Lecciones para adultos: "La promesa: El pacto eterno de Dios"
Segundo trimestre (abril-junio) de 2021
Lección 6: "La simiente de Abraham"
Para el 8 de mayo de 2021
Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes
Lee Para el Estudio de esta Semana: Ezequiel 16:8; Deuteronomio 28:1, 15; Jeremías 11:8; Génesis 6:5; Juan 10:27, 28; Gálatas 3:26–29; Romanos 4:16, 17.
Para Memorizar: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Ped. 2:9).
“En un pueblito, el reloj del escaparate del joyero se detuvo un día a las nueve menos cuarto. Muchos de los ciudadanos dependían de este reloj para saber la hora. Aquella mañana en particular, los hombres y las mujeres de negocios ojearon a través del vidrio y notaron que aún faltaban quince minutos para las nueve; los niños de camino a la escuela se sorprendieron al descubrir que todavía tenían mucho tiempo para entretenerse. Muchos llegaron tarde esa mañana porque un relojito en la vidriera del joyero se había detenido” (C. L. Paddock, God’s Minutes, p. 244, adaptado).
Qué representación precisa del fracaso del antiguo Israel. El Señor colocó a Israel “en medio de las naciones” (Eze. 5:5), en el punto estratégico entre tres continentes (África, Europa y Asia). Debían ser el “reloj” espiritual del mundo.
No obstante, Israel, al igual que el reloj del escaparate del joyero, en cierto sentido, se detuvo. Sin embargo, no fue un fracaso total; porque en aquel entonces, como hoy, Dios tenía un remanente fiel. El estudio de esta semana se centra en la identidad y el papel del verdadero Israel de Dios en cada época, incluida la nuestra.
Reseña de la semana: ¿Cuáles fueron las promesas del pacto que el Señor hizo a Israel? ¿Cuáles eran las condiciones con las que se acompañaban? ¿Cuánto éxito tuvo la nación en cumplir esas promesas? ¿Qué pasó cuando desobedecieron?
Domingo 2 de mayo: “Más que todos los pueblos...”
“Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra” (Deut. 7:6).
No cabe duda al respecto: el Señor había elegido específicamente al pueblo hebreo para que fuera su representante especial en la Tierra. La palabra traducida como “especial” en el versículo anterior, segulah, puede significar “propiedad valiosa” o “tesoro peculiar”. También es esencial recordar que esta decisión fue totalmente un acto de Dios, una expresión de su gracia. El pueblo, en sí, no tenía nada que lo hiciera merecedor de esta gracia, porque la gracia es algo inmerecido.
Lee Ezequiel 16:8. ¿Cómo ayuda eso a explicar el hecho de que el Señor haya escogido a Israel?
“¿Por qué Yahvéh escogió a Israel? Eso era inescrutable. Era un grupito de gente sin gran cultura ni prestigio. No poseía cualidades personales especiales que justificaran esa elección. La elección fue exclusivamente obra de Dios [...]. La causa primordial de esa elección se encuentra en el misterio del amor divino. Sin embargo, el hecho es que Dios amó a Israel y lo escogió, y así cumplió su promesa hecha a los padres. [...] Había sido elegido en virtud del amor que le tenía Yahvéh. Había sido liberado de la esclavitud de Egipto por una demostración del poder de Yahvéh. Si alguna vez captara estos grandes hechos, se daría cuenta de que en verdad era un pueblo santo y sumamente apreciado. Por lo tanto, cualquier tendencia suya a renunciar a un estatus tan noble era extremadamente reprobable” (J. A. Thompson, Deuteronomy, pp. 130, 131).
Según el plan divino, los israelitas debían ser un linaje real y sacerdotal. En un mundo de maldad, serían reyes, morales y espirituales, en el sentido de que prevalecerían sobre el dominio del pecado (Apoc. 20:6). Como sacerdotes, debían acercarse al Señor en oración, alabanza y sacrificio. Como intermediarios entre Dios y los paganos, debían servir como instructores, predicadores y profetas, y debían ser ejemplos de una vida santa: los exponentes celestiales de la verdadera religión.
Analiza la frase del versículo de hoy, en la que el Señor dice que debían ser “más [especiales] que todos los pueblos que están sobre la tierra”. Si consideramos todo lo que enseña la Palabra sobre la virtud de la humildad y el peligro del orgullo, ¿qué crees que significa este versículo? ¿En qué sentido iban a ser más especiales que todos los pueblos? ¿Deberíamos aplicar esa idea a nosotros también, como iglesia? Si es así, ¿de qué manera?
Lunes 3 de mayo: Acuerdo de tierras (Gén. 35:12)
La promesa de que se daría una tierra al pueblo de Dios, Israel, primeramente la recibió Abraham y luego les fue repetida a Isaac y a Jacob. Las palabras de José en su lecho de muerte repiten esta promesa (Gén. 50:24). Sin embargo, Dios informó a Abraham que pasarían “cuatrocientos años” antes de que la simiente de Abraham tomara posesión de la tierra (Gén. 15:13, 16). El cumplimiento de la promesa comenzó en los días de Moisés y de Josué. Moisés repitió el mandato divino: “Mirad, yo os he entregado la tierra; entrad y poseed la tierra” (Deut. 1:8).
Deuteronomio 28:1 y 15. ¿Qué implican estas palabras? En resumen, la tierra les sería dada como parte del pacto. Un pacto implica obligaciones. ¿Qué obligaciones tenía Israel?
La primera parte de Deuteronomio 28 describe las bendiciones que recibiría Israel si cumplían la voluntad de Dios. La otra parte del capítulo trata de las maldiciones que les sobrevendrían si no cumplían. Estas maldiciones fueron “en gran parte, aunque no totalmente, provocadas simplemente al darle al pecado la posibilidad de concretar sus resultados malvados. [...] ‘Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción’ (Gál. 6:8). Como el agua que, por sí sola, no dejará de correr hasta encontrar su nivel; como un reloj que, por sí solo, no dejará de funcionar hasta que se haya agotado por completo; como un árbol que, si se deja crecer, no puede sino dar su fruto apropiado; así también el pecado tiene un nivel que buscar, un curso que seguir, un fruto que madurar, y ‘el fin de ell[o]s es muerte’ (Rom. [6:] 21)” (The Pulpit Commentary: Deuteronomy, t. 3, p. 439).
A pesar de todas las promesas de tierras, esas promesas no eran incondicionales; surgieron como parte de un pacto. Israel tenía que cumplir su parte del trato; de lo contrario, las promesas podían anularse. El Señor dejó muy en claro, más de una vez, que si desobedecían, la tierra les sería quitada. Lee Levítico 26:27 al 33. Es difícil imaginar cómo el Señor pudo haber sido más explícito con sus palabras.
Como cristianos, esperamos recibir y conservar las “tierras prometidas” del cielo y la Tierra renovados. Nos han sido prometidos, al igual que la Tierra Prometida terrenal para los hebreos. Sin embargo, la diferencia es que una vez que llegamos allí, no hay posibilidad de que los perdamos (Dan. 7:18). Al mismo tiempo, existen condiciones para que lleguemos allí. ¿Cómo interpretas cuáles son estas condiciones, especialmente en el contexto de la salvación solo por fe?
Martes 4 de mayo: Israel y el pacto
“Pero no oyeron, ni inclinaron su oído, antes se fueron cada uno tras la imaginación de su malvado corazón; por tanto, traeré sobre ellos todas las palabras de este pacto, el cual mandé que cumpliesen, y no lo cumplieron” (Jer. 11: 8).
Lee el versículo anterior. El Señor dice que traerá sobre ellos “todas las palabras de este pacto”. Sin embargo, ¡está hablando de algo malo! Aunque tendemos a pensar que el pacto nos ofrece solo algo bueno, existe la otra cara. Este principio se vio con Noé. Dios le ofreció algo maravilloso: preservarlo de la destrucción; pero Noé tuvo que obedecer para recibir las bendiciones de la gracia de Dios. Si no lo hacía, se aplicaría la otra parte del pacto.
Compara el texto anterior con Génesis 6:5, relacionado con el mundo antediluviano. ¿Cuál es el paralelismo? ¿Qué dicen estos versículos sobre lo importante que es que controlemos los pensamientos?
Desafortunadamente, la historia de Israel como nación fue, mayormente, un reiterado patrón de apostasía, seguido de juicios divinos, arrepentimiento y un período de obediencia. Solo brevemente, bajo los reinados de David y de Salomón, controlaron la extensión total del territorio prometido.
Examina estos versículos de Jeremías sobre la apostasía de Israel. “Dicen: Si alguno dejare a su mujer, y yéndose ésta de él se juntare a otro hombre, ¿volverá a ella más? ¿No será tal tierra del todo amancillada? Tú, pues, has fornicado con muchos amigos; mas ¡vuélvete a mí! dice Jehová. [...] Pero como la esposa infiel abandona a su compañero, así prevaricasteis contra mí, oh casa de Israel, dice Jehová” (Jer. 3:1, 20, cursiva añadida).
Esto trae a colación algo que se mencionó anteriormente: el pacto que Dios quiere con nosotros no es simplemente un acuerdo legal y frío hecho entre empresarios, por el que cada uno busca sacar la mejor tajada. La relación de pacto es un compromiso tan serio y sagrado como el matrimonio, razón por la que el Señor usa las imágenes que usa.
La cuestión es que la apostasía de Israel no tuvo su causa en la desobediencia, sino en una relación personal rota con el Señor; ruptura que causó desobediencia y finalmente trajo castigo sobre ellos.
¿Por qué el aspecto relacional y personal es tan decisivo en la vida cristiana? ¿Por qué si nuestra relación con Dios no está bien somos tan propensos a caer en el pecado y la desobediencia? Además, ¿qué le dirías a alguien que se pregunta: “¿Cómo puedo desarrollar una relación profunda y amante con Dios?”
Miércoles 5 de mayo: El remanente
A pesar del ciclo repetido de apostasía, juicios divinos y arrepentimiento de Israel, ¿qué esperanza se encuentra en estos textos?
Isaías 4:3
Miqueas 4:6, 7
Sofonías 3:12, 13
Aunque el plan de Dios para el antiguo Israel se arruinó por la desobediencia, nunca se frustró completamente. Entre las malezas, todavía crecían algunas flores. Muchos de los profetas del Antiguo Testamento hablan de este fiel remanente, a quien Dios reuniría para sí como un hermoso ramo.
El propósito de Dios al crear y conservar un remanente fiel fue el mismo que para todo Israel: usarlo como instrumento divinamente designado para declarar “mi gloria entre las naciones” (Isa. 66:19). De esta manera, otros se unirían a los fieles para “adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos” (Zac. 14:16). Por lo tanto, no importa cuán mala se haya vuelto la situación, Dios siempre tiene a algunos fieles que, a pesar de la apostasía dentro de las filas del pueblo escogido de Dios, mantuvieron firme su llamado y elección (2 Ped. 1:10). En resumen, al margen de las deficiencias de la nación en general, todavía había quienes trataban de cumplir lo mejor posible su parte del pacto (ver, p. ej., 1 Rey. 19:14-18). Y aunque quizá sufrieron junto con su nación (como el exilio de la tierra), la promesa final y suprema del pacto será de ellos, la de la vida eterna.
Lee Juan 10:27 y 28. ¿Qué dice Jesús allí? Aplica las palabras de Jesús, y las promesas en ellas expresadas, a la situación relacionada con la apostasía del antiguo Israel. ¿Cómo ayudan estas palabras a explicar la existencia de un remanente fiel?
Jueves 6 de mayo: El israel espiritual
Independientemente de los errores y los defectos del antiguo Israel, el Señor no había acabado con el plan de crear un pueblo fiel para que lo sirviera. De hecho, en el Antiguo Testamento se esperaba con ansias el momento en que el Señor crearía un Israel espiritual, un cuerpo de creyentes fieles, judíos y gentiles, que continuarían la obra de predicar el evangelio al mundo. ¡Bienvenidos a la iglesia primitiva!
Lee Gálatas 3:26 al 29.
¿De qué promesa habla Pablo en el versículo 29?
¿Cuál es el elemento clave que convierte a una persona en heredera de estas promesas? (Gál. 3:26).
¿Por qué Pablo acaba con las distinciones de género, nacionalidad y estatus social?
¿Qué significa ser “uno en Cristo”? 5. Lee Romanos 4:16 y 17. ¿Cómo nos ayudan estos versículos a comprender lo que dice Pablo en Gálatas 3:26 al 29?
Como hijo de Abraham, Cristo llegó a ser, en un sentido especial, heredero de las promesas del pacto. Mediante el bautismo recibimos consanguineidad con Cristo, y por medio de él adquirimos el derecho a participar en las promesas hechas a Abraham. Por lo tanto, todo lo que Dios prometió a Abraham se encuentra en Cristo, y las promesas llegan a ser nuestras, no por nacionalidad, raza o género, sino por la gracia que Dios nos concede mediante la fe.
“La dádiva prometida a Abraham y a su simiente incluía no solo la tierra de Canaán, sino toda la tierra. Así dice el apóstol: ‘No por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe’ (Rom. 4:13). Y la Biblia enseña claramente que las promesas hechas a Abraham han de ser cumplidas a través de Cristo. […] [Los creyentes llegan a ser] ‘herederos según la promesa’ –herederos de la ‘herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible’–, herederos de la tierra libre de la maldición del pecado” (PP 167). Esta promesa se cumplirá literalmente cuando los santos vivan en la Tierra Nueva por los siglos de los siglos con Cristo (Dan. 7:27).
Para Estudiar y Meditar:
Lee Elena de White, Profetas y reyes, “La viña del Señor”, pp. 11-16; “Esperanza para los paganos”, pp. 272-280; “La casa de Israel”, pp. 519-532.
“Dios no reconoce distinción por causa de nacionalidad, raza o casta. Él es el Hacedor de toda la humanidad. Por la creación, todos los hombres pertenecen a una sola familia; y todos constituyen una por la redención. Cristo vino para derribar el muro de separación, para abrir todos los departamentos de los atrios del Templo, con el fin de que toda alma tuviese libre acceso a Dios. Su amor es tan amplio, tan profundo y completo, que lo compenetra todo. Arrebata de la influencia satánica a los que fueron engañados por sus seducciones, y los coloca al alcance del Trono de Dios, al que rodea el arco iris de la promesa. En Cristo no hay judío, ni griego, ni esclavo ni hombre libre” (PR 274).
Lee 1 Pedro 2:9 y 10 para descubrir los cuatro títulos que Pedro aplica a la iglesia. La mayoría de estos títulos se reflejan en los siguientes textos del Antiguo Testamento que se refieren a Israel: Éxodo 19:6 e Isaías 43:20. ¿Qué enfatiza cada uno de estos títulos sobre la relación de la iglesia con Dios? (Por ejemplo, el título “pueblo escogido” enfatiza el hecho de que Dios eligió a la iglesia y tiene un destino específico para ella.)
Preguntas para Dialogar:
En el antiguo Israel, los sacerdotes hacían sacrificios de animales que remitían al Mesías. Como miembros de un sacerdocio real, ¿qué tipos de “sacrificios” deben hacer los miembros de la iglesia? (1 Ped. 2:5).
Dios separó a Israel del mundo a fin de que pudiera ser una nación santa. También debían compartir las verdades de la salvación con el mundo. Lo mismo puede decirse de la iglesia actual. ¿Cómo es posible estar separado del mundo y al mismo tiempo estar en condiciones de compartir el evangelio con el mundo? ¿Cómo nos ayudan la experiencia de Israel y el ejemplo de Jesús a responder esta pregunta?
Dios siempre mantuvo un remanente con el antiguo Israel. Piensa en Elías y el remanente que existió durante su época (1 Rey. 19; observa especialmente el vers. 18). ¿Por qué a menudo es más fácil ser fiel a Dios en medio de gente mundana que entre los que apostatan de nuestra familia de la iglesia?
Resumen: El verdadero Israel de Dios (ya sea antes o después de la Cruz) es el Israel de la fe, gente que vive en una relación espiritual de pacto con él. Estas personas actúan como representantes del Señor, al presentar al mundo el evangelio de su gracia salvadora.
Lecciones de la Escuela Sabática
Estudie la palabra de Dios a través de las Guías o lecciones de la Escuela Sabática.
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Colosenses 3:1.
Libros de Lecturas Devocionales
- A Fin de Conocerle. Hoy con la lectura Fieles en lo poco basada en Lucas 16:10.
- Cada día con Dios. Hoy con la lectura Preparémonos para la inmortalidad basada en 1 Juan 5:4.
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