Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "La verdad presente, en Deuteronomio"

Cuarto trimestre (octubre-diciembre) de 2021

Lección 6: "Porque ¿qué nación grande hay...?"

Para el 6 de noviembre de 2021

Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

 

Ir ArribaSábado 30 de octubre

Lee Para el Estudio de esta Semana: Deuteronomio 4:1–9; Mateo 15:1–9; Números 25:1–15; 1 Corintios 10:13; Deuteronomio 4:32–35; Mateo 5:13–16.

Para Memorizar: “Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros?” (Deut. 4:8).

Los primeros tres capítulos de Deuteronomio fueron básicamente una lección de historia, al recordarle al pueblo lo que había pasado hasta ese momento. Para cuando llegamos al capítulo 4, la lección de historia cambia más a un modo sermón, con una finalidad: mostrar el poder y la gracia de Dios obrando entre el pueblo y que, aunque cometieron errores, el Señor todavía iba a honrar su pacto con ellos.

El capítulo 4 comienza con la palabra hebrea (una conjunción y un adverbio), we‘attah, que puede traducirse como “Y ahora” o “Ahora, pues”. Acababan de repasar su historia reciente, un recordatorio de lo que Dios había hecho al guiarlos hasta este punto; entonces, o “ahora, pues”, deben hacer lo que Dios les dice que hagan en respuesta (ver también Deut. 10:12).
El primer verbo hebreo que aparece después de “Ahora, pues” es shema’, el mismo verbo que se usa al principio de la oración Shemá, y significa “escucha”, “oye” u “obedece”, un verbo que se repite a lo largo de Deuteronomio. En otras palabras, es como si el capítulo comenzara diciendo: Ahora, pues, Israel,debido a lo que hice por ti, debes obedecer lo siguiente…

 

Ir ArribaDomingo 31 de octubre: No añadiréis ni disminuiréis

Lee Deuteronomio 4:1 y 2. ¿Cuál fue la advertencia específica que el Señor les dio con respecto a sus “estatutos y decretos”, y por qué les advierte de inmediato acerca de esto? (Ver además Deut. 12:32.)

El Señor les dice que obedezcan los “estatutos y decretos” y que no les añadan ni les quiten nada. ¿Por qué mencionar eso? Después de todo, ¿por qué alguien querría cambiar la Ley de Dios?

Sabemos la respuesta, por supuesto.

“Satanás ha sido perseverante e incansable en sus esfuerzos por pro- seguir la obra que comenzó en el cielo, para cambiar la Ley de Dios. Ha  tenido éxito en hacer creer al mundo la teoría que presentó en el cielo antes de su caída, según la cual la Ley  de  Dios  sería  defectuosa  y  necesitaría una revisión. Una gran parte de la profesa iglesia cristiana muestra por su actitud, aunque no por sus palabras, que ha aceptado el mismo error” (MS 2:133, 134).

Cuando pensamos en la historia del antiguo Israel, vemos que de di- versas maneras se metieron en problemas porque no solo ignoraban ciertos preceptos de la Ley, que a efectos prácticos era como quitarle palabras a la Ley, sino además le añadían, en el sentido de introducir prácticas que no estaban especificadas en la Ley y que, de hecho, llevaron finalmente a transgredirla.

Lee Mateo 15:1 al 9. Aunque en otro contexto, ¿qué ejemplo vemos aquí de este principio del que Moisés les advirtió a los hijos de Israel?

Cuando los hebreos finalmente llegaron a la Tierra Prometida, con frecuencia ignoraron las advertencias directas sobre la idolatría. Como resultado, siguieron muchas prácticas paganas, a veces incluso como parte de su supuesta adoración a Jehová. En la época de Jesús –no obstante–, se llegaron a elaborar todo tipo de tradiciones humanas que, como dijo el mismo Jesús, “invalida[ban] el mandamiento de Dios”.

Ya sea agregando o quitando, cambiaron la Ley, y la nación sufrió las consecuencias.

¿De qué maneras podemos tener cuidado de no añadirle ni quitarle nada a lo que Dios nos dice que hagamos?

 

Ir ArribaLunes 1 de noviembre : Baal-peor

En Deuteronomio 4:3 y 4, a los hijos de Israel se les imparte un poquito más de su lección de historia, que hará las veces de recordatorio del pasado y de cualquier verdad espiritual y práctica para que en lo posible aprendan de él.

Lee Números 25:1 al 15. ¿Qué sucedió y qué verdades espirituales y prácticas debería haber sacado el pueblo de este fiasco?

Por más que nos sintamos incómodos con las historias de cómo Israel arrasó con algunas de las naciones paganas que lo rodeaban, este relato sin duda ayuda a explicar la lógica que está detrás del mandato. Israel debía dar testimonio del Dios verdadero, el único Dios, ante las naciones paganas que lo rodeaban. Debía ser un ejemplo para mostrar cómo era la adoración del Dios verdadero. En cambio, al adherirse a los “dioses” paganos que lo rodeaban, a menudo caía en abierta rebelión contra el mismo Dios a quien debía representar ante el mundo.

Aunque la palabra “fornicar” (o “prostituirse”) a menudo tiene un significado espiritual, ya que Israel iba tras los dioses y las prácticas paganos (ver Ose. 4:12-14), en este caso el lenguaje (y el resto de la historia) sugiere que era un pecado sexual, al menos al principio. Aquí nuevamente, Satanás se aprovechó de la naturaleza humana caída, al utilizar a las mujeres paganas para seducir a los hombres, quienes obviamente se dejaron seducir.

Sin duda, el acto de fornicación física degeneró también en fornicación espiritual. Las personas involucradas a la larga quedaron atrapadas en prácticas de adoración pagana en las que Israel se había “ juntado con Baal- peor”; es decir, de alguna manera se apegaron a este dios falso e incluso le ofrecían sacrificios. A pesar de todo lo que se les había enseñado y dicho, estaban dispuestos a tirar todo por la borda en su pasión y lujuria.

¿Cómo pudo pasar esto? Fácil. Al endurecer la conciencia con el primer pecado, el físico, estaban listos para caer en el último, el espiritual, que debió haber sido el objetivo final de Satanás. Se habían degradado tanto que, según el pasaje, un hombre llevó a su mujer madianita directamente al campamento, justo delante de Moisés y del pueblo que lloraba fuera del Tabernáculo.

Nuestra mente y nuestro cuerpo están íntimamente relacionados. Lo que afecta a uno afecta al otro. ¿Qué podemos aprender de esta historia sobre lo peligrosa que nos puede resultar la indulgencia, desde una perspectiva espiritual?

 

Ir ArribaMartes 2 de noviembre: Seguid a Jehová vuestro Dios

Miles murieron en pecado con Baal Peor. “Todo hombre que fue en pos de Baal-peor” fue destruido. Sin embargo, muchos no siguieron en apostasía.

¿Quiénes eran?

“Mas vosotros que seguisteis a Jehová vuestro Dios, todos estáis vi- vos hoy” (Deut. 4:4). ¿Cómo explica este versículo la diferencia entre los que cayeron en pecado y los que no? ¿Qué mensaje importante hay para nosotros aquí con respecto al pecado y la tentación, y el poder de Dios en nuestra vida?

Observa el contraste entre la palabra “todos” en este versículo y el versículo anterior. “Todos” los que siguieron a Baal-peor fueron destruidos; pero “todos” los que siguieron al Señor estaban con vida. En aquel entonces no había término medio, y tampoco lo hay ahora. Estamos a favor o en contra de Jesús (Mat. 12:30).

La palabra hebrea para “seguisteis” (dabaq) a menudo indica un fuerte compromiso de adhesión a algo externo a nosotros. La misma palabra raíz en hebreo se utiliza en Génesis 2:24, cuando el hombre dejará a su familia y se “unirá” a su esposa (ver además Rut 1:14). En este sentido aparece cuatro veces más en Deuteronomio (Deut. 10:20; 11:22; 13:4; 30:20), y en cada caso la idea era la misma: el pueblo debía seguir (aferrarse) a su Dios. Es decir, debían entregarse a él y obtener poder y fuerza de él.

Vale la pena recordar que el pueblo mismo es el sujeto del verbo: ellos deben seguirlo. Deben tomar la decisión de mantenerse fieles a Dios y luego, con su poder y su fuerza, evitar caer en pecado.

Lee Judas 24 y 1 Corintios 10:13. ¿Qué se dice aquí, en el Nuevo Testamento, que también se encuentra en Deuteronomio 13:4?

Dios es fiel; Dios puede evitar que caigamos. Pero tenemos que tomar la decisión consciente de aferrarnos a Dios, como hicieron los fieles en Baal- peor. Si es así, podemos estar seguros de que, sea cual fuere la tentación, podremos permanecer fieles.

Cosas tales como la oración, el estudio de la Biblia, la adoración y la confraternidad, ¿cómo nos ayudan a aferrarnos al Señor?

 

Ir ArribaMiércoles 3 de noviembre : “Porque ¿qué nación grande hay...?”

Lo que sigue en los versículos que están después de Deuteronomio 4:4 son algunos de los textos más profundos y hermosos de todas las Escrituras (¡el texto hebreo es magnífico!). Se podría argumentar que, en esencia, el mensaje de Deuteronomio se encuentra aquí mismo, y todo lo demás es comentario. A medida que leas estos versículos, piensa en las diferentes formas en las que este principio también podría aplicarse a nosotros hoy.

Lee Deuteronomio 4:5 al 9. ¿Por qué será que el Señor, a través de Moisés, dijo esto a Israel?

El Señor quiere que el pueblo se dé cuenta de que ha sido llamado y elegido por una razón especial. Son una “gran” nación, tal como Dios le había dicho a Abram desde el primer llamado a salir de los caldeos: “Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición” (Gén. 12:2; ver además Gén. 18:18).

Pero, el propósito de hacerlos grandes era que pudieran ser una “bendición” (Gén. 12:2) para “todas las familias de la tierra” (Gén. 12:3). Y, aunque la máxima bendición sería que Jesús, el Mesías, vendría a través de su línea de sangre, hasta entonces ellos serían la luz del mundo. “También te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra” (Isa. 49:6). No es que la salvación se encontrara en ellos, sino que, a través de ellos, se revelaría el Dios verdadero, quien es el único que puede salvar.

Israel adoraba y servía al Dios que creó el cosmos, el Señor del cielo y de la Tierra; los paganos adoraban rocas, piedras, madera y demonios (Deut. 32:17; Sal. 106: 37).

¡Qué gran diferencia! En estos versículos, Moisés señala dos cosas que hacían especial a Israel. En primer lugar, el Señor estaba cerca de ellos, como lo estaba de una manera única a través del Santuario; y en segundo lugar, debido a los “estatutos y juicios justos como es toda esta ley”.

Lee Deuteronomio 4:32 al 35. ¿Qué más les dijo el Señor que debería haberles hecho comprender el llamamiento especial que recibieron?

Indudablemente, Israel había recibido mucho. Ahora, ¿cómo responderían?

 

Ir ArribaJueves 4 de noviembre: “Vuestra sabiduría y vuestra inteligencia”

Deuteronomio 4:1 al 9, como vimos, era una expresión poderosa no solo del estatus especial de la nación, sino también de su llamado misionero. Entretejida en todos esos versículos está la idea de que deben obedecer, seguir, hacer lo que el Señor les ordenó hacer.

Vuelve a leer Deuteronomio 4:6. ¿Qué dice el Señor específicamente que es su “sabiduría” y su “inteligencia” a los ojos de estas naciones?

A primera vista, podría parecer que los estatutos y los decretos mismos eran los que contenían la sabiduría y la inteligencia. Pero eso no es lo que dice el texto. El Señor les había enseñado estatutos y juicios, sí; pero su sabiduría y su inteligencia provenían de guardarlos, de obedecerlos. La obediencia, esa era su sabiduría y su inteligencia.

Israel podría haber tenido el sistema de leyes, estatutos y decretos más maravilloso que el mundo haya visto (de hecho, así era), pero ¿de qué serviría todo si Israel no los seguía? En cambio, su sabiduría, su inteligencia, provenía de la manifestación en tiempo real de las leyes de Dios en su vida. Debían vivir las verdades que el Señor les había dado, y solo podían hacerlo si las obedecían. Toda la luz y toda la verdad no les harían ningún bien a ellos ni a los paganos que los rodeaban si Israel no vivía esa verdad. Así, vez tras vez se los llama a obedecer, porque lo que importaba era su obediencia a los estatutos y los juicios, no los estatutos y los juicios en sí, en función de ser un testimonio al mundo.

“Su obediencia a la Ley de Dios los haría maravillas de prosperidad ante las naciones del mundo. El que podía darles sabiduría y habilidad en toda obra artesanal continuaría siendo su Maestro, y los ennoblecería y elevaría mediante la obediencia a sus leyes. Si eran obedientes, serían preservados de las enfermedades que afligían a otras naciones y bendecidos con vigor intelectual. La gloria de Dios, su majestad y su poder, se revelarían en toda su prosperidad. Serían un reino de sacerdotes y príncipes. Dios los había provisto con toda clase de facilidades para que llegaran a ser la más grande nación de la Tierra” (PVGM230, 231).

Lee Mateo 5:13 al 16. En estos versículos, ¿qué nos dice Jesús que refleja lo mismo que le había dicho al antiguo Israel? ¿Cómo debería aplicarse esto especialmente a nosotros como adventistas del séptimo día?

 

Ir ArribaViernes 5 de noviembre

Para Estudiar y Meditar:

“Desde el origen de la gran controversia en el cielo, el propósito de Satanás ha sido destruir la Ley de Dios. Para realizarlo comenzó su rebelión contra el Creador y, aunque fue expulsado del cielo, continuó la misma guerra en la Tierra. Engañar a los hombres y así inducirlos a transgredir la Ley de Dios, tal fue el objetivo que persiguió sin cejar. Sea esto conseguido haciendo a un lado toda la Ley o descuidando uno de sus preceptos, el resultado será finalmente el mismo. El que peca “en un punto” manifiesta menosprecio por toda la Ley; su influencia y su ejemplo están del lado de la transgresión; y viene a ser ‘culpable de todos’ (Sant. 2:10)” (CS 639).

En cuanto a Baal-peor, Elena de White escribió: “Se aventuraron a pisar terreno prohibido y se enredaron en los lazos de Satanás. Hechizados por la música y el baile, y seducidos por la hermosura de las vestales paganas, desecharon su lealtad a Jehová. Mientras disfrutaban del júbilo y los festines, el consumo de vino ofuscó sus sentidos y quebrantó las vallas del dominio propio. Predominó la pasión en absoluto; y habiendo contaminado su conciencia por la lascivia, se dejaron persuadir a postrarse ante los ídolos. Ofrecieron sacrificios sobre los altares paganos y participaron en los ritos más degradantes” (PP484, 485).

Preguntas para Dialogar:

  1. Piensa en qué medida nosotros, los adventistas del séptimo día, estamos en el lugar donde estaba el antiguo Israel. Piensa en todo lo que hemos recibido en contraste con el mundo que nos rodea –e incluso en contraste con otras iglesias. La pregunta para nosotros, entonces, es la siguiente: ¿Cómo estamos respondiendo a lo que se nos ha dado? ¿Cuán bien estamos proyectando nuestra “sabiduría” e “inteligencia” ante el mundo?

  2. “Mas vosotros que seguisteis a Jehová vuestro Dios, todos estáis vivos hoy”. Una vez más, el sujeto del verbo “seguisteis” es el pue- blo. El Señor no se aferrará a nosotros en el sentido de que no nos obligará a seguirlo. En cambio, al utilizar el don sagrado del libre albedrío, nosotros debemos elegir seguirlo a él. Una vez que toma- mos esa decisión, ¿cómo lo seguimos y nos mantenemos fieles a él?

  3. Medita en la pregunta que se encuentra al final del estudio del domingo. ¿Qué significa añadir o quitar de los mandamientos de Dios? Quitando obviedades, como el intento de cambiar el día de reposo, ¿cómo podría suceder algo así tan sutilmente que ni siquiera nos demos cuenta de lo que está ocurriendo?

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