El autor(a) Luis A. Amador Morales, al momento de redactar este trabajo era estudiante del Seminario Teológico Adventista de Cuba.
Categoría: Artículos, Estudios, Investigaciones
Este discípulo ciertamente es la persona más enigmática de todo el Evangelio. El significado de su nombre, su medio, su carácter, su motivo al traicionar a Jesús, la manera de su muerte, todo es enigmático.1
La historia de Judas presenta el triste fin de una vida que podría haber honrado a Dios. Si hubiese muerto antes de su último viaje a Jerusalén, habría sido considerado como un hombre digno de un lugar entre los doce, y su desaparición habría sido muy sentida. A no ser por los atributos revelados al final de su historia, el aborrecimiento que le ha seguido a través de los siglos no habría existido. Pero su carácter fue desenmascarado al mundo con un propósito: Había de servir de advertencia a todos los que, como él, hubiesen de traicionar cometidos sagrados.2
Su nombre
Su nombre provenía del Gr. Ióudas, [sea él (Dios)] "alabado [célebre]"; transliteración del hebreo Yehûdâh, Judá. Era un nombre judío común, especialmente desde los días del patriota Judas Macabeo, libertador de la tiranía de Antíoco Epífanes (175-164/63 a.C.). Se han ofrecido las más diversas explicaciones al nombre Iscariote: “hombre de Queriot”, “hombre de Sicar”, “hombre de Isacar”, “hombre de Jericó”, “falsante, mentiroso, hipócrita”. Entre estas interpretaciones la más aceptada es la primera, “hombre de Queriot” (Juan 12:4; 13:2,26; 14:22). Hay nombres similares y comparables en Josefo, en el Talmud y en las referencias Joaninas, refiriéndose al padre de Judas como Simón Iscariote (6:71; 13:26). Se han presentado dificultades al interpretar este nombre, pero si a pesar de esto se toma como que significa “hombre de Queriot”, se puede considerar que este apóstol fue designado así porque era el único natural de Judea de entre los doce, por lo tanto no era galileo. Se cree que el nombre Iscariote proviene del hebreo 'îsh Qerîyôth, "hombre de Queriot", la ya mencionada ciudad, ubicada al sur de Judá, entre Beerseba y el Mar Muerto.3, 4 Iscariote es probable que no sea el nombre del padre de Judas, quien es llamado Simón.
La acepción de su nombre “hombre de Queriot” tiene una explicación ampliamente aceptada, la cual asevera que ese nombre identifica el origen de Judas. Es poco probable que en aquel entonces no se le diera a un hombre su nombre por el lugar donde vivía; es válido añadir que en ese momento había un Queriot en Judá y otro en Moab (Jer 48: 14, 41). Pero esta no es la única posibilidad, pues Lucas dice que a Judas se le llamó el Iscariote (Lucas 22:3), como si este fuera un seudónimo o algo así. Otros de los discípulos a los que se les dieron nombre de esa manera fueron: Simón, llamado Pedro; Simón el Cananeo; Santiago y Juan, los hijos del trueno; y Mateo, el recolector de impuestos. Nombrados por su padre quedaría así: Santiago el hijo de Alfeo; Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo y Judas mismo, como hijo de Simón. Ningún otro de los apóstoles es identificado por su lugar de origen, por eso es más posible pensar que el nombre de Iscariote es un nombre descriptivo.5
Referencias
Las únicas fuentes que tratan de Judas Iscariote son los cuatro evangelios, Los Hechos, y probablemente 1 Corintios 11:23.6 Su primera mención fue en su designación entre los Doce (Marcos 3:19.7
Acercamiento a Jesús
Judas se había unido a los discípulos cuando las multitudes seguían a Cristo. Vio a los enfermos, los cojos y los ciegos acudir a Jesús desde los pueblos y las ciudades, y a los moribundos puestos a sus pies. Presenció las poderosas obras del Salvador al sanar a los enfermos, echar a los demonios y resucitar a los muertos. Sintió en su propia persona la evidencia del poder de Cristo. Reconoció la enseñanza de Cristo como superior a todo lo que hubiese oído. Amaba al gran Maestro, y deseaba estar con él. Sintió un deseo de ser transformado en su carácter y su vida, y esperó obtenerlo relacionándose con Jesús. El Salvador no lo rechazó, le dio:
Un lugar entre los doce.
La obra de un evangelista.
El poder para sanar a los enfermos y echar a los demonios.
Reputación y autosuficiencia
Aparentemente era un hombre de habilidad ejecutiva: fue el tesorero de los discípulos (Juan 13:29). Es evidente que Juan lo llama ladrón (12:6), pues no era estrictamente honesto en el manejo del fondo común. El tácito respeto con que los otros discípulos trataban a Judas sugiere que admiraban y reconocían su habilidad.8 Era tenido en alta estima por los discípulos, y ejercía gran influencia sobre ellos. Tenía alta opinión de sus propias cualidades y consideraba a sus hermanos muy inferiores a él en juicio y capacidad. Ellos no veían sus oportunidades, pensaba él, ni aprovechaban las circunstancias. La iglesia no prosperaría nunca con hombres tan cortos de vista como directores. Pedro era impetuoso; obraba sin consideración. Juan, que atesoraba las verdades que caían de los labios de Cristo, era considerado por Judas como mal financista. Mateo, cuya preparación le había enseñado a ser exacto en todas las cosas, era muy meticuloso en cuanto a la honradez, y estaba siempre contemplando las palabras de Cristo, y se absorbía tanto en ellas que, según pensaba Judas, nunca se le podría confiar la transacción de asuntos que requiriesen previsión y agudeza. Pasaba revista a todos los discípulos, y se lisonjeaba porque, de no tener él su capacidad para manejar las cosas, la iglesia se vería con frecuencia en perplejidad y embarazo. Se consideraba como el único capaz, aquél a quien no podía aventajársele en los negocios. En su propia estima, reportaba honra a la causa, y como tal se representaba siempre.
Lo que Jesús hizo por él
Judas estaba ciego en cuanto a su propia debilidad de carácter, y Cristo le colocó donde tuviese oportunidad de verla y corregirla. Como tesorero de los discípulos, estaba llamado a proveer a las necesidades del pequeño grupo y a aliviar las necesidades de los pobres.
Cuando, en el aposento de la Pascua, Jesús le dijo: "Lo que haces, hazlo más presto", Los discípulos pensaron que le ordenaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Mientras servía a otros, Judas podría haber desarrollado un espíritu desinteresado. Pero aunque escuchaba diariamente las lecciones de Cristo y presenciaba su vida de abnegación, alimentaba su disposición avara. Las pequeñas sumas que llegaban a sus manos, eran una continua tentación. Con frecuencia, cuando hacía un pequeño servicio para Cristo, o dedicaba tiempo a propósitos religiosos, se cobraba de este escaso fondo. A sus propios ojos, estos pretextos servían para excusar su acción; pero a la vista de Dios, era ladrón.
Por qué no fue transformado
No llegó al punto de entregarse plenamente a Cristo.
No renunció a su ambición mundanal o a su amor al dinero.
No se dejó modelar por la acción divina.
Creyó que podía conservar su propio juicio y sus opiniones.
Cultivó una disposición a criticar y acusar.9
Razón por la que siguió a Jesús
La perspectiva de obtener un puesto elevado en el nuevo reino lo había inducido a abrazar la causa de Cristo. Judas no había llegado a la conclusión de que Jesús no fuera el Hijo de Dios; pero dudaba, y procuraba hallar alguna explicación de sus poderosas obras.
Punto decisivo en su historia
El discurso de Cristo en la sinagoga acerca del pan de vida, fue el punto decisivo en la historia de Judas. Oyó las palabras: "Si no comiereis la carne del Hijo del hombre, y bebierais su sangre, no tendréis vida en vosotros". Vio que Cristo ofrecía beneficio espiritual más bien que mundanal. Pensó que podía vislumbrar que Cristo no tendría honores ni podría conceder altos puestos a sus seguidores. Resolvió no unirse tan íntimamente con Cristo que no pudiese apartarse. Quedaría a la expectativa, y así lo hizo.
Oportunidades para arrepentirse
No estaba completamente empedernido. Aun después de haberse comprometido dos veces a traicionar al Salvador, tuvo oportunidad de arrepentirse. En ocasión de la cena de Pascua, Jesús demostró su divinidad revelando el propósito del traidor; lo incluyó tiernamente en el servicio hecho a los discípulos. Pero no fue oída su última súplica de amor. Entonces el caso de Judas fue decidido, y los pies que Jesús había lavado salieron para consumar la traición.
Contrato de entrega
Un poco antes de la Pascua, Judas había renovado con los sacerdotes su contrato de entregar a Jesús en sus manos. Desde el banquete celebrado en casa de Simón, Judas había tenido oportunidad de reflexionar en la acción que había prometido ejecutar, pero su propósito no había cambiado.
De acuerdo con Marcos y Lucas, Judas les ofreció a los principales sacerdotes traicionar a Jesús y recibió de ellos una promesa de dinero. Mateo registra que le pagaron treinta piezas de plata, un detalle derivado de Zacarías 11:12; luego presenta a Judas arrepintiéndose y queriendo devolver el dinero a los sacerdotes. En su resistencia por aceptarlo Judas lo tiró al suelo del templo y comenzó a lamentarse. Los sacerdotes indispuestos para poner el dinero en el tesoro del templo compraron un campo que llegó a llamarse “campo de sangre”.10
Excusa para entregar a Jesús
Aproximadamente un año antes de su traición, Jesús predijo que uno de los Doce, a quien no nombró, lo entregaría (6:70, 71). La suave, aunque directa, reprensión de Jesús a Judas durante la fiesta en casa de Simón (el día anterior a la entrada triunfal; 12:12), por causa de su protesta de que el precio del costoso perfume de María podría habérsele confiado a él -"y dado a los pobres" (Mateo 26:6-13; cf Juan 12:1-8)-, fue aparentemente la excusa que tuvo para hacer el primer contacto con los sumos sacerdotes. Los encontró reunidos en la casa de Caifás, deliberando acerca de cuál sería el mejor procedimiento para eliminar a Jesús (Mateo 26:1-5, 14-16). Las "treinta piezas de plata" (Versículo 15; es decir, 30 siclos) por las cuales Judas arregló la entrega de su Señor, eran el precio tradicional de un esclavo (Éxodo 21:32).11
Su razonamiento al entregar a Jesús
Judas razonó que si Jesús había de ser crucificado, el hecho acontecería de todos modos. Su propio acto de entregar al Salvador no cambiaría el resultado. Si Jesús no debía morir, lo único que haría sería obligarle a librarse. En todo caso, Judas ganaría algo por su traición. Calculaba que había hecho un buen negocio traicionando a su Señor.
No creía que Cristo se dejaría arrestar. Al entregarle, era su propósito enseñarle una lección. Se proponía desempeñar un papel que indujera al Salvador a tener desde entonces cuidado de tratarle con el debido respeto; no sabía que estaba entregando a Cristo a la muerte.
Judas decidió probar el asunto. Si Jesús era realmente el Mesías, el pueblo, por el cual había hecho tanto, se reuniría en derredor suyo, y le proclamaría rey. Esto haría decidirse para siempre a muchos espíritus que estaban ahora en la incertidumbre. Judas tendría en su favor el haber puesto al rey en el trono de David. Y este acto le aseguraría el primer puesto, el siguiente a Cristo en el nuevo reino.
El falso discípulo desempeñó su parte en la entrega de Jesús. En el huerto, cuando dijo a los caudillos de la turba: "Al que yo besare, aquél es: prendedle”, creía plenamente que Cristo escaparía de sus tiranos. Entonces, si le inculpaban, diría: ¿No os había dicho que lo prendieseis?12
Su conciencia culpable
Mientras hora tras hora transcurría, y Jesús se sometía a todos los abusos acumulados sobre él, se apoderó del traidor un terrible temor de haber entregado a su Maestro a la muerte.
Cuando el juicio se acercaba al final, Judas no pudo ya soportar la tortura de su conciencia culpable. Gritó: ¡Es inocente; perdónale, oh, Caifás!
Se abrió paso a través de la muchedumbre. Su rostro estaba pálido y desencajado, y había en su frente gruesas gotas de sudor. Corriendo hacia el sitial del juez, arrojó delante del sumo sacerdote las piezas de plata que habían sido el precio de la entrega de su Señor. Asiéndose vivamente del manto de Caifás, le imploró que soltase a Jesús y declaró que no había hecho nada digno de muerte. La perfidia de los sacerdotes quedaba revelada. Era evidente que habían comprado al discípulo para que traicionase a su Maestro.
Los sacerdotes habían estado dispuestos a hacer de Judas su instrumento; pero despreciaban su bajeza. Cuando les hizo su confesión, lo rechazaron desdeñosamente.13
Muerte de Judas
La manera de la muerte de Judas fue muy comentada por los por los predicadores y escritores tempranos de la iglesia, quienes introdujeron toda clase de detalles para hacer la muerte más horrible. Tanto los registros bíblicos como postbíblicos parecen haber estado influenciados por el Antiguo Testamento e historias apócrifas del hombre diabólico, o al menos por una tradición perdida acerca de cómo debían morir los traidores y villanos. Los dos registros del Nuevo Testamento apuntan que Judas murió a consecuencia de su perfidia (se ahorcó) y que un terreno fue comprado a consecuencia de su acto. La tradición ha ubicado este terreno en la confluencia de los valles de Kidrón, Tyropoeon y Hinnom.14
Era un espectáculo repugnante. Su peso había roto la soga con la cual se había colgado del árbol. Al caer, su cuerpo había quedado horriblemente mutilado, y los perros lo estaban devorando. Sus restos fueron inmediatamente enterrados: pero hubo menos burlas entre la muchedumbre, y más de uno revelaba en su rostro pálido pensamientos íntimos. La retribución parecía estar cayendo ya sobre aquellos que eran culpables de la sangre de Jesús.15
Referencias Bibliográficas
The Interpreter´s Dictionary of the Bible, 1962, ver ”Judas”.
White, Elena de, El Deseado de todas las Gentes, CD Fundamentos de Esperanza (Miami: APIA, 1998), 663.
Diccionario Bíblico Adventista del Séptimo Día, CD Fundamentos de Esperanza, 1998, ver “Judas”.
The Interpreter´s Dictionary of the Bible, 1962, ver ”Judas”.
Bromiley, Goeffrey. W., The International Standard Bible Encyclopedia, Vol. 2 (Grand Rapids, Michigan, 1982), 1151.
Ibíd, 1152.
Diccionario Bíbkico Adventista del Séptimo Día, CD Fundamentos de Esperanza, 1998, ver “Judas”.
Ibíd.
White, Elena de, El Deseado de todas las Gentes, CD Fundamentos de Esperanza (Miami: APIA, 1998), 663, 664.
The Interpreter´s Dictionary of the Bible, 1962, ver ”Judas”.
Diccionario Bíbkico Adventista del Séptimo Día, CD Fundamentos de Esperanza, 1998, ver “Judas”.
White, Elena de, El Deseado de todas las Gentes, CD Fundamentos de Esperanza (Miami: APIA, 1998), 664- 668.
Ibíd., 669.
The Interpreter´s Dictionary of the Bible, 1962, ver ”Judas”.
White, Elena de, El Deseado de todas las Gentes, CD Fundamentos de Esperanza (Miami: APIA, 1998), 670.
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