Categoría: Historias Infantiles

Veintisiete adolescentes iban en un autobús que descendía por la empinada carretera de la montaña desde Hog Pen Gap. El chofer pisó el pedal del freno para disminuir la velocidad, pero no sucedía nada. Lo pisó más fuerte, pero sin resultado. No había forma de detener el autobús, que descendía cada vez con mayor rapidez. Las llantas rechinaron en la primera curva. El chofer quiso mover la palanca de cambio a una velocidad mas baja, pero no lo consiguió. Desesperado, tiró el freno de mano, pero no disminuyó la velocidad.

¡Arrójense al suelo! - gritó al ver que estaban por llegar a una curva.

Con el costado del autobús rozó la peña del lado derecho con la esperanza de disminuir la marcha, pero eso lanzó al vehículo a través del camino y lo hizo chocar en la barrera de protección del lado izquierdo. El autobús se elevó en el aire y cayó al barranco.

Cuando llegó el personal de rescate, todos se asombraron de encontrar un solo muerto: Angela Jones, niña de 14 años. Había muchos heridos. Una chica estaba inconsciente, con fractura en el cuello.

Cuando la chica con el cuello herido fue dada de alta, muchos de sus amigos fueron al hospital a darle la bienvenida. Una reportera entrevistó a varios de ellos.

• ¿Están aquí los padres que perdieron a su hija en el accidente?- preguntó a un joven con muletas.

• No, respondió el joven- pero los conozco bien. No creo que piensen que han perdido a su hija.

• ¿Como es eso? - preguntó la reportera confundida.

• Ángela no está perdida. Saben que Jesús la resucitará cuando venga a buscar a los que les aman, y que entonces ellos se reunirán con su hija. Quiero decirle, que en la misma forma estamos sobrellevando la pérdida de nuestra amiga. Sabemos que volveremos a verla cuando Jesús venga.

Una de las mejores cosas de tener amigos cristianos es que podremos tenerlos para siempre eternamente.

Suceden accidentes. La muerte se lleva a los mejores amigos. Pero cuando Jesús venga nos reuniremos con nuestros seres amados.

Los amigos se mudan a miles de kilómetros de distancia. Puede ser que nunca más volvamos a verlos aquí en la tierra, pero cuando Jesús venga podremos estar juntos durante la eternidad. ¡Que alegría experimentaremos entonces!