En el principio

El autor(a) Luis A. Amador Morales, al momento de redactar este trabajo era estudiante del Seminario Teológico Adventista de Cuba.

Categoría: Artículos, Estudios, Investigaciones

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Génesis 1:1

¿Cuándo? : “En el principio...” (Heb: Bereshith)

¿En qué momento fue ese principio? Hay dos posiciones esencialmente:

  1. En el preludio de la Semana de la Creación: El momento cuando se crearon los cielos y la tierra; que quiere decir que Dios trajo a la existencia la materia y ese mismo momento la organizó. El inicio de la historia de Dios y su pueblo. El principio del tiempo, cuando al reloj del mundo se le dio cuerda por primera vez; tal tiempo comenzó precisamente al ser creadas las cosas cuya medida es el tiempo. Se alude al primer acto, cuando Dios creó toda la materia de la nada e inmediatamente posterior a la creación la tierra estaba en desorden, improductiva e inhabitada; entonces se narra el proceso de cómo Dios, en seis días, ordenó el caos, dando lugar al mundo organizado que hoy vemos.

  2. Un momento desconocido del pasado cuando Dios creó la materia y la dejó en forma caótica: Sucedió antes de la semana de la creación, y durante ésta Dios la organizó. Se presenta aquí una definición de la situación cuando Dios comenzó a crear muy atrás en el tiempo, hacia los insondables confines de la eternidad, y no se da ninguna indicación de una fecha tangible para este principio. Algunos puntos que parecen apoyar esta segunda posición son los siguientes, aunque no de forma dogmática:

    1. La Biblia no menciona la creación de la materia específicamente en relación con el primer día. La expresión “Sea la luz” parece mencionar la única obra creativa de aquel día.

    2. Segundo día: “Haya expansión en medio de las aguas” (1:6) ¿Cuáles aguas? Las que ya existían. No fueron creadas en ese momento ¿Existían desde mucho antes? o ¿Sólo desde el día anterior?

    3. “Produzca la tierra hierba verde” (1:11) ¿Cuál tierra? La que ya existía. La hierba comenzó a existir en ese momento, más la tierra no.

    4. Las demás cosas fueron “hechas”; el agua y la tierra no, ya existían.

      1. Versículo 16: “E hizo Dios las dos grandes lumbreras...”.

      2. Versículo 21: “Y creó Dios los grandes monstruos marinos...”.

      3. Versículo 25: “E hizo Dios animales...”.

      4. Versículo 27: “Y creó Dios al hombre a su imagen...”.

    5. Algunas rocas tienen una edad radiométrica muy elevada.

“En el principio...Dios”. Únicamente aquí puede encontrar reposo la mente en su investigación anhelosa, cuando vuela como la paloma del arca.

¿Quién? : “...Dios...” (Heb: Elohim)

El término hebreo que se utiliza es Elohim, aunque también se le nombra así en árabe y arameo, el cual indica:

  1. El poder del Dios Creador, plenitud de fuerza. (El significa “el Dios Fuerte”).

  2. La pluralidad de personas en la Deidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Este nombre plural de Dios en hebreo, que habla de él como de muchos en uno, confirma nuestra fe en la doctrina de la Trinidad. En este nombre se hayan unidos todos lo poderes de la eternidad y la infinitud.

¿Qué? : “...los cielos y la tierra...”

El autor centra el interés sobre todas las áreas del mundo arriba, abajo y alrededor. En esta frase incluye el universo completo tal como era conocido o pudiera llegarse a conocer por los hebreos, y toda la materia prima necesaria para hacer los soles, los planetas, las estrellas, las nebulosas, las galaxias, las moléculas, los átomos, los electrones, y todas las cosas y seres específicos de la tierra.

La palabra cielos es plural en hebreo. En la Biblia se mencionan tres cielos, todos han sido creados por Dios:

  1. Primer Cielo: El hogar de los pájaros y de las nubes. Jesús lo aludió al decir: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre Celestial las alimenta...”. (Mateo 6:26).

  2. Segundo Cielo: El hogar del sol, la luna y las estrellas: El Cosmos. David lo menciona en sus composiciones diciendo: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos”. (Sal 19:1).

  3. Tercer Cielo: El hogar de los ángeles y de los santos. Ese lugar a donde Dios ya llevó a Enoc, Elías, Moisés y el grupo de las primicias que resucitó en ocasión de la resurrección de Jesús. Pablo testifica diciendo: “Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé: Dios lo sabe), fue arrebatado hasta el tercer cielo”.

¿Cómo? : “...creó...” (Heb: Bará)

La sublime certeza de la revelación se basa en esta poderosa afirmación. Dios lo hizo; no se podría declarar nada más asombroso.

Crear viene del verbo hebreo Bará, que es utilizado exclusivamente para Dios. El hombre no podía llegar a los poderes inherentes a esta palabra, porque describe puramente un milagro. Por el poder soberano y originado de Dios algo absolutamente nuevo recibió el ser. Él es el Principio, la Causa, la Fuente de todo lo que existe. La Sagrada Escritura establece desde el comienzo este principio: Nuestro mundo fue creado, al par que el tiempo, por un Ser de sabiduría y poder infinitos; el cual existía ya antes de todo tiempo y antes que todos los mundos. Él dio existencia a todas las cosas y personas que tenían que participar en su plan para las edades; toda la materia necesaria para su obra posterior fue milagrosamente creada, por lo que en la formación de nuestro mundo, el Creador no dependió de ninguna materia o sustancia preexistente. Hizo de la nada, porque el Dios de la naturaleza no está sujeto a las leyes de la naturaleza.

Por la identificación de Dios como el Creador se introduce una distinción crucial entre el Dios de los padres y del Pacto en el Sinaí, y los dioses de las naciones de entonces y de hoy. Al estudiar nuestra galaxia el hombre reverente se inclina ante el Creador en dedicación maravillosa y genuina, derramando adoración, alabanzas y acción de gracias sin restricciones.

¿Que le dice Génesis 1:1 a aquellos que interpretan la realidad aparte de un Dios personal e infinito?

  1. Al ateo le dice que la creación fue la obra de Dios.

  2. Al politeísta le dice que sólo hay un Dios.

  3. Al panteísta le dice que Dios es aparte e independiente de su creación.

  4. Al evolucionista le dice que el universo fue creado, y que no evolucionó.

  5. Al materialista le dice que la materia no es eterna, sino que fue creada.

  6. Al existencialista le dice que la creación tiene un propósito.

Este primer versículo de la Biblia nos da un conocimiento más seguro y mejor del origen del universo, más satisfactorio y útil que todos los volúmenes de las filosofías de manufactura humana. San Pablo lo dice con toda certeza: “Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación”. (1 Corintios 1:21). Esta primera declaración sagrada del Génesis es el fundamento de todo pensar correcto en cuanto al mundo material; al meditar en ella podemos hacerlo con descanso, porque nos revela que Nuestro Padre es el dueño de todo por derecho de creación; que para él todo es posible, y por tanto: ¡Felices los que en él confían! (Salmo 121: 2; 124: 8). Dios es digno de toda adoración y alabanza.

“Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. Génesis 1:2.

“...desordenada y vacía...”

Se describe aquí la tierra en su estado inacabado, su condición antes que Dios la preparara para la raza humana. El mundo estaba aparentemente como uno de los otros planetas que hoy conocemos. Había material en abundancia para toda la obra que Dios quisiera crear, aunque en un estado caótico, desordenado, informe, en tinieblas. Seis días plenos de creatividad iban a hacer cambios tremendos. El propósito de Dios no podía quedar satisfecho hasta que su toque milagroso hubiera hecho algo concreto de aquel caos. Incluso las tinieblas tenían que ser hechas sujetas a su voluntad. Dios pudo haber hecho su obra perfecta y completa desde el principio, pero fue gradual, con esto quiso mostrar el método ordinario de su providencia y de su gracia.

Este caos puede representar el estado de un alma no regenerada y desprovista de la gracia, pues en ella hay desorden, confusión y toda obra perversa. Está vacía de todo bien porque está sin Dios, está a oscuras hasta que la gracia divina efectúe un cambio. Desde la óptica profética apreciamos que nuestra tierra actual será reducida, en parte por lo menos, a ese estado en el tiempo final. Contemplando a través de los siglos el gran día de Dios el profeta Jeremías dice: “Miré a la tierra, y he aquí que estaba asolada y vacía: y a los cielos, y no había en ellos luz”. (Jeremías 4: 23).

“...el Espíritu de Dios se movía...” (Heb: ruan ... merahepet)

Algunos creen que el Espíritu Santo vino a la tierra por primera vez en Pentecostés según Hechos 2, pero aquí lo tenemos presentado en el segundo versículo de la Biblia. Estas palabras ilustran la energizante presencia de Dios, tocando y envolviendo el caos y la inacabada tierra, al prepararse para completar su creación. Como un ave dedicada a sus polluelos, revoloteaba alrededor derramando su amor. El Espíritu vibraba sobre la tierra; de esta fuente de energía vibrante comenzaron a fluir nuestras ondas de energía, calor y sonido magnético. Empezó también en ese momento la rotación de la tierra sobre su eje. La energía y la materia estaban ahora presentes en este entramado de tiempo, espacio y masa, y entraron en funcionamiento los tres tipos básicos de campos de fuerza:

  1. Gravitacional: la fuerza entre dos objetos.

  2. Electromagnético: La fuerza entre el electrón y el núcleo de un átomo.

  3. Nuclear: La fuerza entre el protón y el neutrón dentro del átomo.

Cuando el Espíritu Santo hace su obra ¿qué o quién lo detendrá? Dios hizo el mundo por medio de él (Job 26: 13; Salmo 33: 6) y la Nueva Creación también es efectuada por este poderoso agente. Vale notar, además, que hay un interesante paralelo entre el registro de la creación y el registro de la construcción del santuario en Éxodo. En ambos el trabajo de Dios es hecho por el Espíritu. Como Dios hizo su trabajo de creación por medio del Espíritu Santo, así Israel debía hacer su trabajo por medio del mismo Espíritu.

“Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz”. Génesis 1:3

“ ... Sea la luz.”

La Luz fue lo primero que Dios creó. El autor presenta la primera palabra creativa de Dios. Con una increíble facilidad y una conciencia deliberada de ello, el Dios Omnipotente dio existencia a la luz. La luz fue la respuesta divina al dominio de las tinieblas, fue el primer acto positivo de Dios para completar el programa total de su creación; sin ella los otros pasos no hubieran tenido significado. Fue hecha para que pudiéramos ver sus obras y su gloria en ellas; constituye la gran belleza y bendición del universo.

Pero ¿de dónde venía la luz de ese primer día? Hay dos posiciones en relación con esta cautivante pregunta:

  1. Del sol: Aquí se describe la apariencia del sol a través de la oscuridad. La división entre el día y la noche deja poco espacio para una interpretación de que la luz de Génesis 1: 3 sea otra que la del sol. Este astro, la luna y las estrellas deben incluirse en el significado usual de la frase “cielos y la tierra”, y así, de acuerdo al registro, estos cuerpos celestiales fueron todos creados en Génesis 1: 1. Había una neblina en el cielo que no dejaba verlos antes.

  2. De una fuente temporal: La luz es una forma de energía y puede ser producida de diferentes maneras, no sólo por el sol y las estrellas; que no fueron creados hasta el cuarto día. Obsérvese el siguiente patrón:

Dijo Dios: Haya lumbreras...y fue así.

E hizo Dios las grandes lumbreras.`

Dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género... y fue así.

E hizo Dios animales de la tierra según su género.

Si la expresión “E hizo Dios” significa que el sol y la luna fueron creados antes y simplemente aparecieron en el cuarto día, tendríamos que concluir que también los animales terrestres habían sido creados antes del sexto día, y que lo único que hicieron ese viernes fue aparecer. Pero si Dios hizo los animales en el sexto día, entonces hizo las lumbreras en el cuarto.

Pero ¿cómo puede haber luz sin sol?:

  1. El Apocalipsis nos dice que no habrá necesidad de sol en la vida futura: "La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera" (Apocalipsis 21: 23). "No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos" (Apocalipsis 22: 5).

  2. ¿De dónde tienen luz el sol y las estrellas? Pues, de Dios, que es la fuente de toda luz.

  3. Era importante afirmar que el sol no llegó a existir hasta que Dios lo trajo a la existencia, porque las antiguas naciones adoraban al sol.

Esta no fue la luz del sol ni de las estrellas, porque no había medio atmosférico por el cual la luz de algún cuerpo del universo previamente formado pudiera pasar para influir en aquella masa inerte de la tierra. Al parecer era una fuente temporal de luz, dispuesta sólo para operar hasta el cuarto día, cuando fueran creados el sol, la luna y las estrellas. Dios lo quiso, lo decidió, y fue hecha inmediatamente. Habló su palabra, e instantáneamente se cumplió su voluntad (Sal 33: 6,9); apareció una luz que provenía del poder de su palabra creadora. Una posible explicación es que fuera un producto creado que resultaba del Espíritu de Dios.

Le fue escrito a los corintios que el Señor "mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz" (2 Corintios 4: 6); así también, en la noche de tinieblas espirituales, dice Dios: “Sea la luz”. Ordena a su pueblo: “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti”. (Isaías 60: 1). Esa luz divina que brilla en las almas santificadas es producida por el poder del Altísimo, y es la que nos da el conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.

¡Dios es el principio, la causa, la fuente de todo lo que existe;
Dios es digno de toda adoración y alabanza!

Bibliografía consultada

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  8. White, Elena. G. "El Conflicto de los Siglos". Pacific Press Publishing Association. Enterprise. 1995. Págs: 716, 717.

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  12. Willmington, Harold. L. "Auxiliar Bíblico Portavoz". Editorial Portavoz. 1995. Págs: 23, 24.

  13. Willmington, Harold. L. "Compendio Manual Portavoz". Editorial Portavoz. 2001. Págs: 18, 19.

 

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