Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "En estos postreros días: El mensaje de Hebreos"

Edición para maestros. Primer trimestre (enero-marzo) de 2022

Lección 5: "Jesús, el dador del descanso"

Para el 29 de enero de 2022

 

Reseña | Comentario | Aplicación a la vida

 

Ir ArribaRESEÑA

Textos Clave: Génesis 15:13-21; Hebreos 3:12-19; 4:6-11; 4:1, 3, 5, 10; Deuteronomio 5:1-3; Hebreos 4:8-11.

Temática de la lección:

El pacto davídico prometía descanso al rey entronizado y a su pueblo. La progresión lógica de Hebreos coincide con esta noción. En Hebreos 1 y 2, vemos la preeminencia de Cristo como Gobernante divino y Libertador de su pueblo. Hebreos 3 y 4 muestran la superioridad de Jesús sobre Moisés y Josué como el líder divino que ofrece descanso. El reposo sabático en el Antiguo Testamento se describe en dos versiones de los Diez Mandamientos (Éxo. 20; Deut. 5). El primer pasaje enfatiza la Creación, el segundo la Redención. En Hebreos 3 y 4, Pablo usa a la generación del Éxodo (no a sus hijos pequeños) como ejemplo de incredulidad y desobediencia (Heb. 3:19) para mostrar la consecuencia perjudicial de no poder entrar en la tierra de reposo en Canaán. Pablo se dirige a su audiencia y los exhorta con una cita del Salmo 95: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Heb. 4:7), antes bien entren en su reposo (Heb. 4:9). ¿Qué es este reposo (en griego, sabbatismós) del que habla Pablo? ¿Por qué Pablo anima a su audiencia a entrar en él? Estas son las preguntas que abordaremos ahora.

 

Ir Arriba COMENTARIO

Queda la observancia del sábado

Comencemos definiendo primeramente el “reposo” de Hebreos 4:9. Según el Comentario bíblico adventista, la palabra traducida como “reposo” en Hebreos 4:9 proviene del griego sabbatismós, que significa “descanso de sábado”, “reposo sabático”.

“El verbo griego sabbatizō [...] se usa siete veces en la LXX [la Septuaginta, la traducción griega de los judíos del Antiguo Testamento] como traducción de shabath, “cesar”, “descansar”. Una vez se refiere a reposar el sábado semanal (Éxo. 16:30); una vez a reposar el día de la expiación (Lev. 23:32); cinco veces se relaciona con el reposo de la tierra durante el año sabático (Lev. 26:34, 35; 2 Crón. 36:21). [...]

“La palabra sabbatismós, ‘descanso sabático’, deriva de sabbatizō. Es evidente su derivación del original hebreo shabath, ‘cesar’. Pero su derivación más cercana es de sábbaton, ‘sábado’, por lo cual refleja mejor el contenido de esa palabra que el del original hebreo shabath. Por eso, el sentido de sabbatismós es claro: “descanso de sábado” o “reposo sabático”.

“Hasta aquí, el autor de Hebreos ha usado el verbo katapáuo y el sustantivo katápausis para referirse al descanso al cual deben aspirar sus lectores (cap. 4:1, 3, 4, 5, 8). Este es el reposo de Dios, al cual los israelitas bajo Josué no entraron, pero que todavía está abierto a los que creen. Katapáuo y katápausis se usan en el AT como traducción de shabath, ‘cesar’. Son palabras ricas en sentido. Pero en el vers. 9, se usa una nueva palabra: sabbatismós, “reposo sabático”, que aunque sinónima de la primera, tiene un contenido más amplio que el de katápausis.

“Sabbatismós, que se refiere específicamente al descanso ‘sabático’, sugiere un reposo especial, no solo la cesación de las actividades. Este reposo que Dios promete a los fieles tiene, como el día sábado, ribetes de bendición (Gén. 2:2-3; Isa. 58:13-14), de redención (Deut. 5:15) y de santificación (Eze. 20:20). El descanso que ofrece Dios es el que cada semana miran por la fe los que observan el día de reposo ordenado por Dios. Este texto sugiere la importancia cósmica del día sábado, como símbolo del reposo eterno que Dios quiere que tengan los suyos.

“Corresponde notar que en el vers. 3, el autor insta a que ‘entremos’ al descanso, como si no hiciera falta esperar a la eternidad para gozar del reposo que Dios ofrece. El reposo simbolizado por el ‘reposo sabático’ es el reposo de la gracia [...].

“Entramos en el ‘reposo’ de Dios cuando consideramos a Jesús (cap. 3:1) y escuchamos su voz (cap. 3:7, 15; 4:7); cuando depositamos nuestra fe en él (cap. 4:2-3); cuando desistimos de nuestros propios esfuerzos para ganar la salvación (vers. 10); cuando retenemos nuestra profesión (vers. 14); y cuando nos acercamos al Trono de la gracia (vers. 16). Los que quieran participar de esta experiencia deben librarse de un ‘corazón malo de incredulidad’ (cap. 3:12); deben dejar de endurecer su corazón (cap. 3:8, 15; 4:7); y deben esforzarse por entrar en el ‘reposo’ de Dios (cap. 4:11). Los que entren en el ‘reposo’ de Dios retendrán su ‘profesión’ (vers. 14). Se acercarán ‘confiadamente al Trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro’ (vers. 16).

“Algunos han pensado que en este pasaje Pablo indica que los cristianos deben dejar de guardar el sábado semanal, propio de los judíos, y pensar, en cambio, en entrar en el reposo cósmico y espiritual de Dios. Esta interpretación carece de base. El pasaje simplemente emplea una figura, la del reposo de sábado, con todas sus bendiciones y símbolos, para ilustrar la idea del reposo de Dios. La Epístola a los Hebreos está dirigida a quienes observaban el sábado y gozaban de sus bendiciones. Este texto contiene una invitación a los cristianos hebreos de dar al reposo sabático semanal una amplitud mayor, a saber, reconocerlo como un símbolo claro del reposo eterno que Dios promete. Esta misma invitación es para los cristianos observadores del sábado en el siglo XX” (CBA 7:437, 438).
Sobre el reposo que se menciona en Hebreos 4:9, Elena de White enmarca la discusión en un bosquejo de la vida del gran reformador inglés, John Wesley: “En tiempos de tinieblas espirituales, aparecieron Whitefield y los Wesley como portadores de la luz de Dios. Bajo el régimen de la iglesia establecida, el pueblo de Inglaterra había llegado a un estado tal de decadencia, que apenas podía distinguirse del paganismo. La religión natural era el estudio favorito del clero y en él iba incluida casi toda su teología. La aristocracia hacía escarnio de la piedad y se jactaba de estar por sobre lo que llamaba su fanatismo; las clases más bajas eran groseramente ignorantes y entregadas al vicio; y la iglesia ya no tenía coraje ni fe para sostener la decadencia de la causa de la verdad.

“La gran doctrina de la justificación por la fe, tan claramente enseñada por Lutero, se había perdido casi totalmente de vista, y su lugar lo ocupaban los principios católico-romanos de confiar en las buenas obras para obtener la salvación. Whitefield y los Wesley, miembros de la iglesia establecida, buscaban con sinceridad el favor de Dios, que, según se les había enseñado, se conseguía por medio de una vida virtuosa y la observancia de los ritos religiosos. [...]

“Wesley y sus compañeros fueron inducidos a reconocer que la religión verdadera tiene su asiento en el corazón, y que la Ley de Dios abarca tanto los pensamientos como las palabras y las acciones. Convencidos de la necesidad de santidad de corazón, así como de un correcto comportamiento exterior, se propusieron en serio iniciar una vida nueva. Por medio de esfuerzos diligentes y oraciones fervientes, se empeñaban en subyugar las maldades del corazón natural. Vivían una vida de abnegación, amor y humillación, y observaban con exactitud y rigurosidad todo lo que a su parecer podría ayudarlos a alcanzar lo que más deseaban: esa santidad que les pudiese asegurar el favor de Dios. Pero no lograban lo que buscaban. Vanos eran sus esfuerzos para librarse de la condenación del pecado y para quebrantar su poder. Era la misma lucha que Lutero había experimentado en su celda del convento en Erfurt. Era la misma pregunta que le había torturado el alma: ‘¿Cómo puede un mortal justificarse ante Dios?’ (Job 9:2). [...]

“Wesley, bajo la dirección de un predicador moravo, llegó a un entendimiento más claro de la fe bíblica. Llegó al convencimiento de que debía renunciar a toda dependencia de sus propias obras para la salvación y confiar plenamente en el ‘Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo’. En una reunión de la sociedad morava, en Londres, se leyó una declaración de Lutero que describía el cambio que el Espíritu de Dios obra en el corazón del creyente. Al escucharlo Wesley, se encendió la fe en su alma. [...] ‘Sentí calentarse mi corazón de un modo extraño. Sentí que confiaba en Cristo, y en Cristo solo, para mi salvación; y se me dio la plena seguridad de que él había quitado mis pecados (sí, los míos) y me había librado de la ley del pecado y la muerte’ [...].

“Durante largos años de esfuerzo fatigoso y penoso –años de abnegación, censuras y humillación rigurosos– Wesley había adherido firmemente a su único propósito de buscar a Dios. Al fin lo halló; y encontró que la gracia que se había empeñado en ganar por medio de oraciones y ayunos, por medio de limosnas y sacrificios, era un don ‘sin dinero y sin precio’” (CS 295-298).

 

Ir Arriba APLICACIÓN A LA VIDA

Preguntas para reflexionar:

  1. La historia de John Wesley, ¿cómo ilustra la diferencia entre descansar únicamente en los méritos de Cristo y la inutilidad de confiar en nuestras propias obras para salvarnos?

  2. ¿Qué es el reposo de Hebreos 4:9 que queda para los cristianos?

  3. Elena de White afirma que el reposo del que habla Pablo en Hebreos 4:9 es el reposo de la gracia. ¿Cómo entramos en este reposo de la gracia?

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