, Moisés casi no puede ver la gloria de Jehová, pero en Isaías 40, toda carne puede verla. Y en Isaías 52, todas las naciones también pueden verlo. En Isaías 40 es la gloria de Jehová la que se muestra, mientras que en Isaías 52 es su salvación. Por ende, Isaías 52 aclara qué significa kᵉḇôḏ YHWH en Isaías 40. La humanidad puede reconocer la gloria de Jehová: es el poderoso acto de Jehová que trae salvación a Judá.

En este momento del estudio nos resulta útil notar que la expresión “la gloria de Jehová” tiene más de una aplicación en la Biblia. En algunos casos, la gloria de Jehová se refiere al mismo YHWH y su majestad, que ni siquiera los serafines pueden contemplar, y su santidad oculta. Sin embargo, en otros contextos, principalmente en Isaías, la gloria de Jehová equivale a sus acciones, importancia y peso (literalmente) en medio de su pueblo. Por lo tanto, Isaías amplía la idea de la expresión kᵉḇôḏ YHWH. Deja en claro que el accionar de Dios (su liberación o salvación) es tan real como si él mismo estuviera allí. Su promesa de actuar en favor de su pueblo debe entenderse como un realismo total.

 

Ir Arriba APLICACIÓN A LA VIDA

  1. Dios ha hablado a su pueblo de muchas maneras en el pasado, y hoy sigue pronunciando su mensaje de consuelo y perdón a su pueblo.

    1. ¿Qué promesas bíblicas te consuelan más?

    2. Por otro lado, una parte importante del mensaje a la nación de Judá es la seguridad de que su iniquidad es perdonada (Isa. 40:2).

    3. ¿Por qué es importante para el pueblo recibir el perdón de Dios? (Lee Mar. 2:9: “¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda?” y 1 Juan 2:12: “Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre”).

  2. La frase: “la voz de uno que clama en el desierto” en el Evangelio de Juan (Juan 1:23) se ha interpretado como una referencia a la proclamación de la primera venida de Jesús por parte de Juan el Bautista. Lo hace instando a la gente a arrepentirse y a bautizarse en agua como símbolo de su arrepentimiento. ¿Cómo utilizas tu voz para proclamar las buenas nuevas?

  3. ¿Cómo puede entenderse la gloria de Dios a la luz de Juan 1:14: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”?

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