Lecciones para adultos: "El Libro de Hechos"
Tercer trimestre (julio-septiembre) de 2018
Lección 2: "El Pentecostés"
Para el 14 de julio de 2018
Sábado | Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes
Lee Para el Estudio de esta Semana: Hechos 2:1-4; Juan 14:16; Hechos 2:5-13; Joel 2:28-32; Hechos 2:22-39; Salmo 110:1-3.
Para Memorizar: “A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís” (Hech. 2:32, 33).
“Pentecostés” viene de la palabra pentēkostē, el nombre griego para la fiesta judía de las semanas (Éxo. 34:22), también conocida como día de las primicias (Núm. 28:26). El término significa “quincuagésimo”, y debe su uso al hecho de que la fiesta se celebraba el quincuagésimo día a partir de la ofrenda de la gavilla de cebada, que se hacía el primer día después de la Pascua. Era un día de alegría y de acción de gracias, cuando el pueblo de Israel presentaba ante el Señor “las primicias de la siega del trigo” (Éxo. 34:22).
La fiesta llegó a ser un símbolo apropiado para la primera cosecha espiritual de la iglesia cristiana, cuando el Espíritu Santo se derramó más abundantemente que nunca y se bautizaron tres mil personas en un solo día (Hech. 2:41). Después de la ascensión de Jesús y su exaltación en el cielo, este derramamiento del Espíritu fue un acontecimiento sobrenatural y repentino que transformó a los apóstoles, de galileos sencillos y desconocidos, en hombres de convicción y coraje que cambiarían el mundo.
A menudo se dice que el Pentecostés es el cumpleaños de la iglesia, el momento en que los seguidores de Cristo –los judíos y, más adelante, los gentiles– fueron legitimados como la nueva comunidad de Dios en la Tierra.
Domingo 8 de julio: La venida del Espíritu
Conforme a la orden de Jesús, los creyentes esperaron en Jerusalén el cumplimiento de la promesa del Espíritu, y lo hicieron con oración ferviente, arrepentimiento sincero y alabanzas. Cuando llegó el día, “estaban todos unánimes juntos” (Hech. 2:1), probablemente en el mismo aposento alto de Hechos 1. Sin embargo, pronto se mudarían a un lugar más público (Hech. 2:6-13).
Lee Hechos 2:1 al 3. ¿Qué elementos sobrenaturales acompañaron el derramamiento del Espíritu?
La escena era intensa. Primero hubo un ruido repentino proveniente del cielo como el rugido de una tormenta violenta que llenó todo el lugar, y luego apareció algo parecido a llamas de fuego y se posó sobre los que estaban allí. En la Biblia, frecuentemente, al viento y al fuego se los relaciona con una “teofanía” o una manifestación divina (por ejemplo, Éxo. 3:2; 19:18; Deut. 4:15). Además, también se utiliza al fuego y al viento para representar al Espíritu de Dios (Juan 3:8; Mat. 3:11). En el caso del Pentecostés, sea cual fuere el significado preciso de estos fenómenos, fueron señales que presentaron un momento único en la historia de la salvación: el derramamiento prometido del Espíritu Santo. El Espíritu siempre había estado obrando. Su influencia en el pueblo de Dios en la época del Antiguo Testamento se reveló, a veces, de una manera notable, pero nunca en su plenitud. “Durante la era patriarcal, la influencia del Espíritu Santo se había revelado a menudo en forma señalada, pero nunca en su plenitud. Ahora, en obediencia a la palabra del Salvador, los discípulos ofrecieron sus súplicas por este don y, en el cielo, Cristo añadió su intercesión. Reclamó el don del Espíritu para poder derramarlo sobre su pueblo” (HAp 30). Juan el Bautista predijo el bautismo del Espíritu por parte del Mesías venidero (Luc. 3:16, comparar con Hech. 11:16), y el mismo Jesús se refirió a él varias veces (Luc. 24:49; Hech. 1:8). Este derramamiento sería su primer acto de intercesión ante Dios (Juan 14:16, 26; 15:26). En Pentecostés, la promesa se cumplió.
Aunque el bautismo del Espíritu en Pentecostés fue un acontecimiento único relacionado con la victoria de Jesús en la cruz y su exaltación en el cielo, estar llenos del Espíritu es una experiencia que se repite continuamente en la vida de los creyentes (Hech. 4:8, 31; 11:24; 13:9, 52; Efe. 5:18).
¿Qué evidencias tienes de la obra del Espíritu Santo en tu vida?
Lunes 9 de julio: El don de lenguas
En Hechos 2:4, el don del Espíritu se manifestó a través del don de lenguas. Sin embargo, este don era solo una de las tantas manifestaciones diferentes del Espíritu (Hech. 10:45, 46; 19:6). Otras son: predicción del futuro (Hech. 11:28), visiones (Hech. 7:55), discursos inspirados (Hech. 2:8; 28:25), sanidad (Hech. 3:6, 12; 5:12, 16) y aptitud para el servicio (Hech. 6:3, 5).
El don de lenguas en Pentecostés no sucedió por ser la evidencia típica o la más importante del derramamiento del Espíritu. Se manifestó con el fin de lanzar la misión mundial de la iglesia. Es decir, el llamado que se presenta en Hechos 1:8 requería el don de lenguas. Para que los apóstoles pudieran superar las barreras culturales y llegar hasta los confines de la Tierra con el evangelio, debían ser capaces de hablar en los idiomas de quienes tendrían que escucharlos.
Lee Hechos 2:5 al 12. ¿Cuál es la evidencia de que, en Pentecostés, los apóstoles hablaron en idiomas extranjeros existentes?
Se estima que, en el siglo I, había entre ocho y diez millones de judíos en el mundo, y que hasta el 60% de ellos vivía fuera del territorio de Judea. No obstante, muchas personas que estaban en Jerusalén para la fiesta eran de países extranjeros y no hablaban arameo, el idioma de los judíos de Judea en ese momento.
No cabe duda de que la mayoría de los conversos en Pentecostés eran judíos de diversas tierras que ahora podían escuchar el evangelio en sus propios idiomas nativos. El término dialektos (Hech. 2:6, 8), que significa idioma de una nación o región (comparar con Hech. 21:40; 22:2; 26:14), demuestra que los apóstoles hablaron en idiomas extranjeros existentes, no en exaltadas lenguas desconocidas. Entonces, evidentemente, ellos hablaban en estos diferentes idiomas. El milagro constó en que los galileos sencillos ahora podían hablar un idioma que, incluso horas antes, no conocían. Para los judíos locales que presenciaron la escena pero no conocían estos idiomas, la única explicación posible era que los apóstoles estaban borrachos porque emitían sonidos extraños que no tenían sentido para ellos. “Otros se burlaban y decían: ‘Lo que pasa es que están borrachos’ ” (Hech. 2:13, NVI).
Una poderosa manifestación de Dios está ocurriendo frente a sus ojos, y sin embargo, estas personas piensan que es solo borrachera. ¿Cómo podemos estar atentos para no ser tan ciegos espiritualmente?
Martes 10 de julio: El sermón de Pedro
La acusación de que estaban borrachos le dio a Pedro la oportunidad de explicar lo que estaba sucediendo. En su discurso, el apóstol señaló primero la Biblia (Hech. 2:16-21), que describe el derramamiento del Espíritu como el cumplimiento de la profecía.
Compara Hechos 2:17 con Joel 2:28. ¿De qué modo entendía Pedro el tiempo del cumplimiento de la profecía de Joel?
La profecía de Joel se refiere a la futura era de la salvación (Joel 2:32), que se caracteriza por varias señales en el mundo natural y un prodigioso derramamiento del Espíritu (Joel 2:28-31). Al interpretar el acontecimiento del Pentecostés a la luz de esa profecía, Pedro intentó enfatizar la relevancia histórica de ese momento. Pero hay una diferencia importante en la forma en que cita a Joel. En lugar de la introducción de Joel: “Y después” (Joel 2:28), que señalaba el futuro en forma bastante general, Pedro dijo: “En los postreros días” (Hech. 2:17), indicando que el acto final en el gran drama de la salvación acababa de comenzar. Por supuesto, esto no es una descripción completa de los acontecimientos de los últimos días, sino una evidencia del gran sentido de urgencia que distinguía a la iglesia primitiva. No sabían cuándo llegaría el fin, pero estaban convencidos de que no faltaba mucho.
Lee Hechos 2:22 al 32. ¿Cuál fue la idea principal en la presentación que Pedro hizo del evangelio?
Después de resaltar la importancia profética de Pentecostés, Pedro pasó a los acontecimientos recientes de la vida, la muerte y la resurrección de Jesús. No obstante, hizo más énfasis en la resurrección, dado que representaba el factor decisivo en la historia del evangelio. Para Pedro, la resurrección fue la vindicación suprema de Jesús (Hech. 2:22, 27); y recurrió a las Escrituras para expresar su punto de vista sobre el significado de la resurrección.
Como Jesús era el Mesías, la muerte no lo podía detener. Así que, tanto para Pedro como para todos los autores del Nuevo Testamento, la resurrección de Jesús se había convertido en una evidencia poderosa, no solo de Jesús como el Mesías, sino de todo el mensaje cristiano de salvación.
La muerte está la vuelta de la esquina, siempre amenazándonos a nosotros o a nuestros seres queridos; entonces, ¿por qué la resurrección de Jesús es una verdad tan importante?
Miércoles 11 de julio: La exaltación de Jesús
“Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís” (Hech. 2:33).
En la tercera parte del discurso, Pedro volvió al tema de las lenguas, que había atraído al pueblo al principio. En vez de estar borrachos –lo que habría sido extraño a las nueve de la mañana (Hech. 2:15)–, los creyentes estaban hablando en lenguas porque el Espíritu Santo acababa de ser derramado del cielo.
Lee Hechos 2:33 al 36. ¿Cuál es la conexión entre la exaltación de Jesús a la diestra de Dios y el derramamiento del Espíritu?
La diestra de Dios es una posición de autoridad (Sal. 110:1-3). El argumento de Pedro, que se basa en la Biblia, es que, debido a que Jesús fue elevado a esa posición en el cielo, derramó el Espíritu sobre sus seguidores. La exaltación no le concedió a Jesús un estatus que no tenía antes (Juan 1:1-3; 17:5), sino que representaba el supremo reconocimiento, por parte del Padre, de su prerrogativa como Señor y Salvador (Hech. 2:36). Este hecho en realidad nos lleva a uno de los temas más importantes de la Escritura: el conflicto cósmico entre el bien y el mal. La cuestión es que el Espíritu no podía venir plenamente si Jesús no era exaltado (Juan 7:39), y Jesús no sería exaltado si no hubiese triunfado en la cruz (17:4, 5). En otras palabras, la exaltación de Jesús era la condición para la venida del Espíritu porque significaba la aprobación, por parte de Dios, de los logros de Jesús en la cruz, incluyendo la derrota de aquel que había usurpado el dominio de este mundo (12:31). La entrada del pecado en el mundo proyectó una sombra sobre Dios. La muerte de Jesús era necesaria no solo para redimir a los seres humanos, sino también para vindicar a Dios y exponer a Satanás como impostor. En el ministerio de Jesús, la era de la salvación ya estaba en marcha (Luc. 4:18-21). Cuando expulsaba a los demonios o perdonaba pecados, liberaba a los cautivos de Satanás. Sin embargo, fue la cruz la que le dio total autoridad para hacer eso. Por lo tanto, cuando el autosacrificio de Cristo fue autenticado en el cielo, Satanás recibió un golpe decisivo y el Espíritu comenzó a derramarse para preparar a un pueblo para la venida de Cristo.
Jueves 12 de julio: Las primicias
Las palabras de Pedro llegaron al corazón de sus oyentes. Es posible que algunos de ellos hubiesen estado entre los que pedían que crucificaran a Jesús unas semanas antes (Luc. 23:13-25). Pero ahora, persuadidos de que Jesús de Nazaret era realmente el Mesías designado por Dios, clamaron con tristeza: “¿Qué haremos?” (Hech. 2:37).
Lee Hechos 2:38. ¿Cuáles son los dos requisitos básicos para el perdón?
Más que simplemente un sentimiento de tristeza o remordimiento, arrepentirse significa un cambio de rumbo radical en la vida y apartarse del pecado (Hech. 3:19; 26:20). Junto con la fe, el verdadero arrepentimiento es un don de Dios; pero, como todos los dones, se lo puede rechazar (Hech. 5:31-33; 26:19-21; Rom. 2:4).
Desde la época de Juan el Bautista, el arrepentimiento se asociaba con el bautismo (Mar. 1:4). Es decir, el bautismo se convirtió en una expresión de arrepentimiento, un rito que simboliza el lavamiento de los pecados y la regeneración moral producida por el Espíritu Santo (Hech. 2:38; 22:16; comparar con Tito 3:5-7).
Lee Hechos 2:38 y 39. ¿Qué promesa especial reciben quienes se arrepienten y se bautizan?
En el Pentecostés, la gente no solo recibió el perdón de los pecados, sino también la plenitud del Espíritu para el crecimiento personal el servicio en la iglesia y, especialmente, la misión. Esta fue quizá la mayor de todas las bendiciones, porque la razón principal de la iglesia es compartir las buenas nuevas del evangelio (1 Ped. 2:9). Por lo tanto, a partir de ese momento, tendrían la seguridad de la salvación y el poder del Espíritu Santo, que los capacitaría para la misión a la que la iglesia había sido llamada.
¿Por qué es tan importante que todo el que quiera proclamar el evangelio entienda que tenemos “perdón de los pecados”? Al fin y al cabo, ¿qué esperanza puedes ofrecerles a los demás en Jesús si tú no la tienes?
Para Estudiar y Meditar:
El derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés reveló una verdad fundamental sobre lo que sucedió en el cielo y sobre cómo aceptó Dios el Padre el sacrificio de Cristo por los pecados del mundo. El derramamiento del Espíritu mostró, además, que comenzó en el cielo la obra de Cristo en nuestro favor, sobre la base de su sacrificio en la tierra. Estos acontecimientos asombrosos son otras de las manifestaciones de la maravillosa verdad de que el Cielo y la Tierra están conectados de una manera que no podemos comprender ahora.
“La ascensión de Cristo al cielo fue la señal de que sus seguidores iban a recibir la bendición prometida. Habían de esperarla antes de empezar a hacer su obra. Cuando Cristo entró por los portales celestiales, fue entronizado en medio de la adoración de los ángeles. Tan pronto como esta ceremonia hubo terminado, el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos en abundantes raudales, y Cristo fue de veras glorificado con la misma gloria que había tenido con el Padre desde toda la eternidad. El derramamiento pentecostal era la comunicación del Cielo de que el Redentor había iniciado su ministerio celestial. De acuerdo con su promesa, había enviado el Espíritu Santo del cielo a sus seguidores como prueba de que, como Sacerdote y Rey, había recibido toda autoridad en el cielo y en la tierra, y era el Ungido sobre su pueblo” (HAp 31, 32).
Preguntas para Dialogar:
¿Qué aspectos de Pentecostés se puede esperar que experimente la vida de la iglesia actual? ¿Qué podría repetirse, y qué no?
¿Por qué Pedro hizo de la resurrección de Jesús una parte tan importante de su mensaje de Pentecostés? Lo que hacía de la resurrección algo aún más sorprendente es que, más allá de las expectativas mesiánicas judías existentes en aquella época, nadie esperaba que un Mesías resucitara de entre los muertos. Eso no estaba en el radar espiritual de nadie; no era lo que preveían los que esperaban la venida del Mesías. ¿Qué lecciones podemos aprender de esto? ¿Cuánto necesitamos saber lo que enseña la Biblia, en contraposición con lo que dicen las enseñanzas populares más recientes?
Hechos 2:38 habla de la necesidad del bautismo. ¿Significa que alguien que creyó en Jesús pero murió antes de bautizarse necesariamente está perdido? Justifica tu respuesta.
Lecciones de la Escuela Sabática
Estudie la palabra de Dios a través de las Guías o lecciones de la Escuela Sabática.
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa. Efesios 1:13.
Libros de Lecturas Devocionales
- A Fin de Conocerle. Hoy con la lectura Promesa de poder divino basada en Hechos 1:8.
- Cada día con Dios. Hoy con la lectura El antídoto de la codicia basada en Colosenses 1:23.
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