Categoría: Historias Infantiles
La madre llamaba "¡Tommy!" No hubo ruido, ni contesta. "Tommy, te necesito". "Estoy ocupado", una voz de seis años de edad respondía desde el jardín. La madre salió afuera para ver qué era lo que Tommy estaba haciendo y lo encontró acostado de espaldas sobre la hierba.
"¿No me dijiste que estabas ocupado?", dijo la madre. "Sí lo estoy, dijo Tommy”.
"¿Pero y por qué, que estás haciendo ahora?"
"Estoy velando para ver cuando las ventanas del cielo se abran".
La madre trató fuertemente por no reírse. "¿Pero por qué estás velando?", preguntó ella.
"Bien, ya verás, la maestra nos dijo que si le damos nuestros centavos para los misioneros o le ayudamos a los pobres, Jesús abrirá las ventanas del cielo para enviarnos de vuelta lo que hemos dado. Pues yo le di ayer a la pobrecita Doris la nueva y brillosa moneda de $ 25.00 bolívares y estoy esperando aquí a que me la devuelva".
Por un momento la madre no encontraba qué contestarle. Después de una pausa ella contestó:
"Bien, la maestra tenía razón en lo que dijo, pero yo no creo que ella quiso decir que el dinero volvería a caer del cielo".
"Pero la Biblia lo dice así, yo sé que lo dice; pues la maestra nos lo leyó ayer mismo", contestó Tommy firmemente.
"Vamos a ver si lo dice le dijo la madre. Muy interesado, Tommy saltó y se paró y se fueron adentro. La madre encontró la Biblia y la abrió en el Capitulo tres de Malaquías y leyó el verso 10 que tanto había impresionado a la mente de Tommy. “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”.
"Ahí lo tienes, yo te lo dije", dijo Tommy.
"Si dijo la madre, pero permíteme decirte lo que esas palabras quieren decir. "Estas palabras quieren decir que le devolvemos a Jehová los diezmo (diez por ciento) de todo lo, que recibimos y se lo damos gozosamente porque le amamos a Él, y que Él suplirá todas nuestras necesidades y nos recompensará, velará para que no nos falte nada que sea bueno y El nos devolverá todo lo que hemos dado y mucho más también. No es que el dinero venga de los cielos, pero de una manera u otra por seguro retornará”.
“Ya veo”, dijo Tommy, con un tono de desengaño en su voz. "¿Pero qué pasaría cuando uno da todo lo que tiene como lo hice yo ayer, y no solamente el diez por ciento?”.
“Entonces”, dijo la madre, “tu recibirás el tanto o más de vuelta. A Dios no le gusta deberle algo a nadie. Y si realmente diste esa moneda por amor a Jesús y al pobre, yo estoy bien segura que la volverás a ver; y aún más que eso. Por supuesto, no debemos esperarlo, todo de un golpe, pues algunas veces Jesús le gusta observar nuestra paciencia; así que espera un tiempito para ver lo que sucede.
Tommy esperaba. Pasaban los días y las ventanas del cielo no se abrían.
De hecho, Tommy empezó a desear que mejor hubiese sido quedarse con su moneda. Como sabemos, la paciencia de un niño no durará mucho tiempo.
Mientras tanto, un caballero que vivía próximo a la casa de Tommy le pidió sí quería ayudarle a recortar los ganchos y ramas de su jardín; pues había llegado el otoño. Tommy estaba muy dispuesto por hacer ese trabajo, como todo niño de esa edad está dispuesto; a él no le gustaría hacerlo en su propio jardín.
Tommy trabajó duro y cuando terminó con el trabajo él caballero le dio veinticinco centavos, diciéndole al mismo tiempo que él había sido el mejor empleado que había tenido en mucho tiempo.
¡Mamá! ¡Mamá!, gritaba Tommy mientras corría hacia su propia casa, "él me dio una moneda completa. La moneda ha vuelto para atrás después de todo".
"Sí", dijo la madre, "las ventanas del cielo se han abierto, por fin" Y allí mismo Tommy separó él diezmo correspondiente, sabiendo que las ventanas del cielo volverán a abrirse en otra ocasión.
Así sucedió. Y se abrirán para ti también, pues todos los niños y niñas que le devuelven a Dios lo que le pertenece a El pueden clamar por sus preciosas promesas para sí mismos.
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