Lecciones para adultos: "El Génesis"
Edición para maestros. Segundo trimestre (abril-junio) de 2022
Lección 5: "Todas las naciones y Babel"
Para el 30 de abril de 2022
Reseña | Comentario | Aplicación a la vida
Enfoque del estudio: Génesis 9:18-11:9; Salmo 139:7-12; Lucas 10:1.
Introducción:
El primer mandamiento de Dios a la humanidad después del Diluvio fue una declaración de vida: les dijo que se multiplicaran y llenaran la tierra (Gén. 9:1). El enfoque de esta lección será confrontar el intento humano de cumplir con este mandato. Hasta ahora, el relato bíblico tenía que ver con personas individuales (Adán y Eva, Caín y Abel, Set y Noé). En esta lección, las historias se refieren a grupos de personas y tienen un alcance universal. Los sobrevivientes del Diluvio, los tres hijos de Noé, generarán tres ramas de la raza humana que constituirán las naciones del mundo. Al parecer, la humanidad estaba bien encaminada para llenar la Tierra y llevar la imagen de Dios hasta los confines de la Tierra. Sin embargo, la historia de la Torre de Babel marca una ruptura dramática en esa dinámica. El ideal humano de unidad y uniformidad reemplaza la comisión de universalidad de Dios. Los seres humanos quieren ser uno; y peor aún, quieren ser Dios.
Temática de la lección:
Maldiciones y bendiciones. Canaán, el hijo de Cam, recibe una maldición, y Sem y Jafet son bendecidos. ¿Cuál es el significado y la importancia histórica de estas maldiciones y bendiciones? ¿Cómo repercuten en la historia de la salvación?
Universalidad y unidad. Las naciones del mundo quieren participar de un proyecto en común: llegar a ser uno contra Dios. ¿Cómo es que el propósito de universalidad de Dios llegó a interpretarse como un ideal de unidad?
Usurpación de Dios. Los constructores de la Torre de Babel soñaban con llegar al cielo. ¿Qué había de malo en su forma de pensar? ¿Por qué descendió Dios a investigar su proyecto?
Maldiciones y bendiciones
La maldición sobre el hijo de Cam (Gén. 9:25) finalmente resultó ser un mensaje de esperanza. Génesis 9:25 a menudo se ha aplicado pésimamente a la gente de color y, por lo tanto, se ha utilizado como una justificación religiosa para la esclavitud. Sin embargo, esta interpretación intolerante no se sostiene por dos razones. En primer lugar, la maldición no atañe a Cam sino a su hijo Canaán. Esta maldición tampoco concierne a Cus, el primogénito de Cam, lo que inmediatamente excluye la referencia a la gente de color o a los africanos en particular. Por cierto, las genealogías bíblicas (ver la lista de naciones en Gén. 10) tienen más que ver con la etnogeografía (es decir, con la distribución geográfica de los grupos humanos) que con la etnicidad, que se ocupa del origen de las razas y los idiomas humanos. La noción misma de “raza” deriva de las teorías pseudocientíficas racistas y lingüísticas del siglo XIX, que se basan en la Teoría de la Evolución, otro mal que surge de este mito sobre la Creación moderna. Por lo tanto, las designaciones bíblicas de grupos de personas como “jaféticos”, “semitas” o “camitas” no siguen criterios claros de raza tal como la define la evolución, sino que son mucho más complejas y difusas. Por ejemplo: aunque las lenguas cananeas son semíticas, Canaán se cuenta entre los camitas. Aunque Cus es descendiente de Cam, es el padre de Nimrod, el fundador de Babel. Elam, que pertenece a un pueblo no semítico, es hijo de Sem.
La segunda razón por la que Génesis 9:25 no se aplica a la gente de color es que la referencia a Canaán es una alusión a la herencia de la Tierra Prometida, con todo lo que esta tierra simboliza, concerniente a la promesa de salvación para el mundo. En este contexto, el uso de la frase “siervo de siervos” es irónico. “Siervo de siervos” es un superlativo, que significa “el siervo por excelencia”, y sugiere una orientación espiritual que apunta a Jesús, el Siervo de siervos que viene a salvar al mundo (Juan 13:5).
Las bendiciones de Génesis 9 confirman esta perspectiva. Es interesante que ni Sem ni Jafet son bendecidos, sino solo Dios (Gén. 9:26). Además, desde esta perspectiva, la profecía nos lleva más allá del futuro inmediato de la historia de Israel del Pentateuco hacia la salvación de la humanidad (Gén. 9:27). El enunciado de la profecía también se refiere al Tabernáculo israelita (Jos. 18:1), una alusión profética a los gentiles que responderán al mensaje israelita de salvación y se unirán a la santa comunidad de Israel (Isa. 66:18-20; Rom. 11:25). Pero el cumplimiento de esta profecía depende en primer lugar del cumplimiento de otra profecía: la subyugación de Canaán. Este acontecimiento es tan esencial a la vista del autor que vuelve a él al final de la bendición cuando, por tercera vez, se refiere a Canaán como el siervo de Sem (Gén. 9:27; comparar con 25, 26). El lenguaje en la parte de las bendiciones se da al estilo de una oración: “Dios permita que [...]” (Gén. 9:26, 27, DHH). Moisés, el autor de este texto y contemporáneo de los israelitas esclavizados en Egipto, ora por la salvación de Israel, un primer paso básico y necesario hacia la salvación de la humanidad.
Universalidad y particularidad
Esta conexión entre la perspectiva particular y la universal es un rasgo característico del pensamiento bíblico. A diferencia del pensamiento griego, que promueve la idea del acceso inmediato a la verdad absoluta, los profetas hebreos hablan de un Dios que eligió a un pueblo, y posteriormente a su Hijo, a través del que se reveló a la humanidad.
Una ilustración de la forma de pensamiento bíblico se expresa en el número 70: hay 70 naciones enumeradas en la lista de naciones en Génesis 10 que prefiguran a los 70 miembros de la familia de Jacob (Gén. 46:27) y a los 70 ancianos de Israel en el desierto (Éxo. 24:9). Esta correspondencia entre los “70” parece ser la base de Deuteronomio 32:8, que menciona que Dios dividió a la humanidad “según el número de los hijos de Israel”. Así como había 70 naciones, también había 70 idiomas, según la tradición judía. En el Nuevo Testamento, Jesús envía a 70 discípulos a evangelizar el mundo (Luc. 10:1-16). La genealogía de Noé, el padre de las naciones de la Tierra (Gén. 9:19; 10:32), personifica el cumplimiento de la bendición y la promesa de Dios a Noé: “fructifiquen y multiplíquense” (Gén. 8:17; 9:1, 7). Esta bendición y esta promesa también están vinculadas con la promesa inicial y la bendición dada a Adán en la Creación (Gén. 1:28, 29).
El Dios de las naciones, el Creador del mundo y el Señor de Israel es el mismo Dios. Esta observación tiene dos importantes implicaciones teológicas. En primer lugar, significa que Dios influye en la historia incluso más allá del ámbito religioso. Dios también está presente entre las naciones. En segundo lugar, significa que la salvación de las naciones también depende del testimonio de Israel. La bendición de las naciones se realizará solo por intermedio de Israel (Gén. 12:3), porque solo el Dios de Israel es el Dios verdadero (Juan 4:22, 23). Las lecciones de la Biblia hebrea, la historia de Israel y los hechos históricos relacionados con los judíos y los que quedaron registrados en el Nuevo Testamento tienen una trascendencia redentora para las naciones.
Un intento de unificación y usurpación. Es preocupante que la ideología de la unidad haya sido la primera preocupación de los constructores de la torre de Babel. La frase “tenía entonces toda la tierra una sola lengua” (Gén. 11:1), se refiere al hecho de que esta gente usaba las mismas palabras y sostenía el mismo discurso. No obstante, la historia de Babel registra el primer intento de unificar el mundo. Por ende, no es de extrañar que este modo de pensar produjera una sociedad totalitaria que no daba lugar a diferencias ni desacuerdos (comparar con Dan. 3:1-7), y que se embarcó en el proyecto de ocupar el lugar de Dios. En realidad, las dos determinaciones, la uniformidad y la usurpación, van de la mano. La historia ha demostrado que el impulso de obligar a otros a comportarse y pensar como nosotros conduce inevitablemente a la intolerancia y las persecuciones. En última instancia, esa compulsión enciende la ambición de ocupar el lugar de Dios.
Claramente, los constructores de Babel utilizan las palabras de Dios. La primera palabra, una interjección, hava, “vamos”, que inicia dos veces el discurso de los constructores (Gén. 11:3, 4), es idéntica a las palabras que usa Dios (Gén. 11:7, RVA-2015). La expresión de colaboración comunitaria, que se repite cuatro veces en Génesis 11:1 al 7 (“hagamos...”), recuerda el plural divino de la Creación “hagamos” (Gén. 1:26). Por ende, delata la intención de los constructores de usurpar el poder de Dios. Incluso la palabra hebrea para “torre” que describe la ciudad de Babel, revela la aspiración de ellos. Esta palabra se relaciona con la palabra gadal, “grande”, que implica la idea de ambición y gloria, a menudo asociada con Dios mismo (Éxo. 18:11). Curiosamente, el pasaje de Daniel 8, que comparte varios motivos lingüísticos y teológicos con nuestro texto, utiliza la misma palabra gadal como palabra clave para describir el intento del cuerno pequeño de autoexaltarse ante Dios mismo (Dan. 8:9–11, 25). De hecho, se supone que la torre llegaría hasta el cielo, una especificación que sugiere algo más que la proporción monumental de la torre. A los constructores de Babel los impulsa la ambición espiritual de reemplazar a Dios, lo que se revela claramente en su intención de “ha[cerse] un nombre” (Gén. 11:4). Dios es el único que engrandece un “nombre” (Gén. 12:2) y el único que puede hacerse un nombre para sí (Isa. 63:12, 14).
Las maldiciones se vuelven bendiciones: Busquen en la Biblia casos en los que algo originalmente pensado como una maldición finalmente se convirtió en una bendición. Encuentren ocasiones en su vida en las que una mala experiencia (por ejemplo, el confinamiento de COVID-19) les haya brindado+ oportunidades inesperadas para la reflexión, la comunión y un regreso a Dios. ¿Por qué el sufrimiento a menudo trae consigo el descubrimiento de nuevos valores y nos acerca a otras personas y a Dios?
La unidad y la usurpación de Dios: Busquen en la Biblia, en la historia, en su comunidad religiosa y en su experiencia personal casos en los que un líder bien intencionado, o tal vez incluso ustedes mismos, se comportó como los constructores de la Torre de Babel. ¿Por qué los grandes ideales de santidad, unidad y verdad a menudo conducen a la intolerancia y al orgullo? El modelo de Jesús, ¿cómo inspira formas de evitar este error? ¿Por qué no basta con tener razón y, a decir verdad, esto puede producir odio y orgullo farisaico?
Lecciones de la Escuela Sabática
Estudie la palabra de Dios a través de las Guías o lecciones de la Escuela Sabática.
Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; y el que me ve, ve al que me envió. Juan 12:44,45.
Libros de Lecturas Devocionales
- A Fin de Conocerle. Hoy con la lectura Servid al señor de todo corazón basada en Colosenses 3:23-24.
- Cada día con Dios. Hoy con la lectura Fábulas por arte compuestas basada en Daniel 8:14.
Envíe su Pedido de Oración, sus peticiones serán tratadas de una forma confidencial.
Principal | Nosotros | Noticias | Recursos | Descargas | Devoción | Directorios
Iglesia Adventista del Séptimo Día de Santa Clara
Primer Sitio Cubano al Servicio de Cristo
©2002-2024
Contáctenos: iasdsantaclara@yahoo.es
Patrocinadores:
Ministerio PedrAngular
Craig Pettersen