El autor(a) Alexander García Urquijo.
Categoría: Programas para los Jóvenes
Este programa narra una historia ficticia. Las evidencias históricas y bíblicas son reales y expuestas por Josh McDowell en su libro: El factor de la resurrección.
Introducción:
Durante siglos, el hecho de que la tumba de Cristo estaba vacía constituyó la prueba de resurrección y triunfo del plan divino de Redención que durante siglos ha avivado las llamas de la fe cristiana. Para otros, sobre todo hombres de ciencia, ateos, enemigos de la fe y hasta escépticos, constituye una prueba para sus múltiples y amañadas teorías de lo que pasó en aquellos días en Palestina.
A través de este programa, el autor intenta reflejar de una manera didáctica, todas las evidencias históricas que echan por tierra las ateas justificaciones que pretenden desacreditar el carácter milagroso de la resurrección de Cristo. Por medio de un lenguaje sencillo, se pretende demostrar que no hay evidencias de fraude en las historias bíblicas de la muerte y resurrección de Jesús y que por el contrario, dichos acontecimientos reflejan la autenticidad del evangelio. Sin más, con ustedes, el programa “Y la tumba estaba vacía”.
Narrador: Corría el año 64 de nuestra era. El poder romano había tomado posición hacia los 4 vientos. Así como en Roma los senadores inspirados en conspiraciones se asesinaban unos a otros sumergidos en diferencias políticas, y en las provincias no bastaban las tropas para controlar tan amplios territorios, en varias regiones del imperio explotaron revueltas que sacudían seriamente la estabilidad impuesta por los Césares.
Varios informes llegaron al César. Noticias sobre conspiraciones y posibles levantamientos en Palestina. El gobierno imperial regente en esa provincia, justificaba su incapacidad para sostener la situación, aludiendo que enseñanzas de un carpintero local crucificado varias décadas antes, eran usadas por un movimiento a quien los pobladores llamaban despectivamente con el nombre de: "Cristianos". Según colaboradores de Roma en Jerusalén, los seguidores de la nueva fe, fundamentaron su movimiento en la milagrosa resurrección de su Maestro, y dado su acelerado crecimiento y expansión por varias ciudades del Asia, amenazaban con desencadenar una “Crisis de desobediencia”.
Movido por estos temores, el senado en Roma designó a uno de sus miembros para viajar a Jerusalén, reunirse con testigos, y recopilar suficientes pruebas como para desacreditar la naciente fe, y disolver así cualquier posibilidad de desestabilizar que llevara a un futuro conflicto no deseado por el gobierno imperial. Con ese objetivo llegó a Jerusalén el senador Rómulo. Representante de Abilinia.
(Entra en escena Rómulo acompañado de su secretario, se acomodan en la sala, uno al lado del otro. Rómulo actúa con conducta de superioridad y sacude el polvo de su asiento con un pañuelo que siempre porta en su mano, con el cual también seca su cara del sudor constantemente y con gran arrogancia).
Rómulo: y bien mi querido secretario. ¿Cómo comenzaremos nuestro trabajo?
Secretario: ¡Excelencia! le sugiero que comencemos con la información que porta el informe al senado sobre los hechos relacionados con la muerte y desaparición del cuerpo de ese “Jesús de Nazaret”. Aquí también tenemos documentos firmados por Poncio Pilato, Prefecto de Judea en los tiempos de Tiberio, en los cuales se brinda abundante información sobre los hechos y que fueron registrados tras el juicio a Jesús.
(Mientras habla el secretario, organiza sobre la mesa, varios documentos y rollos de papel).
Rómulo: Comencemos entonces por el primer testigo.
Secretario: El primer testigo es Tolomeo, el médico personal de Poncio Pilato, quien ha trabajado para varios gobernadores de Judea, romano fiel y estudioso de la muerte por crucifixión.
Rómulo: Pues no me haga esperar más. (Dice mientras pasa su pañuelo con arrogancia sobre su cara).
Secretario: ¡Que pase el primer testigo!
(Entra el médico a la sala, se inclina ante el senador y mientras este tiende su mano, el primero besa el anillo de su mano. Luego Rómulo, con una señal de su mano, ordena al médico incorporarse).
Rómulo: Quiero que responda a mis preguntas recordando que sus palabras quedarán registradas en acta, y una sola falsa se pagará con la crucifixión. Queremos que nos dé su criterio sobre este asunto. Los informes sugieren que en la tumba no había cadáver en el momento de la inspección oficial romana. ¿Cree usted posible que ese Jesús crucificado no haya muerto, y después de su funeral haya escapado?
Médico: Excelentísimo. Resultaría imposible para un humano sobrevivir a una pena tan bien diseñada como la de la cruz. Antes de la crucifixión, al convicto se le azota con fuerza hasta desprender tiras de su piel y abrir las venas y capilares de su espalda. Las bolitas de plomo atadas a las tiras de cuero, golpean el cuerpo destrozando el músculo y el centurión solo detiene la tortura cuando el prisionero se haya cerca de la muerte. He visto por montones, a victimas cuyos intestinos son vertidos a golpes, quedando todo su cuerpo como una gran masa de carne hinchada y sanguinolenta.
He estudiado mucho sobre la crucifixión, y he comprobado que las víctimas no mueren de asfixia, sino por un fallo de su corazón. Eso explica porque al ser atravesado su costado hasta herir el corazón, se puede ver salir agua por la herida y no sangre. Parece ser que cuando el corazón falla, el agua se separa de la sangre. Dudo que alguien pueda escapar a este otro mecanismo de muerte.
Por otro lado, una vez sospechada la muerte, el centurión a cargo de la ejecución, evalúa el cuerpo y da el primer veredicto de la muerte. En el caso particular de ese Jesús, según leí en el informe presentado por la guardia, dice que los soldados no quebrantaron sus piernas pues comprobaron que estaba muerto. El mismo Pilato requirió de mi dictamen antes de entregar el cuerpo a un tal José de Arimatea.
En mi larga experiencia no conozco ningún caso de crucifixión que haya soportado la muerte. Incluso Josefo, ese historiador judío que ahora trabaja para el César, cuenta en uno de sus escritos, que cuando crucificaron a tres de sus amigos hace tres años, solicitó el perdón del general Tito con lo cual logró que los retiraran rápidamente de la cruz. Aunque estuvieron pocos minutos en el castigo, dos de los tres murieron. Además su excelencia, si ese Jesús hubiese soportado milagrosamente los efectos de la cruz, no habría podido escapar de la túnica moltuaria. Los judíos envuelven a sus muertos con tela de lino colocando mirra entre sus pliegues, la cual se adhiere tan íntimamente al cuerpo que la tela difícilmente puede ser quitada. Por otra parte, el conjunto de telas y mirra llega a pesar 120 libras.
(El médico termina su exposición y Rómulo queda callado y pensativo. Hace señas con su mano para que el médico se retire mientras se pasa el pañuelo por el rostro).
Rómulo: Por lo que veo, este asunto de la muerte de ese Jesús carpintero, está resultando más complicado de lo que creí.
Secretario: Como segundo testigo viene a comparecer ante usted, Virgilio. El era secretario del prefecto de Judea en los días en que ocurrieron los hechos.
Rómulo: ¡Procede! (contesta mientras parece aburrido).
Secretario: ¡Que pase el siguiente testigo!
(Pasa Virgilio, se arrodilla ante el senador, besa su anillo y se incorpora tras percibir la señal dada por Rómulo).
Virgilio: Ante usted, Virgilio, antiguo secretario del prefecto de Judea y representante de Roma en la provincia de Palestina.
Rómulo: Deja el protocolo. El médico me confirma que es imposible que ese Jesús haya sobrevivido a la cruz. Sin embargo, lo cierto es que su cuerpo no estaba en la tumba aquel domingo de mañana. ¿Cree usted posible que esto se deba a un supuesto robo del cuerpo como afirma el informe enviado a Roma? (Mientras hace la pregunta, le muestra a su interlocutor uno de los pergaminos que descansaba sobre la mesa, y se lo entrega a Virgilio).
Virgilio: (Observa el informe, lo lee rápido y en baja voz, y entregándolo de vuelta al secretario, comienza su exposición). Su excelencia, yo mismo preparé ese informe por orden del excelentísimo Poncio, pero varias semanas después, uno de los soldados de la guardia romana que participó en la custodia del cadáver, confirmó que esa versión había sido consecuencia del soborno ejecutado por los lideres judíos para evitar el escándalo que podía provocar la pérdida del cadáver.
Los mismos líderes reconocieron que era imposible que los seguidores de ese Jesús hubieran podido robar el cuerpo, pero esa verdad podía tener graves consecuencias para las tradiciones y para los líderes religiosos de la ciudad. Fue por eso que el mismísimo Gamaliel, un miembro renombrado del Sanedrín de aquellos días, apoyó la versión de los discípulos de aquel Nazareno.
Por otra parte, si el cuerpo hubiese sido robado por los seguidores de ese Jesús, no creo que hubieran defendido tanto esa mentira como para morir por su fe. Sabemos que al divulgar esa versión, algunos fueron encarcelados, otros torturados y crucificados, apedreados y hasta desollados. Ninguno de ellos se retractó de su creencia en la resurrección de ese Cristo.
Rómulo: ¡Es cierto! (queda pensativo). ¿Y los dirigentes judíos, no podrían haber tomado el cuerpo? ¿O los hombres de Poncio?
Virgilio: Según los testigos de aquel caso, el Nazareno había estado enseñando sus últimos años de vida, que moriría y al tercer día resucitaría. Si el cuerpo era tomado, muchos más habrían aceptado sus enseñanzas y eso no era conveniente para los líderes judíos.
En cuanto a los romanos, no creo posible que intervinieran en eso. Recuerde que los gobernadores y oficiales del imperio tienen prohibido inmiscuirse en asuntos internos de los pobladores. Así evitan conflictos civiles que puedan repercutir en el poder de Roma. El mismo Poncio, cuando recibió a Jesús en su casa antes del juicio, no halló culpa en ese Jesús y aun así, pasó el caso al sumo sacerdote y autorizó la ejecución para evitar el conflicto con los dirigentes religiosos. Recuerde que un solo vestigio de fraude en este asunto habría caldeado los ánimos y hubiera desencadenado una crisis civil. Precisamente por eso Poncio ordenó una guardia para la tumba.
Rómulo: Si ese Jesús fue enterrado en una zona con tantos sepulcros, ¿pudieron haber confundido la verdadera tumba con una falsa y vacía?
Virgilio: Esa posibilidad también la investigamos, pero... Para que esa teoría se confirmara, entonces tendrían que ser muchos los equivocados de tumba: (Comienza a enumerar con ayuda de sus dedos).
Las mujeres que prepararon el cadáver.
Ese Pedro, el que era apóstol, acompañado de ese tal Juan.
Los judíos que fueron a confirmar la desaparición del cuerpo.
El mismísimo dueño del terreno, ese tal José de Arimatea.
Recuerde además, que la guardia asignada, siguiendo el protocolo, revisó la tumba antes de tomar posesión de sus posiciones. Esa inspección habría sido suficiente para verificar el error. Además, en la entrada fue puesto el sello de Roma.
Rómulo: ¡Es cierto! (queda pensativo por un momento y luego continúa). ¿Tiene algo más que decir sobre este asunto?
Virgilio: Pues si. Cuando investigamos el caso, confirmamos que unas 500 personas juraron haber visto vivo al carpintero a partir de aquel domingo. Aquí está la lista (toma un pergamino de su bolsillo y lo entrega a Rómulo quien lo inspecciona mientras escucha). Esa lista incluye a todos sus discípulos, a un hombre de Meaux, a una libertina llamada María Magdalena, una de sus hermanas y hasta a un romano al servicio del sumo sacerdote, un tal Saulo. Este último, según contaban los propios cristianos interrogados, fue tan impactado por su encuentro con Jesús resucitado, que no solo abandonó su vida de perseguidor y asesino de cristianos sino que se unió a la fe y hasta sufrió prisión y muerte por ella.
Rómulo: ¡Bien! Es todo. (Hace seña con la mano y Virgilio se retira de la sala).
Secretario: El último testigo es un centurión, su excelencia. Es una voz autorizada en asuntos militares. Es centurión en Judea, con más de 15 años de experiencia.
Rómulo: ¡Qué pase! (grita de mal humor y pasa el centurión, una vez ante el senador, realiza su saludo militar tomando una posición firme dando golpe con su puño sobre su pecho para luego bajar la cabeza).
Centurión: ¡A su servicio Señor!
Rómulo: Creo que ya tenga información sobre el tema en discusión. Usted debe saber que un informe dice que “un cuerpo fue tomado de una tumba custodiada por una guardia romana”. Sin embargo en este otro informe dice que “el templo también tiene guardia y que pudo ser esa la guardia que fracasó en aquella Pascua”. (Dice mientras muestra unos pergaminos.) ¿Qué cree usted?
Centurión: He estudiado exhaustivamente esos informes para esta audiencia, su excelencia, y he llegado a la conclusión de que esos informes tienen que ser falsos. Los mismos dirigentes judíos solicitaron la guardia al gobernador romano, y este no tiene autoridad sobre la guardia del templo. Además, se mandó poner el sello romano en la entrada de la tumba, y usted sabe que un símbolo de autoridad romana como ese no se confía a nadie, solo a una guardia romana, y que cada soldado daría su vida por proteger ese sello. Según tengo entendido, los líderes judíos temieron que los discípulos robaran el cuerpo para fingir una resurrección y por eso solicitaron una ayuda profesional, una guardia romana.
Por otra parte, aun si hubiera sido una guardia del templo, quiero que sepa que una unidad de la guardia del templo cuenta con 10 levitas con una disciplina militar casi igual a la romana. De hecho, si su capitán sorprende la guardia dormida, se le apedrea y se le quema con sus vestidos. Se les prohíbe incluso sentarse o recostarse.
Rómulo: Si la guardia era romana, ¿Cómo pudo un grupo de toscos y desarmados burlar la guardia y robar el cuerpo?
Centurión: No creo que eso sea posible. Recuerde que una guardia romana está compuesta por 4 a 16 hombres, y cada hombre está entrenado para defender seis pies de terreno. Se sabe que 16 hombres pueden proteger 36 yardas y detener a todo un batallón.
Durante la guardia, cuatro hombres se colocan ante el objetivo a proteger mientras el resto duerme en semicírculo delante de los cuatro que vigilan. Para sorprender a los custodios, tenían que pasar entre el resto de la guardia que dormía. Está reglamentado que el cambio de guardia se haga cada cuatro horas por lo cual es poco probable que el sueño venza a la guardia. Además, ellos conocen que quedarse dormido en una guardia, se paga con la muerte. La historia de la disciplina y seguridad de nuestras tropas niegan cualquier posibilidad de desobediencia militar. Si se hubieran dormido como dijeron en aquella ocasión, ¿cómo supieron que fueron los discípulos si estaban dormidos? ¿Cómo es que no sintieron el ruido provocado por los ladrones mientras movían la piedra que para una tumba de esas dimensiones tenían que pesar dos toneladas?. Para que esto sucediera, los soldados tendrían que ser sordos.
Otro aspecto es el temor de los soldados. Un soldado romano está tan bien armado y escudado que ningún desarmado se atrevería a desafiarlos ni a jugarse la vida de esa forma. Cada soldado porta una pica de seis pies de longitud, una daga, una espada de tres pies de longitud, así como un escudo.
Rómulo: ¿Cree usted entonces que este Jesús realmente resucitó?
Centurión: No me atrevo a contestarle esa pregunta, su excelencia. Mi trabajo no es creer, sino proteger y cumplir órdenes. Pero algo si puedo decirle, los soldados abandonaron su posición aquella mañana y corrieron al sumo sacerdote cuando vieron que el cuerpo había desaparecido o resucitado, no lo sé. Lo cierto es que si no hubiese sido milagrosa la forma en que fue quitada la piedra de la entrada y la desaparición del cuerpo, una guardia de 16 militares bien entrenados y con experiencia en terribles batallas, no habrían huido de esa manera exponiéndose al castigo por dejar sus puestos de centinelas. Mucho menos probable es que por una causa injustificable, se hubiesen humillado tanto buscando protección en el Sumo sacerdote que es un simple servidor del imperio romano. Yo diría que algo grande debió pasar allí aquel día.
Rómulo: Gracias por su ayuda. iPuede retirarse! (ordena mientras mueve la mano del pañuelo en gesto indicativo de la misma orden).
Secretario: ¿cree su excelencia que ese nazareno realmente resucitó?
Rómulo: Le ordeno no poner esa conclusión en el informe, pero ciertamente aquella mañana.... “La tumba estaba vacía”. Ese Jesús Nazareno realmente ha resucitado. Por favor, vaya por uno de esos cristianos que tienen detenidos en la prisión. Quiero saber más sobre ese hombre y sobre esa fe poderosa. Mientras iré a tomar un poco de aire fresco y a organizar mis ideas.
(Ambos se retiran dejando el salón vacío).
Narrador: Ciertamente aquella tumba estaba vacía. No hay dudas de la muerte y resurrección del Mesías. En una ocasión un estudiante mahometano se manifestó ante un cristiano: "¡Vosotros, pobres, no sabéis a donde vais! Nosotros vamos a la tumba de nuestro maestro y tenemos su cuerpo, vosotros vais a la tumba de vuestro maestro y está... " El cristiano añadió: " iSigue, sigue! iEstá vacía! El joven estudiante quedó perplejo y vencido por su propio análisis.
"... y la tumba estaba vacía." Una prueba suficiente de que Jesús no era un simple hombre, que cumplió su promesa y que hoy no está ahí, pues intercede por ti y por mí ante el Padre. Ahora te toca aceptarlo como tu Salvador, abrirle tu corazón y permitir que entre a tu vida llegando a ser tu Dios. ¡No cabe dudas, ese es un Dios vivo!
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Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Colosenses 3:1.
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