Lecciones para adultos: "En estos postreros días: El mensaje de Hebreos"
Edición para maestros. Primer trimestre (enero-marzo) de 2022
Lección 12: "Recibiendo un reino inconmovible"
Para el 19 de marzo de 2022
Reseña | Comentario | Aplicación a la vida
Temática de la lección:
La lección de esta semana trata principalmente de Hebreos 12:18 al 29. Aquí, se presenta a Jesús como el Mediador del nuevo pacto, y se muestra a Dios como el Juez de todos. Hebreos 12:18 al 29 alude al contexto histórico de Éxodo 19, la reunión de Israel en el Monte Sinaí para la promulgación de la ley. Este acontecimiento contrasta con la experiencia de la audiencia de Hebreos, que no se acercó al Monte Sinaí, algo al que el pueblo de Dios tenía prohibido acceder, sino al Monte Sion, la ciudad del Dios viviente, la Jerusalén celestial. El monte Sion no es un lugar de terror sino de reunión festiva, porque allí los creyentes tienen acceso a Dios. La base de su gozosa confianza es Jesús, el Mediador del nuevo pacto. El Monte Sion es también el lugar donde se lleva a cabo la ceremonia de investidura de Jesús como rey (Sal. 2:6, 7; ver Heb. 1:5).
Se presenta a Dios como el Juez de todos (Heb. 12:23). Cuando el Señor descendió sobre el Monte Sinaí, la tierra se estremeció (Éxo. 19:18). El temblor es un lenguaje figurado para el juicio de Dios. Una vez más, en el tiempo del fin, la Tierra se sacudirá; y no solo la Tierra, sino también el cielo (Heb. 12:26). Solo sobrevivirán las cosas inconmovibles, a saber, los justos y los que confían en Dios. En respuesta a esa advertencia, los justos traerán ofrendas a Dios. Estas ofrendas consisten en alabar el nombre de Dios, hacer buenas obras y compartir lo que tienen para beneficio de los demás (Heb. 13:15, 16).
En la lección 10, se ha definido la identidad de “los espíritus de los justos hechos perfectos” (Heb. 12:23).
El juicio previo al advenimiento y Hebreos
Los interrogantes que queremos seguir explorando en esta ocasión son: ¿Qué dice el libro de Hebreos sobre el Santuario celestial? ¿Cuál es la base bíblica del juicio previo al advenimiento?
El libro de Hebreos brinda algunas de las declaraciones más claras sobre la existencia de un Santuario celestial. Pablo declara inequívocamente: “Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre” (Heb. 8:1, 2). Aquí, Pablo afirma, más allá de toda duda, la idea central de su sermón: Cristo es nuestro Sumo Sacerdote en el Santuario celestial, no el terrenal. Si Cristo ministra en el Santuario celestial, por consiguiente, este debe existir.
El siguiente capítulo nuevamente confirma el ministerio sumosacerdotal de Cristo en el cielo: “Entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención” (Heb. 9:12). Una vez más, la afirmación es que Cristo ministra en un tabernáculo superior al hecho por manos humanas. En una declaración aún más fuerte, Pablo sostiene: “Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios” (Heb. 9:24). Por lo tanto, solo por nuestra lectura de Hebreos, parece irrefutable que hay un Santuario celestial en el que Cristo ministra. El aspecto exacto de ese Santuario no se define con precisión. El último versículo citado enfatiza su diferencia con el Santuario terrenal: que el Santuario del nuevo pacto está en el cielo mismo. Sin embargo, debemos tener cuidado al definir las dimensiones del Santuario celestial. Lo que podemos decir con firme convicción es que Hebreos apoya inequívocamente la existencia de un Santuario celestial en el que Cristo ministra como nuestro Sumo Sacerdote.
Lo que desconcierta a algunos lectores es la afirmación de Pablo de que era “necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos” (Heb. 9:23). ¿Por qué las cosas celestiales necesitarían sacrificios purificadores? Al fin y al cabo, el cielo es puro y santo, ¿verdad? Varios eruditos han tratado de resolver el enigma de las cosas celestiales que necesitan purificación argumentando que la conciencia necesita purificarse (Heb. 9:9, 14). Otros explican que la purificación significa la inauguración del Santuario. Ambos planteamientos parecen quedarse cortos frente al argumento desarrollado en Hebreos 8:1 a 10:18, que se centra en la contaminación, la purificación y el ministerio celestial de Cristo.
Como adventistas del séptimo día, tenemos la ventaja de comprender esos pasajes en relación con Daniel 7 y 8. Entendemos que el cielo y la TIERRA están interconectados. El hecho de que hayamos prestado atención al servicio del Santuario en el Antiguo Testamento nos da una idea de cómo funciona. Junto con Daniel 8:14, que expresa: “Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado”, el significado de la declaración en Hebreos 9:23 se resuelve solo. Al mismo tiempo, debemos reconocer que Hebreos 9:23 no habla del momento de la purificación celestial; eso es algo que sabemos por el libro de Daniel. En síntesis, podemos decir que la existencia del Santuario celestial es un hecho incontrovertible en el libro de Hebreos. Es más, incluso la purificación de las cosas celestiales con mejores sacrificios es incuestionable. Sin embargo, lo que el libro de Hebreos no nos dice es cuándo ocurre esa purificación. No deberíamos intentar forzar la carta a decir o implicar más de lo que expresa.
Ahora pasaremos a la pregunta: ¿Cuál es la base bíblica del juicio previo al advenimiento? Aquí tenemos que considerar el libro de Daniel. (Para un estudio más profundo del juicio preadvenimiento, consultar también el Apocalipsis de Juan.) El pasaje clave para el juicio previo al advenimiento es Daniel 7. Este capítulo muestra una sucesión de reinos, simbolizada por una serie de bestias, a saber, el león, el oso, el leopardo y un animal aterrador, espantoso y extremadamente fuerte. Una comparación de Daniel 2 y Daniel 7 deja en evidencia que estos dos capítulos tratan sobre el mismo tema general: profecías sobre el apogeo y la decadencia de cuatro grandes potencias mundiales mediterráneas. Estas potencias mundiales pueden identificarse fácilmente como Babilonia, Medopersia, Grecia y Roma.
Después de que Daniel ve a la bestia terrible, espantosa y sumamente fuerte con sus diez cuernos, un “cuerno pequeño” surge de entre ellos. De repente, la visión cambia de la Tierra al cielo, y aparece un salón del trono ardiente (Dan. 7:9-14). La escena se desarrolla en tres etapas: (1) una escena de la corte en la que se colocaron tronos (Dan. 7:9, 10), (2) el resultado del juicio en el que se da muerte a la bestia (Dan. 7:11, 12) y (3) el traspaso del Reino al Hijo del Hombre (Dan. 7:13, 14). Los eventos cronológicos del capítulo muestran a Babilonia, Medopersia (ver Dan. 8:20), Grecia, Roma, el cuerno pequeño, el juicio y la posesión del reino por parte de los santos.
En la segunda mitad de Daniel 7, la curiosidad del profeta se centra en la actividad de la cuarta bestia, así como en el cuerno pequeño que “hablaba grandes cosas” (Dan. 7:19, 20). Este hace guerra contra los santos “hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos” (Dan. 7:22); y finalmente “los santos recibieron el reino” (Dan. 7:22). Por segunda vez, la secuencia después de la cuarta bestia es: cuerno pequeño, juicio y posesión del reino por parte de los santos. Esta secuencia se repite por tercera vez en Daniel 7, solo para cerciorarse de que no la pasemos por alto. El cuerno pequeño “hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley” (Dan. 7:25). Esta actividad es seguida por la garantía de que “se sentará el Juez” (Dan. 7:26), y finalmente “el reino [...] se[rá] dado al pueblo de los santos del Altísimo” (Dan. 7:27).
Al revisar Daniel 7, la cronología es obvia. A Babilonia le sigue Medopersia, luego Grecia y Roma. Lo que compone el contenido de la segunda mitad de Daniel 7 es la actividad del cuerno pequeño, el juicio y la recepción del reino, por parte del Hijo del hombre o de los santos. El Reino de Cristo es el reino de ellos. Este juicio celestial incluye libros, que obviamente se abren con el propósito de aportar pruebas. Estos libros de la Corte indican que el juicio celestial es investigador y que ocurre antes de que Dios actúe contra el “cuerno pequeño” y a favor de los santos (Dan. 7:21, 22, 27). Los últimos tres acontecimientos de Daniel 7 se repiten tres veces. Esto debería permitirnos apreciar con suficiente claridad que el juicio se intercala entre la actividad del cuerno pequeño y el Reino. Por eso se lo llama juicio previo al advenimiento.
El concepto de juicio investigador no es ajeno a la Biblia. Antes de que Dios pronuncie un veredicto, investiga cada caso. Esto se ve claramente en la caída de Adán y de Eva en Génesis 3. Antes de pronunciar una maldición sobre la serpiente y la Tierra, Dios investiga la condición de Adán y de Eva, así como su conducta.
En el caso de Sodoma y Gomorra, se describe a Dios descendiendo a la Tierra para investigar “si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí” (Gén. 18:21). Solo después de investigar la situación, revelar sus planes a Abraham y advertirle, e incluso liberar a Lot y a su familia de Sodoma, el Señor hace llover fuego y azufre del cielo sobre Sodoma y Gomorra (Gén. 19:24). Ambos relatos, el de la Caída y el de Sodoma y Gomorra, sientan un precedente bíblico para un juicio investigador que precede al juicio ejecutivo. El mismo patrón rige en el caso del juicio investigador o preadvenimiento.
¿Por qué tanta gente tiene miedo del juicio investigador? ¿Cómo podemos dejar en claro cuán primordial es el evangelio para el juicio?
¿Por qué este juicio es bueno para nosotros? Si es bueno, ¿por qué no deberíamos preocuparnos por ello? Expliquen
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