Este libro tiene una característica especial: la lectura correspondiente a cada día se ha tomado de un material que la Sra. White escribió durante su ministerio en ese mismo día del mes. Nuestro deseo es que estas lecturas devocionales puedan ayudarle a comenzar "cada día con Dios".
Y que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada. 1 Tesalonicenses 4:11-12
Muchos consideran el trabajo una maldición que se originó en el enemigo de las almas. Esta es una idea equivocada. Dios le dio el trabajo al hombre como bendición, para ocupar su mente, fortalecer su cuerpo y desarrollar sus facultades. Adán trabajaba en el jardín del Edén y encontró el placer más elevado de su santa existencia en la actividad física y mental. Cuando fue echado de su hermoso hogar como resultado de su desobediencia y fue obligado a luchar con un suelo rebelde para ganar su pan cotidiano, ese mismo trabajo fue un consuelo para su alma entristecida, una salvaguardia contra la tentación.
El trabajo razonable es indispensable tanto para la felicidad como para la prosperidad de nuestra raza. Fortalece al débil, vuelve valiente al tímido, rico al pobre y feliz al desdichado. Nuestros diversos cometidos están en proporción directa con nuestras diversas capacidades, y Dios espera los réditos correspondientes de los talentos que les ha concedido a sus siervos. No es la grandeza de los talentos que se poseen lo que determina la recompensa, sino el modo como se los usa; el grado de lealtad que se aplica en el desempeño de los deberes de la vida, sean grandes o pequeños.
La ociosidad es una de las más grandes maldiciones que pueden recaer sobre el hombre, porque el vicio y el crimen siguen en su estela. Satanás está al acecho, listo para sorprender y destruir a los que no están en guardia, cuya ociosidad le da la oportunidad de insinuárselas bajo algún disfraz atractivo. Nunca tiene más éxito que cuando se acerca al hombre en sus momentos de ocio.
La mayor maldición que sigue a la riqueza es la idea tan corriente de que el trabajo es degradante. “He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso” (Ezequiel 16: 49). Aquí se nos presentan, mediante las palabras de la Santa Escritura, los terribles resultados de la ociosidad. Esta fue la causa de la ruina de ciudades de la llanura. La ociosidad debilita la mente, degrada el alma y pervierte el entendimiento, al convertir en maldición lo que se dio como bendición (Signs of the Times, del 4 de mayo de 1882).
Lecciones de la Escuela Sabática
Estudie la palabra de Dios a través de las Guías o lecciones de la Escuela Sabática.
Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor. Isaías 65:19.
Libros de Lecturas Devocionales
- A Fin de Conocerle. Hoy con la lectura Ejemplo de los fieles basada en Tito 2:11-12.
- Cada día con Dios. Hoy con la lectura No juguemos con el pecado basada en Marcos 14:54.
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