Lecciones para adultos: "Misioneros"
Tercer trimestre (julio-septiembre) de 2015
Lección 1: "La naturaleza misionera de Dios"
Para el 4 de julio de 2015
Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes
Lee Para el Estudio de esta Semana: Génesis 1:26-28; 2:15-17; 1 Juan 2:16; Juan 3:14, 15; 2 Corintios 5:21; Mateo 5:13, 14.
Para Memorizar: “He aquí que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones” (Isa. 55:4).
Nuestro mundo es un caos y, como humanos, somos la gran razón de este caos porque somos pecadores, criaturas caídas, cuya naturaleza es mala. Por más que nos guste pensar que estamos avanzando, mejorando, la historia del siglo pasado no es muy animadora. Y aquí estamos, ni siquiera un cuarto del andar de este nuevo siglo, y las cosas tampoco parecen muy brillantes. Si el pasado es precursor del futuro, todo lo que podemos esperar es, citando a un político británico ya fallecido, “sangre, trabajo, lágrimas y sudor”.
Pero, no todo está perdido. Por el contrario, Jesucristo murió por nuestros pecados y, por su muerte, tenemos la promesa de salvación, de restauración, de que todo será hecho de nuevo. “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron” (Apoc. 21:1).
No quedamos solos, abandonados en un universo frío e indiferente, para luchar solos. No podríamos hacerlo; las fuerzas en contra de nosotros son mucho más grandes que nosotros. Por eso, antes de que comenzara el mundo, Dios inició el plan de salvación a fin de hacer por nosotros lo que nunca podríamos hacer nosotros mismos.
Domingo 28 de junio: Dios creó un hombre y una mujer
Una pregunta que siempre se hacen los hombres es: ¿De dónde vengo? En los dos primeros capítulos de la Biblia (y por toda la Biblia), tenemos la respuesta a lo que muchos consideran la pregunta más importante de todas. Al fin, solo al saber de dónde venimos es que podemos iniciar el conocimiento de quiénes somos, por qué existimos, cómo hemos de vivir y, en última instancia, hacia dónde vamos.
Repasa Génesis 1 y 2, concentrándote en Génesis 1:26 al 28. ¿Qué grandes diferencias aparecen en la creación del hombre frente a todo lo demás? ¿Qué tienen los humanos que se destaca entre todo lo creado?
El hombre y la mujer fueron los últimos en ser creados. Toda la creación visible estaba ante ellos para estudiarla y cuidarla.
Dios creó al hombre y la mujer de un modo diferente al que usó con las otras criaturas. Hasta entonces, el mandato divino había sido: “Sea” (la luz, el firmamento, el agua, los peces y aves, los animales, etc.). Ahora hubo una consulta: “Hagamos al hombre...” Las tres personas de la Deidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, se consultaron para esto. Aunque estos dos capítulos tratan con la creación de la tierra y las criaturas que hay sobre ella, nota que el punto principal es la creación de la humanidad misma.
El hombre y la mujer fueron creados a la imagen y semejanza de Dios, algo que no se dice acerca de ninguna otra cosa creada. Aunque no se dice lo que significa ser hecho a la imagen y semejanza de Dios, debe ser que los humanos, de algún modo, reflejan el carácter de su Creador. Siendo que los humanos tienen una capacidad moral que no hay en ninguna otra criatura (las mariposas serán hermosas, pero no luchan con el bien o con el mal), ser hechos a semejanza e imagen de Dios puede significar que, hasta cierto punto, los humanos reflejan ese carácter moral.
El hombre y la mujer debían tener dominio sobre la creación y gobernarla, y representar a Dios sobre la tierra. Esta vocación implica responsabilidad.
Los seres humanos aparecen en el primer capítulo de la Biblia, pero no aisladamente. Existimos, pero en relación con Dios. ¿Qué nos dice esto acerca de cuán central debe ser Dios en nuestras vidas, y por qué no estamos realmente “completos” sin él? Ver también Hechos 17:28.
Lunes 29 de junio: Libertad de elección
Incluida en el informe de la creación está la advertencia divina de no comer del “árbol de la ciencia del bien y del mal” (Gén. 2:9, 17). Así, desde el mismo principio, vemos el elemento moral otorgado a la humanidad, algo que no se ve en ninguna otra criatura viviente. Como dijimos ayer, la capacidad para realizar juicios morales es una manera en la que los humanos revelan la imagen y semejanza de Dios.
¿Qué dice Génesis 2:15 al 17 acerca de la realidad de la libertad de elección en la humanidad?
Dios pudo haber creado a los humanos de modo que automáticamente hicieran la voluntad de Dios. De esa manera operan los otros elementos creados, tales como la luz, el sol, la luna y las estrellas. Obedecen a Dios sin ningún elemento de elección. Cumplen la voluntad de Dios en forma automática, mediante las leyes que guían sus acciones.
Pero, la creación de los hombres fue especial: Dios los creó para sí mismo, y quería que hicieran sus propias elecciones, que eligieran adorarlo voluntariamente, sin ser obligados a ello. De otro modo, no podrían amarlo; porque el amor, para ser verdadero, tiene que ser ofrecido libremente.
Dios respeta y protege la libertad humana de para elegir (libre albedrío) porque él mismo la originó. El Creador no interfiere con las elecciones más profundas de los hombres. Las equivocadas tienen consecuencias y, a veces, son terribles; pero está en contra del carácter de nuestro Dios soberano forzar la obediencia o el acatamiento.
El principio de la libertad humana de elección tiene tres implicaciones importantes:
Para la religión: un Dios omnipotente no dirige unilateralmente la voluntad y elecciones individuales.
Para la ética: las personas son responsables moralmente por sus acciones.
Para la ciencia: las acciones del cuerpo y el cerebro no están determinadas completamente por causa y efecto. Las leyes físicas están involucradas en nuestras acciones, pero el libre albedrío significa que tenemos la oportunidad de elegir nuestras acciones, especialmente las morales.
¿Cuáles son algunas de las elecciones libres en lo moral que tendrás que hacer en los próximos días? ¿De qué modo puedes usar este sagrado don de la manera correcta? Piensa en las consecuencias del mal uso de él.
Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales” (Gén. 3:6, 7).
Comer una fruta pequeña no era, en sí mismo, un acto pecaminoso. Sin embargo, tenemos que considerar las circunstancias en las que lo hicieron. Adán y Eva eran agentes con libertad de elección, hechos por Dios a su imagen. Esto incluía la libertad –pero también el deber− de cumplir la voluntad de Dios. Comieron el fruto, no por una gran necesidad sino, más bien, porque eligieron hacerlo. Fue un acto de libre elección de Adán y de Eva, desafiando las instrucciones claras y específicas de Dios.
De igual manera, nosotros elegimos si seguiremos a Dios o si desafiaremos su Palabra. Dios no obliga a nadie a creer en su Palabra. Nunca nos forzará a obedecerlo, ni puede obligarnos a amarlo. Dios permite que cada uno elija qué camino seguirá. Pero, al final, debemos estar preparados para vivir con las consecuencias de esas decisiones.
Al comer de la fruta, Adán y Eva le dijeron a Dios que no él era el gobernante perfecto. Desafiaron su soberanía. Se mostraron desobedientes y, como resultado, introdujeron el pecado y la muerte en la raza humana.
“Entonces Dios el Señor expulsó al ser humano del jardín del Edén, para que trabajara la tierra de la cual había sido hecho. Luego de expulsarlo, puso al oriente del jardín del Edén a los querubines, y una espada ardiente que se movía por todos lados, para custodiar el camino que lleva al árbol de la vida” (Gén. 3:23, 24, NVI).
Adán y Eva tuvieron que dejar el Paraíso. Fue una consecuencia necesaria, pero misericordiosa. El Señor no permitiría que la humanidad rebelde tuviera acceso al árbol de la vida, lo que los haría inmortales, y que perpetuara, de ese modo, la terrible condición a la cual el pecado los había llevado. (¡Imagina cómo sería la vida eterna en un mundo lleno con dolor, sufrimiento y maldad como es el nuestro!) Adán y Eva fueron echados del hermoso jardín para trabajar un suelo menos agradable, afuera (vers. 23, 24).
En el contexto de esta lección, lee 1 Juan 2:16. ¿De qué forma se ven en la caída los elementos contra los cuales se nos advierte en este texto? ¿De qué manera tenemos que tratar con estas mismas tentaciones en nuestras vidas?
Miércoles 1 de julio: La iniciativa divina para salvarnos
La Biblia muestra que, después de la Caída de nuestros primeros padres, Dios salió a buscarlos, y no al revés. El hombre y la mujer trataron de esconderse de la presencia de Dios. ¡Qué metáfora poderosa para la raza humana caída!: Ellos huyen de Aquel que vino a buscarlos, el Único que podía salvarlos. Adán y Eva lo hicieron en el Edén y, a menos que nos entreguemos al llamado del Espíritu Santo, seguiremos haciendo hoy lo mismo.
Gracias a Dios, él no echó a un lado a nuestros primeros padres, ni tampoco nos echa a un lado a nosotros. Desde el momento en que Dios llamó a Adán y Eva en el Edén, diciendo “¿Dónde estás tú?” (Gén. 3:9), sigue llamando. En realidad, él es el primer misionero.
“En el don incomparable de su Hijo, Dios ha rodeado al mundo entero de una atmósfera de gracia tan real como el aire que circula en derredor del globo. Todos los que escojan respirar esa atmósfera vivificante vivirán y crecerán hasta la estatura de hombres y mujeres en Cristo Jesús (CC 67).
Por supuesto, la mayor revelación de la actividad misionera de Dios se puede ver en la encarnación y el ministerio de Jesús. Aunque Jesús vino a esta tierra para hacer muchas cosas –destruir a Satanás, revelar el carácter del Padre, demostrar que las acusaciones de Satanás son falsas, mostrar que la Ley de Dios puede guardarse−, la razón crucial era morir, en la cruz, en lugar de la humanidad, a fin de salvarnos de la muerte eterna, el resultado final del pecado.
¿Qué nos enseñan estos textos acerca de la muerte de Jesús? Juan 3:14, 15; Isa. 53:4-6; 2 Cor. 5:21.
“Al que no conoció pecado, por nosotros [Dios] lo hizo pecado”. Eso fue necesario a fin de que nosotros podamos ser “hechos justicia de Dios en él”. Esta idea ha sido llamada el “gran intercambio”: Jesús tomó nuestros pecados y sufrió como pecador para que nosotros, aunque pecadores, pudiéramos ser contados como justos delante de Dios.
Jueves 2 de julio: Metáforas de la misión
La misión es la iniciativa de Dios para salvar a la humanidad perdida, su motivación es el amor de Dios por cada uno de nosotros. No hay razón más profunda que esa. Dios envió a Cristo en una misión para traer salvación a todo el mundo. El solo Evangelio de Juan contiene más de cuarenta declaraciones de la dimensión cósmica de la misión de Jesús. (Ver, p. ej., Juan 3:17; 12:47.) Como Cristo fue enviado por el Padre para salvar al mundo, él, a su vez, envió a sus discípulos: “Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes” (Juan 20:21, NVI).
Lee Mateo 5:13 y 14. ¿Cuáles son las dos metáforas que acá se usan para la misión, y qué representan?
La sal y la luz expresan funciones centrales de la influencia cristiana sobre la humanidad. Mientras la sal actúa internamente, uniéndose a la masa con la que entra en contacto, la luz actúa externamente, iluminando todo lo que alcanza. El término tierra en la metáfora de la sal se refiere a las personas con las cuales se espera que el cristiano se mezcle; y el término luz del mundo, a personas que están a oscuras y necesitan iluminación.
Dios animó a los hijos de Israel a vivir a la altura de los principios morales y las reglas de salud que les había dado. Habían de ser una luz, iluminando y atrayendo: “te di por luz de las naciones” (Isa. 49:6). Su existencia colectiva en un estado de salud, de prosperidad y de lealtad al sábado de Dios y otros mandamientos proclamaría a las naciones los actos de creación y redención de Dios. Las naciones, al ver su prosperidad, se acercarían y serían enseñados por Dios. (Por lo menos, esa era la idea).
Cristo también habló acerca de la sal, otra forma de testificar. Por su influencia, los cristianos han de poner freno a la corrupción del mundo. Los incrédulos pueden ser librados de actos malos por una consciencia moral procedente de influencias cristianas. Los cristianos no solo influyen sobre el mundo corrompido por su presencia en él, sino también deben mezclarse con la gente a fin de compartir el mensaje cristiano de salvación.
Luz y sal. ¿Cuán buenos testigos son tú y tu iglesia en el mundo que los rodea? ¿Está disminuyendo la luz, está perdiendo su sabor la sal? Si es así, recuerda que el reavivamiento y la reforma comienzan contigo, personalmente.
Para Estudiar y Meditar:
Hemos tratado algunos aspectos de la naturaleza misionera de Dios. La misión es una empresa del Dios triuno; y está relacionada en forma predominante con Jesucristo, cuya Encarnación es central en la fe y la misión cristianas. Por su vida y muerte, Jesús preparó el camino para la salvación de toda la raza humana. Nosotros, como sus seguidores, sus misioneros, debemos hacer saber a otros las buenas nuevas de lo que hizo Jesús por ellos.
“La iglesia de Cristo en la tierra se organizó con propósitos misioneros, y el Señor desea verla en su totalidad concibiendo maneras y medios para llevar el mensaje de verdad a los encumbrados y a los humildes, a los ricos y a los pobres. No todos son llamados a un ministerio personal en el extranjero, pero todos pueden hacer algo mediante sus oraciones y ofrendas para ayudar a la obra misionera” (TI 6:37, 38).
Preguntas para Dialogar:
Piensa más en el tema de los orígenes. ¿Por qué son importantes los orígenes? ¿De qué modo una correcta comprensión de nuestros orígenes nos ayudan a entender mejor quiénes somos y cuál es realmente el propósito de nuestra existencia?
¿De qué manera la siguiente cita nos ayuda a entender la existencia del libre albedrío, del amor y del mal en nuestro mundo? “De este modo, si Dios quiere crear criaturas amantes (a imitación de su amor perfecto), él tiene que crear seres libres que puedan causar sufrimiento y mal en el mundo de su elección. La dinámica del amor y la libertad requieren que Dios nos deje espacio para crecer en amor, mediante nuestra libertad humana. El único modo que tiene Dios de permitir que seres libres actúen sin amor es abstenerse completamente de crear criaturas amantes”.–Robert J. Spitzer, New Proofs for the Existence of God: Contributions of Contemporary Physics and Philosophy, ed. Kindle (Eerdmans, 2010), p. 233.
La muerte de Jesús fue un acto único que ocurrió en una pequeña nación del Imperio Romano hace casi dos mil años. No obstante, este acto es de importancia eterna para cada ser humano. Nosotros, que conocemos de este acto y sabemos lo que significa, ¿qué responsabilidad tenemos de comunicarlo a los que no saben nada acerca de esto? ¿De qué otro modo aprenderán ellos si quienes lo sabemos no lo decimos?
Lecciones de la Escuela Sabática
Estudie la palabra de Dios a través de las Guías o lecciones de la Escuela Sabática.
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Colosenses 3:1.
Libros de Lecturas Devocionales
- A Fin de Conocerle. Hoy con la lectura Fieles en lo poco basada en Lucas 16:10.
- Cada día con Dios. Hoy con la lectura Preparémonos para la inmortalidad basada en 1 Juan 5:4.
Envíe su Pedido de Oración, sus peticiones serán tratadas de una forma confidencial.
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