Guías o lecciones de la Escuela Sabática para el Estudio de la Biblia

Lecciones para adultos: "La Epístola de Santiago"

Cuarto trimestre (octubre-diciembre) de 2014

Lección 5: "El amor y la ley"

Para el 1 de noviembre de 2014

Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

 

Ir ArribaSábado 25 de octubre

Lee Para el Estudio de esta Semana: Santiago 2:1-13; Marcos 2:16; Levítico 19:17, 18; Romanos 13:8-10; Juan 12:48.

Para Memorizar: “Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio” (Sant. 2:13).

Conocemos bien la historia, pero ¿cuán bien ha penetrado en ti?

Un sacerdote, luego un levita, yendo de Jerusalén a Jericó, encontraron a un hombre, medio muerto en el camino. Aunque ambos habían terminado sus deberes religiosos, ninguno vinculó esos deberes con una obligación hacia el herido, así que siguieron su camino. Finalmente, un samaritano, medio pagano, pasó por allí, se apiadó del hombre, vendó sus heridas, y pagó por su estadía en una posada donde se pudiera recuperar. Además prometió pagar todo lo que el hombre necesitara (ver Luc. 10:30-37).

Jesús así respondió a la pregunta de un intérprete de la ley acerca de la vida eterna. En lugar de decirle: “¡Esfuérzate más!”, Jesús pintó un cuadro de amor en acción. Es decir, debemos amar aun en circunstancias peligrosas o desagradables, y hasta a aquellos que no nos gustan.

Aunque no es fácil, y a veces va contra nuestra naturaleza, el verdadero amor involucra riesgos, y el derribar las barreras que nos separan como personas, fuera de la iglesia y en ella. Veremos lo que Santiago tiene para decir acerca de este tema vital.

 

Ir ArribaDomingo 26 de octubre: El hombre vestido de oro

Lee Santiago 2:1 al 4. Este es un estudio en contrastes. Una persona es rica, bien vestida, importante, mientras la otra es pobre, mal vestida, un “don nadie”. Uno recibe gran cortesía, la otra, solo el desdén. A uno se le ofrece un asiento cómodo, destacado; al otro se le dice que quede a un lado, o encuentre un lugar en el piso.

La descripción no es muy bonita, especialmente si se la presenta ¡en un culto de adoración!. La palabra griega para “congregación” o “asamblea” en el versículo 2 es sunagogé, y es una referencia temprana a un culto de adoración judío-cristiano, muchos de los cuales se reunían en casas particulares (ver Hech. 18:7, 8).

En la cultura greco-romana del siglo I, la posición de una persona era muy importante. Se esperaba quienes tenían riqueza, educación o influencia política usaran esas ventajas para fortalecer su reputación y beneficiar sus intereses personales. Cualquier regalo grande a proyectos públicos o religiosos obligaba a quien lo recibía a corresponder de algún modo al dador. La bondad se pagaba con lealtad y la generosidad con aprecio público. Las personas de clase alta que asistían a los cultos cristianos esperaban un tratamiento de privilegio. Ignorar esas expectativas habría traído desgracia a la iglesia. Dejar de ser “políticamente correcto” era una ofensa y causa de división.

Lee Marcos 2:16 y Lucas 11:43. ¿Qué expectativas de la sociedad están involucradas aquí? ¿Cómo están en conflicto con los principios del evangelio?

No es un pecado ser pobre o ser rico, pero un barómetro de nuestra experiencia cristiana es cómo tratamos a las personas que son diferentes de nosotros en edad, riqueza, educación, o en convicciones religiosas. Tendemos a mostrar más respeto a quienes percibimos que están “sobre” nosotros en la escala social, y menos respeto a quienes están por “debajo” de nosotros. Recordemos que es fácil seguir las convenciones sociales aun cuando Dios nos llama a ser diferentes (ver Rom. 12:2).

Afrontémoslo: podemos no ser tan severos acerca de esto como lo describe Santiago, pero ¿no somos llevados a tener favoritos? ¿Cómo podemos aprender a reconocer este problema en nosotros, y en última instancia, tratarlo?

 

Ir ArribaLunes 27 de octubre: Lucha de clases

Como sabe todo colportor evangélico, a menudo los que tienen menos están dispuestos a sacrificarse más para comprar libros cristianos. Vecindarios de buen nivel económico resultan ser un territorio duro en el cual vender libros, porque la gente que vive allí puede estar conforme con lo que tiene, y muy a menudo no sienten necesidad de Dios, como lo sienten los que tienen menos. El mismo fenómeno también se detecta en una escala mucho mayor: la iglesia ha crecido más rápidamente en lugares y períodos de tensión social y económica. Después de todo, ¿no están aquellas personas que luchan con grandes problemas, a menudo más abiertas a la esperanza presentada en la historia de Jesús, que aquellos que creen que las cosas andan muy bien para ellas?

Lee Santiago 2:5, 6. ¿Cómo amplía aquí el apóstol lo que escribió en los cuatro versículos previos?

Juzgando por este pasaje, parece que había grandes problemas en la iglesia entre ricos y pobres. Dios eligió a los pobres quienes, aunque rechazados por el mundo, eran “ricos en fe”, mientras los ricos usaban sus riquezas para “oprimir” a los pobres. Este problema, los ricos explotando a los pobres, era una realidad siempre presente en esa época. Aún peor, la ley romana discriminaba a los pobres y favorecía a los ricos.

“Las personas de clase inferior, a quienes se creía que actuaban por interés económico personal, no podían acusar a las personas de clase superior, y la leyes prescribían castigos más severos a las personas de clase baja convictas de ofensas, que a los ofensores de la clase más alta”.−Craig S. Keener, The IVP Bible Background Commentary, p. 694.

Lee Santiago 2:7. ¿Qué punto importante se presenta aquí acerca del impacto de esta mala conducta?

Su mala conducta es realmente una blasfemia contra “el buen nombre” de Jesús. Las malas acciones son suficientemente malas en sí mismas; son peores cuando los que profesan el nombre de Jesús las hacen. Y aún peor sería que aquellos que, en el nombre de Jesús, usaran sus riquezas o poder para obtener ventajas para sí en las iglesias, que a menudo conduce a divisiones y peleas. Por eso, cuán cuidadosos debemos ser, de que nuestras palabras y acciones mantengan el “buen nombre” que asociamos con nosotros mismos.

 

Ir ArribaMartes 28 de octubre: Amar al prójimo

Lee Santiago 2:8, 9, junto con Levítico 19:17, 18, y Mateo 5:43-45. ¿Qué mensaje vital se nos da aquí?

Santiago llama a la ley de Dios “la ley real” (Sant. 2:8) porque es la ley del “REY DE REYES” (Apoc. 19:16). La ley de su reino se da en detalle en el Sermón del Monte (Mateo 5 al 7), que incluye la primera de las nueve referencias que hay en el Nuevo Testamento a amar a nuestros prójimos.

Las palabras de Jesús en Mateo 5:43 sugieren la manera en que se comprendía Levítico 19:18 en ese tiempo. Por ejemplo, los mandatos inmediatamente anteriores en Levítico usan sinónimos aparentes del “prójimo” para una persona: prohíben odiar al “hermano” (Lev. 19:17) y guardar rencor contra otro israelita (Lev. 19:18).

Tal vez algunos interpretaban esas órdenes como que estaba bien estar enojado u odiar a alguien que no fuera israelita, porque no se lo menciona específicamente en los textos de Levítico. Después de todo, los no israelitas eran considerados, en general, como enemigos. Sabemos que esta actitud existía en la comunidad de Qumram, un grupo de judíos devotos que se habían separado del resto de la nación. Se les enseñaba a odiar a “los hijos de las tinieblas”, y al “hombre de perdición” (The Community Rule 1QS 1:10; 9:21, 22), etiquetas que incluían no solo a los extranjeros, sino hasta a los israelitas que rechazaban las enseñanzas de la comunidad.

“El pecado es el mayor de todos los males, y debemos apiadarnos del pecador y ayudarle. Son muchos los que yerran y sienten su vergüenza y desatino. Tienen hambre de palabras de aliento. Miran sus equivocaciones y errores hasta que casi son arrojados a la desesperación. No debemos descuidar estas almas. Si somos cristianos, no pasaremos de un lado, manteniéndonos tan lejos como nos sea posible de aquellos que más necesitan nuestra ayuda. Cuando vemos un ser humano en angustia, sea por la aflicción o por el pecado, nunca diremos: Esto no nos incumbe” (DTG 465, 466).

La vida de Jesús es el mayor ejemplo de amor abnegado por los que no lo merecen y los que no pueden devolver el amor. ¿Cómo podemos aprender a expresar tal amor por quienes consideramos no merecedores, o que no nos aman en retorno? ¿Por qué la entrega completa del ser, y la muerte al yo, es la única respuesta?

 

Ir ArribaMiércoles 29 de octubre: Toda la ley

Lee Santiago 2:10, 11. Lee ahora los pasajes de la tabla que sigue, y clasifícalos por enfatizar “toda la ley”, “la ley de amor”, o ambas.

  Toda la ley La ley de amor
Mat. 5:18, 19    
Mat. 22:36-40    
Rom. 13:8-10    
Gál. 3:10    
Gál. 5:3    
Gál. 5:14    

Es difícil para nosotros captar cuán radicales fueron las enseñanzas de Jesús sobre la ley. Para los judíos devotos de entonces (y para muchos hoy), no podemos realmente pretender guardar la ley sin el compromiso de guardar todas las leyes que se encuentran en los libros de Moisés. Finalmente, ellos identificaron 613 leyes separadas (248 leyes positivas y 365 leyes negativas).

La pregunta planteada a Jesús acerca de cuál es el mandamiento más importante (Mat. 22:36) tenía probablemente la intención de entramparlo. Pero aunque Jesús parece haber afirmado que cada “iota” (la letra hebrea más pequeña; Mat. 5:18) era importante, él también enseñó que amar a Dios y amar a nuestros prójimos eran los mandamientos más importantes porque resumen todos los demás.

La enseñanza de Jesús también muestra que la obediencia no puede hacerse en el vacío. Siempre es relacional, si no, no tiene sentido. En otras palabras, si devuelvo el diezmo porque es lo correcto para hacer o porque temo perderme si no lo hago, no es relacional. Por otro lado, si diezmo por gratitud por lo mucho que Dios me dio a mí, entonces mis acciones están basadas en mi relación con Dios.

Jesús también habló acerca de “lo más importante” de la ley como son “la justicia, la misericordia y la fe” (Mat. 23:23). Todo ello gira también alrededor de las relaciones: con Dios y con los demás. Por lo tanto, Santiago no está diciendo nada distinto de lo que dijo Jesús o Pablo: cualquier transgresión de la ley de Dios daña hasta cierto punto nuestra relación con Dios y con los demás. Así, no es cuestión de tener suficientes obras buenas para contrapesar nuestras obras malas. Eso es obediencia en un vacío, actuando como si todo girara alrededor de nosotros. En cambio, al conocer a Jesús, comenzamos a dirigir nuestra atención fuera de nosotros, y hacia la devoción a Dios y el servicio a los demás.

¿Cuánto de tu obediencia proviene de tu amor a Dios y a los demás, y cuánto por un sentido de obligación? ¿Acaso siempre es malo actuar por obligación? Tal vez no sientes amor por una persona, pero le ayudas solo porque sabes que debieras hacerlo. ¿Qué tiene de malo esto, si tiene algo de malo?

 

Ir ArribaJueves 30 de octubre: Juzgados por la ley

Lee Santiago 2:12, 13. (Ver también Juan 12:48; Rom. 2:12, 13; 2 Cor. 5:10; Apoc. 20:12, 13.) ¿Qué enseñan estos versículos acerca del juicio?

Nada es más claro que la enseñanza de que seremos juzgados por la ley, basados sobre lo que hayamos hecho, sea bueno o malo. Al mismo tiempo, la Biblia es muy clara en que por medio de la fe en Jesús, estamos cubiertos por su justicia.

Esta cubierta incluye dos aspectos: el perdón (la justificación), y la obediencia (santificación). “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él” (Col. 2:6; la cursiva fue añadida); y “porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” (Gál. 3:7; la cursiva fue añadida).

A menudo se dice que seremos juzgados no solo por lo que hemos hecho sino también por lo que no hicimos. Aunque esto es cierto, muchos tienen una idea equivocada de lo que esto significa. No tiene que ver con hacer más cosas. Esa es la receta para el desánimo y la derrota propia. Nota cómo lo describe Santiago en el versículo 13: “juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia”. O sea, esto es una definición de “hacer” que es de relaciones.

Si pensamos en esto por suficiente tiempo, podríamos llegar a ser paranoicos acerca del juicio y abandonaríamos todo en desesperación. Pero eso no es lo que significa “temed a Dios… porque la hora de su juicio ha llegado” (Apoc. 14:7). En cambio, debemos confiar en la justicia de Jesús, cuyos méritos son lo único que nos da esperanza en el juicio. Es nuestro amor a Dios, quien nos ha salvado por su justicia, lo que debe impulsarnos a hacer todas las cosas que él nos llamó a hacer.

Además, las advertencias en la Biblia acerca del juicio están allí para nuestro bien, para que no durmamos en un falso sentido de seguridad. Santiago dice: “La misericordia triunfa sobre el juicio” (Sant. 2:13). Recordemos estas palabras, en especial cuando tratamos con aquellos que han caído en los peores pecados.

¿Has hecho alguna vez algo terrible, y cuando solo esperabas condenación y juicio, te expresaron misericordia, gracia y perdón? ¿Cómo te sentiste? ¿Cómo puedes asegurarte de que no olvidarás esto la siguiente vez que alguien hace todo mal?

 

Ir ArribaViernes 31 de octubre

Para Estudiar y Meditar:

Lee en El conflicto de los siglos, “El juicio investigador”, pp. 533-545.

“Dios nos ha reconocido delante de hombres y ángeles como sus hijos: pidámosle ayuda para no deshonrar el ‘buen nombre que fue invocado sobre’ nosotros (Sant. 2:7). Dios nos envía al mundo como sus representantes. En todo acto de la vida, debemos manifestar el nombre de Dios. […] Esto podrá hacerse únicamente cuando aceptemos la gracia y la justicia de Cristo” (DMJ 92).

“La Justicia puede perdonar mediante Cristo sin sacrificar una jota de su excelsa santidad” (7 CBA 947).

Preguntas para Dialogar:

  1. Ghandi resumió el pensamiento de muchos cuando dijo: “Me gusta Cristo, pero no me gustan los cristianos. Los cristianos son tan poco semejantes a Cristo”. ¿Por qué, desafortunadamente, no es difícil entender por qué dijo eso? Y aunque, por supuesto, es fácil mirar lo que otros hicieron en el nombre de Cristo, ¿por qué no nos miramos a nosotros mismos y lo que hemos hecho en el nombre de Jesús? ¿Cuán bien lo revelamos a él en el mundo que nos rodea?

  2. Tu iglesia local, ¿es un lugar donde la gente se siente valorada y respetada, no importa cuál sea su trasfondo, su condición social, su idiosincrasia, etc.? Si no lo es, ¿qué puedes hacer para producir una diferencia?

  3. ¿Cuáles son algunas de las tradiciones y normas sociales en tu país que son contrarias a los principios de la fe bíblica? ¿Cuáles son abiertas, y cuáles son más sutiles? Después de identificar cuáles son, ¿cómo puedes aprender a trascenderlas de modo que puedas vivir los principios del evangelio y revelarlos de manera que puedan mostrar a otros que Jesús nos ofrece a todos una mejor manera de vivir?

  4. Una cosa es amar al prójimo, pero ¿qué significa amar a Dios? En la clase, analicen lo que significa amar a Dios, por qué lo amamos, y cómo expresamos ese amor.

  5. “La misericordia triunfa sobre el juicio”. ¿Qué significa, a nivel práctico, como cuando tenemos que tratar con quienes nos han hecho daño? ¿Qué clase de equilibrio se necesita aquí?

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